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Los peligros de la concentración de información en pocas manos

Los peligros de la concentración de información en pocas manos

Cada día hay más sensación de incertidumbre sobre la situación dominante de algunas empresas en referencia a la información de los ciudadanos. Este desarrollo se ha dado sobre la base de internet y ha sido potenciando por Big Data y los algoritmos. Actualmente, ya se empiezan a manifestar algunos análisis muy alarmantes al respecto de la concentración de información en pocas manos, pero creemos que hay que tener mucho cuidado sobre las posibles medidas que, eventualmente, puedan tomar los Estados.

Las redes sociales son el canal que ofrece la posibilidad de enviar y recibir mucha información. Y, también, le estamos dando a las redes sociales mucha información sobre nosotros al utilizarla, información que luego puede ser usada en nuestra contra o para manipularnos.

Entre los casos más conocidos de manipulación están los fake news, la desinformación y propaganda malintencionada. Los mensajes de, principalmente, las agencias gubernamentales y partidos políticos se han convertido en una auténtica amenaza para la vida pública. Un caso muy claro es la manipulación de las elecciones de EEUU. Las tácticas de manipulación y desinformación en línea desempeñaron un rol importante en las elecciones de Estados Unidos, lo que dañó la capacidad de los ciudadanos de elegir sus líderes sobre la base de noticias objetivas y debates auténticos.

Y, a pesar que los gobiernos de muchos países democráticos han introducido cambios en la legislación diseñados especialmente para combatir las noticias falsas en Internet, no consiguen frenar el problema. Las cuentas automáticas de robots, además, siguen siendo una táctica muy utilizada. Las cuentas falsas y los ‘opinólogos’ online acostumbran a difundir mensajes a favor de partidos determinados y también son usados de forma estratégica para compartir contenido de manera estratégica o publicar palabras clave para alterar los algoritmos y generar tendencias.

Una manera para democratizar la información es mediante la trasparencia de la información usando blockchain o código abierto, donde muchas personas pueden participar en su creación de contenido y así evitar cualquier manipulación. Esto ha sido tremendamente útil, dándonos Wikipedia y Twitter.

Una opción, como dice Guy Verhofstadt, ex primer ministro belga, en el artículo líneas abajo, es “debemos comenzar a imaginar un tipo de Internet completamente nuevo. El objetivo debe ser construir un sistema descentralizado que no esté basado en servidores que sean propiedad de y controladas por monopolios basados en California, sino en los millones de computadoras y dispositivos actualmente en uso en la actualidad.”

Entre las opciones que plantea el artículo están:

  1. Usar blockchain para que la tecnología se encargue de restaurar la confianza en las transacciones e información en línea.
  2. Actualizar leyes electorales para la era digital.
  3. Responsabilizar a las empresas de medios sociales por el contenido político publicado en sus plataformas
  4. Lanzar campañas para educar al público sobre el uso de configuraciones de privacidad, bloqueadores de anuncios y otras salvaguardas digitales

Líneas abajo, compartimos el artículo del ex primer ministro belga, Guy Verhofstadt, que con su visión muy europea, plantea una ruptura drástica del sistema actual de internet.

Nosotros en Lampadia, tenemos dudas de si se requieren acciones como las planteadas por Verhofstadt, que implican diseños estatales, que muchas veces son remedios peores que las enfermedades. En todo caso, hay una importante preocupación por la concentración de datos de los ciudadanos en pocas manos, tema que seguiremos monitoriando en el futuro.

Domando al Monstruo de la Tecnología

Project Syndicate
17 de agosto de 2018
Guy Verhofstadt, ex primer ministro belga, presidente de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa (ALDE) en el Parlamento Europeo y autor de ‘La última oportunidad de Europa: por qué los Estados europeos deben formar una unión más perfecta’.
Traducido y glosado por Lampadia

El control monopolístico sobre la información personal de millones de personas y sobre el flujo de noticias e información en línea, presenta un claro peligro para el futuro de la democracia. Como dejan en claro las brechas de datos, hackeos y sabotaje electoral en los últimos años, el Occidente necesita desarrollar urgentemente un nuevo modelo de gobierno digital.

Cuando el CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, se presentó ante el Parlamento Europeo, se jactó de que su compañía paga a decenas de miles de moderadores para analizar, revisar y, si es necesario, eliminar publicaciones abusivas de Facebook. Aparentemente, estos llamados limpiadores, provistos por la tercerización de servicios en la India y en otros lugares, son el poder oculto que decide qué puede y qué no puede aparecer en la plataforma.

Zuckerberg ofreció esta información con la esperanza de tranquilizarnos, pero su testimonio tuvo el efecto opuesto. La idea de que ahora las compañías multinacionales como Facebook son quienes determinan lo que las personas ven en línea es absurda y peligrosa. Tal privatización de nuestras libertades civiles no tiene precedentes. La Iglesia Católica pudo haber ejercido un poder casi absoluto sobre la disponibilidad de información durante la Edad Media, pero al menos sus seguidores lo reconocían como una autoridad moral. Zuckerberg no es nada de eso.

Debido a Facebook, y en general a las redes sociales, la velocidad con la que circulan las noticias ha crecido cada vez más y, sin embargo, el acceso libre e imparcial a ella se ha atenuado cada vez más. Si caminas hasta un quiosco de noticias, encontrarás revistas satíricas de “izquierda” como Private Eye y Charlie Hebdo junto a publicaciones “capitalistas” como el Wall Street Journal y el Financial Times. Pero si miras el feed de noticias de Facebook, verás casi solo historias que refuerzan tus propios puntos de vista políticos.

Por supuesto, Zuckerberg afirma que Facebook tiene “inspectores de hechos” que identifican “noticias que probablemente sean falsas” y que pueden “tergiversar algo en la noticia y mostrarle a la gente más contenido (similar) (de otras fuentes de noticias)”. Pero uno se queda preguntándose quiénes son estos verificadores de hechos, qué criterios usan para determinar la veracidad de una historia y qué algoritmos usan para seleccionar fuentes de noticias alternativas.

DISTOPIA CODIFICADA

El mundo que Zuckerberg ha creado está empezando a parecerse a una combinación de George Orwell de 1984 y Aldous Huxley’s Brave New World. En 1984, una autoridad central controla el discurso público dentro de un sistema totalizado; en el mundo digital de hoy, está controlado por una compañía con un casi monopolio sobre la distribución de noticias en línea. Para estar seguro, Zuckerberg diría que hay alternativas, como Google y Twitter; pero eso es como un monopolio de fabricante de autos que nos dice que, si no nos gusta su producto, siempre podemos usar el autobús o ir a pie.

Del mismo modo, en Un mundo feliz, la ciencia y la tecnología determinan los pensamientos y el comportamiento humano, en lugar de que los humanos decidan sobre la dirección de la ciencia y la tecnología. Y, como muestra Jamie Bartlett de Demos en The People Vs Tech, la cuantificación digital de nuestras vidas cotidianas está directamente en desacuerdo con el funcionamiento de la democracia. En un mundo donde los algoritmos determinan todos los resultados, la política ya no existe.

Pero este problema va más allá de Facebook. Todas las firmas importantes de Silicon Valley, incluidas Alphabet Inc. (compañía matriz de Google), Apple y Amazon, han adoptado modelos comerciales con el potencial de socavar la democracia y la privacidad junto con ella. El acaparamiento de datos personales con el fin de vender anuncios publicitarios dirigidos está haciendo que los electores democráticos sean cada vez más vulnerables a la manipulación populista y demagógica.

Robber Barons, entonces y ahora

La única manera de detener esta alarmante tendencia es revolucionar el Internet, devolviéndolo a los usuarios comunes, es decir, a los ciudadanos. Una opción, señala el periodista Nick Davies, es nacionalizar gigantes como Google y Facebook. Pero esa cura sería peor que la enfermedad. En países como China y Turquía, donde las redes sociales están estrechamente controladas por el estado, hay incluso más desinformación y censura que bajo monopolios privados. Además, lo último que necesitamos es un gran gigante público (estatal) de redes sociales. Por el contrario, necesitamos mucha más competencia, para que los ciudadanos tengan más opciones sobre dónde almacenar sus datos y bajo qué condiciones.

Históricamente, asegurar una competencia sana y justa siempre ha sido una buena receta para resolver problemas en una economía de mercado. Hacia 1900, el Standard Oil de John D. Rockefeller se había convertido en el guardián del mercado de la energía en los Estados Unidos, lo que era malo para los consumidores y la industria por igual. Entonces, en 1911, el gobierno de los Estados Unidos obligó a la compañía a dividirse en 34 “Baby Standards”. Algunas de sus compañías sucesoras, como Chevron y ExxonMobil, aún existen.

La separación de Standard Oil preparó el escenario para acciones antimonopolio similares contra IBM, Kodak, Microsoft, Alcoa y otros monopolios a lo largo del siglo XX. En 1982, AT&T se vio obligada a ceder su control sobre Bell System, empresa de operadores telefónicos locales en EEUU y Canadá, y el propio Bell System se dividió en numerosas “Baby Bells”. Es a ese acto de regulación gubernamental que debe mucha de la revolución tecnológica de hoy [¿?].

En otras palabras, no hay ninguna razón histórica para pensar que la ruptura de los gigantes digitales sería perjudicial para la economía. En todo caso, podría impulsar una nueva ola de innovación. Entonces, ¿por qué no vemos un impulso hacia el tipo de acción proporcional del gobierno que vimos en los mercados de petróleo y telecomunicaciones?

Repensando las leyes de Antimonopolio

Para los estadounidenses, parece haber poco interés en crear una disrupción en una industria nacional enormemente exitosa; y para los europeos, no hay instrumentos para hacerlo. Además, se crearon leyes de competencia estadounidenses y europeas para las industrias análogas del siglo XX, no para la economía digital del siglo XXI. En EEUU, las políticas antimonopolio imperantes fueron moldeadas en las décadas de 1970 y 1980 por figuras como el jurista conservador Robert Bork y el economista Aaron Director de la Universidad de Chicago. Bork y Director argumentaron que la eficiencia económica, no el tamaño de una empresa o su posición en el mercado, debería ser el objetivo primordial de la ley antimonopolio. Según su razonamiento, las acciones antimonopolio no están justificadas si un monopolio o casi monopolio no extorsiona a los consumidores con precios más altos.

Este principio ahora proporciona cobertura para Facebook, Google y Amazon, cada uno de los cuales brinda tremendos beneficios a los consumidores. El problema es que debido a que la “actividad principal” de estos gigantes tecnológicos tiende a tratar a los usuarios como el producto, no como el cliente, también han adquirido enormes cantidades de datos personales. Por lo tanto, sin importar cualquiera que sea el tipo de servicios que ofrecen estas empresas, el verdadero problema sigue siendo el mismo: la concentración de control sobre la información personal.

Por ejemplo, el problema con las adquisiciones de Facebook sobre Instagram y WhatsApp no ​​es que estas firmas estuvieran entre sus principales competidores. Es que, al comprarlos, Facebook fue capaz de acumular aún más datos personales y, por lo tanto, percepciones propias sobre las vidas, las preferencias, las pasiones y los deseos de millones de personas. Como resultado, Facebook ahora ofrece una plataforma inigualable para los anunciantes y otros que esperan obtener ganancias a través de la manipulación psicológica. Su servicio es perfecto para políticos populistas e iliberales que buscan ganar el poder a través del miedo y la calumnia, en lugar de hacerlo por el mérito de sus ideas.

El poder que los gigantes tecnológicos derivan de nuestros datos personales no es diferente al poder que Standard Oil y AT&T alguna vez ejercieron a través del control monopólico de los suministros de petróleo y las líneas telefónicas. Si EEUU no toma medidas contra los monopolistas de datos personales, o si su actual marco antimonopolio lo impide, entonces es tanto más importante que la Unión Europea intensifique sus esfuerzos.

Si bien la UE ya ha dado pasos firmes en esta dirección mediante la adopción del Reglamento General de Protección de Datos (GDPR), todavía no estamos preparados para el mundo digital del mañana, porque no tenemos un mercado único digital. Hoy, si los jóvenes desarrolladores de software quieren lanzar aplicaciones en toda la UE, tienen que obtener la aprobación de 28 reguladores nacionales independientes, al tiempo que aseguran contratos con más de 100 operadores de telecomunicaciones. No es de extrañar que las cinco firmas tecnológicas más importantes, Alphabet, Amazon, Apple, Facebook y Microsoft, sean todas estadounidenses y que ninguna de las 20 firmas tecnológicas más grandes del mundo sea europea.

Hasta que amplíe su mercado único de chocolate, cerveza y automóviles a bienes y servicios digitales, Europa seguirá quedándose atrás y Silicon Valley no tendrá que preocuparse por la competencia de la UE. Pero para ampliar el mercado único, los europeos deben estar listos para reemplazar a sus reguladores nacionales con una única agencia a nivel de la UE a la par de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC).

La Promesa de la Descentralización

En términos más generales, debemos comenzar a imaginar un tipo de Internet completamente nuevo. El objetivo debe ser construir un sistema descentralizado que no esté basado en servidores que sean propiedad de y controladas por monopolios basados ​​en California, sino en los millones de computadoras y dispositivos actualmente en uso en la actualidad.

Un modelo para la descentralización es blockchain, un registro (ledger) digital distribuido que registra públicamente las transacciones en muchas computadoras y que requiere un consenso para que se agregue cualquier información nueva. En otras palabras, blockchain verifica y protege los datos sin la necesidad de un gran intermediario central, como un banco, registro o gobierno.

Muchas de las ventajas de blockchain son obvias. La tecnología restaura la confianza en el intercambio de datos y hace que la piratería y la manipulación sean extremadamente difíciles. Debido a que elude a los intermediarios tradicionales, tiene el potencial de eliminar los costos de transacción de la documentación o ejecución de contratos, transacciones financieras, títulos de propiedad, derechos sobre la tierra, etc.

Una Internet descentralizada también permitiría a las personas controlar e incluso monetizar sus datos, junto con otros productos creativos digitales como fotografías, videos, arte y música. Al ser los únicos titulares de derechos de autor de sus creaciones, los usuarios estarían en condiciones de realizar transacciones directamente con otros, en lugar de ceder parte de sus ganancias a una plataforma tradicional.

Por supuesto, hay mucho escepticismo sobre blockchain, y particularmente sobre las criptomonedas que trabajan con blockchain como Bitcoin. Pero la pregunta se reduce a en quién deberías confiar. Por un lado, están las grandes instituciones establecidas, como los bancos que precipitaron la crisis financiera de 2008; por el otro, un sistema descentralizado en el que innumerables socios se controlan mutuamente. En este último caso, no hay necesidad de que Big Brother o Facebook contraten a “limpiadores” como esclavos en algún lugar de la India. En cambio, un colectivo orgánico de usuarios ejercería el control, al igual que ya funciona Wikipedia.

¿Una Internet radicalmente descentralizada eliminará automáticamente el lado oscuro del mundo digital y pondrá fin al lavado de dinero y otras operaciones delictivas que usan criptomonedas? Por supuesto no. Pero vale la pena recordar que el efectivo también se usa en todo tipo de transacciones ilícitas y no culpamos a los bancos centrales por eso. Dado el statu quo, blockchain podría mejorar las cosas considerablemente, especialmente si se complementa con computadoras cuánticas que facultan a las autoridades públicas y las agencias encargadas de hacer cumplir la ley para rastrear los abusos de encriptación y actividades ilegales.

El Desafío de Europa

No hay tiempo que perder. El mundo necesita una nueva Internet y Europa, en particular, necesita una nueva estrategia digital, una que no esté simplemente copiada del modelo estadounidense.

Una opción podría ser hacer de blockchain el nuevo estándar para todas las actividades digitales dentro de la UE. Idealmente, las agencias gubernamentales y las empresas reemplazarían los viejos libros burocráticos y las prácticas con tecnologías descentralizadas seguras, y surgiría una nueva generación de negocios digitales y mercados competitivos en datos personales. Para permitir que esto suceda, la UE necesita lanzar dos programas de inversión más en el nivel del Sistema mundial de navegación por satélite de Galileo: uno para avanzar en el desarrollo de la inteligencia artificial y otro para la informática cuántica.

Dado el tiempo que le llevará a estas inversiones dar sus frutos, la UE también debe abordar los desafíos inmediatos de la vieja era de Internet. De manera muy urgente, debemos proteger nuestras elecciones de la intromisión cibernética extranjera. Eso comienza con la identificación de los agentes extranjeros que están activos en las plataformas de redes sociales europeas, así como los políticos extremistas con quienes se están confabulando.

En los Estados Unidos, donde el Diputado Procurador General Rod Rosenstein designó a Robert Mueller como asesor especial para investigar la injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016, ya se han dictado docenas de acusaciones. Europa necesita ponerse al día, sobre todo estableciendo su propio fiscal especial para investigar y detener las campañas de desinformación rusas y otros ataques contra nuestras democracias.

En segundo lugar, debemos actualizar nuestras leyes electorales para la era digital. La mayoría se escribieron en un momento en que las campañas políticas se basaban en folletos en papel y publicidades en vallas publicitarias. Hoy, la batalla por el apoyo de los votantes se lleva a cabo en Internet, y ahora es más fácil que nunca que los actores malvados manipulen el proceso.

En tercer lugar, debemos responsabilizar a las empresas de medios sociales por el contenido político publicado en sus plataformas. Toda publicidad política debe tener una “huella” digital que revele claramente quién pagó por ella. Y las plataformas que no cumplen deben enfrentar multas mucho más grandes que las que han tenido en los últimos años.

Pero las agencias de protección de datos también necesitan llevar a cabo un escrutinio más intensivo sobre los distribuidores de noticias falsas, bots y trolls, así como sobre los algoritmos que les permiten llegar a un público más amplio. Con ese fin, las agencias pertinentes deben designar a “funcionarios de rendición de cuentas” encargados de vigilar las principales plataformas de redes sociales, particularmente antes y durante las elecciones.

Finalmente, debemos lanzar campañas para educar al público sobre el uso de configuraciones de privacidad, bloqueadores de anuncios y otras salvaguardas digitales. Esa fue una de las recomendaciones de las audiencias de la Cámara de los Comunes Británicos a principios de este año, sobre Cambridge Analytica. Es lógico que, si queremos volver a poner el Internet en las manos de las personas, necesitarán la alfabetización digital para gestionarlo. Simplemente saber cómo crear una cuenta de Facebook ya no es suficiente. Los ciudadanos en el siglo XXI también necesitan al menos una comprensión básica de cómo funciona el Internet.

En general, la estrategia digital esbozada aquí requerirá una transferencia de poder de los gobiernos nacionales de Europa a las instituciones de la UE. Esa es siempre una proposición difícil en la política europea. Pero los europeos deben aceptar el hecho de que, en la era digital, los Estados-nación ya no pueden hacerlo solos.

Después de todo, las tecnologías digitales no conocen fronteras políticas. Por el contrario, su propio poder se deriva de su capacidad de trascender fronteras y colapsar el espacio y el tiempo. Solo una Europa unificada puede igualar ese poder y ayudarnos a superar nuestra era actual de disfunción digital y hacia un nuevo modelo. La verdadera pregunta es si estamos a la altura del desafío. Lampadia




De demagogia, populismo y redes sociales

“Sin límites ni control democrático, la tecnología puede convertirse en un instrumento de opresión absoluto. Es decir, el big data puede convertirse en un big brother, en un ciber-leviatán, pero tenemos que ser capaces de convertirlo en un big deal que nos permita redefinir un pacto constitucional sobre el que construir una democracia digital”.

José María Lassalle, político y filósofo español, en una sesuda entrevista de Jaime de Althaus, comparte su visión sobre el ciber espacio en el que se desarrolla la política moderna signada por un populismo que parece desbordado.

Lassalle nos dice que:

  • Hay un proceso de agotamiento del relato de la libertad.
  • En Europa y Estados Unidos ha fracasado el discurso de progreso.
  • La democracia representativa está siendo crecientemente sustituida por una suerte de democracia directa, de manejo plebiscitario.
  • Las redes sociales son una base sobre la que está desarrollándose el populismo de una manera cada vez más agresiva.
  • La razón es clara: las redes sociales se basan en estímulos emocionales, no razonados.
  • Esto rompe el discurso de la democracia, que se basa en un debate permanente de ideas, de argumentación, y propicia precisamente la demagogia.
  • Las redes sociales tienen una gran capacidad de denuncia, pero no tienen capacidad de argumentación.

Sin embargo, reconociéndose como un liberal pesimista, afirma: “Yo creo que es un fenómeno transitorio”. ¡Así esperamos!

“La demagogia populista convence a las mayorías de que el voto es un derecho de venganza”

Entrevista de Jaime de Althaus
José María Lassalle
Político y filósofo español
Ex Secretario de Estado para la Sociedad de la Información y Agenda Digital de España en el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital, ex secretario de Estado de Cultura de España
3 de setiembre, 2018
El Comercio
Glosado por Lampadia

El ex secretario de Estado español piensa que las redes sociales son una base sobre la que se está desarrollando el populismo de una manera cada vez más agresiva.

En un libro reciente, “The People vs. Democracy”, Yascha Mounk, profesor de Gobernanza en Harvard (ver en Lampadia: En búsqueda de un espacio de reflexión), sostiene que el avance del populismo en todas las democracias (incluso la norteamericana) podría derrumbar la democracia liberal, poniendo en riesgo la libertad. ¿Por qué el populismo está avanzando tanto?

Porque hay un proceso de agotamiento del propio relato de la libertad. En Europa y Estados Unidos, después de la crisis de seguridad que se inicia con el 11 de setiembre y con la crisis económica del 2008, hemos visto cómo ha fracasado el discurso de progreso, el discurso que ha fundamentado la creencia de que el hombre era capaz de administrar y gobernar la realidad, generando más bienestar, más prosperidad y más libertad. Las nuevas generaciones contemplan con miedo que ese orden que giraba alrededor de una idea de progreso se ha quebrado. Hay una serie de malestares crecientes en el seno de las sociedades, hay procesos de pérdida de confianza en el futuro y, sobre todo, en la capacidad de la política para seguir gobernando la transformación que nos lleva hacia el futuro, que precipitan la ilusión de demagogos, de discursos sentimentalizados que combaten la razón y la institucionalidad desde una especie de irracionalismo del discurso político.

Las redes sociales están siendo usadas para diseminar noticias falsas

La democracia liberal se funda en la idea de que el rival es un adversario, no es un enemigo político que hay que eliminar o contra el que hay que aglutinar a todo el pueblo, como hacen los populistas. Ese principio también se está rompiendo, hay cada vez menos adversarios y más enemigos. ¿La democracia liberal se está desconsolidando?

Yo creo que sí. La visión de liberalismo ha partido siempre de la creencia de que el otro es necesario, porque no hay verdades absolutas y no hay respuestas absolutas que nos permitan encontrar soluciones inmediatas, sino que siempre las reformas en las que se funda el progreso son posibles mediante el diálogo y la negociación política con otros. Incluso la verdad pública es producto, como veía Karl Popper, de un intercambio de información, donde la suma de perspectivas nos permite ir elaborando un discurso cada vez más omniabarcante de la realidad. La capacidad de diálogo se está rompiendo porque hay cada vez más mayorías sociales que no quieren entender que el otro es una alteridad necesaria, sino que debe ser un enemigo sobre el que proyectar sus malestares, sus impotencias, sus frustraciones, la falta de respuestas; y la demagogia con la que un líder político elabora un discurso populista les convence de que el derecho de voto es un derecho de venganza que repara su condición de víctimas frente a las oligarquías, la partidocracia, las castas y demás causantes de sus malestares.

¿Qué papel juega en esto el avance de las redes sociales, de Internet? Porque de alguna manera la democracia representativa está siendo crecientemente sustituida por una suerte de democracia directa, de manejo plebiscitario. Las intermediaciones tienden a desaparecer. El crecimiento de las redes se hace a costa del buen periodismo también.

Las redes sociales son una base sobre la que está desarrollándose el populismo de una manera cada vez más agresiva. La razón es clara: las redes sociales se basan en estímulos emocionales, no razonados, generan bucles autorreferenciales y estimulan la evolución de esos bucles hacia el fanatismo. Tratar de comprimir respuestas a la complejidad del mundo en muy pocos caracteres rompe el discurso de la democracia, que se basa en un debate permanente de ideas, de argumentación, y propicia precisamente la demagogia. Las redes sociales tienen una gran capacidad de denuncia, pero no tienen capacidad de argumentación. La democracia se sostiene básicamente sobre la argumentación, sobre la capacidad deliberativa de intercambiar opiniones, de razonarlas, sobre la base de que las verdades, como veía Popper o los sofistas en la Grecia clásica, nacen de un intercambio de información, de una contrastabilidad, de un debate, y eso hace que sea complejo el discurso político de la democracia en momentos en los que la permanente sensación de que vivimos en un Estado de excepción hace que el decisionismo se imponga. No importa la argumentación de la decisión, sino la decisión en sí. Y el pueblo demanda inmediatez en las respuestas. No le importa que los problemas se resuelvan, sino que el líder político transmita la sensación inmediata de que está al lado de su pueblo compartiendo su sufrimiento, aunque no tenga respuestas. Eso es lo que está de alguna manera desestabilizando profundamente la democracia.

En España, por ejemplo, el sistema de partidos que había se ha descompuesto por completo. ¿Se está formando un nuevo sistema de partidos?

Yo soy pesimista, pero, bueno, soy un pesimista activo como diría Raymond Aron. Un liberal es un pesimista antropológico, no cree que el hombre es bueno por naturaleza, pero sí cree que es posible articular un discurso de reformas que mejoren la naturaleza de las cosas y la experiencia de la política. En España, en el resto de los países europeos y en EE.UU., se está produciendo una deslegitimación de los partidos tradicionales. Parece irrumpir un fenómeno de pluralismo político partidista mucho más amplio, como se vive en Italia o Alemania o España, pero es aparente, porque en el fondo se están reproduciendo los mismos bloques que el bipartidismo o los partidos tradicionales ofrecían. Hay como una especie de frentismo aglutinador que suma a los partidos que de un modo u otro encarnaban el centro derecha y el centro izquierda.

¿La degradación es inevitable?

Bueno, discursos que antes se articulaban de una manera racional y ahora se sentimentalizan buscando la morbidez de la política. Es decir, la programación basura de la televisión se ha convertido en la programación basura de alguna parte de los partidos políticos. Pero yo creo que es un fenómeno transitorio y que, al final, esas dos grandes categorías que identifican lo político, como decía Norberto Bobbio, plantearán que las categorías de la libertad y de la igualdad tengan que generar nuevos relatos alrededor de los cuales llevar a cabo esa alternancia de la política que ha hecho posible una centralidad estable que ha permitido la prosperidad de las democracias.

¿Hay en la agenda española alguna discusión acerca de los sistemas electorales, la manera de reelegir a los diputados, senadores? Uds. no tienen distritos uninominales como en Francia, Inglaterra, Alemania…

Yo creo que el modelo político en el que mejor podemos inspirarnos es el sistema francés a doble vuelta. Es un sistema mayoritario (uninominal) a doble vuelta que en una primera vuelta permite un pluralismo representativo donde varios partidos compiten con sus candidatos por ser ganador, pero en segunda vuelta tan solo se puede decidir entre los dos partidos mayoritarios. Esto en cada distrito electoral. En España hay un fuerte debate por un modelo de doble vuelta para la elección de los congresistas en distritos uninominales.

¿Hay reformas que se puedan plantear a lo que está ocurriendo en las democracias europeas? Aquí, por ejemplo, hay que reconstruir el sistema de partidos. En España también se ha desintegrado…

Es muy difícil porque vivimos un momento de excepcionalidad. La democracia se ha visto asediada por problemas que la desbordan y se ha producido también una fragmentación en los relatos alrededor de los cuales cada uno interpreta al mundo. Cada vez es más difícil encontrar consensos en la vida civil, hasta en las familias, entre los amigos. ¿Cómo llevar a cabo una reforma de la institucionalidad que preserve la libertad en la que creemos, los derechos fundamentales de la persona, la libertad de expresión, el derecho de propiedad? Lo primero es un proceso de ejemplaridad pública. Hace falta que la política sea ejemplar y que quienes den el paso de estar en la política asuman como en la vieja república romana los valores de virtud imprescindibles para granjearse un cierto reconocimiento social. La ejemplaridad proyectada a las instituciones se traduce en transparencia. Yo creo que el gobierno abierto y la política cristalina son imprescindibles para comprender los procesos de decisión en la elaboración de las leyes, por ejemplo. Enrique Krauze, en un ensayo reciente sobre el populismo titulado “El pueblo soy yo”, explica cómo la democracia directa, en un mundo tan complejo como el nuestro, acaba desembocando en el cesarismo, y el escenario que se asoma es el de un leviatán cesarista si no somos capaces de atajarlo a través de la virtud, la ejemplaridad y la transparencia para crear escenarios de confianza…

En el Perú estamos en un estadio anterior: descubrimos que el Poder Judicial está basado en redes de compadrazgo, amistad o afiliación política. Son sistemas de reciprocidad de favores, que se intersectan con redes criminales externas. Entonces, lo primero es transformar estas instituciones en meritocráticas. Eso me imagino que ya existe en un país como España…

Cuando hablaba de la ejemplaridad, incluyo el mérito y la capacidad para poder desempeñar la representación política. Y eso es lo que tenemos que ser capaces de desarrollar en los próximos años: la transparencia, una rendición de cuentas mucho más habitual, el conocimiento preciso de cuál es el patrimonio con el que uno entra a la política y cuál es el patrimonio con el que uno sale, la generación de oficinas de conflictos de intereses. Hay una cosa que va a revolucionar todo esto, que es la inteligencia artificial, que va a permitir conocer de una manera mucho más precisa todas esas estructuras de redes patrimonializadas y corruptas desde el poder. Es decir, hay fenómenos asociados al proceso de cambio tecnológico que creo que pueden fortalecer la democracia. Los liberales limitaron el poder, porque no confiaban en él y porque sabían que el poder corrompe y quien lo ejerce de manera absoluta se corrompe de manera absoluta.

LÍMITES Y CONTROL DEMOCRÁTICO

“La tecnología puede ser usada para la opresión”

Entonces, el desarrollo de las nuevas tecnologías, por un lado, tiene este efecto corrosivo de la democracia a través de las redes, pero, por otro lado, permitiría avanzar mucho en la transparencia, en la celeridad de los procesos, en fin…

La tecnología no es buena ni mala, pero es voluntad de poder y como tal debe ser controlada y humanizada en términos humanísticos y éticos. Los procesos de cambio tecnológico que hemos vivido han buscado optimizar la circulación de información, y por tanto se han basado en el impulso casi disruptivo exponencial de dos vectores, el de la velocidad y el de la capacidad. Pero, claro, eso ha generado una hiperinflación de conocimiento y de información que nos desborda y frente a la cual debemos desarrollar mecanismos de control que vayan introduciendo elementos más humanísticos, más éticos y, por tanto, instrumentos que se alíen con la democracia y la consolidación de esta y no en su debilitamiento. Sin límites ni control democrático, la tecnología puede convertirse en un instrumento de opresión absoluto. Es decir, el big data puede convertirse en un big brother, en un ciberleviatán, pero tenemos que ser capaces de convertirlo en un big deal que nos permita redefinir un pacto constitucional sobre el que construir una democracia digital. Eso implica que las vulnerabilidades que como personas tenemos en las redes vayan de alguna manera desactivándose con la creación de una nueva categoría de derechos digitales, vayan construyendo una teoría de la propiedad sobre los datos. Pues los datos –que son la huella digital que dejamos nosotros cuando estamos trabajando en Internet o chateando o nos estamos moviendo en el uso de dispositivos inteligentes o la comunicación que nosotros entablamos con máquinas– no tienen en estos momentos propietarios y estamos construyendo un modelo económico digital sin una propiedad de base, y ese es un factor que en mi opinión puede desestabilizar también la democracia, porque yo quiero ser dueño de mis datos y quiero poder monetizarlos y economizar esos datos y quiero poder negociar con otro qué bienes y servicios van a desprenderse de mis datos. No quiero que una gran corporación tecnológica me diga a mí cómo debo negociar mis datos, quiero poder negociar con ella. Que no ocurra lo que denunciaba Adam Smith en “La riqueza de las naciones”, que siempre que dos o más empresarios se reúnen lo hacen para conspirar contra el mercado. Por eso defendía Adam Smith la necesidad de un Estado mínimo, pero un Estado. Hace falta que en el ámbito digital exista un Estado, pero un Estado mínimo, que sea capaz de regular, proteger datos, definir materia de la propiedad sobre los datos, determinar unos derechos digitales, que nos permitan de alguna manera ser ciudadanos digitales que podamos vivir la experiencia política que ya está asociada a la experiencia digital. Lampadia




Impulsando la transformación digital en el país

Ayer se inició el primer CADE Digital, un foro en Perú para impulsar la transformación digital en el país y que reúne a los líderes empresariales del sector público y la academia. En este evento, llamado “PERÚ DIGITAL (R)EVOLUCIONA” se compartió la visión y la experiencia de organizaciones líderes, nacionales e internacionales.

La primera charla fue de Mariano Zegarra, socio líder de Advisory de KPMG, con el tema: “La transformación digital es ahora”. La transformación digital en el Perú es urgente e importante, el desafío principal pasa por el cambio cultural y la tasa de adopción. Por lo tanto, las compañías peruanas deben incorporar no solo talento millennial, sino también miembros del directorio con perfil digital.

¿Cómo empezar con la transformación digital? Para Zegarra, el foco debe ser siempre el cliente. Este tema se expandió en la segunda charla dirigida por Enrique Ortegón, Director General de Salesforce en Latinoamérica, quien habló del Comportamiento y expectativas de los clientes de hoy y las nuevas maneras de conectar con ellos.

La innovación digital está sacudiendo las industrias, cambiando el poder de las marcas a los consumidores, cambiando el valor de los jugadores tradicionales a los insurgentes digitales y colocando al consumidor como protagonista de todo este proceso de cambio.

Los dispositivos móviles, las redes sociales, la digitalización y la adopción de la nube han cambiado fundamentalmente la forma en que los consumidores compran y usan productos y servicios en todo el mundo. Y los consumidores están haciendo que las compañías trabajen más para ganar su interés. El éxito de la transformación digital dependerá del éxito de las empresas de consumo para innovar y mantener la confianza de sus consumidores.

La verdad es que, como afirma Ortegón, la tecnología digital ha transformado los hábitos de los consumidores. Los dispositivos móviles, las aplicaciones, el aprendizaje automático, la automatización y mucho más permiten a los clientes obtener lo que quieren casi exactamente en el momento en que lo necesitan.

Además, estas nuevas tecnologías digitales han causado un cambio en las expectativas de los clientes, lo que resulta en un nuevo tipo de comprador moderno. Está constantemente conectada, es nativa de los smartphones y conoce lo que puede hacer con la tecnología.

Por lo tanto, la tecnología digital requiere que reconsideremos cómo interactuar con los clientes:

  • Para los equipos de ventas B2B, lo primero digital significa reemplazar las llamadas por ventas sociales. Sus clientes ya están activos en las redes sociales y ahí es donde debe estar. En lugar de esperar a que el cliente lo contacte, tendrá que comunicarse con ellos, establecer una relación y ayudar a educarlos. Puede hacerlo compartiendo contenido relevante y su experiencia como parte de una solución a su problema.
  • Para los equipos de marketing, lo primero digital significa reducir su gasto en actividades de marketing sin conexión, como correo directo, vallas publicitarias y anuncios de televisión. Sus clientes quieren y esperan mensajes altamente personalizados, que solo pueden lograrse a través de una estrategia de marketing basada en Big Data. Ahora, necesitan utilizar canales digitales como el correo electrónico, las redes sociales y web para rastrear los gustos y preferencias de los usuarios.
  • En el caso del servicio al cliente, lo digital no es solo ser reactivo sino de ser proactivo en la forma de ayudar a sus clientes, que utilizan una amplia gama de canales para buscar asistencia. Los medios sociales, los foros y las comunidades son ahora parte del ecosistema de servicio al cliente.

Y es que, en la era de los mercados hipercompetitivos, son los clientes quienes tienen el poder. Si bien la mayoría de los clientes ya no exhiben la lealtad de marca tradicional, son leales a la marca que brinda la mejor experiencia. En un estudio reciente citado por Ortegón, el 80% de los clientes indicaron que prefieren las empresas que ofrecen experiencias personalizadas y que los clientes que encuentran experiencias personalizadas muy atractivas tienen 10 veces más probabilidades de ser el cliente más valioso de una marca. Muchas marcas ya entienden que no pueden competir únicamente en productos o servicios, pero para seguir siendo competitivas, deben competir en la experiencia del cliente. Las campañas de amplia base, que solían ser el estándar para la estrategia de segmentación de marketing, ahora se están convirtiendo en experiencias individualizadas basadas en las necesidades y preferencias de los clientes. En este momento, el cliente final es el rey y las empresas que no se dan cuenta de esto se quedarán atrás de la competencia.

Por eso, uno de los motivos por lo cual la transformación digital toma una representatividad e importancia cada vez mayor, es justamente el hecho de que las experiencias digitales y multicanales están consolidándose como requisito para los consumidores cada vez más conectados, informados y empoderados. Es por eso, también, que las estrategias para mejorar la experiencia del cliente están entre los principales elementos de la transformación digital.

Con iniciativas de transformación digital, las empresas consiguen saber más sobre cada cliente, cómo se comporta y cuál es su jornada, además de vender más y mejor. En el final, es posible agregar valor para consumidores y generar resultados para el negocio. Lampadia




La pérdida de privacidad en las redes sociales

La pérdida de privacidad en las redes sociales

Facebook está involucrado en un desastroso escándalo, en gran parte debido a sus propios errores, por no proteger adecuadamente los datos de sus clientes. El escándalo estalla porque Cambridge Analytica (la empresa que manejo la campaña presidencial de Trump) obtuvo datos de Facebook ilegalmente, con los que podría haber favorecido el voto por Trump.

¿Qué paso?

El 16 de marzo, después de un informe en The Observer, el gigante de las redes sociales confirmó que había suspendido a Strategic Communication Laboratories (SCL) y su compañía de análisis de datos políticos, Cambridge Analytica, con sede en el Reino Unido, por violar sus términos y condiciones contractuales. Las empresas habían recopilado y compartido información personal de hasta 50 millones de usuarios de Facebook, sin su consentimiento explícito.

El grafico inferior muestra que paso de una manera clara y sencilla:

¿Qué significa para Facebook?

Para Facebook, el problema descubierto por la historia de Cambridge Analytica es algo más que Cambridge Analytica. A medida que Facebook evolucionó durante los últimos 14 años de su inicio en Harvard a un gigante mundial, acumuló una cantidad casi insondable de datos sobre su base de más de 2 mil millones de usuarios activos, muchos de los cuales compartieron sus vidas libremente sin pensar en lo valioso esa información podría ser o, en las manos equivocadas, cuán peligrosa.

Facebook de hoy es una institución global con fines de lucro que funciona como un directorio digital híbrido, mercado en línea, servicio de comunicaciones instantáneas, plataforma de video bajo demanda, herramienta de participación cívica, plaza pública virtual y fuente de noticias integral.

Rápidamente superó los esquemas regulatorios relevantes, la mayoría de los cuales se construyeron hace décadas. Ahora es tan grande que cuando se usa para facilitar la diseminación de “noticias falsas” de una manera que podría haber ayudado a impulsar una elección presidencial, plantea el peor tipo de problema: uno para el que no existe un método objetivo, e identificable de solución.

Lo primero que ha hecho Zuckerberg ha sido pedir perdón, reconociendo que escándalo han defraudado la confianza de los usuarios. Ha asegurado que la gran responsabilidad de Facebook es la de proteger los datos de sus usuarios, y que cuando no lo consiguen es como si no se merecieran la oportunidad de servir a las personas. “Nuestra responsabilidad ahora es la de asegurarnos de que esto no vuelva a pasar de nuevo, y creo que hay unas cuantas cosas básicas que deberíamos hacer para asegurarnos de ello”, ha añadido. “Una es asegurarnos de que los desarrolladores no tengan acceso a tanta información, por lo que vamos a hacer tomar una serie de medidas para restringir el acceso a la información a la que pueden acceder”.

El creador de Facebook también ha dicho que planean crear una herramienta para permitir que los usuarios puedan ver si su información personal ha sido comprometida, y que notificarán a los usuarios si alguna de sus aplicaciones está haciendo cosas sospechosas. Son cosas, según ha dicho, que vistas desde la perspectiva actual se arrepiente de no haber hecho hace tiempo, pero asegura que están comprometidos en hacer bien a partir de ahora.

La solución planteada por The Economist, para Facebook y toda la industria, es que para evitar regulaciones aplicables a servicios públicos, las “firmas tecnológicas deben abrirse a personas externas, de manera segura y metódica. Debería crear un ombudsman de la industria, llamémoslo Consejo de Derechos de Datos. Parte de su trabajo sería establecer y hacer cumplir las reglas mediante las cuales los investigadores independientes acreditados miran dentro de las plataformas sin amenazar la privacidad de los usuarios”.

Facebook y otros servicios de la redes sociales, son omnipresentes en nuestra vida diária. Por lo tanto, debemos prestar atención a su evolución, y sobre todo a los conflictos vinculados a nuestra privacidad. Por ello, compartimos más abajo, los análisis de The Economist al respecto:

1. Facebook enfrenta la dilución de su reputación

Lo que debería hacer Zuckerberg

Así es como Facebook y la industria en general, deberían responder

22 de marzo de 2018
The Economist
Traducido y glosado por Lampadia

El año pasado surgió la idea de que Mark Zuckerberg podría postular a la presidencia de EEUU en 2020 e intentar liderar el país más poderoso del mundo. Hoy, el fundador de Facebook está luchando por demostrar que es capaz de liderar a la octava empresa más grande del mundo o que cualquiera de sus 2,100 millones de usuarios deberían confiar en ella.

Las noticias de que Cambridge Analytica (CA), una firma vinculada a la campaña del Presidente Donald Trump en 2016, obtuvo datos de 50 millones de usuarios de Facebook de maneras dudosas, posiblemente ilegales, han encendido una tormenta de fuego.

Zuckerberg parece no haberse dado cuenta de que su negocio enfrenta una crisis de confianza muy amplia. Después de meses de hablar de propaganda y noticias falsas, los políticos en Europa y, cada vez más en EEUU, ven a Facebook en negación y fuera de control.

Desde que se supo la noticia, los inversores asustados se han deshecho de un 9% de las acciones de Facebook. Según un grupo de expertos del Centro de Investigación Pew, la mayoría de los estadounidenses dice que desconfía de las empresas de redes sociales. El señor Zuckerberg y su industria necesitan cambiar, rápido.

El juego de la adicción

El negocio de Facebook se basa en tres elementos: mantener a los usuarios pegados a sus pantallas, recopilar datos sobre su comportamiento y convencer a los anunciantes que paguen miles de millones de dólares por anuncios orientados hacia ellos. La empresa tiene un incentivo para promocionar material que llama la atención y vender anuncios a cualquier persona. Su cultura combina una búsqueda despiadada de ganancias con una creencia excesivamente optimista y narcisista en sus propias virtudes. El señor Zuckerberg controla los derechos de voto de la empresa. Claramente, recibe muy poca crítica.

En el último fiasco, se descubrió que en 2013 un académico en Gran Bretaña creó una aplicación de cuestionarios para usuarios de Facebook, al que respondieron 270,000 personas. A su vez, ellos tenían 50 millones de amigos de Facebook. Los datos sobre todas estas personas luego terminaron en Cambridge Analytica. Facebook sabía del problema en 2015, pero no alertó a los usuarios individuales. Aunque nadie sabe cuánto CA benefició a la campaña de Trump.

El episodio se ajusta a un patrón establecido de descuido hacia la privacidad, la tolerancia hacia la inexactitud y la renuencia a admitir errores. A principios de 2017, Zuckerberg desestimó la idea de que las noticias falsas habían influido en las elecciones como “bastante loca”.

Facebook no va a ser prohibido o cerrado, pero las posibilidades de una reacción reguladora están creciendo. Europa está imponiendo castigos, desde impuestos hasta casos antimonopolio. La base de clientes estadounidenses de Facebook se ha estancado desde junio de 2017. Facebook vale US$ 493,000 millones, con solo US$ 14,000 millones de activos físicos. Su valor es intangible y, potencialmente, efímero.

Si Zuckerberg quiere hacer lo correcto por el público y su empresa, debe reconstruir la confianza. Necesita un examen completo e independiente de su enfoque al contenido, la privacidad y los datos, incluido su papel en las elecciones de 2016 y el referéndum del Brexit. Esto debe hacerse público.

Luego, Facebook y otras firmas tecnológicas deben abrirse a personas externas, de manera segura y metódica. Debería crear un ombudsman de la industria, llamémoslo Consejo de Derechos de Datos. Parte de su trabajo sería establecer y hacer cumplir las reglas mediante las cuales los investigadores independientes acreditados miran dentro de las plataformas sin amenazar la privacidad de los usuarios.

Pulgares abajo

La tecnología tiene experiencia en actuar colectivamente para resolver problemas. Los estándares sobre hardware y software, y la denominación de dominios de internet se acordaron conjuntamente. Los rivales de Facebook pueden ser cautelosos, pero si la industria no presenta una solución conjunta, un encorsetamiento del gobierno será inevitable.

Facebook parece pensar que solo necesita modificar su enfoque. De hecho, otras empresas que extraen datos de consumo deben suponer que todo su modelo comercial está en riesgo. A medida que los usuarios se informan mejor, la fórmula mágica de tomar datos sin pagarlos y manipularlos con fines de lucro puede morir. Las empresas pueden necesitar compensar a las personas por sus datos o dejar que paguen por usar plataformas sin anuncios. Los beneficios no vendrán tan fácilmente, pero la alternativa es dura. Si Facebook termina como un servicio público regulado con sus retornos de capital limitado, sus ganancias pueden caer un 80%. ¿Qué le parece, Zuckerberg?

2. El escándalo de Facebook podría cambiar tanto la política como la Internet

Privacidad digital

Incluso usado legítimamente, es una herramienta política poderosa e intrusiva

22 de marzo de 2018
The Economist
Traducido y glosado por Lampadia

“Mi meta nunca fue hacer que Facebook fuera genial. No soy una persona genial”, dijo Mark Zuckerberg, el jefe del gigante de los medios sociales, en 2014. Eso nunca ha sido más cierto. Su compañía ha pasado el último año tropezando con controversias sobre el tráfico de noticias falsas y permitiendo la manipulación rusa de los votantes estadounidenses, con diversos grados de ineptitud.

Incluso los aliados de Facebook lo han eliminado como amigo. En Twitter, Brian Acton, cofundador de la popular app de mensajería WhatsApp (que Facebook compró por $ 22 mil millones en 2014), alentó a las personas a “#DeleteFacebook”.

El escándalo de Cambridge Analytica revela las morosas y porosas políticas de privacidad de Facebook y el enfoque arrogante de la compañía hacia la supervisión. Los datos sobre los usuarios de Facebook fueron obtenidos por Aleksandr Kogan, un investigador de la Universidad de Cambridge, que atrajo a unas 270,000 personas a participar en una encuesta a cambio de una pequeña tarifa. Cuando esos usuarios instalaron la aplicación de encuesta, compartieron detalles sobre ellos mismos y, sin saberlo, sobre sus amigos, en torno a los 50 millones de usuarios de Facebook. Sorprendentemente, antes de 2015, las reglas de Facebook permitían la extracción de conexiones sociales sin el consentimiento de cada usuario.

Lo que sucedió a continuación nunca fue permitido por Facebook. Kogan proporcionó estos datos a Cambridge Analytica, y se alega que los compartió con los clientes, incluida la campaña de Trump. Cambridge Analytica cuenta con el respaldo de Robert Mercer, un donante republicano; Steve Bannon, ex asesor principal de Trump, solía servir como ejecutivo.

Si los informes son creíbles, Cambridge Analytica tiene la costumbre de impulsar los límites éticos y legales para recopilar datos. Se espera que el regulador británico de protección de datos, la Oficina del Comisionado de Información, haga una investigación en las oficinas de Cambridge Analytica.

El escándalo repercute tanto en la política como en Internet. Facebook ha construido un gigantesco negocio de publicidad, con ventas de alrededor de US$ 40 mil millones en 2017, al recopilar información detallada sobre la identidad y el comportamiento de los usuarios en línea y luego vender el acceso. Facebook rastrea a los usuarios no solo en sus servicios, incluyendo su red social del mismo nombre e Instagram (que posee), sino a través de la web. Saber que alguien es dueño de un perro e interesado en comprar una nueva ventaja puede no parecer controversial. “Microtargeting” a alguien con el fin de influir en sus puntos de vista políticos y el comportamiento de votación parece más siniestro.

Las campañas de Barack Obama eran digitalmente sofisticadas y usaban Facebook para llegar a los posibles votantes. Sin embargo, Obama obtuvo el permiso adecuado para obtener datos sobre los amigos de la gente y no microtargeteó a los usuarios a escala industrial, a diferencia de la campaña de Trump. La focalización basada en los datos de Cambridge Analytica puede haber ayudado a Trump a ganar la presidencia, aunque no se puede saber en qué medida.

Las empresas pueden superar escándalos. Rupert Murdoch, un magnate de los medios, sobrevivió a una vorágine en 2011 cuando se informó que un periódico que poseía había pirateado el teléfono de una niña asesinada, Milly Dowler.

La respuesta de Zuckerberg al escándalo ha sido modesta. Mientras los usuarios se alejan, es probable que los políticos de EEUU y Europa le presten más atención a Facebook. Están analizando la conducta de Facebook y pueden proponer nuevas leyes, especialmente en el dominio de la privacidad de datos. Lampadia




Atentado contra la libertad de expresión y la calidad de la democracia

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Un acto más en la destrucción mutua. No sabemos si por venganza o por qué oscuras motivaciones, la comisión permanente del Congreso aprobó en primera votación la ley que prohíbe al Estado poner publicidad en los medios privados, exonerándola, además de la segunda votación.

Solo se exceptúa dicha limitación para el caso de desastres o emergencias nacionales y campañas de educación electoral. Y, aun en esos casos, se fija como tope máximo de la campaña el 10% de la facturación total del medio, y siempre y cuando no supere el 0.25% de la partida presupuestal de la entidad estatal anunciante.

En el contexto de una dinámica política y mediática que tiende a ser de por sí autodestructiva, campañas estatales motivadoras con mensajes constructivos, integradores y transformacionales son lo único que puede contrarrestar la tendencia natural al escándalo, a la pelea, a la mentira y a la disolución social.

Con una ley absurda como esta, el Estado no podrá llevar adelante campañas educativas orientadas a:

  • Reducir la anemia y otros males de salud pública
  • Motivar a las personas a denunciar los actos de abuso sexual y violencia familiar
  • Desarrollar valores de solidaridad, respeto cívico y cambiar conductas en diversos frentes, desde la manera de conducir hasta la forma de recibir a los turistas pasando por hacer respetar los derechos del ciudadano ante policías e instancias gubernamentales
  • Motivar una sana competencia entre los colegios y profesores por una mejora sustancial de la calidad educativa
  • Impulsar una corriente masiva de denuncias de actos de corrupción en todas las instituciones por parte de los ciudadanos
  • Promover reformas importantes que requieren respaldo social para luchar contra intereses creados tales como:

– El impulso a la meritocracia en todo el Estado con la difusión de la ley de servicio civil, mostrando ejemplos positivos de instituciones que ya han hecho el tránsito
– Una reforma laboral que permita la incorporación de las mayorías a la formalidad y rompa con la exclusión legal existente
– Una reforma del sistema judicial y policial que involucre a los ciudadanos y la sociedad civil

Parece que no hay conciencia de lo que está pasando. En circunstancias en las que, luego de las declaraciones de Barata, la clase política entera corre el riesgo de ser despedida y reemplazada por Dios sabe qué aventureros políticos, no se le ocurre mejor idea a esa clase política que eliminar una de los pocos instrumentos que puede tener el Estado para mantener niveles mínimos de credibilidad en las instituciones y en la acción colectiva.

¿Será que el hecho de que sean los periódicos y canales de televisión los que denuncian los actos de corrupción de los políticos, haya provocado, como reacción, una ley como esta? El tufillo a castigo es inocultable. Lo curioso es que el autor de la ley, Mauricio Mulder, es uno de los mayores beneficiarios de la transformación de los medios en escenarios del espectáculo de las denuncias y las confrontaciones.

Porque ese es el fenómeno que hay que entender. Aquí se da una relación simbiótica y perversa entre medios y políticos: ambos viven del rating, y entonces la tendencia en los medios es invitar a los políticos más grandilocuentes, agresivos o demagogos para levantar precisamente su audiencia y así captar más publicidad, lo que lleva a los políticos a acentuar las mencionadas características que garantizan el éxito mediático. Es un círculo vicioso que lleva no solo a la degradación de la política sino a la percepción por parte de la opinión pública de que hay mucha más corrupción, desorden e ineficiencia de la que realmente hay.     

Si esa es la tendencia natural en toda democracia en la que hay libertad irrestricta de prensa, ello en el Perú se agrava debido a que el Congreso está en manos distintas al Ejecutivo, de modo que lo que tenemos no es una relación de cooperación entre ambos Poderes, como ocurre en las democracias parlamentarias o en la mayor parte de las presidencialistas, sino una relación de confrontación sorda o abierta que no ofrece esperanzas para la construcción acordada de un destino común.

Si el sentido colectivo y la democracia misma son mellados permanentemente por las noticias de corrupción y de enfrentamientos políticos, la credibilidad de la población en la democracia y las instituciones –ya no solo en los políticos- se reduje a niveles que pueden volver insostenible el propio sistema democrático, incubando demandas por una propuesta autoritaria que ponga orden o cambie las cosas en el peor sentido posible.  

En medio de un escenario de descomposición social y política como ese, el único elemento que puede contrarrestar esa entropía negativa es el factor aglutinador que pueden significar campañas de comunicación en torno a los temas arriba señalados u otros similares. Y ese instrumento, que en realidad el gobierno ni siquiera explota en la medida en que debiera, queda impedido ahora con una ley insensata como esta.

Pero eso no se resuelve prohibiendo la publicidad estatal en los medios privados. Dichos gobiernos optarán entonces por contratar directamente a dichos periodistas o a dichos medios con otros disfraces. La regulación de la publicidad estatal está pendiente, pero debe hacerse bien, tomando en cuenta, entre otras cosas, el alcance del medio.    

Cooptación de periodistas y medios

Cierto es que hay entidades públicas y gobiernos regionales y locales que han mal utilizado presupuestos de publicidad sea para comprar el apoyo de determinados medios y de periodistas, sea para auto promocionarse encubriendo deficiencias de gestión. La cooptación de periodistas y medios que realizan los gobiernos sub-nacionales, en un mercado abierto de compra venta de apoyos, es escandalosa. Ver en Lampadia: Las relaciones del Estado con los medios de comunicación.

Pero eso no se resuelve prohibiendo la publicidad estatal en los medios privados. Dichos gobiernos optarán entonces por contratar directamente a dichos periodistas o a dichos medios con otros disfraces. La regulación de la publicidad estatal está pendiente, pero debe hacerse bien, tomando en cuenta, entre otras cosas, el alcance del medio.    

Las redes

La ley cree que las redes sociales pueden sustituir a los medios. Pero eso no es cierto, y lo ha explicado claramente Alfredo Torres (El Comercio, 25-2-18). No obstante, si dejamos de poner publicidad estatal en los medios y la colocamos en las redes, lo que sí vamos a lograr es acelerar el proceso por el que las redes, que son el escenario de la posverdad, de las verdades emocionales, de las noticias falsas, de los insultos anónimos y la difamación impune, van depredando la lectoría y la audiencia de los medios serios que sí verifican la información antes de publicarla. Juan Luis Cebrián, presidente ejecutivo del grupo Prisa y ex director del diario El país de España, explicaba que en España en los últimos 10 años 15 mil periodistas se han quedado sin trabajo. En la medida en que los medios serios tienen menos ventas y menos publicidad, ya no pueden pagar a sus buenos periodistas y entonces decae la calidad informativa de los únicos informativos y periódicos que contrastan las informaciones y las analizan con seriedad.

Es increíble que el Congreso de la República se sume a ese proceso de depredación. La libertad de expresión supone también responsabilidad. No es libertad para difamar, mentir, insultar, lanzar rumores o inventar hechos que no son ciertos. Debemos escapar de ese destino con todas nuestras fuerzas si queremos preservar la salud de nuestra democracia. Lampadia




El Futuro del Saber

El Futuro del Saber

Hace 20 días tuvimos en Lima a Fabio Gandour, el Jefe de Investigación de IBM en Brasil, de uno de doce laboratorios de investigación de la empresa en el mundo. En el CADE por la Educación 2016, el investigador nos habló del saber, de la acumulación de conocimiento en el futuro, de cómo se va a generar, de cómo serán las máquinas, por primera vez en la historia, las que asuman esta tarea.

Gandour nos describió un nuevo verbo creado por él para describir la generación de conocimiento por las máquinas:

Cognir

Verbo transitivo, regular, en la tercera conjugación, que expresa la acción de producir conocimiento, acción originalmente reservada al ser humano por naturaleza, ‘entrenable’ en algunos animales superiores, que empieza ahora a ser ejecutada por las máquinas, capaces de capturar datos, ponerlos en formatos ordenados y útiles para producir información sobre la cual se genera dicho conocimiento. A esto se llama Computación Cognitiva.

“Hoy las máquinas empiezan a cognir. ¡Hay qué miedo!”

Gandour nos comentó que en enero del año 2000, el más notable físico del planeta, Steven Hawkins, explicó en una conferencia en Londres que pensaba que el mundo en el siglo XXI sería el ‘siglo de la complejidad’.

Las máquinas participarían de forma determinante en la formación del saber.

Estas serían necesarias y capaces de procesar y aprovechar el crecimiento exponencial de datos no estructurados, como los que se producen en las redes sociales.

Según Gandour, el mundo no es determinístico, es probabilístico. En éste debemos tener capacidad de improvisar para crear el ecosistema del saber.

El reto es pasar de los datos a la información, y de esta al conocimiento, a la cognición.

¿Será mejor el futuro? Se preguntó Gandour:

“Para que sea mejor hay cosas que tenemos que hacer hoy. La única certeza que tenemos sobre el futuro es que vamos para allá. No hay como volver atrás”.

En nuestras palabras, este dictum equivale a aquel que define al optimista: El optimista no es el que cree que las cosas saldrán bien por acción de los Dioses, sino el que está dispuesto a la acción.

Así es, no podemos dejar las cosas en manos de los Dioses ni de los demás, gobernantes o comunes, tenemos que involucrarnos en la creación de nuestro futuro, empezando en ver que educación debemos dar a nuestros hijos para que tengan la capacidad de moldear su propio futuro. Lampadia

Ver la conferencia de Fabio Gandour en el CADE por la Educación:

 




Jóvenes empresarios como motores del crecimiento sostenible

Jóvenes empresarios como motores del crecimiento sostenible

Las reuniones de las Juntas de Gobernadores del Grupo del Banco Mundial (GBM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) de la semana pasada incluyeron el tema sobre como prender los motores del crecimiento sostenible. En este marco, el seminario de los “Jóvenes Empresarios como motores del crecimiento sostenible” fue un gran aporte para incentivar a los jóvenes a “convertirse en los dueños de sus propios destinos”, ya sea como trabajadores, empresarios o líderes empresariales. 

Este incentivo es, según el seminario, una de las herramientas de desarrollo más poderosas del mundo. El panel incluyó al presidente del Grupo Banco Mundial (BM), Jim Yong Kim; el actor de EEUU, Sean Penn; el cofundador de LinkedIn, Allen Blue; el fundador de Mara Group y fundador de la Fundación Mara, Ashish J. Thakkar y la presidente y CEO de Softek, Blanca Treviño. Además, el debate global incluyó una serie de diálogos virtuales reuniendo conocimientos y experiencias de cientos de jóvenes emprendedores de las seis regiones.

Jim Yong Kim inició el debate con un llamado a los gobiernos a crear políticas que incentiven e impulsen el emprendedurismo de los jóvenes. Lo más importante, dijo, es asegurarse de crear sistemas que permitan brindarles a los jóvenes, acceso al capital, algo particularmente difícil en los países emergentes. 

Además, hizo un llamado a los jóvenes a tomar acción y seguir luchando por lograr sus objetivos e ideales, ya que son los jóvenes quienes tienen que asegurarse de alcanzar el futuro que desean.  El mundo será un lugar muy diferente de acá a cuarenta años, y son los jóvenes, no las personas mayores, quienes vivirán ese mundo. Es por eso que deben seguir luchando por un crecimiento económico y por un mayor cuidado del medio ambiente. El futuro está en la fuerza de los jóvenes, y en su compromiso, con el futuro de la humanidad.

Luego, el exitoso actor de Hollywood, gran filántropo y fundador de la J/P Haitian Relief Organization (J/P HRO), Sean Penn, compartió sus experiencias trabajando en programas de TI, destacando la facilidad con la que cuentan los jóvenes para expresar y canalizar sus ideas por medio de la tecnología y las redes sociales. Del mismo modo, subrayó el potencial de los jóvenes para convertirse en visionarios.

Penn, que apoya causas humanitarias en todo el mundo, instó a los jóvenes a tomar medidas en el futuro de la humanidad. Del mismo modo, destacó la importancia de contar con una economía favorable al medio ambiente y la necesidad de mayores iniciativas empresariales que tomen en cuenta el cambio climático.

El actor estadounidense contó que trabajar en Haití fue un momento de gran descubrimiento, ya que dio lugar a una amplia red de países dispuestos a ayudar a una población que es practicamente incapaz de avanzar por sí misma. Señaló que en Haití existen muchas historias sobre jóvenes emprendedores, que tienen hambre de conocimiento y muchas ganas de hacer sus sueños realidad.  Haití es actualmente “un terreno de cultivo para nuevas ideas para los jóvenes”.

Por su parte, el fundador del Grupo Mara, Ashish Thakkar, contó cómo fundó su empresa, Mara Group, cuando tenía tan solo 15 años, después del genocidio en Ruanda, donde su familia perdió todo y tuvo que abandonar la escuela. Afirmó que “al ser un empresario joven nos damos cuenta que es la única forma que podemos ser impulsores del crecimiento, y tenemos que empoderar a los jóvenes para que nuestras economías puedan crecer de manera sostenible”. También considera que los gobiernos necesitan un cambio de pensamiento porque “la respuesta al desempleo es empujar a las empresas medianas y pequeñas” con capital y asistencia técnica.

La presidenta de Softtek, Blanca Treviño, de México, contó su experiencia, una bastante diferente ya que se fundó en los años 80s, cuando todavía no existía una cultura de emprendedurismo. Sin apoyo del gobierno pero con mucha certeza, ella comparte que lo más importante es la confianza en uno mismo, “puede faltar capital o incentivos del gobierno, pero lo que no puede faltar es la firme convicción de lo que se quiere hacer”. Además, destacó que “es increíble la oportunidad que actualmente tienen todos los jóvenes emprendedores” de tener acceso a capital y tener la oportunidad de dejar una huella como emprendedor social.

También participó la peruana Mariana Costa, cofundadora de Laboratoria, quien explicó cómo nació su empresa social: convirtiendo un problema de falta de oportunidad en mujeres jóvenes sin educación formal, en una oportunidad para crear su propia tecnología. 

La conclusión del debate fue que lo más importante para impulsar el emprendimiento es empoderar a los jóvenes con mayores herramientas para poder luchar por el futuro que desean tener, principalmente mediante el acceso al capital y a la educación. Es la mayor inversión que se puede hacer para nuestro futuro. Lampadia




El Siglo 21 exige más y mejor comunicación de sus líderes

El Siglo 21 exige más y mejor comunicación de sus líderes

Internet, los nuevos medios, los smartphones, las redes sociales, la geolocalización, la abundancia de cámaras fotográficas y de videos, han transformado para  siempre la comunicación entre los seres humanos.  Hoy “el mundo al instante que prometía” CNN en su pantalla se ha vuelto una patente realidad, la información llega a ti a tu móvil en tiempo real. Es más, los ciudadanos de a pie están dejando de ser simples espectadores. Intervienen en el espacio de comunicación directamente subiendo mensajes, fotos  y  videos que se viralizan exponiendo desde infractores de tránsito hasta políticos o, revelando situaciones dramáticas.  Sus  mensajes y opiniones sobre  lo que ocurre, pueden llegar en instantes a millones de personas. Avalanchas de  muestras de solidaridad o de repudio a través de estos tipos de mensajes consiguen que gobiernos o personajes viren decisiones o se reafirmen en ellas. Así es la comunicación en la era “post PC”, como la llamó Steve Jobs o la denominada de los dispositivos móviles.

Hoy en día esta nueva comunicación está penetrando en la política. Barack Obama llegó al poder gracias a su oportuno y bien logrado manejo de las redes sociales. Primero, para captar fondos, luego para comunicar y difundir sus mensajes de una manera que parecía más sincera, directa y sensible. El efecto que tuvo entre los votantes cambió para siempre la forma de hacer campañas electorales, pero no aun la de gobernar. Después de todo, Obama no ha empleado tanto las redes sociales en su ejercicio del poder.

Los ciudadanos, en cambio han aprendido a expresar su descontento, su malestar a través de las redes. Como se ha señalado en múltiples oportunidades, la extinta primavera árabe no hubiera sido posible sin el concurso de la cultura Facebook. El empleo de estas herramientas fue clave para convocar a los jóvenes, para unificar las propuestas y establecer algunos objetivos en las protestas masivas.

Algo similar ocurrió y ocurre en el Brasil que salió a las calles para exigir que el gobierno atienda las necesidades de los ciudadanos y acabe con la corrupción y el dispendio. La lucha en un país como Venezuela en el que se  ha cortado casi todas las libertades civiles, no sería posible sin la capacidad aglutinante que permite la Internet.

Las nuevas tecnologías son claves para efectuar denuncias de enorme relevancia social, como los abusos cometidos por policías contra las minorías negras en varios estados y ciudades de los Estados Unidos. Sin los videos captados e instantáneamente subidos a  las redes sociales en las que se ve a policías maltratando a indefensos ciudadanos afrodecendientes, no se puede explicar la ola de indignación que recorrió estas comunidades ni los procesos para sancionar a los responsables directos de estos atropellos.

Los ciudadanos han comprendido que las redes sociales les permiten hacer sentir su voz, hacer que se les escuche e influir directamente en las decisiones de quienes los gobiernan. Esto ha empoderado a la ciudadanía de una forma nunca antes vista. Los gobernantes, sin embargo, solo actúan reactivamente ante esta nueva forma de expresión popular.

Como bien ha definido la ex secretario de Estado de los EEUU, Madelaine Allbright, “creo que estamos en una era muy diferente. Tenemos que encontrar la manera de tener una gobernanza nacional e internacional y, he robado esta declaración de alguien pero funciona tan bien, sobre lo que está pasando (teniendo en cuenta lo que está sucediendo en la tecnología) la gente está hablando con sus gobiernos con tecnología del siglo 21; los gobiernos los escuchan en la tecnología del siglo 20 y están proporcionando respuestas del siglo 19. Por lo tanto no hay confianza en las instituciones existentes, ya sea en los gobiernos de los países, en sus personas o en que el sistema internacional pueda llegar a acuerdos en una verdadera variedad de temas, ya sean sociales, económicos, políticos o ambientales”. (Ver en Lampadia: Fuera de control en términos  de fuerzas desplegadas).

Allbright esta en lo cierto. Esta incapacidad de comunicarse, de entender la fuerza de las redes sociales y las nuevas tecnologías de comunicación de parte de los políticos, no solo desaprovecha una oportunidad de acercar la política a los ciudadanos, sino que incluso des institucionaliza por  la frustración que genera. Con esto no se está pidiendo que se instaure una “democracia directa”, ni mucho menos, sino que se escuche a tiempo el clamor ciudadano y se tomen medidas correctas para resolver problemas puntuales.

Es imprescindible que ciudadanos y políticos se comuniquen por la misma vía y que estos últimos propongan soluciones de este siglo y no ideas decimonónicas.

En España, la llegada a la alcaldía de Madrid de la polémica Manuela Carmena, ha revolucionado la forma de comunicación. Dadas las críticas a su gestión ha decidido crear un portal que ha llamado Versión Original. Según recoge El Mundo de España, esta herramienta “tiene el objetivo de ser «un soporte blanco», asegura una fuente del Ayuntamiento. Esto es, «un portal en el que no habrá opinión, sólo correcciones documentadas». No quieren entrar en debates. Su único cometido, justifican, es tener un lugar en el que «defenderse de las noticias falsas o no matizadas» que ven la luz en la prensa… La alcaldesa, asegura una fuente municipal, prefiere no llevar este tipo de casos a los tribunales y antepone la creación de un espacio cibernético en el que denunciar estas info”.

Esta es una forma de defensa, una reacción ante esta suerte de “denuncitis” que privilegia lo impactante antes que lo importante, que prefiere el escándalo a la reflexión. Como señala Carmena “es un riesgo que el periodismo de escándalo que hubo en su día en el mundo del corazón se está trasladando a la política. ‘Hoy en día hay tantos medios de Comunicación que permiten conocer la noticia directamente que si se ubica o se llevan a cabo esos estilos de periodismo en el que no se busca la verdad sino el escándalo, el resultado es negativo para los medios de Comunicación’. Por eso ha dicho que es importante dar ‘la versión de los hechos cuando son discutibles y darla tranquilamente es importante’”.

Sin duda una iniciativa que tiende a bajarle las revoluciones a cierto tipo de periodismo al que obliga a contrastar lo que dice con la realidad. Una forma de tener una comunicación más del Siglo 21.

Carmena considera que los partidos políticos no deben agruparse alrededor de una ideología, pues ello establece ‘camisas de fuerza’ que limitan su evolución al ritmo de la sociedad y la capacidad de convergencia con otras fuerzas sobre aspectos específicos de la realidad del país

Pero todavía la política y en especial la peruana, ad portas de un nuevo proceso electoral que se presenta sumamente hostil, debe hallar las formas de transmitir ideas y no solo acusaciones y denuncias como viene siendo. Estamos seguros que quien encuentre ese camino estará un paso adelante en su carrera por el sillón de Pizarro. Lampadia 

 

 




Derechos de la Mujer: Arabia Saudita y más allá

Derechos de la Mujer: Arabia Saudita y más allá

Arabia Saudita es la economía número catorce en términos de PBI (al 2014, según el FMI), tiene una economía basada en el petróleo con fuertes controles gubernamentales, posee cerca de 17% de las reservas petroleras del mundo, siendo el mayor exportador de crudo, y desempeña un determinante liderazgo en la OPEP. Este sector representa, aproximadamente,  el 80% de los ingresos, el 45% del PBI y el 90% de las exportaciones.

A pesar de la creciente incertidumbre política en los países árabes, Arabia Saudita se sigue beneficiando del petróleo. Por otra parte, su situación fiscal protege al país de una eventual desaceleración económica. Se espera que la economía crezca 2.5% en 2015. Para el 2016, se prevée un crecimiento del 2.6%. Su ministro de Petróleo, Ali Al-Naimi, asegura que entre el  2040 y el 2050,Arabia Saudita será exportador deelectricidad producida con energía solar, ver en Lampadia. Energía infinita y gratuita: Promesa de un futuro cercano.

Sin embargo, el ritmo de modernización ha sido muy injusto y disparejo, especialmente en el aspecto social con los Derechos de la Mujer, al igual que en la mayoría de países islámicos.

Arabia Saudita tiene un pésimo historial de derechos humanos, en particular en lo que respecta al trato a las mujeres. Aunque en los últimos años los derechos de las mujeres se han ampliado parcialmente (ahora se les permite votar en las elecciones locales, por ejemplo) su situación sigue siendo básicamente la misma. 

Por ejemplo, no hay ninguna ley oficial que les prohíba conducir, pero sus prácticas religiosas sí lo prohíben, con clérigos saudíes argumentando que las conductoras femeninas “socavan los valores sociales”. Las razones dadas por ellos son:

  • Implica el descubrimiento de la cara.
  • Puede llevarlas a que salgan de la casa con más frecuencia.
  • Puede dejar que tengan mayor interacción con los hombres.
  • Crearía mayor tráfico en las calles y podría privar a los hombres de la oportunidad de conducir.
  • Sería el primer paso en una erosión de los valores tradicionales, como la segregación de género.

También se espera que las mujeres mantengan sus cabezas cubiertas con pañuelos y usen ropa suelta, como una ‘abaya’, cuando estén en público. Además, las mujeres adultas deben tener el permiso de un “tutor masculino” para trabajar o ir de viaje, una severa restricción a su libertad.

Todas las mujeres deben tener un tutor masculino, el cual el responsable y se le tiene que pedir permiso para poder casarse, viajar, recibir educación superior, trabajar y hasta tener una cuenta bancaria.

Las mujeres deben limitar su interacción con los hombres con los que no estén relacionadas. La mayoría de las oficinas, bancos y universidades tienen entradas separadas para hombres y mujeres. El transporte público y los parques  también están segregados. Asimismo están totalmente prohibidas de practicar deportes. De hecho, son el único país sin una selección femenina en las Olimpiadas. En el sector educación, han sido desalentadas de estudiar carreras como ingeniería, farmacéutica, arquitectura y derecho.

La segregación de género se ha visto muy afectada por la tecnología de comunicaciones, sobre todo cuando es anónima. Los saudíes fueron los primeros en adoptar la tecnología Bluetooth, mediante el cual los hombres y mujeres podían comunicarse en secreto. Además, las mujeres saudíes utilizan las redes sociales como una forma de compartir ideas que no podrían decir públicamente. Por ejemplo, una mujer afirmó que:

“En Arabia Saudita vivimos más una vida virtual que una vida real. Conozco a personas que están involucradas en romances en línea con gente que no conocen en la vida real … Y muchas de nosotras usamos Facebook para otras cosas, como hablar de los derechos humanos y los derechos de las mujeres. Podemos protestar en Facebook sobre el encarcelamiento de una persona, algo que no podríamos hacer en las calles.”

Algunos clérigos conservadores han pedido que Facebook esté prohibido porque causa mezcla de géneros. Un clérigo lo llamó una “puerta a la lujuria” y la causa de la “lucha social”. 

Debido a todos estos factores, los organismos internacionales luchan constantemente contra Arabia Saudita en materia de igualdad de género. En 2014, el World Economic Forum clasificó al país en el puesto 130 de 142 en su informe anual sobre igualdad de género. Pero practicamente todos los países de la tierra se tapan un ojo y se abstienen de poner el tema en agenda por la importancia de Arabia Saudita en el mundo económico y su posición más racional que la de la mayoría de miembros de la OPEP en cuanto al uso político del ‘oro negro’.

Esta terrible realidad debería ser calificada como un “Apartheid” contra las mujeres y debería merecer las mismas acciones internacionales que tuvieron que desarrollarse contra la Sudáfrica segregacionista pre Mandela.

Sin embargo, el mundo se está modernizando, y la tecnología de Internety la globalización permiten una mayor democratización que no debiera tardar en asentarse en esas tierras. Aproximadamente la mitad de la población tiene menos de 25 años y cada vez más sauditas van a la universidad, trabajan y usan las redes sociales.

Las sonadas protestas del 2011, mostrando a decenas de mujeres manejando  y compartiendo vídeos e imágenes de su desobediencia civil, no han logrado el impacto de brindarles más derechos al volante. Pero “lo que está cambiando ahora en Arabia Saudita es que incluso el ciudadano saudí simple, promedio, la mujer sencilla, ama de casa, es ahora consciente de sus derechos civiles”, afirma una activista (anónima) de los derechos de la mujer. Un ‘momemtum’ que debiera traer un cambio en la política internacional.

El mundo está cambiando a pasos agigantados. Y si Arabia Saudita quiere seguir participando de la globalización y del mundo moderno, va a tener que adaptarse. Lampadia




Entrevista a Director de Lampadia – 07/05/2015

Diálogo de Alfonso Baella Jr., Director del programa Redes y Poder en Willax TV y el Director de Lampadia sobre los objetivos del Portal y la incidencia de las redes sociales en la definición de aspectos políticos y económicos.

Entrevista Parte 1:

Entrevista Parte 2:




“En política exterior hay un doble discurso penoso”

“En política exterior hay un doble discurso penoso”

El ex presidente de Uruguay examina el panorama regional y lamenta que nuestros gobiernos no sean más firmes ante Venezuela.

Entrevista a Julio María Sanguinetti

Por Francisco Sanz Gutiérrez

(El Comercio, 16 de Noviembre del 2014)

La Gobernabilidad y la Globalización fue el título de la conferencia magistral que el ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti –invitado por el Poder Judicial– dio anteayer en Lima. Aprovechamos su presencia para repasar lo que ocurre en nuestra región. 

¿La gobernabilidad se ha vuelto un asunto más complejo con la globalización de hoy?

El mundo ha tenido un cambio extraordinario. Acabamos de celebrar los 25 años de la caída del Muro de Berlín. Ese 1989 puso fin a los dos siglos más políticos de la historia. Empezó en 1789 con la Toma de la Bastilla. Este fue el triunfo de la democracia sobre el absolutismo y aquel el de la democracia sobre el comunismo. A partir de ahí pensábamos entrar a la paz perpetua de Kant, pero no ha sido así. Debajo de ese mundo bipolar había ido ocurriendo una revolución científica y tecnológica que globalizó el mundo y lo ha vuelto más complejo.

En esa globalización usted tiene una postura crítica frente a las redes sociales.

Las redes sociales son un nuevo actor. La opinión pública se expresa a través de encuestas, pero hoy sobre todo mediante las redes, en las cuales de un modo absolutamente irresponsable todo el mundo habla. Las redes hasta hoy se mostraron notables para destruir, pero muy poco eficaces para construir. Pueden generar una primavera árabe y llevar hasta el otoño, pero el verano nunca llegó porque allí no se construyó nada. Empero, no se trata de enfrentar este fenómeno, sino de asumirlo y tratar de funcionar dentro de él.

¿Cómo observa a nuestra región en el mundo globalizado?

Ahí están los desafíos de nuestra democracia. El personalismo y el cesarismo, por un lado, cuya consecuencia es el populismo y el reeleccionismo. Otro reto grande es el avance de clases medias con expectativas distintas, que no solo demandan satisfacción material.

Hace un par de meses usted publicó un artículo titulado “Vientos de cambio”, a propósito de las elecciones en Brasil, Bolivia y Uruguay. Pero nada cambió, por lo menos en el poder seguirán los mismos.

Es cierto, no hubo esos cambios. En la explicación diría que hay una sociedad relativamente satisfecha, lo cual ayuda a los gobiernos. La década gloriosa del comercio exterior –que está terminando– ha generado esa gran sensación de euforia. En la base de los continuismos está eso. Ahora bien, los dos reclamos principales siguen pendientes: educación, que es más trascendente, y seguridad pública, que es más acuciante. En estas elecciones, diría que la satisfacción del consumo le ganó a la sensación de inseguridad.

Volvamos al personalismo y al populismo. ¿Gozan de buena salud en nuestras urnas, no?

Las etapas de prosperidad económica son el ámbito materno de los populismos. Estos se han nutrido del crecimiento del valor de las materias primas y los minerales favorable a nuestra región en los últimos tiempos. La gente podrá votar por condicionamientos económicos, anestesia social o mecanismos coactivos de presión que ya sabemos adónde conducen.

¿Se refiere a Venezuela?

Los resultados están, por desgracia, a la vista: líderes opositores presos, espacios independientes de radio y televisión que no existen más, diarios que cerraron o que fueron reducidos a su mínima expresión. Entre Chávez y Maduro han organizado un caos pocas veces visto.

¿Cómo catalogar la actitud de los gobiernos de la región frente a lo que pasa allí?

Hacemos himnos a la pluralidad y luego nos volvemos cómplices de crisis como las de Venezuela. En la política exterior de nuestros gobiernos hay un doble discurso que es penoso.

¿Qué le suscita el que Ecuador pueda tener pronto la reelección indefinida?

Es la confirmación del bonapartismo del cual le hablaba. Ecuador tiene un gobierno mucho más eficaz que el de Venezuela, pero trata de amordazar a la prensa, lo cual es grave y hasta innecesario. Se ha demostrado que la prensa no tiene poder como para voltear a gobiernos.

¿Y al Perú cómo lo ve?

Pasó su trauma político y ha crecido económicamente. Aprovechó la bonanza, pero tiene los mismos déficits que el resto en educación y seguridad.

Hace un año nos dijo, en una entrevista, que José Mujica era un presidente que hablaba mucho y ejecutaba poco. ¿Lo sigue sosteniendo?

Mujica es un personaje absolutamente singular, sin precedentes en la historia política de Uruguay y sin continuación. No es un gestor, yo diría que ni le gusta el ejercicio del poder. Si uno llega de fuera y lo escucha, diría que es un comentarista que dice frases ocurrentes.

¿Uruguay ha retrocedido con él?

No personalizaría las cosas porque Mujica no es un titular de gobierno propiamente dicho. El país ha crecido económicamente, no hay duda. Pero no es lo único que cuenta.

¿Cuál ha sido su punto más débil?

La crisis educativa. Él mismo ha reconocido que no pudo hacer nada. La última evaluación PISA es la peor que hemos tenido. No estamos estancados, sino yendo para atrás.