Se dice comúnmente que “el dinero no compra la felicidad… ¡pero como ayuda!” Es cierto, en la medida que los problemas económicos (en especial los de subsistencia básica) estén solucionados, las personas pueden realizarse de mejor manera. Cuando las carencias son muy grandes la infelicidad puede ser mayor. El indicador que resaltamos en este informe tiene una alta significación estadística y merece unas reflexiones.
Se ha escrito mucho sobre el bienestar económico y la propensión al suicidio. Aquí respasamos algunos algunos de estos argumentos.
Hace unos días, un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) instaba a los países a preocuparse más seriamente en la prevención de suicidios. De acuerdo a esta institución cada 40 segundos una persona se quita la vida. Las cifras de suicidios están en ascenso en el mundo. El 2012 superaron las 800 mil personas.
De acuerdo al recientemente fallecido premio nobel de economía, Gary Becker “en términos técnicos, muy asociados a terminología financiera, el valor presente de la vida futura, si es negativo, puede hacer que una persona opte por suicidarse. En esto influye qué bienestar estime que hay en el futuro y cómo lo valore en la actualidad (aquí entra lo que llaman la tasa de descuento; si tiende a ser muy alta, la gente sólo valora lo inmediato y le cuesta postergar la felicidad). Yendo más allá, aunque el valor presente del futuro sea negativo, si hay un período futuro en que la felicidad es positiva, se postergará el suicidio. Siguiendo con terminología financiera, esto significa que hay una opción – un derecho a suicidarse el cual puede ejercerse o no – y el cual depende en su valoración en elementos como por ejemplo, la volatilidad respecto a la felicidad (en teoría de opciones esta sensibilidad de la opción a la volatilidad se llama vega). Mientras más fluctúe la felicidad a lo largo de la vida, la opción suicida puede tomar valor, estar, como dicen los financieros “in-the-money” y ejercerse”.
Esta lamentable decisión, es optada por gente que ve que no hay futuro. Algo que ocurría en el Perú de los 80, en los que no solo la gente se suicidaba más, sino que optaba por otras soluciones: migrar del país, por ejemplo. En esos tiempos el 87% de los jóvenes confesaba que deseaba irse del Perú. Y de hecho muchos se fueron.
Como señala Becker “a diferencia de la teoría económica convencional que considera la conducta orientada sólo hacia el futuro, el suicidio presenta una particularidad: también mira hacia el pasado. Cuando la gente tiene una caída en su nivel de vida inmediata o bien disminuye súbitamente su status social, considerará más la opción suicida. En mayor medida cuando la sensación de pérdida es reciente. Una vez pasado un tiempo, la gente se acostumbra a su situación. Un caso límite son los presidiarios: el riesgo de suicidio es mayor en los 3 primeros meses de encarcelamiento -89% de los suicidios carcelarios ocurren en ese plazo-.”
Esta es la razón por la cual, apenas se desató la crisis financiera se dispararon los índices de suicidio en los países occidentales (Estados Unidos y Europa). Mucha gente perdió rápidamente su estatus económico y social. Paul Krugman daba cuenta de esta realidad en abril del 2012. “The New York Times informaba de un fenómeno que parece extenderse cada vez más en Europa: los suicidios ‘por la crisis económica’ de gente que se quita la vida desesperada por el desempleo y las quiebras de empresas (…) Piensen en la situación de España que actualmente es el epicentro de la crisis. Ya no se puede hablar de recesión; España se encuentra en una recesión en toda regla, con una tasa de desempleo total de 23,6%, comparable a la de EEUU en el peor momento de la Gran Depresión y con una tasa de paro juvenil mayor al 50%”.
De hecho los números de suicidios en España se incrementaron luego de la crisis (2008), pero el 2012, tal y como señalaba Becker, la tasa cayó en un 20.3%.
Lo que se puede ver en el Perú es que la tasa de suicidios ha ido disminuyendo del 2000 al 2012. En ese periodo la caída ha sido del orden 27.1%, asimismo en el 2012, como muestra el mapa de líneas arriba, el Perú es hoy día uno de los países con menor tasa de suicidios en el mundo, ambos datos según la OMS. Un resultado interesante que se produce justamente en el periodo en que el país ha reducido significativamente la pobreza (en más de 50%) gracias al crecimiento económico y al desarrollo integral y sostenible que ha tenido el país en este mismo periodo. Al mismo tiempo hemos experimentado el crecimiento de la clase media con lo cual un porcentaje importante de la población ha mejorado su estatus socio-económico.
A lo largo de ese período de incremento del bienestar y disminuyó la pobreza y la desigualdad en el Perú, no han faltado (en verdad han sobrado) políticos, analistas, académicos y líderes mediáticos que han persistido en negar nuestros avances y siguen insistiendo en combatir la inversión privada como si fuera el arma de una fuerza de ocupación extranjera.
En Lampadia hemos destacado todos los indicadores sociales y económicos habidos y por haber, para reflejar lo que han sido los resultados de una Constitución que permitió el regreso de la inversión privada al país. Esta vez se suma al sustento de nuestra realidad, un indicador poco usual, pero que muestra un impacto contundente de prosperidad. Lamentablemente, la falta de convicción del gobierno, en sus distintos estamentos, nos viene llevando de la mano a una parálisis económica que no debemos dejar que termine por desandar el buen camino. Lampadia