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Niños superdotados: una realidad que debemos impulsar

Niños superdotados: una realidad que debemos impulsar

Esta semana salió a la luz la noticia de que Nicole Barr, una gitana de tan solo 12 años, de Essex, Inglaterra, que logró un puntaje de 162 en un test de inteligencia (IQ) de Mensa. Ha superado el IQ del científico Albert Einstein, el del fundador de Microsoft, Bill Gates, y el del físico Stephen Hawking. La puntuación media de adultos es de 100, mientras que una puntuación por encima de 140 se considera que es la de un genio.

Esto pone a Nicole en el uno por ciento de las personas más inteligentes en el mundo. Su padre, un conserje, está impresionado con su logro y dice que es “la comidilla de la comunidad gitana”. La organización Unión del Pueblo Gitano ha celebrado que la niña más inteligente del mundo pertenezca a esta etnia.

 

En un comunicado de la International Romani Union remitido a EFE, su presidente, Juan de Dios Ramírez-Heredia dijo estar “especialmente contento”, entre otros motivos, porque “el éxito de Nicole es una denuncia contra la cruel discriminación que hemos padecido”, y añadió: “Seguimos padeciendo los gitanos en el ámbito de la educación”. “El triunfo de Nicole Barr -prosiguió- es una bofetada cósmica a las autoridades educativas de muchos países europeos que decidieron enviar a los niños gitanos a centros reservados para los ‘subnormales’, como se decía antes“.

Así como Nicole Barr, hay millones de niños con sobrecapacidad intelectual que no son diagnosticados, ni reciben la atención adecuada. Y es que desde los dos años de edad, es posible darse cuenta si un niño tiene capacidades intelectuales extraordinarias.

Algunas de las primeras manifestaciones de sobrecapacidad son que el niño aprende a caminar y a hablar de manera precoz, la hiperactividad, el deseo de aprender y las capacidades cognitivas superiores a las que se espera que tenga un niño de su edad. Lamentablemente, estas características se confunden muchas veces con el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), pese a que son totalmente diferentes.

Según cifras de la Organización Mundial para la Salud, entre un 2% y 3% de la población tiene altas capacidades intelectuales. Una tarea prioritaria de los Estados es encontrar y apoyar a los niños superdotados. Ellos podrían ser la élite directiva del mundo y aportar muchísimo a la sociedad. Tienen que ser incentivados y capacitados para abordar los grandes problemas de la humanidad.

Un claro ejemplo de éxito es Jack Andraka quien tenía tan sólo 14 años cuando comenzó a desarrollar una sencilla prueba de detección temprana para el cáncer pancreático. Para finales del año escolar, tuvo éxito. La prueba, desarrollada bajo la guía de un profesor del Hospital John Hopkins, solo tardaba minutos en completarse y Andraka afirma que es más rápida, barata y sensible que el actual estándar médico. Este es un gran aporte a la sociedad ya que pronto se podrá comercializar y utilizar a un bajo costo en países emergentes, como una efectiva medida de prevención de la salud.

Pero la mayoría de casos no son así. En Perú hay pocos recursos para los niños superdotados. Los sicólogos que han logrado no ser contaminados por el ‘Ritalín’, se quejan constantemente por ello y solicitan profesores especializados, adaptación de las asignaturas, información para los padres. Si ésta es la situación en un entorno controlado como el escolar, resulta fácil imaginar lo que pasa cuando los interesados abandonan las aulas: los superdotados caen en el olvido más absoluto y ellos y la sociedad perdemos una gran oportunidad.

Lo que pasa es que los estudiantes superdotados a menudo se enfrentan a grandes barreras en el sistema educativo. En lugar de apoyarlos, muchas veces se les abandona ya que existe la errada idea de que ellos no necesitan ningún tipo de ayuda.

Un ejemplo de un niño prodigio que no logró alcanzar la promesa temprana es Andrew Halliburton. Con un IQ de 145, mostró impresionantes resultados en matemáticas y pudo haber tenido un brillante futuro. Sus maestros le auguraron un gran éxito. Ingresó a la Universidad de Dundee, Escocia, cuando tenía sólo 16 años de edad. Sin embargo, se retiró después de sólo seis meses. Su principal razón fue que estaba estudiando cosas que ya sabía. En lugar de seguir una gran carrera sin sentido, prefirió limpiar mesas en McDonalds. Y eso es lo que ha estado haciendo durante los últimos 4 años.

No podemos desperdiciar los grandes talentos que existen en el Perú. Si, según la OMS, entre un 2% y 3% de la población tiene altas capacidades intelectuales, entonces tenemos al menos 900,000 personas con una inteligencia superior que deberían recibir apoyo para ayudarnos a desarrollar un mejor país. Lampadia




Bienestar económico y tasa de suicidios

Bienestar económico y tasa de suicidios

Se dice comúnmente que “el dinero no compra la felicidad… ¡pero como ayuda!” Es cierto, en la medida que los problemas económicos (en especial los de subsistencia básica) estén solucionados, las personas pueden realizarse de mejor manera. Cuando las carencias son muy grandes la infelicidad puede ser mayor. El indicador que resaltamos en este informe tiene una alta significación estadística y merece unas reflexiones. 

Se ha escrito mucho sobre el bienestar económico y la propensión al suicidio. Aquí respasamos algunos algunos de estos argumentos.

Hace unos días, un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) instaba a los países a preocuparse más seriamente en la prevención de suicidios. De acuerdo a esta institución cada 40 segundos una persona se quita la vida. Las cifras de suicidios están en ascenso en el mundo. El 2012 superaron las 800 mil personas.

De acuerdo al recientemente fallecido premio nobel de economía, Gary Becker  “en términos técnicos, muy asociados a terminología financiera, el valor presente de la vida futura, si es negativo, puede hacer que una persona opte por suicidarse. En esto influye qué bienestar estime que hay en el futuro y cómo lo valore en la actualidad (aquí entra lo que llaman la tasa de descuento; si tiende a ser muy alta, la gente sólo valora lo inmediato y le cuesta postergar la felicidad). Yendo más allá, aunque el valor presente del futuro sea negativo, si hay un período futuro en que la felicidad es positiva, se postergará el suicidio. Siguiendo con terminología financiera, esto significa que hay una opción – un derecho a suicidarse el cual puede ejercerse o no – y el cual depende en su valoración en elementos como por ejemplo, la volatilidad respecto a la felicidad (en teoría de opciones esta sensibilidad de la opción a la volatilidad se llama vega). Mientras más fluctúe la felicidad a lo largo de la vida, la opción suicida puede tomar valor, estar, como dicen los financieros “in-the-money” y ejercerse”.

Esta lamentable decisión, es optada por gente que ve que no hay futuro. Algo que ocurría en el Perú de los 80, en los que no solo la gente se suicidaba más, sino que optaba por otras soluciones: migrar del país, por ejemplo. En esos tiempos el 87% de los jóvenes confesaba que deseaba irse del Perú. Y de hecho muchos se fueron.

Como señala Becker “a diferencia de la teoría económica convencional que considera la conducta orientada sólo hacia el futuro, el suicidio presenta una particularidad: también mira hacia el pasado. Cuando la gente tiene una caída en su nivel de vida inmediata o bien disminuye súbitamente su status social, considerará más la opción suicida. En mayor medida  cuando la sensación de pérdida es reciente. Una vez pasado un tiempo, la gente se acostumbra a su situación. Un caso límite son los presidiarios: el riesgo de suicidio es mayor en los 3 primeros meses de encarcelamiento -89% de los suicidios carcelarios ocurren en ese plazo-.”

Esta es la razón por la cual, apenas se desató la crisis financiera se dispararon los índices de suicidio en los países occidentales (Estados Unidos y Europa). Mucha gente perdió rápidamente su estatus económico y social. Paul Krugman daba cuenta de esta realidad en abril del 2012. “The New York Times informaba de un fenómeno que parece extenderse cada vez más en Europa: los suicidios ‘por la crisis económica’ de gente que se quita la vida desesperada por el desempleo y las quiebras de empresas (…) Piensen en la situación de España que actualmente es el epicentro de la crisis. Ya no se puede hablar de recesión; España se encuentra en una recesión en toda regla, con una tasa de desempleo total de 23,6%, comparable a la de EEUU en el peor momento de la Gran Depresión y con una tasa de paro juvenil mayor al 50%”.

De hecho los números de suicidios en España se incrementaron luego de la crisis (2008), pero el 2012, tal y como señalaba Becker, la tasa cayó en un 20.3%.

Lo que se puede ver en el Perú es que la tasa de suicidios ha ido disminuyendo del 2000 al 2012. En ese periodo la caída ha sido del orden 27.1%, asimismo en el 2012, como muestra el mapa de líneas arriba, el Perú es hoy día uno de los países con menor tasa de suicidios en el mundo, ambos datos según la OMS. Un resultado interesante que se produce justamente en el periodo en que el país ha reducido significativamente la pobreza (en más de 50%) gracias al crecimiento económico y al desarrollo integral y sostenible que ha tenido el país en este mismo periodo. Al mismo tiempo hemos experimentado el crecimiento de la clase media con lo cual un porcentaje importante de la población ha mejorado su estatus socio-económico.

A lo largo de ese período de incremento del bienestar y disminuyó la pobreza y la desigualdad en el Perú, no han faltado (en verdad han sobrado) políticos, analistas, académicos y líderes mediáticos que han persistido en negar nuestros avances y siguen insistiendo en combatir la inversión privada como si fuera el arma de una fuerza de ocupación extranjera.

En Lampadia hemos destacado todos los indicadores sociales y económicos habidos y por haber, para reflejar lo que han sido los resultados de una Constitución que permitió el regreso de la inversión privada al país. Esta vez se suma al sustento de nuestra realidad, un indicador poco usual, pero que muestra un impacto contundente de prosperidad. Lamentablemente, la falta de convicción del gobierno, en sus distintos estamentos, nos viene llevando de la mano a una parálisis económica que no debemos dejar que termine por desandar el buen camino. Lampadia