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La censura de las Big Tech

La censura de las Big Tech

El cierre de las cuentas de Twitter y Facebook del ex presidente Donald Trump ha sido alabado por diversos medios de la prensa internacional y políticos de oposición, quienes inclusive lo calificaron como un paso necesario para aminorar los niveles de violencia en EEUU, tras el asalto al Capitolio de Washington.

Pero lo que aparentemente se ve como una buena iniciativa que busca resguardar la derruida democracia estadounidense – analizada con cabeza fría – esconde un duro golpe a la libertad de expresión y refleja el alto poder que concentran las Big Tech para censurar las opiniones que no se emplacen con el pensamiento hegemónico de las mayorías.

Un reciente artículo de The Economist que compartimos líneas abajo incide en este tema y da el precedente de por qué suspender no solo cuentas, sino redes sociales enteras – como pasó también con Parler – no era ni de cerca la mejor solución para evitar una mayor incitación a la violencia en EEUU.

Como ya hemos comentado en anteriores oportunidades (ver Lampadia: Una carta por la libertad de expresión), el embate cultural en redes sociales se ha tornado en estos tiempos una suerte de inquisición para los que no piensen igual que las mayorías, escalando inclusive a censuras y como ha pasado recientemente con Trump en cierres de cuentas. Algo nada saludable para la libertad de expresión y que podría ser usado en el extremo para aplastar enemigos políticos de un régimen particular o que no se encuentre afín a ellos.

En todo caso, como propone The Economist se deberían estandarizar los casos en que ciertas declaraciones pueden ser consideradas incitaciones de violencia, para lo cual podría justificarse una censura – como pasa por ejemplo con material visual pornográfico o de violencia que no puede ser publicado en redes sociales– pero de ninguna manera censurarse por completo a la persona.

Con todo lo contra que podamos estar o nos desagraden las declaraciones de Trump (ver Lampadia: Los estragos de Trump) y otros líderes de opinión, se debe en primer lugar propender el debate de ideas y no coartar directamente la libertad de expresión. Finalmente serán las mismas personas las que opten por tomar el pensamiento que consideren correcto. Lampadia

Libertad de expresión
Big tech y censura

Silicon Valley no debería tener control sobre la libertad de expresión

The Economist
16 de enero, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

La primera reacción de muchas personas fue de alivio. El 6 de enero, con 14 días restantes de su mandato, el presidente de redes sociales fue suspendido de Twitter después de años de lanzar abusos, mentiras y tonterías a la esfera pública. Poco después, muchos de sus compinches y seguidores también fueron cerrados en línea por Silicon Valley. El final de su cacofonía fue maravilloso. Pero la paz oculta una limitación de la libertad de expresión que es escalofriante para EEUU y para todas las democracias.

Las prohibiciones que siguieron al asalto al Capitolio fueron caóticas. El 7 de enero, Facebook emitió una suspensión “indefinida” de Donald Trump. Twitter siguió con una prohibición permanente un día después. Snapchat y YouTube lo prohibieron. Se suspendieron una serie de otras cuentas. Google y Apple sacaron a Parler, una pequeña red social popular entre la extrema derecha, de sus tiendas de aplicaciones y Amazon sacó a Parler de su servicio en la nube, obligándolo a desconectarse por completo.

¿Seguramente esto era aceptable frente a una turba alborotada? Legalmente, las empresas privadas pueden hacer lo que quieran. Sin embargo, algunas decisiones carecieron de coherencia o proporcionalidad. Aunque Twitter citó un “riesgo de mayor incitación a la violencia” por parte de Trump, los tweets que señaló no cruzaron el umbral legal común que define un abuso del derecho constitucional a la libertad de expresión. Mientras tanto, el ayatolá Ali Khamenei todavía está en Twitter y las amenazas de muerte son fáciles de encontrar en línea. Las empresas deberían haberse centrado en posteos individuales de incitación. En cambio, han prohibido a las personas, incluido el presidente, alejando las voces marginales del mainstream. En algunos casos era necesario actuar, como en el caso de los intercambios violentos y mal vigilados de Parler, pero en general no existía una prueba clara de cuándo debía prohibirse el habla. La infraestructura de Internet, incluidos los servicios de computación en la nube, que deberían ser neutrales, corre el riesgo de verse envueltos en batallas partidistas divisivas.

El otro problema es quién tomó las decisiones. La concentración de la industria tecnológica significa que unos pocos ejecutivos no electos y que no rinden cuentas tienen el control. Quizás su intención realmente sea proteger la democracia, pero también pueden tener otros motivos menos elevados. Algunos demócratas aplaudieron, pero deberían evaluar cualquier nuevo régimen de expresión basado en su aplicación más amplia. De lo contrario, un acto que silenció a sus enemigos la semana pasada podría convertirse en un precedente para silenciarlos en el futuro. Los lamentos fueron reveladores. Angela Merkel, líder de Alemania, dijo que las empresas privadas no deberían determinar las reglas de expresión. Alexei Navalny, un disidente ruso, denunció un “acto inaceptable de censura”. Incluso Jack Dorsey, director ejecutivo de Twitter, lo llamó un “precedente peligroso”.

Existe una mejor manera de lidiar con el discurso en línea. Hacer que la industria sea más competitiva ayudaría al diluir la influencia de las empresas individuales y al estimular nuevos modelos comerciales que no dependan de la viralidad. Pero mientras la industria sea un oligopolio, se necesita otro enfoque. El primer paso es definir una prueba de lo que debe censurarse. En EEUU eso debería basarse en la protección constitucional del discurso. Si las empresas quieren ir más allá al adjuntar advertencias o limitar el contenido legal, deben ser transparentes y predecibles. Los juicios difíciles deben recaer en juntas independientes no estatutarias que otorguen a las personas el derecho de apelación.

Más del 80% de los usuarios de Twitter y Facebook viven fuera de EEUU. En la mayoría de los países, las empresas de tecnología deben adherirse a las leyes locales sobre el discurso, por ejemplo, las reglas de Alemania sobre el discurso del odio. En autocracias, como Bielorrusia, deberían respetar los estándares que observan en EEUU. Una vez más, los consejos de comunicación podrían guiar los juicios sobre qué estándares se aplican en qué país. Esto puede dañar a las empresas estadounidenses en más lugares: esta semana Uganda prohibió Facebook y Twitter antes de una elección polémica.

EEUU necesita resolver su crisis constitucional a través de un proceso político, no de censura. Y el mundo debe buscar una mejor manera de lidiar con el discurso en línea que permitir que los oligopolios tecnológicos tomen el control de las libertades fundamentales. Lampadia




Todo sobre el covid-19 y las vacunas

Datos demasiado grandes para el formato del archivo




Por qué la gente opina de todo sin tener ni idea

Por qué la gente opina de todo sin tener ni idea

Con la explosión de las redes sociales, se han multiplicado las oportunidades de opinar sobre distintos temas. Hoy día la opinión de todos está al alcance de un simple clic.

En la medida que se interactúa en las redes, se hace evidente que muchísimas opiniones son aventuradas y desinformadas. Esto origina una serie de malestares y desentendimientos, incluso entre personas que guardan relaciones afectivas cercanas.

Pues resulta que la sicología social ha descubierto un sesgo cognitivo por el cual los individuos incompetentes en ciertas materias tienden a sobreestimar su habilidad, mientras que los individuos altamente competentes tienden a subestimar su habilidad en relación con la de otros. El ‘Efecto Dunning-Kruger’.

Conocer algo de este efecto nos ayudará a entendernos mejor, a entender mejor a los demás y a ponderar que “nadie es experto en todas las materias de conocimiento y ámbitos de la vida, todos tenemos carencias e ignoramos muchas cosas. Por tanto, lo mejor es enfrentar la vida desde la humildad y con la actitud del aprendiz”.

Recomendamos leer la nota siguiente y les deseamos tiempos mejores en las redes sociales.

En psicología social, el efecto Dunning-Kruger es un sesgo cognitivo en virtud del cual los individuos incompetentes tienden a sobreestimar su habilidad, mientras que los individuos altamente competentes tienden a subestimar su habilidad en relación con la de otros.

El efecto se debe a la incapacidad de los individuos incompetentes para reconocer su propia ineptitud, y a que los individuos muy competentes tienden a subestimar su competencia relativa.

El efecto Dunning-Kruger fue descrito por los psicólogos sociales David Dunning y Justin Kruger en 1999. En sus propias palabras, el sesgo resulta de una ilusión interna en personas incompetentes, y de una percepción externa errónea en personas competentes: “la mala calibración del incompetente se debe a un error sobre uno mismo, mientras que la mala calibración del altamente competente se debe a un error sobre los demás“.

Wikipedia

El efecto Dunning-Kruger, o por qué la gente opina de todo sin tener ni idea

21 octubre, 2017
Incansable aspersor

Artículo original: Efecto Dunning-Kruger, o por qué la gente opina de todo sin tener ni idea  Jennifer Delgado Suárez

El efecto Dunning-Kruger puede resumirse en una frase: cuanto menos sabemos, más creemos saber. Es un sesgo cognitivo según el cual, las personas con menos habilidades, capacidades y conocimientos tienden a sobrestimar esas mismas habilidades, capacidades y conocimientos. Como resultado, estas personas suelen convertirse en ultracrepidianos; gente que opina sobre todo lo que escucha sin tener idea, pero pensando que sabe mucho más que los demás.

El problema es que las víctimas del efecto Dunning-Kruger no se limitan a dar una opinión ni a sugerir, sino que intentan imponer sus ideas, como si fueran verdades absolutas, haciendo pasar a los demás por incompetentes. Obviamente, lidiar con ellos no es fácil porque suelen tener un pensamiento muy rígido.

EL DELINCUENTE QUE INTENTÓ VOLVERSE INVISIBLE CON ZUMO DE LIMÓN

A mediados de 1990 se produjo en la ciudad de Pittsburgh un hecho que podríamos catalogar, cuanto menos, de sorprendente. Un hombre de 44 años atracó dos bancos en pleno día, sin ningún tipo de máscara para cubrir su rostro y proteger su identidad. Obviamente, aquella aventura delictiva tuvo una vida muy corta ya que al hombre lo detuvieron rápidamente.

Cuando lo apresaron, McArthur Wheeler, que así se llamaba, confesó que se había aplicado zumo de limón en la cara ya que este le haría aparecer invisible ante las cámaras. “¡Pero si me puse zumo de limón!”, fue su respuesta cuando lo arrestaron.

Más tarde se conoció que la idea del zumo fue una sugerencia de dos amigos de Wheeler. Wheeler puso a prueba la idea aplicándose zumo en su cara y sacándose una fotografía, en la cual no apareció su rostro. Es probable que se debiera a un mal encuadre, pero aquella “prueba” fue definitiva para Wheeler.

La historia llegó a oídos del profesor de Psicología social de la Universidad de Cornell, David Dunning, quien no podía dar crédito a lo que había sucedido. Aquello le llevó a preguntarse: ¿Es posible que mi propia incompetencia me impida ver esa incompetencia?

Ni corto ni perezoso, se puso manos a la obra junto a su colega Justin Kruger. Lo que hallaron en la serie de experimentos los dejaron aún más sorprendidos.

EL ESTUDIO QUE DIO ORIGEN AL EFECTO DUNNING-KRUGER

En una serie de cuatro experimentos, los psicólogos analizaron fundamentalmente la competencia de las personas en el ámbito de la gramática, el razonamiento lógico y el humor.

A los participantes les pidieron que estimaran su grado de competencia en cada uno de esos campos. A continuación, realizaron una serie de tests que evaluaban su competencia real.

Entonces los investigadores notaron que cuanto mayor era la incompetencia de la persona, menos consciente era de ella. Paradójicamente, las personas más competentes y capaces solían infravalorar su competencia y conocimiento. Así surgió el efecto Dunning-Kruger.

Estos psicólogos concluyeron además que las personas incompetentes en cierta área del conocimiento:

  • Son incapaces de detectar y reconocer su incompetencia.
  • No suelen reconocer la competencia del resto de las personas.

La buena noticia es que este efecto se diluye a medida que la persona incrementa su nivel de competencia ya que también es más consciente de sus limitaciones.

POR QUÉ CUANTO MENOS SABEMOS MÁS CREEMOS SABER

El problema de esta percepción irreal se debe a que para hacer algo bien, debemos tener al menos un mínimo de habilidades y competencias que nos permitan estimar con cierto grado de exactitud cómo será nuestro desempeño en la tarea.

Por ejemplo, una persona puede pensar que canta estupendamente porque no tiene ni idea de música y todas las habilidades necesarias para controlar adecuadamente el tono y timbre de la voz y llevar el ritmo. Eso hará que diga que “canta como los ángeles” cuando en realidad tiene una voz espantosa.

Lo mismo ocurre con la ortografía. Si no conocemos las reglas ortográficas, no podremos saber dónde nos equivocamos y, por ende, no seremos conscientes de nuestras limitaciones.

De hecho, el efecto Dunning-Kruger se puede aplicar a todas las áreas de la vida. Un estudio realizado en la Universidad de Wellington desveló que el 80% de los conductores se califican por encima de la media, lo cual, obviamente, es estadísticamente imposible.

Este sesgo cognitivo también se aprecia en el ámbito de la Psicología. Tal es el caso de las personas que afirman que “mi mejor psicólogo soy yo mismo”, simplemente porque desconocen por completo cómo les puede ayudar este profesional y la complejidad que encierran las técnicas psicológicas.

En la práctica creemos que sabemos todo lo que es necesario saber. Y eso nos convierte en personas sesgadas que se cierran al conocimiento y emiten opiniones como si fueran verdades absolutas.

CÓMO MINIMIZAR EL EFECTO DUNNING-KRUGER, POR NUESTRO PROPIO BIEN

Todos cometemos errores por falta de cálculo, conocimientos y previsión. La historia está repleta de errores épicos, como el de la emblemática Torre de Pisa, que comenzó a inclinarse incluso antes de que terminara la construcción, y hace relativamente poco el gobierno francés gastó miles de millones en una flota de trenes nuevos, para después descubrir que eran demasiado anchos para unos 1.300 andenes de estación.

En nuestro día a día también podemos cometer errores por falta de experiencia y por sobrestimar nuestras capacidades. Los errores no son negativos y no debemos huir de ellos, sino que podemos convertirlos en herramientas de aprendizaje, pero tampoco es necesario tropezar continuamente con la misma piedra ya que llega un punto en que resulta frustrante.

De hecho, debemos mantenernos atentos a este sesgo cognitivo porque la incompetencia y la falta de autocrítica no solo hará que lleguemos a conclusiones equivocadas, sino que también nos impulsará a tomar malas decisiones que terminen dañándonos.

Esto significa que, en algunos casos, la responsabilidad por los “fracasos o errores” que experimentamos a lo largo de la vida no recae en los demás ni es culpa de la mala suerte, sino que depende de nuestra deficiente autoevaluación.

Para minimizar el efecto Dunning-Kruger y no convertirnos en esa persona que opina sobre todo sin tener idea de nada, lo más importante es aplicar estas sencillas reglas:

  • Sé consciente al menos de la existencia de este sesgo cognitivo.
  • Deja siempre un espacio para la duda, para formas diferentes de pensar y hacer las cosas.
  • Opina siempre desde el respeto a los demás, por muy seguro que estés de tu opinión, no intentes imponerla.

Debemos recordar que nadie es experto en todas las materias de conocimiento y ámbitos de la vida, todos tenemos carencias e ignoramos muchas cosas. Por tanto, lo mejor es enfrentar la vida desde la humildad y con la actitud del aprendiz.

CÓMO LIDIAR CON LAS PERSONAS QUE NO RECONOCEN SU INCOMPETENCIA O DESCONOCIMIENTO

Las personas que opinan tajantemente sobre todo sin tener ni idea y que subestiman a los demás suelen generar un gran malestar. Nuestra primera reacción será irritarnos o enfadarnos. Es perfectamente comprensible, pero no servirá de nada.

En su lugar debemos aprender a mantener la calma. Recuerda que solo puede afectarte aquello a lo que le das poder, lo que consideras significativo. Y sin duda, la opinión de una persona que no es experta en la materia y ni siquiera sabe de lo que habla, no debería ser significativa.

Si no deseas que la conversación vaya más allá, simplemente dile: “He escuchado tu opinión. Gracias”, y zanja el asunto. Si realmente te interesa que esa persona salga de su estado de desconocimiento y sea más consciente de sus limitaciones, lo único que puedes hacer es ayudarle a desarrollar sus habilidades en esa área.

Evita frases como “no sabes de lo que hablas” o “no tienes ni idea” porque de esta forma solo lograrás que esa persona se sienta atacada y se cierre a tus propuestas. En su lugar, plantea una nueva perspectiva. Puedes decir: “ya te he escuchado, ahora imagina que las cosas no fueran exactamente así”. El objetivo es lograr que esa persona se abra a opiniones y formas de hacer diferentes.

También puedes recalcar la idea de que todos somos inexpertos o incluso profundos desconocedores en algunos campos, no es algo negativo sino una increíble oportunidad para seguir aprendiendo y crecer como personas.

Fuentes:
Kruger, J. & Dunning, D (1999) Unskilled and Unaware of It: How Difficulties in Recognizing One’s Own Incompetence Lead to Inflated Self-Assessments. Journal of Personality and Social Psychology; 77(6): 1121-1134.
McCormick, A. et. Al. (1986) Comparative perceptions of driver ability— A confirmation and expansión. Accident Analysis & Prevention; 18(3): 205-208.

Lampadia




LA TIRANIA DE LA IGUALDAD en las redes sociales

LA TIRANIA DE LA IGUALDAD en las redes sociales

“Es bueno que todos se expresen, pero no es bueno que no sepamos diferenciar entre la opinión experta de la opinión común.”

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Para Lampadia

Tomamos prestado de la obra de Axel Kaiser el título de esta columna, para referirnos a una nueva tiranía de la cual han sido víctima la razón, la inteligencia y el sentido común.

Las redes sociales han igualado a las personas. Eso no es malo. Puede y debiera ser bueno. Que no importe donde vivo, en qué móvil accedo, que edad tengo, como pienso, en qué trabajo, qué conozco o qué estudie, es algo bueno porque permite a todos ejercer sus libertades de expresión y opinión de manera amplia, sin restricciones y sin condiciones.

El sentido de la igualdad en el ejercicio de estas libertades ha alcanzado dimensiones impensables hace apenas una o dos décadas. Un tweet, una imagen de Instagram, un video de tik tok, un post de Facebook o un mensaje por WhatsApp pueden ser enviados por cualquier ciudadano al margen del percentil económico al que pertenezca, por encima de la formación o deformación que tenga. Valen igual. Pueden ser compartidos, apreciados o denostados sin distinciones, clasificaciones o segmentos.

La pregunta es. ¿Es esto bueno en todos los casos?

Creo que no. Veamos.

  • La medicina es una disciplina que la ejercen quienes han estudiado entre 6 y 10 años, más que otros profesionales. Quienes destacan dejaron de vivir varios años para profesionalizarse y perdieron otros más en especializaciones, posgrados, prácticas y en miles de casos atendidos. Ni qué decir si ejercen la docencia o la investigación.  ¿La opinión de un experto en medicina acerca de un tratamiento médico puede ser igual que la de cualquier hijo de vecino que tienen la posibilidad de llenar también 140 caracteres en un tweet?
  • La criminología es una especialidad. Investigar el crimen, perseguir el delito y lograr que se procesen a delincuentes no es una disciplina que pueda ejercer cualquier policía, fiscal o abogado. Es una tarea especializada que requiere de estudios, práctica, experiencia, acreditaciones y otras habilidades adicionales. ¿La opinión de un fiscal experimentado, un abogado reputado en el tema o un policía experto puede ser igual que la fobia de cualquier facebookero que lanza un post y condena a una persona por su animadversión política o social hacia ella o porque sigue una consigna mediática?
  • La economía es una ciencia social. Quienes la dominan no solamente han estudiado a Adam Smith, el más celebre economista de la historia, sino que entienden los efectos de las políticas públicas sobre los precios, el consumo, las inversiones, la inflación o el tipo de cambio, entre otros temas. ¿Puede la opinión de un experto en esta materia, con muchas millas de recorrido sobre el tema valer igual que la de cualquier alcalde, regidor, congresista o político iletrado en la materia que formula alguna iniciativa económica sin medir sus consecuencias, viendo únicamente sus efímeros beneficios electorales?
  • La política también es una disciplina social. Tiene a quienes la estudian y a quienes la practican. Los primeros analizan como se comporta, mientras que los otros son los que se comportan y saben cómo hacerlo, en una y otra dirección, para la izquierda o para la derecha. Ambos conocen la disciplina y saben, al igual que los obispos franceses aterrados mientras guillotinaban a Luis XVI, que es, “un oficio de demonios”. Siendo así, ¿puede ser igual la opinión de un politólogo experto o la de una vieja política con 30 años en la vida pública que la de un pulpín que está buscando chamba en alguna municipalidad, lista parlamentaria o candidatura presidencial gracias a sus piruetas retóricas en YouTube?
  • El derecho constitucional es una rama del derecho, distinta del derecho penal, civil o laboral. Quienes la conocen saben que tiene principios, reglas de interpretación especiales, criterios, características y elementos diferentes, que se conocen en la especialización en la materia, ni siquiera en la formación jurídica común. ¿Puede ser igual entonces la opinión de los juristas que tienen asiento en los grandes debates iberoamericanos de la disciplina que la de cualquier “tik toker” o agitador que sólo la invoca porque es “trendy” decir que “hay que cambiar de Constitución”?

En todos estos casos y en cualquier caso en que se enfrenten opiniones comunes con opiniones expertas, especializadas y con experiencia, igualar opiniones es malo. Considerar que ambas opiniones son iguales es una tiranía. Todos pueden opinar, pero las opiniones no pueden valer lo mismo.

La pandemia, la persecución del crimen en la administración pública, los problemas en la economía, los enfrentamientos políticos y las crisis constitucionales, entre otros temas que no hemos mencionado en esta columna, han puesto en evidencia esta tiranía.

No ha importando nada que el señor X sea un experto en epidemiología a nivel mundial, o que el señor Y sea un economista considerado a nivel mundial, que la señora Z sea una política con 30 años de ejercicio de esta labor y formación para el efecto o que el señor W sea un constitucionalista reconocido a nivel Iberoamericano. Sus opiniones han sido puestas en el mismo lugar que las de cualquiera que sólo puede decir que pertenece a la “generación del Bicentenario” o de quienes creen que “se metieron con la generación equivocada”, para citar los ejemplos más comunes de las últimas semanas.

Es bueno que todos se expresen, pero no es bueno que no sepamos diferenciar entre la opinión experta de la opinión común.

Si no cree usted que esta reflexión es válida y cree que toda opinión es igual, lo invito a que pruebe las consecuencias de la igualdad mal entendida. Hágase operar con cualquier médico (no busque al más experimentado), busque un curandero para enfrentar el Covid (no vaya a la farmacia ni al centro de salud), encomiéndele sus ahorros a cualquier financiera o cooperativa (no pregunte por la solvencia del Banco), confíele su caso a cualquier picapleitos (los hay en las puertas de los Juzgados) o entréguele el gobierno de su distrito, su región o del país a cualquiera, si es neófita mejor. Después me cuenta, pero no se queje. Lampadia




El oscurantismo toca la puerta

El oscurantismo toca la puerta

Ya en pleno siglo XXI, al amparo de las redes sociales y con la disculpa de respetar la sensibilidad de las minorías, el mundo occidental ve extenderse por nuestros cielos las nubes del oscurantismo, la planitud de las ideas de lo supuestamente correcto, la reescritura de la historia, y en esencia, la pérdida de libertad.

El siguiente artículo de El Mundo de España, relata el escandaloso caso del retiro de la famosa película: Lo que el viento se llevó, por parte de HBO, ante un comentario de un columnista anti racista.

Felizmente, hubo una buena reacción, y HBO ha anunciado su reposición (con un comentario equis).

Del mismo modo, después del asesinato de George Floyd, en varias partes del mundo se están destruyendo monumentos de personajes históricos, llegando a atacar a Winston Churchill por haber hecho, en su momento, comentarios que hoy se pueden entender como racistas.

Esta es pues una suerte de enfermedad que pretende reescribir la historia de regreso a nefastos puritanismos, que tomó muchos años y sufrimiento, superar.

La amenaza del neopuritanismo

El Mundo – España
Editorial
Jueves, 11 junio 2020

Los mejores productos del espíritu humano no habrían nacido sin la libertad de provocar, de cuestionar incluso lo más venerado

Un columnista, lo suficiente comprometido con la causa antirracista como para escribir el guión de la laureada 12 años de esclavitud, arremete contra Lo que el viento se llevó porque interpreta que glorifica el esclavismo. Una cadena de televisión tan prestigiosa como HBO lee esa columna y la interpreta como una sentencia condenatoria que debe ser acatada. De modo que procede a eliminar una joya del cine de su catálogo y se apresura a anunciarlo para impetrar el perdón social.

Beneficiándose de la espiral de silencio entre los moderados tanto como del temor al escándalo que atizan colectivos radicales bien organizados, un nuevo oscurantismo se extiende entre nosotros. A imitación del islam radical, lanza sus fatwas contra cualquier manifestación cultural o artista que ose discrepar del dogma identitario. Y ya no se conforma con ejercer su censura fanática sobre el presente, sino que la proyecta sobre el pasado, pretendiendo filtrar la historia por los estrechos criterios del activismo posmoderno, en un ejercicio de adanismo historicista y colonialismo moralizante que ha sido común a cualquier forma de totalitarismo, sea bajo una teocracia religiosa o una dictadura política como el nazismo o el comunismo. Esta nueva censura no procede del choque de culturas, sino que la ejerce la civilización occidental contra la civilización occidental. Y de continuar así, acabará con la civilización occidental.

No es una anécdota aislada. Little Britain ha sido retirada de Netflix y de la misma BBC; Canción del sur, de Disney; y Paramount anuncia la retirada de la nueva temporada de Cops por temor a que el público no sea lo suficientemente adulto como para distinguir entre representación y propaganda, entre policías de ficción y el asesino de George Floyd. Aún están recientes la absolución en los tribunales de Kevin Spacey, expulsado de House of Cards, o el calvario de Woody Allen, obligado a defenderse en sus memorias. Incluso se vierten vidriosas teorías sobre cuadros de El Prado que vendrían a realzar una “cultura de la violación”. Como si el repudio de la violación no figurara, desde Homero y la Biblia, en todos los códigos culturales de nuestra civilización.

Algunos censuran o se autocensuran por cinismo, cobardía o cálculo económico. Pero el censor de buena fe nunca llama censura a lo que hace. Lo llama sensibilidad, ética, respeto a las minorías. Eso significa la corrección política: arrogarse el derecho a corregir por la fuerza al otro, aunque no quebrante ley alguna, con el pretexto puritano de mejorar el mundo. Pero los mejores productos del espíritu humano no habrían nacido sin la libertad de escandalizar, de provocar, de cuestionar incluso lo más venerado. Costó muchos siglos y numerosos mártires arrancar el arte a los dominios del catecismo. Si las conciencias liberales, sean conservadoras o progresistas, no ofrecen resistencia, seguiremos retrocediendo hacia tiempos oscuros. Lampadia




El boom de la interacción digital

El boom de la interacción digital

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Exclusivo para Lampadia

La cuarentena ha obligado a familias, empresas, artistas, políticos, estudiantes, maestros, autoridades y funcionarios a interactuar de manera digital, mediante teléfonos móviles, computadoras y tabletas que permiten acceder a las ya utilizadas redes sociales como el Facebook, Twitter, Instagram, YouTube o Snapchat, Messenger, WhatsApp, Signal, Skype, Jitsi, ooVoo o Houseparty, así como a las plataformas de videoconferencia más amplias como Zoom meeting,  Google Hangouts Meet, Blackboard o GoToMeeting, entre otras, muchas de ellas con versiones libres de pago.

Muchas empresas, organizaciones, profesionales y familias globales con miembros en una y otra parte del mundo, ya estaban acostumbrados a estas formas de interacción y sólo han mantenido su forma de comunicación y trabajo. Las que no lo estaban, han migrado rápidamente y hoy día, obligados por las circunstancias, interactúan de esta manera. Para entender la importancia de esto, algunos datos relevantes del informe de Hootsuite, difundido por algunos medios de comunicación:

  • 100% de incremento en video llamadas y mensajes de voz de WhatsApp y 70% en Facebook
  • 43% de incremento en el consumo de noticias en directo.
  • 42% de incremento en el consumo de películas y series.[i]

Este informe, también muestra un dato sumamente relevante: se estima que el tiempo dedicado a trabajar a disminuido en un 34%. Este último dato, puesto en nuestro contexto, donde hay menor acceso a internet, menor acceso a dispositivos electrónicos y menor experiencia como usuarios, que hace aún más difícil el teletrabajo, trabajo remoto o home office, es inevitablemente mayor y se convierte en una obvia señal de alarma que hay que oír y frente a la cual debemos actuar.

Tenemos entonces, que, mientras las familias, empresas, organizaciones, profesionales y autoridades interactúan de manera digital, el tiempo dedicado a trabajar ha disminuido ostensiblemente, sea porque hay actividades que no pueden efectuarse de manera remota o digital o sea porque no tenemos las condiciones de acceso (dispositivos, acceso a internet y experiencia de usuario) necesarias para seguir trabajando en forma remota.

Aquí está entonces el reto. Debemos crear condiciones para que el boom de interacción digital no se quede en él entretenimiento, la comunicación familiar o en el ámbito empresarial más dinámico. Para empezar a encontrar luz al final de este oscuro y largo túnel del aislamiento social y la parálisis económica, sería necesario hacer que todo el aparato productivo que pueda hacerlo interactúe de manera digital y podamos cambiar la cifra de disminución de tiempo destinado al trabajo. Si los ciudadanos, las empresas y el Estado no trabajamos, la post cuarentena va a ser mucho peor que la crisis del Corona Virus.

Las empresas ya lo están haciendo, por costumbre previa o por necesidad de sobrevivencia. Muchos profesionales y organizaciones también. Muchas entidades públicas vinculadas a la emergencia también y de manera encomiable. ¿Sin embargo, qué sucede con el resto del Estado?

Allí está la parte más compleja pero necesaria de este reto. La digitalización del Estado y su interacción con los ciudadanos. Hay avances, pero la tarea debiera ser más agresiva en esta materia.

  • Se han creado algunas mesas de partes virtuales. Deben extenderse, deben ampliarse, deben generalizarse. Ya no hay justificación para no hacerlo.
  • Existen sistemas de respuesta digital: SUNAT a la casilla de cada contribuyente, Poder Judicial a la casilla electrónica de cada abogado, Ministerio de Trabajo a los solicitantes de la Suspensión Laboral Perfecta, entre otras entidades. Esto debe generalizarse, debe existir un sistema de notificaciones y respuesta electrónica en entidades públicas, regiones, municipalidades y toda entidad estatal. El estado debe responder de manera virtual, debe ahorrar tiempo en mensajería, en papel, en empleados que demoran los trámites y en gastos logísticos.
  • Las audiencias judiciales virtuales eran posibles y ya se utilizaban en audiencias penales, en el sistema de control de la magistratura, en ciertas entidades del Estado. Debemos generalizarlas.  No solamente por la necesidad del Covid, sino por la disminución en costo de transporte, logística y horas hombre que pueden aportar a la productividad del país. El Tribunal Constitucional ha dado un paso importante en esta dirección, nada obsta para que todos los tribunales de justicia y administrativos sigan este camino.
  • El expediente judicial funcionaba en ciertas partes del país y para cierto tipo de litigios. Tendrá que extenderse paulatinamente para que el sistema de administración de justicia vuelva a caminar.
  • Los trámites de licencias, las peticiones de aprobación, las comunicaciones exigidas por el Estado en diversos sectores no pueden quedar en espera de que el Estado reabra. Tienen que seguir funcionando. Deben ser digitales, automáticos, simplificados, de respuesta inmediata o silencio positivo o, en caso que resulten innecesarios, ser suprimidos para que los ciudadanos y las empresas puedan trabajar de manera inmediata, con cargo a fiscalizaciones posteriores.
  • El Sistema de Registros Públicos debe continuar atendiendo. La publicidad registral en primer lugar, pero también las inscripciones de poderes, juntas, directorios y contratos, con las seguridades digitales necesarias. No han reactivación sin publicidad registral y contratos inscritos.
  • Las escuelas públicas. Se hace necesaria la tele educación masiva, en tanto sea posible que nuestros niños de escasos recursos puedan acceder a dispositivos que les permitan ingresar a clases virtuales por internet. Para ello, bien se podría destinar el espacio pagado a los medios a estos fines, en lugar de usarlo en dar cobertura innecesaria a la imagen presidencial.
  • La telemedicina, es otra forma de digitalización de la labor del Estado que debiera ponerse en marcha, no solamente para atender la emergencia y sus síntomas, sino también para atender poblaciones remotas donde es más fácil llevar un teléfono móvil que un médico especialista. Experiencias en los andes ya existen.

El Estado no puede quedarse atrás en el boom de la interacción digital. Su parálisis afecta a todo el país. Grupos de acción inmediata en cada sector público, que no estén en las poblaciones de riesgo, debieran liderar este reto. Lampadia




Ni la historia, ni la libertad tienen fin

Ni la historia, ni la libertad tienen fin

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Exclusivo para Lampadia

En las últimas semanas, algunos émulos de Fukuyama, anuncian el fin del liberalismo en ensayos y columnas, que “followers” comparten en las redes sociales. Stiglitz, para diferenciarse habla más bien del “fin de neoliberalismo y del renacimiento de la historia”. AMLO, el otoñal gobernante mexicano que habla de “Economía Moral” y otorga al mismo tiempo un inmoral asilo al tramposo Evo Morales, también pontifica acerca del fin del neoliberalismo.

Todos los que escriben, y los que comparten, olvidan que ni la historia, ni la libertad tienen fin. Ignoran algo que es aún más importante: que las expresiones sociales de los últimos días en Ecuador, Chile, Bolivia y Colombia, y las que sigan, pese a que en varios casos estén influenciadas y auspiciadas por agitadores internacionales, sólo son posibles porque los que protestan son ciudadanos libres. Así es, por paradójico que parezca, las protestas sociales que sacuden parte de América Latina solamente son posibles porque aun existen ciudadanos libres en esos países.

Los indígenas ecuatorianos eran libres de expresarse y de excederse como lo han hecho en su absurda protesta contra un incremento del precio de los combustibles que buscaba frenar el contrabando a los países vecinos como el Perú. Eran libres de seguir o no a sus dirigentes radicalizados o de quedarse en sus casas, aun cuando a estos niveles de organización social existan ciertas formas de coacción grupal. Sin embargo, difícilmente es posible pensar que indígenas y jóvenes ecuatorianos hayan quedado exentos del libre albedrío, para hacer lo que han hecho.

Los niños bien de América Latina, los chilenos, son libres de expresarse hasta el punto de destruir todo aquellos que los hacía creerse superiores al resto de los latinoamericanos. Aun cuando algunos de ellos coreen que son hijos de Fidel, Chávez o del Che Guevara y lo hagan precisamente porque son libres de expresarse sin ir a ejecución extrajudicial, saben perfectamente que en Santiago, Concepción o Valparaíso no correrán la suerte de los jóvenes, estudiantes y homosexuales que han perecido en manos de aquellos cuyos nombres invocan.

Los ciudadanos bolivianos, pese a 12 años de asfixia populista, encontraron espacios para la libertad y repudiaron el fraude escandaloso de Evo Morales. Fue su deseo de ser libres el que los impulsó a protestar a riesgo de su vida. Inclusive, aunque parezca paradójico y contradictorio, los vándalos del MAS (el partido de Evo Morales), a quienes el autócrata insta a protestar para “dejar sin comida a las ciudades”, lo hacen porque son seres libres de hacerlo o no. Son irresponsables y cometen un crimen al atentar contra sus semejantes para defender a un autócrata cobarde que renuncio y huyó, pero son libres de hacer lo que están haciendo.

Quienes ayer han protestado en algunas ciudades de Colombia, siguiendo los dictados e instigaciones de los propulsores de la “brisa boliviariana”, no son robots que actúen bajo el impulso del combustible venezolano. Son ciudadanos libres, libres también de equivocarse y hacerle el juego a la estupidez latinoamericana.

A todos ellos, los relatos colectivos les hacen creer que actúan movidos por propósitos colectivos superiores, afanes de justicia, propósitos morales superiores a lo material o deseos de equidad. Esos relatos no les dicen que actúan, ante todo, porque son libres y porque su libertad les permite salir a las calles a expresarse, a protestar, a confrontar y hasta a destruir. El relato les oculta que sin libertad no podrían salir a pedir justicia, equidad o bienestar. El relato les oculta que la verdadera chispa que hay detrás de todo es su libertad individual. Obviamente, el relato les oculta con más celo todavía, que el uso irracional e irresponsable de la libertad que hemos visto en Chile, en Ecuador y en las hordas del MAS boliviano, los puede conducir por “el Camino de la Servidumbre” del cual ya advirtió Hayek al mundo entero y que la espontaneidad del orden social también puede generar el caos y el desorden.

Mientras haya seres humanos en este mundo habrá libertad y mientras haya deseos de libertad, habrá liberalismo, que no es otra cosa que el culto a la libertad personal y el repudio a la coacción injustificada. Hablar entonces del fin de la historia, de su renacimiento o del fin del neoliberalismo es un relato más que no se condice con una realidad como la latinoamericana donde sus ciudadanos, ejercen, hoy más que nunca, su libertad.

La responsabilidad, que es la otra cara de la moneda, los llevará más temprano que tarde, a asumir las consecuencias del ejercicio absurdo, violento y destructivo de la libertad. Cuando tengan que seguir pagando tributos en Ecuador para compensar el drenaje de recursos que generan los subsidios a los combustibles, cuando tengan que demorar como en el resto de américa latina más tiempo en llegar a sus universidades o centros de trabajo por la inoperatividad de las estaciones de metro destruidas en Santiago o cuando deben confrontar la cárcel por incendiar plantas de hidrocarburos para buscar el retorno del autócrata boliviano, estos ciudadanos latinoamericanos entenderán que la libertad nos permite hacer muchas cosas, inclusive ser estúpidos. Y que esa tendencia o propensión natural, no tiene fin, a pesar de lo que se diga en las redes sociales. Lampadia




La conectividad aislacionista de la modernidad

En contra de lo que nos dice el sentido común sobre la conectividad del mundo moderno, Esteban Montoya, de la Fundación para el Progreso, un centro de difusión de ideas de Chile, analiza la realidad de la conectividad y concluye que más bien se asienta a nuestro alrededor, un mundo muy solitario, que refuerza nuestros deseos, prejuicios y creencias, en pequeños grupos de interés. Un sorprendente mundo de desconexiones. Veamos:

Los filtros de una multitud solitaria

Fundación para el Progreso (FPP) –  Chile
Junio 2019
Esteban Montoya

Nunca habíamos estado tan conectados en la historia de la humanidad. El avance tecnológico durante la década de los 90’ trajo consigo el internet y con este se abrieron las puertas del paraíso de la conectividad: información, objetos, servicios y poder saber de una manera mas o menos rápida cómo estaban nuestros seres queridos en distintas partes del mundo. Algo impensado que, tal vez sin intención, empezó a redefinir nuestra manera de comunicarnos, relacionarnos y por lo tanto de cambiar la visión de asociatividad que se tenía: ahora podemos hablar con quien queramos, donde queramos, cuando queramos.

Ya en pleno siglo XXI utilizamos el internet con mayor avance tecnológico para crear una herramienta aun más potente en términos de rapidez, libre expresión y difusión: las redes sociales. Facebook, Twitter, Instagram y WhatsApp son los principales estandartes de una nueva generación en la comunicación. Ahora podemos acceder a información con una facilidad increíble, expresar nuestras opiniones incluso en el mismo campo que un personaje político. ¿Lo mejor? Ahora podemos cuestionar el poder, tener más información sobre la transparencia, saber dónde y cómo nuestros recursos se están utilizando. Esta vez nos podemos empoderar, enfurecer o agradecer de manera más directa.

¿Qué tan ilusorio es lo mencionado anteriormente? ¿Nos hemos preguntado eventualmente si queremos estar tan conectados, tan expuestos?  ¿o solamente queremos nuestro espacio privado, pero con todas las facilidades del siglo XXI? La transformación de la sociedad gracias a la conectividad, las redes sociales y la inmediatez del internet no está exenta de un ejército de juicios de valor que varían en lo positivo como negativo, pero lo cierto es que, correcto o no, este cambio tiene consecuencias para la configuración social dignas de analizar.

Hay buenas razones para ver este cambio a través de los lentes de The Lonely Crowd (la multitud solitaria), obra sociológica y concepto acuñado por David Riesman, Nathan Glazer y Reuel Denny en 1950,[1] siendo bastante influyente hasta mediados de la década del 80. ¿Cómo un análisis de la sociedad del siglo pasado puede aplicarse a tiempos actuales? The Lonely Crowd fue un trabajo de investigación que describía el “carácter social” de la sociedad norteamericana, detectando un cambio en el modo en que el estadounidense seguía ciertos lineamientos de la sociedad, sobre todo con la relación frente a la autoridad.

Riesman catalogó este carácter social en tres tipos diferentes[2]; en un extremo del plano, está la comunidad “dirigida por la tradición” son aquellos con un fuerte e irreflexivo respeto por la autoridad, donde no existía el espacio de autodeterminación personal ni acción autónoma, donde las actuaciones propias eran guiadas porque así “debían hacerse”. El siguiente tipo social, más al centro del espectro es el tipo “dirigido hacia dentro”, quien al tomar decisiones en su actuar no se deja llevar por “lo que está” sino por su propia internalización, es decir, algo similar al “súper yo”, que deriva de enseñanzas de autoridades pasadas, como padres o abuelos. Es un tipo social mucho más liberado de la autoridad y no se deja dirigir por voces externas. En el otro extremo de este plano, está el “tipo dirigido hacia fuera o por el otro”, quienes ubican la autoridad de forma horizontal (a diferencia de los otros dos tipos), que es lo mismo a dirigirse por los pares, amigos, colegas, parejas, pero rompen con la lógica de la verticalidad.

¿Por qué esto es relevante? Porque para Riesman, la sociedad contemporánea se ha visto mucho más cómoda con el tipo dirigido por los otros, donde las actuaciones y aprobaciones de comportamiento no son por voces internas, tampoco por tradición sino por sus pares, o en desmedro de estos,[3] los medios de comunicación o -ahora- las redes sociales, obteniendo desde ahí la orientación, la expectativa y la consecuente aprobación.

Esta horizontalidad algo difusa y poco clara en materia de autoridad (para discernir lo incorrecto y lo correcto) y el cambio interno hacia el externo tiene, para Riesman, una consecuencia: el aislamiento de este tipo social en torno a su grupo de pertenencia, puesto que de ahí sólo existía la aprobación. Un ostracismo social voluntario.[4] El peligro encarnado era diluirse en esa comunidad aislada, perdiendo la individualidad de cada integrante, olvidándose de cualquier arraigo propio o del sentido del lugar.

Estas características son perfectamente asimilables a tiempos actuales, toda vez que la irrupción de las redes sociales se ha convertido no sólo en el espacio de encuentro entre personas, sino también la fuente principal de información. ¿Dónde está el problema? En la nueva clase de ostracismo logrado por las redes sociales. Quienes tuvieron como propósito unir al mundo, hoy generan comunidades particulares, aisladas de cualquier otra, bajo el dogma de su creencia e intereses propios, desapareciendo del mapa de la discusión y deliberación, forjando una verdad inalterable y divina. Como bien sostuvo John Stuart Mill, “debemos considerar que, por verdadero que sea -la opinión- nunca será una verdad viva, sino un dogma muerto, si no la podemos discutir de modo audaz, pleno y permanente”.[5]

¿Por qué esto no fue posible antes? Por el avance en la sofisticación en cómo se nos presenta la información, generando los llamados filtros burbuja.[6] Nuestras preferencias son detectadas por avanzados algoritmos de distintas plataformas virtuales quienes recopilan nuestra información, desde gustos por galletas hasta nuestro candidato favorito. Esta información es sistemáticamente usada para bombardear de noticias, opiniones o videos similares a nuestros gustos, de manera tal que incluso tres personas buscando el mismo concepto jamás tendrán los mismos resultados, porque tienen diferentes intereses.

“Esta burbuja, que incrementa el aislamiento de la comunidad cerrada impide el
conocer y poder debatir con otras ideas o formas de pensar.”

Este bombardeo es un auténtico ajuste en nuestro mundo, creando un universo paralelo sólo de nuestros gustos y del cual no somos conscientes. Creemos de forma inocente que el acceso a dicha información es libre, consentido y transparente, pero al mismo tiempo, objetivo.[7] Esta abstracción de la “realidad” a un mundo lleno de personas, ideas y objetos que piensan como uno, logran que nos enajenemos de nosotros mismos, que exista un muro entre el “yo” y la realidad, el mundo real. Esta burbuja, que incrementa el aislamiento de la comunidad cerrada impide el conocer y poder debatir con otras ideas o formas de pensar. La información que recibimos solamente trabajará en función de nuestro sesgo confirmatorio, siempre dándonos la razón.[8] El debate se cierra, la comunidad también, y, por lo tanto, en esa conectividad rápida pero poco profunda y reflexiva, nos hace estar en todos lados, y al mismo tiempo en ninguno.

Esa soledad no es individual, es grupal, pero ajena a lo que pasa más allá de sus dogmas muertos. La multitud no sólo se vuelve sectaria, sino también solitaria.

Bibliografía:

[1] Riesman, David. Et al. (2001). The Lonely Crowd: a study of the changing american character. Yale University Press, United States of America.

[2] Ibíd.

[3] Ibíd.

[4] Ibíd.

[5] Stuart Mill, John (1978). On Liberty. Middlesex, England, Penguin Books Ltd, pp. 96.

[6] Pariser, Eli (2017). El filtro burbuja: cómo la red decide lo que leemos y lo que pensamos. Edición Taurus, Barcelona.

[7] Ibíd.

[8] Ibíd.




Sin inmunidad no hay parlamento

Fausto Salinas Lovón
Desde Buenos Aires, exclusivo para
Lampadia

La política tiene su lógica. Acceder al poder, conservarlo y ejercerlo. El principal logro de la sociedad moderna fue haber limitado el juego político a través del derecho constitucional. Hoy, por lo tanto, sólo es válido el juego político si se da dentro del marco constitucional.

Esta aspiración de encausar la política a través del derecho no se ha logrado aún en el ámbito de la política internacional donde los instrumentos jurídicos (tratados, convenciones, organismos) no pueden contener el unilateralismo, el ejercicio de la fuerza o la violación deliberada y procaz de las normas internacionales y los derechos humanos. 

En este contexto, ¿es válido pretender un conjunto de reformas políticas sólo para crearle agenda a un gobierno sin rumbo? ¿Es válido desarmar la Constitución para este fin? ¿Es válido desarmar los equilibrios de poderes previstos en toda nuestra historia constitucional para contentar a las redes sociales?

Sin duda que no.

Eliminar la inmunidad parlamentaria (primera reforma denegada por el Congreso) trasladando el antejuicio a la Corte Suprema es proto constitucional. Sin Inmunidad no hay ni parlamento ni independencia, ni equilibrio de poderes.

 ¿Cambia la figura por el hecho de que la inmunidad en manos del propio parlamento permitirá a algunos parlamentarios delincuentes mantenerse en el cargo? No. Porque lo que se protege es la institución y no a sus miembros. La separación y equilibrio de poderes es tan importante que debe tolerar inclusive que a costa suya mantengan su cargo algunos impresentables.

Ayer nada más en Buenos Aires, mientras el presidente Vizcarra iba al Congreso a presionarlo para las reformas políticas que impulsa, en el XIV Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, más de 500 constitucionalistas escuchaban la tragedia institucional venezolana contada por el jurista Carlos Atala Corao que comenzó, entre otras perlas, con trasladar a la Corte Suprema la decisión sobre la inmunidad parlamentaria. Hoy Edgar Zambrano, primer Vice Presidente de la Asamblea Nacional venezolana está preso en el Sebin luego de que la Corte Suprema le retirara la inmunidad parlamentaria en minutos. Otras decenas de diputados corren la misma suerte, con los levantamientos express de la inmunidad parlamentaria que se busca imponer en el Peru.

La ignorancia de la Constitución y de la historia constitucional le puede estar justificada a miles de descontentos ciudadanos de las redes sociales.  Pero es inaceptable en quienes asesoran al presidente y en quien gobierna un país. Lampadia




Populismo Judicial

Fausto Salinas Lovón
Abogado
Cusco
Para Lampadia

EL POPULISMO

El populismo es un concepto controvertido[i], sin embargo, puede entenderse como “un modo de identificación a disposición de cualquier actor político que opere en un campo discursivo en el cual la noción de soberanía del pueblo y su corolario inevitable, el conflicto entre los poderosos y los débiles, constituyen elementos centrales de su imaginario político[ii]. Para el populista, por lo tanto, lo primordial no es el bienestar de largo plazo, sino el contento del elector, la aprobación ciudadana, el beneplácito de las redes sociales, el favor de las encuestas o sintonizar con el parecer de las “mayorías”. El populista no se inclina ante la Constitución o la Ley, se inclina ante la aprobación de su soberano: el pueblo.

¿LA JUSTICIA PUEDE SER POPULAR?

La justicia no puede verse en este espejo. La justicia sólo debe verse en el espejo de la Constitución y las leyes y, debe ser inclusive impopular y es, por naturaleza contra mayoritaria. Para Luigi Ferrajoli, un jurista italiano que no puede ser calificado de liberal o de derecha, sino más bien de izquierda, padre del neo constitucionalismo y del garantismo penal, “la fundamentación principal del papel de los jueces está en su actuación de acuerdo con el derecho[iii]. Ernesto Garzón Valdés afirma, en esta dirección, que “la función de los jueces supremos no consiste en expresar en sus fallos la voluntad popular, sino por el contrario, poner límites a los posibles extravíos inconstitucionales de los representantes de esa voluntad[iv]   

¿QUE ESTA SUCEDIENDO EN EL PERU?

El sistema judicial ha tenido que asumir un rol importante en los casos de corrupción pública, desarrollando un claro activismo judicial, particularmente (pero no exclusivamente), a nivel de la justicia anti corrupción. Simultáneamente, se puso al descubierto una red de corrupción intra e interjudicial que ha deteriorado más la percepción ciudadana de este poder del Estado.

La combinación de ambos factores, a mi juicio, ha impulsado un peligroso populismo judicial caracterizado por el hecho de que no pocos componentes de este sistema (jueces de primera instancia, jueces superiores, jueces supremos e inclusive órganos de control) han preferido, antes que el apego al derecho y la jurisprudencia, el agrado de la ciudadanía y el elogio de las redes sociales. Veamos algunas evidencias indicativas de ello, en el ámbito del Poder Judicial, reservando los casos del Ministerio Publico para un próximo comentario:

  • En el ámbito de la justicia anticorrupción, luego de que el Tribunal Constitucional, que es el supremo intérprete de la Constitución, anulara la prisión preventiva de los señores Ollanta Humala y Nadine Heredia a través del caso 04780-2017, quedó claramente cuestionado el modus operandi de la fiscalía y de los jueces anticorrupción de solicitar y conceder (respectivamente) prisiones preventivas sin juicio y acusación previa. Solicitarlas por parte de los fiscales, con posterioridad a ese fallo que se emitió hace un año y lo que es peor, concederlas por parte de los jueces, solo se puede entender porque estos últimos dejaron de actuar en función de la Constitución y la ley y actuaron, como dice Ernesto Garzón Valdez, buscando “expresar en sus fallos la voluntad popular”.  Muchos jueces, además del Sr. Carhuancho han sido los que han actuado de este modo. Los que han actuado en sentido distinto, han sido ciertamente la minoría. Recién un año después de anulada la prisión preventiva se ha conocido la acusación del Fiscal.
  • Otro caso que llama poderosamente la atención está referido al “enfoque de género en la educación” en el cual se ve un paralelismo inocultable entre los resultados de las encuestas contratadas por el MINEDU acerca del tema y la evolución de los votos de los jueces supremos en la Acción Popular promovida por un grupo denominado Padres en Acción (Casación 23822-2017 Sala Constitucional y Social Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República).  Desde 2017, el MINEDU exhibió encuestas que arrojaban una abultada opinión favorable al citado enfoque y, curiosamente a los pocos días de que se conoce el fallo favorable al MINEDU, un último sondeo de la misma encuestadora que contratara el mismo ministerio, arrojó un respaldo de más del 80 % a este enfoque. Se tiene entonces una evidencia concreta: la decisión coincide con el supuesto sentir popular expresado en las encuestas. Sin embargo, no necesariamente coincide con la Constitución ya que el reclamo de participación de la familia en la elaboración del enfoque educativo, que fue materia central de la demanda, ha sido dejado de lado, vaciando de contenido el artículo 4 de la Constitución que consagra “la protección de la familia y el matrimonio y los reconoce como institutos naturales de la sociedad”, así como el artículo 5 de la Constitución que “define el matrimonio como la unión estable del varón y la mujer”. Este caso muestra un ejemplo de justicia que tiene todo el respaldo de los ciudadanos, pero que, salta barias disposiciones constitucionales vigentes.
  • Otro síntoma del populismo judicial es el propio sistema de comunicación del Poder Judicial y en particular la llamada Justicia TV, que no tiene un mecanismo aleatorio, normado ni mucho menos general de cobertura de las actuaciones judiciales, como por ejemplo sucede en el Tribunal Constitucional en el cual “todas las audiencias” son televisadas sin selección u orientación previa. En el Poder Judicial, su sistema de comunicación decide a qué procesos da cobertura, qué decisiones difunde y cuanta cobertura otorga a un juez, convirtiéndose en un arbitrario sistema de propaganda del sistema judicial donde unos casos tienen prevalencia frente a otros. Lo que origina esto es que sólo ciertos casos se ponen frente a la opinión pública y que solo los casos que el sistema de comunicación judicial o los jueces deciden hacer públicos. ¿Quien decide qué casos se transmiten y que casos no? ¿Podrán los jueces contradecir ante las cámaras a la Opinión Pública? ¿No es esta una forma de hacer que los jueces y casos televisados vayan preponderantemente en una dirección y no en otra? ¿Cual es la razón de desplegar recursos estatales para la figuración mediática de algunos jueces y casos? ¿Que puede esperar un litigante o un defensor cuando advierta que su caso confrontará a la opinión pública antes que a la Constitución, las leyes o la jurisprudencia? Probablemente tendrá que esperar que los jueces prefieran violar la Constitución y las leyes (que no otorgan likes) antes que dejar descontentos a los televidentes y las redes sociales, que si los otorgan. 
  • Si lo anterior no fue suficiente para ir entendiendo el sentido de lo que llamamos el populismo judicial, que apela al pueblo antes que al baremo constitucional, el Jefe de la Oficina de Control de la Magistratura, doctor Vicente Walde Jáuregui no dudó en subir a un helicóptero para trasladarse hasta la Comunidad de Challhuahuacho a fin de atender el pedido de los comuneros de la zona de las Bambas, procesados por diversos delitos,  para revisar la actuación de los jueces que abrieron procesos judiciales contra aquellos. La OCMA en medio del falaz conflicto entre poderosos y débiles. El resultado era de esperarse: días después la Corte de Apurímac pasó de la concesión inmediata de la prisión preventiva a la liberación. ¿Era posible acaso otro resultado si quien sanciona a estos jueces acudió al llamado de los “supuestos” débiles para investigar la actuación de los jueces que los procesaron?  ¿Se podrá esperar que algún juez procese o sancione a un extorsionador, secuestrador o agitador social violento? Sin duda no.

QUE SE PUEDE HACER

Lo primero es advertir que existe populismo judicial. Hay que reconocerlo y finalmente corregirlo. Esos son los primeros pasos para evitar su proliferación y lograr que los jueces respondan a la Constitución y las leyes y no frente a las encuestas.

Se debe revisar el funcionamiento arbitrario del sistema de comunicación judicial y la conveniencia o no de transmitir las audiencias judiciales. Si ese fuera el criterio, se deben establecer criterios generales que no dejen espacio para la arbitrariedad y la orientación ideológica o política en la comunicación judicial.

Se debe sancionar a los jueces que, so pretexto de su autonomía, desacatan la Constitución y las leyes, y en particular a los que desacatan los criterios establecidos por el Tribunal Constitucional en la interpretación de la Constitución y los derechos fundamentales. Para ello, el sistema de Control de la Magistratura debe funcionar y no tolerar este tipo de infracciones alegando la “independencia judicial”.

El Congreso de la República, en cumplimiento del artículo 99 de la Constitución, debe ejercer sus atribuciones de acusación contra los jueces supremos que infrinjan la Constitución.

Finalmente, como todo esto probablemente no sea posible por el corporativismo judicial o la falta de decisión política de un Congreso que también mira las encuestas y no la Constitución, queda demandar un rol más activo del Tribunal Constitucional (y también de los jueces que revisan las acciones de amparo) en la revisión de las decisiones judiciales que infringen la Constitución.

Solo así será posible tener un activismo judicial positivo en pro de la justicia y la sanción de la corrupción pública, revertir el populismo judicial, evitar el tránsito a una dictadura judicial y tener decisiones judiciales ajustadas a derecho antes que al aplauso efímero e inorgánico de las redes sociales o los medios de comunicación. Lampadia

 

[i] Francisco Panizza. Compilador. El populismo como espejo de la democracia. . 1ra. Edición, Bs. As, : Fondo de Cultura Económica, 2009, pag. 9

[ii] Ob cit. Pag.14

[iii] Michelle Taruffo. Leyendo a Ferrajoli. Consideraciones sobre la jurisdicción. Doxa. Cuadernos de Filosofía del Derecho.

[iv] Rodolfo Vásquez. Justicia Constitucional, Derechos Humanos y Argumento contramayoritario.




Incluyendo a los millennials en los gobiernos

Incluyendo a los millennials en los gobiernos

Como hemos escrito anteriormente en Lampadia: Los Millenials : una generación que va a cambiar el mundo, los millennials constituyen una generación que ha internalizado en su filosofía un verdadero compromiso cívico y una confianza en su capacidad para influenciar en el debate político, características que los hace diferentes a  generaciones más antiguas como los Baby Boomers.

Otros atributo importante a destacar es su obsesión por el uso de las tecnologías de información y comunicación, en particular, las redes sociales que se ven amplificadas con la utilización de los smartphones. Estas herramientas les permiten realizar una transmisión masiva de información e ideas, las cuales van formando su liderazgo político en diversos temas que pueden tener una alta trascendencia nacional e internacional.

En esta línea, un reciente artículo publicado en el blog del Foro Económico Mundial (ver artículo líneas abajo) da cuenta acerca de cómo los millennials vienen explotando sus habilidades y destrezas en diversos espacios de la comunidad, lo cual ha motivado su involucramiento con los Estados, que eventualmente se ven beneficiados del comportamiento disruptivo de estos jóvenes.

Estos espacios van desde grandes eventos internacionales anuales en donde miles de jóvenes adoptan la forma de una comunidad con intereses y valor comunes, lo cual les permite desarrollar sus habilidades políticas; hasta emprendimientos que promueven la difusión de información de interés nacional de manera sencilla, apoyados en las plataformas digitales.

Asimismo, se menciona cómo las empresas de servicios tecnológicos – cuyos fundadores fueron también millennials – como Uber, Facebook, entre otras, motivaron un cambio de la regulación por parte los Estados en los que tienen actividad, gracias al uso de las nuevas tecnologías.

La idea de buscar nuevas formas de aproximarnos a los jóvenes millennials, de manera que se involucren más en la discusión y en el diseño de las políticas públicas nos parece sumamente fascinante porque es una tarea que está íntimamente relacionada a la misión de Lampadia, la cual consiste en generar conciencia social, dada la falta de liderazgo y comunicación de nuestra clase dirigente.

Consideramos que difundir este tipo de iniciativas puede brindarle un abanico más grande de ideas a la generación millennial de nuestro país, interesada en impulsar una agenda nacional de prioridades, de cara a los principales problemas que enfrenta el Perú. Lampadia

Los Millennials están empezando a involucrarse más en el gobierno, y el impacto será enorme

Burning Man – una ciudad de 75,000 habitantes en el árido desierto de Nevada, es un gran ejemplo de cómo los jóvenes pueden participar en la sociedad civil y en el gobierno.

Christa Freeland
Empresaria-en-residencia y Directora General
Powershift group
Foro Económico Mundial
21 de Enero, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

¿Qué tienen en común Burning Man, Alexandria Ocasio-Cortes y el espíritu empresarial?

Son algunos ejemplos de cómo los millennials impulsan la innovación y se involucran en el gobierno. Alrededor del 30% de la población mundial tiene menos de 30 años, sin embargo, los jóvenes realmente no tienen voz en el liderazgo del gobierno. Estereotípicamente, no se supone que deban preocuparse por el gobierno o incluso tener una visión positiva de él, y por lo tanto no están representados.

Como alguien nacido entre los años 1980-2000, yo soy una millennial. He empezado a notar este movimiento emocionante entre mi grupo demográfico; estamos haciendo cambios, y formando nuevos sistemas y expectativas de gobierno.

Nuevas formas de gobierno

Burning Man es un evento que solo existe por dos semanas cada año. Ocupa el desierto árido en Nevada, donde no hay absolutamente ninguna estructura o personas, y luego crece hasta una población de más de 75,000.

Burning Man es un gran ejemplo de jóvenes que participan con éxito en la sociedad y en el gobierno de una ciudad. La comunidad de “burners” ha prosperado y la reunión ha explotado en popularidad.

Mientras que Burning Man comenzó hace casi 20 años, la mayor parte del crecimiento explosivo se produjo en los últimos 10 años y entre los 33 y 34 años de edad (Reno Gazette Journal). Se recomienda encarecidamente a los asistentes que se familiaricen con los 10 principios de Burning Man, que incluyen la “autosuficiencia radical”, el “esfuerzo comunitario” y el “no dejar rastro”. Estos principios son obviamente importantes en un desierto sin recursos como el agua y la electricidad, pero los quemadores no solo siguen estas recomendaciones para sobrevivir. También los utilizan como una guía para crear una experiencia más satisfactoria de pertenencia, propósito y autodescubrimiento en el evento, así como en lo que denominan el mundo “predeterminado”, o día a día.

Larry Harvey, cofundador de Burning Man, tiene una teoría acerca de por qué el evento es un éxito: “… las habilidades y los dones [de los burners] deben compartirse con otros y fusionarse con el mundo, y el mundo responderá a eso. Y el mundo ha respondido. Hubo más de 50 burn eventos oficiales locales en todo el mundo que amplían aún más el compromiso de los 10 principios de Burning Man.

Organización dentro del gobierno

A nivel local, las ciudades estadounidenses de Houston, Grand Rapids, Philadelphia y Omaha han sido pioneras en la creación de juntas y comisiones milenarias. Esto significa que más gente joven está al tanto de los roles de voluntarios que pueden desempeñar en su ciudad para aprender, comprender e informar a sus ayuntamientos, alcaldes y otros departamentos. Algunas juntas y comisiones también trabajan para promover otros puestos abiertos dentro de la ciudad, asegurándose de no solo pensar en la diversidad en términos de género y raza, sino también en términos de edad, experiencia y perspectiva. Esto crea una representación demográfica más precisa y actualizada en el gobierno que crea un nuevo canal de personas listas para liderar.

Comunicación

Compañías como Betches Sup (“lo escuchaste aquí en segundo lugar”) y Skimm (“hace que sea más fácil vivir de manera más inteligente”), se enfocan en compartir noticias políticas creadas y compartidas de una manera que sea más fácil de digerir, a menudo más entretenida y fácil de relacionar. Entregan mensajes personalizados que son enviados y producidos por los millennials, lo cual es importante para captar y mantener la atención de los jóvenes.

Por ejemplo, los fundadores de Skimm han compartido una cerveza con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, para discutir los temas que resuenan con los fanáticos de Skimm: “Nafta, la brecha salarial de género, el cambio climático, el triunfo del presidente y los calcetines”.

Emprendimiento

La tecnología también ha demostrado ser la forma de esta generación de cambiar el gobierno. Fundadores y ceos de empresas millennials como Uber, Facebook y Scooter que comparte la compañía Bird, han empujado los límites del gobierno a través de la innovación. La ciudad de San Francisco actualmente tiene que dar forma a las leyes de la ciudad en torno a los bird scooters y su seguridad. El congreso de Estados Unidos tuvo que trabajar para comprender cómo funciona Facebook y su influencia masiva. la Unión Europea necesitaba decidir cómo clasificar oficialmente a Uber (como un servicio de taxi o una empresa digital) para comenzar a crear y aplicar leyes. Diversos niveles de autoridad en todo el mundo están creando nuevas políticas en respuesta a los jóvenes empresarios disruptivos.

Correr, ganar, inspirar

Alexandria Ocasio-Cortez, una mujer de 29 años de la ciudad de Nueva York, recientemente derrotó a un político titular de 56 años con 10 mandatos, Joe Crowley, convirtiéndola en la persona más joven en el Congreso de Estados Unidos. La revista Vogue escribió: “Si Trump es el último jadeo de los “baby boomers”, Ocasio-Cortez es el primer grito enfático del millennial”. Ocasio-Cortez ha inspirado a una nueva ola de jóvenes a creer que ellos también pueden postularse para un cargo, y posiblemente ganar.

Ocasio-Cortez no solo confía en los sitios estándar de noticias y políticas para compartir su trabajo en el gobierno. Ella publica activamente en una audiencia combinada de millones de seguidores, en gran parte de la demográfica millennial, a través de Instagram, Twitter y más. Ella produce un flujo constante de videos e imágenes de “historias” para compartir su viaje cada día. Es una experiencia reveladora haber sido testigo de su progreso desde sus humildes comienzos en la campaña hasta el piso del congreso. Ocasio-Cortez seguirá siendo una gran influencia para las generaciones más jóvenes que valoran los intercambios relevantes, instantáneos y auténticos en Internet.

Cuadro completo

El gobierno es algo que eventualmente se adapta con los tiempos. Espero descubrir nuevas formas en que los millennials pueden involucrarse e impactar al gobierno. Y para aquellos preocupados por el cambio, les dejo con una nota positiva compartida por el Foro Económico Mundial sobre una encuesta de mis colegas modeladores globales: que si los millennials son felices, el mundo prosperará.

Lampadia




Los Miserables del Siglo XXI

Fernando Cillóniz B.
Gobernador Regional de Ica
Ica, 26 de octubre de 2018
Para Correo Ica y Lampadia

La genialidad de Víctor Hugo quedó eternizada en su colosal novela Los Miserables. Concretamente, en la extraordinaria manera cómo desarrolló el discernimiento entre el bien y el mal. Cómo hizo para que cada personaje interpretara – a su manera – la ley y la política… y la ética y la justicia. Incluso, cómo manosearon a la religión. Publicada a mediados del Siglo XIX, la trama de Los Miserables sigue más vigente que nunca en la actualidad.

Parecen personas correctas, pero no. Son unos miserables. Muchas veces fungen de moralistas. Pero las amenazas – y vulgaridades – que propalan a través del ciber espacio los delatan. Por limitaciones de espacio – valga la redundancia – no podré mostrar todos los mensajes amenazantes de los miserables del Siglo XXI que proliferan – hoy en día – en las redes sociales. Por ello me referiré a dos de ellos… sólo dos. Ojo… no tienen buena ortografía, pero se dejan entender.

Vamos con la primera amenaza:

“Todas las denuncias que no han sido tramitadas por el GORE, serán reactivadas en esta nueva gestión entrante, vamos haber (sic) si ahora la encubren. Recién viene lo bueno. Creo que ahí sí le saldrán lágrimas de verdad, estoy seguro que nadie la visitará…” Esa es de un tal “Crnl. Ret. PNP Flores Camargo”. Al menos así figura en su página de Facebook. ¿A quién amenaza ese fulano con tanto odio y rencor? Pues a nuestra Directora Regional de Transportes… a la Dra. Rossana Vera. Una mujer valiente y honesta que desarticuló la mafia de los brevetes en Ica.

Ahora la otra:

“Así es lo que no pagas con tu cuerpo y con tu vida, lo pagarás con tus hijos” (sic). Esa amenaza es de un tipo llamado “Carlos Enrique Gavilano Rueda… alias Enriquito” y se refiere – también – a nuestra Directora de Transportes. En el fondo… ambos personajes son unos cobardes.

Julio César Flores Camargo fue retirado de la Policía Nacional del Perú en enero del 2013. ¿Cuál fue el motivo de su destitución? “En aplicación del Reglamento de Disciplina de la PNP, se ha dado de baja a oficiales que con sus conductas afectaron la imagen de la institución, bajaron la moral de sus colegas o afectaron la relación de confianza con la ciudadanía”. Allí… en esa lista vergonzosa – junto a otros malos policías – está Flores Camargo.

Carlos Enrique Gavilano Rueda fue destituido de la Dirección Regional de Transportes por emborracharse en el trabajo y por faltarle el respeto a su superior. Y como es usual en esa gente sin moral, recurrió – en apelación – ante el Tribunal del Servicio Civil (SERVIR)… y perdió. El tribunal ratificó nuestra sanción.

Ahora bien. ¡Cómo es posible que el Ministerio Público haya acogido – en el lapso de este último año – 8 denuncias de Gavilano y 6 de Flores Camargo! Todas contra nuestra Directora Regional de Transportes.

  • Por abuso de autoridad.
  • Nombramiento ilegal.
  • Usurpación de funciones.
  • Falsedad ideológica.
  • Fraude procesal.
  • Malversación de fondos.
  • Peculado.
  • Lavado de activos.
  • Peligro contra la vida, el cuerpo y la salud.
  • Crimen organizado.

Y paro de contar porque la lista continúa.

¡Un mínimo de discernimiento… digo yo! Eso es lo que uno esperaría del Ministerio Público. ¿Cuáles son las denuncias que merecen atención y cuáles no? Con la experiencia que tienen nuestros fiscales ¿acaso no pueden distinguir entre una denuncia calumniosa y una denuncia justificada? ¿No ven al demonio detrás de dichas denuncias? ¿Será – como dicen muchos miserables del Siglo XXI – que ellos “manejan” a algunos fiscales? ¡No nos pongamos del lado de los corruptos! Lampadia