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A las empresas multinacionales les resulta difícil dejar ir a China

¿Deberían las empresas desinvertir, desvincularse o duplicarse?

Durante las últimas décadas, China fue el centro de gravedad del crecimiento de las inversiones de empresas multinacionales. Ahora, con el enfrentamiento de EEUU y parte de occidente con China, más la evolución de los fabricantes locales, las empresas occidentales enfrentan el dilema de desinvertir, desacoplarse y duplicar sus operaciones. Algo que está creando costos e incertidumbre.

Ver el informe de The Economist al respecto:

The Economist
24 de noviembre de 2022

Se garantiza que los nuevos trabajos encanecen más rápido que las operaciones de una empresa multinacional en China. Las disputas diplomáticas y los boicots de los consumidores son peligros del trabajo. Una política de cero covid que provoca bloqueos locales intermitentes, como el que comenzó recientemente en la ciudad sureña de Guangzhou, ha interrumpido las cadenas de suministro y ha hecho que el país sea inhóspito para los gerentes extranjeros. Una fuerza laboral conflictiva se suma a los problemas. El 23 de noviembre estalló un motín por los salarios y las condiciones de trabajo en la principal fábrica que fabrica los iPhone de Apple en China. En una encuesta realizada por la Cámara de Comercio Europea en China, el 60% de los miembros informaron que el entorno empresarial se ha vuelto más desafiante.

Una solución para las empresas internacionales es depender menos de China para la fabricación. Algunos han estado diversificando las cadenas de suministro fuera del país. Empresas como Apple y Hasbro, un fabricante de juguetes, han extendido la producción a Vietnam e India, donde los salarios son más bajos y es menos probable que el entorno operativo provoque una migraña. Bangladesh y Malasia se están volviendo más atractivos para los fabricantes de ropa. Pero para muchas multinacionales, China es más que un lugar barato para fabricar cosas, y ahí radica un problema menos tratable.

Los 1.400 millones de habitantes de China, cada vez más prósperos, ahora representan una cuarta parte de las ventas mundiales de ropa, casi un tercio de las joyas y los bolsos, y alrededor de dos quintas partes de los automóviles, además de una parte considerable de los alimentos envasados, productos de belleza, productos farmacéuticos, electrónicos y más (Ver la tabla). Su gigantesca base de fabricación lo convierte en el mercado más grande del mundo para máquinas herramienta y productos químicos, y su industria de la construcción ha sido el mayor comprador de equipos de construcción durante años.

Aunque 2.800 expositores de 145 países se presentaron recientemente para promocionar sus productos en la Exposición Internacional de Importaciones de China en Shanghái, en conjunto, la exposición de los negocios globales a China parece modesta. Para todas las empresas estadounidenses que cotizan en bolsa, China representa solo el 4% de las ventas, según Morgan Stanley, un banco de inversión. Para las empresas japonesas y europeas las cifras son del 6% y 8% respectivamente.

Sin embargo, hay una cohorte de empresas para las que China ha sido mucho más importante. The Economist ha analizado firmas multinacionales de América, Europa y Japón que divulgan ventas en el Reino Medio, utilizando datos de Bloomberg. Los 200 más grandes de estos ganaron $ 700 mil millones allí el año pasado, o el 13% de sus ventas globales, frente a los $ 368 mil millones, o el 9% de las ventas, hace cinco años. De los 700.000 millones de dólares, el 30 % fue generado por empresas de tecnología y hardware, el 26 % por empresas orientadas al consumidor y el 22 % por empresas industriales, con fabricantes de automóviles y empresas de productos básicos también importantes. Unas 13 multinacionales reportan más de $ 10 mil millones de ingresos al año en China, incluidas Apple, BMW, Intel, Siemens, Tesla y Walmart.

Un desafortunado subconjunto de multinacionales que operan en China ya se ha visto atrapado en el fuego cruzado geopolítico. En nuestra lista, 22 empresas se encuentran en el negocio de los semiconductores. Muchos encontrarán que sus ventas se verán afectadas por la prohibición estadounidense de vender chips avanzados y equipos para fabricar chips a China. Cuando en promedio el 30% de los ingresos provienen de China, será un ajuste doloroso.

Con las relaciones entre China y Occidente en terreno inestable, en particular por el tema de Taiwán, incluso las multinacionales que operan fuera de los llamados sectores estratégicos están tramando planes de contingencia para un mundo sin acceso al país. Para muchos, su situación se ve agravada por la creciente competencia de las empresas locales.

Los fabricantes de automóviles premium como BMW y Mercedes-Benz continúan creciendo sólidamente en China, pero las ventas de los de gama media como Volkswagen (VW) y General Motors se están reduciendo a medida que los rivales locales, incluidos Chery y byd, se expanden rápidamente. 

Las ventas de Nike, una marca de ropa deportiva, también se están estancando a medida que Li-Ning y Anta, dos competidores locales, ganan terreno. Las ventas se han estancado de manera similar para AmorePacific, una firma de belleza coreana, a medida que se endurece la competencia de marcas chinas de gama media como Winona. Los fabricantes extranjeros de equipos de construcción, incluidos Caterpillar e Hitachi, han estado perdiendo ventas gracias a una combinación de mayor competencia y una recesión en la construcción. En The Economist análisis de 20 industrias con una importante presencia multinacional, las empresas extranjeras han perdido participación en 14 en los últimos tres años.

Dos fuerzas están en el trabajo. El primero, especialmente importante para los bienes de consumo, es que las marcas extranjeras están perdiendo prestigio. Saber cómo diseñar productos y generar demanda ha brindado una importante ventaja competitiva a las empresas multinacionales de bienes de consumo, señala Wern-Yuen Tan, jefe de la región Asia-Pacífico de PepsiCo, una empresa de alimentos y bebidas. Al observar y aprender, sin mencionar la caza furtiva de talentos, las empresas locales han comenzado a cerrar esa brecha.

El consumidor chino también ha estado cambiando. Muchos ahora prefieren productos que incorporan imágenes culturales chinas distintivas, un fenómeno conocido como guochao (literalmente, “tendencia nacional”). Lo que comenzó con una alineación con temática china de Li-Ning en la Semana de la Moda de Nueva York en 2018 se ha extendido a todo, desde maquillaje hasta sopa.

Las marcas extranjeras han tenido un éxito mixto al incorporar la cultura china en sus productos. La Pepsi con sabor a Osmanthus fue un éxito. Menos popular fue una gama de zapatillas de Nike que mostraba dos caracteres chinos que se traducían individualmente como “volverse rico” y “fortuna”, pero que juntos significaban “engordar”. Nike y otras firmas extranjeras también han hecho mella en sus posiciones al expresar su preocupación por el trato brutal del país a la minoría uigur en Xinjiang.

La segunda razón de los problemas de las multinacionales, particularmente en las industrias pesadas, ha sido una ventaja tecnológica cada vez menor. La estrategia típica de las empresas chinas ha sido primero interrumpir el extremo económico y mercantilizado de un mercado y pasar gradualmente a ofertas más sofisticadas a medida que se acumula la experiencia, señala Weiwen Han, director de China de Bain, una consultora. Eso ayuda a explicar por qué los fabricantes de automóviles como VW están luchando y por qué las empresas extranjeras en industrias que van desde equipos de construcción hasta máquinas herramienta están siendo empujadas hacia el mercado premium.

Esto no debería ser una sorpresa. Cuando las empresas extranjeras buscaron por primera vez acceso a China, a partir de la década de 1980, formar empresas conjuntas con empresas chinas era una condición en industrias como la fabricación de automóviles y la maquinaria. Fue una ganga faustiana, con empresas nacionales absorbiendo gradualmente la experiencia en ingeniería extranjera. El hecho de que China ahora esté relajando los requisitos de las empresas conjuntas muestra que ya no teme la ventaja tecnológica de los forasteros.

El creciente desafío de los locales está poniendo a muchas multinacionales en una situación difícil: mantener la competitividad en China exige una mayor inversión incluso cuando aumentan los riesgos geopolíticos. Por ahora, la mayoría de las multinacionales tienen tiempo libre. De la lista de 200 empresas que examinamos, 144 aún han crecido en China durante los últimos tres años.

Motores y creadores

Con el tiempo, la situación se volverá más desconcertante. China ha carecido de la experiencia para fabricar sus propios aviones comerciales grandes, con Boeing y Airbus controlando la industria. En una exhibición aérea el 8 de noviembre, COMAC, un fabricante local, presentó su tan esperado c 919, un avión de pasajeros de corta distancia, y pronto comenzará las entregas a las aerolíneas chinas. Firmas occidentales como LVMH y Hermès han dominado durante años el extremo más llamativo de la moda en China, pero competidores locales como Shang Xia están cobrando impulso. Tales rivalidades obligarán a las empresas extranjeras a enfrentarse a la incómoda cuestión de su futuro a largo plazo en el país. Tendrán que elegir uno de los tres caminos: desinvertir, desacoplar o duplicar.

La desinversión es una opción para algunos. 

Carrefour, una cadena de supermercados francesa, vendió el 80 % de su negocio en China a Suning.com, un minorista local, en 2019 después de más de dos décadas en el país.

Gap, un minorista de ropa estadounidense, anunció el 8 de noviembre que traspasaría su negocio chino a Baozun, una empresa local de comercio electrónico.

Tirar la toalla mientras el negocio aún vale algo probablemente sea la opción preferida para las empresas que han perdido su ventaja sobre los rivales nacionales y pueden permitirse vivir sin China.

El desacoplamiento es una segunda posibilidad. ¡mmm! Brands, propietaria de KFC y otras franquicias de comida rápida, dividió su negocio en China en 2016 para permitir que la unidad se adaptara más fácilmente a las condiciones locales. Al año siguiente, McDonald’s hizo lo mismo. La estrategia viene con la ventaja adicional de simplificar cualquier proceso de divorcio iniciado por un agrio geopolítico y, por ahora, permite que las empresas locales accedan a las marcas de la empresa matriz y otra propiedad intelectual. Sin embargo, esta ruta solo será viable en los casos en que China pueda operar como una unidad autónoma; está descartado para empresas como Boeing o lvmh que dependen de la fabricación en el extranjero.

En tercer lugar, considere la posibilidad de duplicar. Siemens, un conglomerado industrial alemán, reveló recientemente que está aumentando la inversión y trasladando una parte significativa de la investigación y el desarrollo a China para “vencer a los campeones locales”, según Roland Busch, el jefe de la empresa. El 13 de octubre, VW anunció que invertiría 2400 millones de euros (2500 millones de dólares) para establecer una empresa conjunta de conducción autónoma con Horizon Robotics, una empresa china.

Tales compromisos difíciles de revertir serán más comunes en industrias donde mantener una posición sólida en China es fundamental para la competitividad global. Los fabricantes de automóviles temen que ceder terreno a los campeones locales, muchos de los cuales ya están a la vanguardia de los vehículos eléctricos y el software, les daría una plataforma de lanzamiento para ingresar a otros grandes mercados. Si las relaciones entre China y Occidente siguen siendo cordiales, la duplicación puede dar sus frutos. Si empeoran, las cosas pueden desmoronarse rápidamente para los jugadores geopolíticos de los negocios globales. Lampadia




El insano equilibrio entre Estado y empresas

El insano equilibrio entre Estado y empresas

Como hemos escrito en anteriores oportunidades (ver Lampadia: Los Estados frente al Covid 19), producto de la pandemia y los consecuentes salvatajes crediticios a empresas y subsidios a los hogares provistos por el gobierno, los Estados acrecentaron sus cuotas de poder en todas las economías del mundo, desplazando al liberalismo en el quehacer diario de la política pública.

Sin embargo, como fenómeno social y político, esta mayor influencia de los gobiernos en el mundo empresarial, aunque exacerbado por la pandemia, tiene su origen en otros hechos concretos, como el ascenso de Biden al poder en EEUU y sus políticas proteccionistas, el creciente autoritarismo de la dictadura china a la cabeza de Xi Jin Ping y el giro de políticas en Europa con la visión de Macron hacia las denominadas “industrias estratégicas”.

Un reciente artículo de The Economist que compartimos líneas abajo hace un recuento de estos hechos, a la vez que explica los retos que encararán las empresas con un Estado que poco a poco va dirigiendo la brújula de sus actividades económicas hacia lo que los políticos consideran correcto para sus sociedades.

Compartimos la crítica de The Economist, en que el camino tomado por muchos de estos países es el incorrecto, en tanto excede el papel de promotor y árbitro que deberían tener los Estados en la economía próspera. Ello como ya conocemos por las experiencias de los regímenes comunistas de la Unión Soviética y que hasta el día de hoy perduran en nuestra región Cuba, Venezuela y Nicaragua, termina desalineando los incentivos de las empresas hacia el mercantilismo y la corrupción perpetuadas por las cúpulas de poder de los estados. Pero sobretodo se observa una nula innovación empresarial, una poca profundización de la calidad de los bienes y servicios provistos y finalmente tampoco se observa la reducción de precios que toda economía de mercado debería proveer hacia sus sociedades.

Esperemos que los gobernantes del mundo tomen en cuenta las reflexiones de The Economist y giren sus políticas en torno a una sociedad más libre en donde el Estado limite su actividad hacia la que debería ser su principal fin, proteger la vida, la libertad y la seguridad de las personas, el derecho a la propiedad y la igualdad de oportunidades. Lampadia

Empresas y gobierno
Bienvenidos a la era del estado mandón

Países de todo el mundo quieren someter a las empresas a su voluntad

The Economist
15 de enero de 2022
Traducida y comentada por Lampadia

Las relaciones entre gobiernos y empresas siempre están cambiando. Después de 1945, muchos países buscaron reconstruir la sociedad utilizando empresas que eran de propiedad y administración estatales. En la década de 1980, frente a la esclerosis en Occidente, el estado se retiró para convertirse en un árbitro que supervisa las reglas para que las empresas privadas compitan en un mercado global, una lección aprendida, en cierto modo, por el bloque comunista. Ahora está en marcha una nueva y turbulenta fase, ya que los ciudadanos exigen acción sobre los problemas, desde la justicia social hasta el clima. En respuesta, los gobiernos están dirigiendo a las empresas para que hagan una sociedad más segura y justa, pero sin controlar sus acciones ni sus directorios. En lugar de ser el propietario o el árbitro, el Estado se ha convertido en el conductor del asiento trasero. Este intervencionismo empresarial mandón es bien intencionado. Pero, en última instancia, es un error.

Las señales de este enfoque están en todas partes, como explica nuestro informe especial. 

  • El presidente Joe Biden persigue una agenda de proteccionismo suave, subsidios industriales y regulación justa, con el objetivo de hacer que el hogar de los mercados libres sea seguro para las clases medias. 
  • En China, la represión de la “prosperidad común” de Xi Jinping está diseñada para frenar los excesos de su auge despreocupado y crear una escena empresarial que sea más autosuficiente, dócil y obediente. 
  • La Unión Europea se está alejando de los mercados libres para abrazar la política industrial y la “autonomía estratégica”. 
  • A medida que giran las economías más grandes, también lo hacen las medianas como Gran Bretaña, India y México. Fundamentalmente, en la mayoría de las democracias, el atractivo de la intervención es bipartidista. A pocos políticos les gusta pelear unas elecciones en una plataforma de fronteras abiertas y mercados libres.

Eso se debe a que muchos ciudadanos temen que los mercados y sus árbitros no estén a la altura. La crisis financiera y la lenta recuperación amplificaron la ira por la desigualdad. Otras preocupaciones son más recientes. Las diez compañías tecnológicas más grandes del mundo son más del doble de grandes que hace cinco años y, a veces, parecen comportarse como si estuvieran por encima de la ley. El trasfondo geopolítico está muy lejos de la década de 1990, cuando la expansión del comercio y la democracia prometían ir de la mano, y de la guerra fría, cuando Occidente y la Unión Soviética tenían pocos vínculos comerciales. Ahora Occidente y la China totalitaria son rivales, pero están económicamente entrelazados. Las cadenas de suministro bloqueadas están provocando inflación, lo que refuerza la percepción de que la globalización está demasiado extendida. Y el cambio climático es una amenaza cada vez más apremiante.

Los gobiernos están rediseñando el capitalismo global para hacer frente a estos temores. Pero pocos políticos o votantes quieren volver a la nacionalización a gran escala. Ni siquiera Xi está interesado en reconstruir un imperio de plantas de hierro y acero dirigidas por comisarios fumadores empedernidos, mientras que Biden, a pesar de su nostalgia por la década de 1960, solo necesita caminar por los puertos obstruidos de la costa oeste de EEUU para recordar que la propiedad pública puede ser caótica. Al mismo tiempo, la pandemia ha visto a los gobiernos experimentar con nuevas políticas que eran inimaginables en diciembre de 2019, desde quizás US$ 5 trillones o más en dádivas y garantías para las empresas hasta orientación indicativa sobre el espacio óptimo de clientes en los pasillos de compras.

Esta apertura de la mente intervencionista se está fusionando en torno a políticas que no alcanzan la propiedad. Un conjunto de medidas pretende mejorar la seguridad, en sentido amplio. La clase de industrias en las que la dirección del gobierno es legítima por motivos de seguridad se ha expandido más allá de la defensa para incluir la energía y la tecnología. En estas áreas, los gobiernos están actuando como planificadores centrales de facto, con gastos de investigación y desarrollo (I+D) para fomentar la innovación local y subsidios para redirigir el gasto de capital. En semiconductores, EEUU ha propuesto un plan de subvenciones de  US$ 52,000 millones, una de las razones por las que se prevé que la inversión de Intel se duplique en comparación con hace cinco años. China busca la autosuficiencia en semiconductores y Europa en baterías.

La definición de lo que se considera estratégico bien puede ampliarse aún más para incluir vacunas, ingredientes médicos y minerales, por ejemplo. En nombre de la seguridad, la mayoría de los países grandes han endurecido las reglas que filtran la inversión extranjera entrante. La red estadounidense de sanciones punitivas y controles de exportación de tecnología abarca a miles de personas y empresas extranjeras.

El otro conjunto de medidas tiene como objetivo mejorar la participación de las partes interesadas. Los accionistas y los consumidores ya no tienen una primacía indiscutible en la jerarquía de grupos a los que sirven las empresas. Los gerentes deben sopesar más el bienestar de otros componentes, incluido el personal, los proveedores e incluso los competidores. La parte más visible de esto es voluntaria, en forma de “ESG” [Environmental, social and corporate governance] códigos de inversión que puntúan a las empresas por, por ejemplo, proteger la biodiversidad, la población local o sus propios trabajadores. Pero estas obligaciones más amplias pueden volverse más difíciles de evitar para las empresas. En China, Alibaba ha prometido una “donación” de US$ 15,000 millones a la causa de la Prosperidad Común. En occidente, el accionarismo puede imponerse a través de la burocracia. Los bancos centrales y los fondos públicos de pensiones pueden evitar los valores de empresas que se consideren antisociales. La agencia antimonopolio de EEUU, que alguna vez solo protegió a los consumidores, está considerando otros objetivos, como ayudar a las pequeñas empresas.

La ambición de afrontar los problemas económicos y sociales es admirable. Y hasta ahora, al menos fuera de China, el gobierno autoritario no ha dañado la confianza empresarial. El principal índice bursátil de EEUU es un 40 % más alto que antes de la pandemia, mientras que el gasto de capital de las 500 empresas que cotizan en bolsa más grandes del mundo aumentó un 11 %. Sin embargo, a largo plazo, se vislumbran tres peligros.

Altas vallas

La primera es que el Estado y las empresas, enfrentados a objetivos en conflicto, no lograrán encontrar las mejores compensaciones. Una empresa de combustibles fósiles obligada a preservar buenas relaciones laborales y empleos puede ser reacia a reducirse, lo que perjudica el clima. Una política antimonopolio que ayude a cientos de miles de pequeños proveedores perjudicará a decenas de millones de consumidores que terminarán pagando precios más altos. Boicotear a China por sus abusos contra los derechos humanos podría privar a Occidente de suministros baratos de tecnologías solares. Las empresas y los reguladores centrados en un solo sector a menudo están mal equipados para hacer frente a estos dilemas y carecen de la legitimidad democrática para hacerlo.

La disminución de la eficiencia y la innovación es el segundo peligro. Duplicar las cadenas de suministro globales es extraordinariamente costoso: las empresas multinacionales tienen US$ 41 trillones en inversiones transfronterizas. Más pernicioso a largo plazo es el debilitamiento de la competencia. Las empresas que se atiborran de subsidios se vuelven flácidas, mientras que las que están protegidas de la competencia extranjera tienen más probabilidades de tratar a los clientes de manera miserable. Si quieres frenar a Facebook, el retador más creíble es Tik Tok, de China. Una economía en la que los políticos y las grandes empresas gestionan el flujo de subvenciones de acuerdo con el pensamiento ortodoxo no es una economía en la que prosperen los empresarios.

El último problema es el amiguismo, que acaba contaminando tanto a la empresa como a la política. Las empresas buscan ventajas intentando manipular al gobierno: ya en EEUU la frontera está borrosa, con más intromisiones corporativas en el proceso electoral. Mientras tanto, los políticos y los funcionarios terminan favoreciendo a empresas particulares, habiendo invertido dinero y sus esperanzas en ellas. El impulso de intervenir para suavizar cada conmoción crea un hábito. En las últimas seis semanas, Gran Bretaña, Alemania e India gastaron US$ 7,000 millones en apuntalar dos empresas de energía y un operador de telecomunicaciones cuyos problemas no tienen nada que ver con la pandemia.

Este periódico cree que el Estado debería intervenir para que los mercados funcionen mejor, a través, por ejemplo, de impuestos al carbono para cambiar el capital hacia tecnologías amigables con el clima; I+D para financiar la ciencia que las empresas no financian; y un sistema de beneficios que protege a los trabajadores y a los pobres. Pero el nuevo estilo de gobierno autoritario va mucho más allá. Sus adherentes esperan prosperidad, justicia y seguridad. Es más probable que terminen en la ineficiencia, los intereses creados y la insularidad. Lampadia




Para reactivar la economía dejemos de ser ilusos

Para reactivar la economía dejemos de ser ilusos

Gonzalo Prialé
Presidente de IIG
Para Lampadia

Tras el sinceramiento de más de 40,000 fallecidos por la pandemia, Perú ha pasado a ser el país del mundo con más muertes por millón de habitantes. Según proyecciones del Banco Mundial, Perú es el país de América Latina cuyo PBI  decrecerá más en 2020 (-12%, versus -7.2% de caída promedio regional).

El ex ministro Zamora, por razones ideológicas, parecía cómodo en su empeño por, indirectamente, paralizar la economía, generar desempleo y quebrar empresas para demostrar que el modelo no funciona, mientras intentaba proteger la salud pública con un encierro tan estricto que se volvió rápidamente impracticable, al tiempo que mantenía desinformado al país.

Para recuperarnos y volver a crecer se necesitan dos cosas fundamentales. Que la gestión pública empiece a funcionar y logre resultados; y que se reactive la gran inversión minera y los grandes proyectos de infraestructura actualmente parados. Reactivar la mediana y la pequeña empresa es imperioso también, pero sin el urgente impulso a la minería y la infraestructura no saldremos del hoyo.

Al reactivarse la gran inversión privada y público privada, esta jalará al resto de la economía, se reavivará la demanda, y el empleo se irá recuperando junto con la recaudación de impuestos. Sería buenísimo contar con mayor inversión pública, pero seamos realistas, hace muchos años que la inversión pública no responde ni crece por la ineficaz gestión pública en los tres niveles de gobierno. Por otra parte, la inversión privada es 4 veces mayor que la pública.

Vivimos de ilusiones en medio de la pandemia. La ilusión de que la inversión pública puede reactivar la economía y sustituir a la privada. La ilusión de que las empresas pagan sus sueldos a los trabajadores como sea, cuando en realidad es la plata de los consumidores que permite a las empresas pagar los sueldos de los trabajadores, así que, si las empresas no venden sus productos, pero tienen que seguir pagando planillas, sencillamente quiebran. La ilusión de que el gobierno benefactor asigna sus recursos propios para dar bonos de ayuda a los más pobres, cuando en realidad gasta la plata de los impuestos que recauda, 80% de los cuales son pagados por la gran empresa privada. El Estado no produce, solo gasta y gasta mal.

Hemos desarrollado a lo largo de los años una suerte de complacencia colectiva respecto a la inhabilidad de la gestión pública para lograr resultados en lo que sea, reparto de bonos o de víveres, compras de equipos o destrabe de obras, y nos hemos llegado a acostumbrar a tanto anuncio que no se cumple.

A continuación, algunos ejemplos frecuentes de explicaciones piadosas respecto a la gestión pública cero.

Las políticas están bien pensadas, pero falla la implementación por la debilidad que tenemos en la administración estatal. Por favor, si no se pueden implementar, las medidas no sirven Y si no dan resultados, ¿cómo pueden ser buenas y estar bien pensadas?

Otra. Para que la entrega de los 760 soles tenga éxito se necesita buen planeamiento. Sin embargo, los planes no son la solución, no garantizan resultados, son solo intenciones. Como si hacer un “buen plan” bastase para librarte de responsabilidad en caso que la ejecución fracase.

La mayor de todas. El gobierno dice que no puede hacer mucho o que no puede hacer nada porque el Estado no camina, no funciona. El Ejecutivo gobierna, conduce el aparato de Estado y es responsable de los resultados. No falla el Estado, abstracto e inasible, fallan los responsables del gobierno.

Ojalá que la pandemia sea una oportunidad para abrir los ojos y nos conduzca a madurar, ser más realistas, y rechazar la irresponsable oferta populista. Lampadia




El Perú con la App incorrecta

El Perú con la App incorrecta

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Exclusivo para Lampadia

La empresa privada es la célula económica de toda sociedad. Allí se desarrolla y fructifica la otra gran fuerza motriz que es el trabajo. Ambas generan la riqueza, los tributos y la innovación. El ánimo de lucro y el trabajo, ensamblados en esta unidad nos proveen de bienes, servicios e innovación que a lo largo de siglos ni reyes, emperadores o burócratas del Estado contemporáneo hubieran podido proveer. La competencia entre ellas genera a su vez el bienestar social.

OCCIDENTE y la CHINA

Desde el siglo XVIII en adelante, occidente, siguiendo la terminología de Niall Ferguson, descargó la App correcta y liberó estas fuerzas de la economía desatando las ataduras de la sociedad de gremios, corporaciones, estamentos y privilegios que existía anteriormente, permitiendo que, en un escenario de libertad económica, respeto a la propiedad y al orden jurídico, occidente tome el liderazgo del mundo, dejando atrás a la China, que hasta entonces tenía el mayor PBI mundial.  Más de dos siglos después, a partir de los años 70 del siglo pasado, Deng Xiao Pin, entendió que la China tenía también que descargar la App correcta y liberó esas mismas fuerzas, permitiendo en lo económico (aunque no en lo político) que las empresas pasen a ser la célula económica de esa sociedad. Casi 50 años después, coronavirus al margen, la China ha recuperado la hegemonía económica mundial y sus empresas ya no solamente han permitido superar la miseria y hambruna de la revolución cultural de Mao, sino que hoy cotizan en las bolsas del mundo, le prestan al mundo y están en los cinco continentes en todos los sectores de la economía.

Las sociedades que en contra de la evidencia de la historia creen que el Estado es la célula económica de la sociedad, no cuentan en la economía global.

EL PERU y la App correcta

En el Perú, en los años 90, se liberaron las fuerzas empresariales avanzando en la reducción de las barreras mercantilistas que impedían la competencia en muchos sectores de la economía: telecomunicaciones, transporte, industria, banca, educación, entre otros. Se permitió el desarrollo de actividades que habían sido absorbidas por el Estado y en las cuales no existía inversión privada: minería, hidrocarburos, electricidad, etc. Se redujo el Estado limitando su intervención con reglas tan sencillas como la simplificación administrativa, la reducción de registros y licencias, la presunción de veracidad y el silencio administrativo que corrige el ocio de la burocracia. Todo esto mostraba a un país que aplicó la App correcta y que comenzó a borrar de su lenguaje económico a la hiperinflación, el déficit fiscal y que, a lo largo de 30 años fue reduciendo la pobreza y el subdesarrollo. Sólo los inmunes a la data podrían negar tal evidencia.

El Perú había decidido convertir a la empresa en su célula económica esencial y gozaba de los beneficios de esta decisión.

LA App SE COLGO

Sin embargo, al igual que sucede con las Apps que descargamos en los computadores o los teléfonos celulares, las Apps para que nos sirvan deben usarse y necesitan actualizaciones.

Con el pretexto de las actualizaciones de una App que el propio Toledo reconocía como valiosa, se fue abriendo paso al retorno del Estado durante su gobierno, aunque se avanzó también en la libertad económica con los tratados de libre comercio. La arcaica noción de justicia social de Alan García pudo más que su tardío convencimiento en los beneficios del libre mercado y sus compañeros comenzaron a tejer las ataduras en lo laboral, en lo ambiental y en lo cultural durante su administración, resurgiendo también el mercantilismo de los 80s con las empresas favorecidas por la “llamadita presidencial”.  Humala, aunque no descartó la App como le aconsejaban sus financistas de Caracas y Sao Paulo, la terminó de colgar porque en su procesador el Estado es la célula económica de la sociedad y no la empresa.

EL PERU QUERIA SU APP 2.0

En las elecciones del 2016 los peruanos le dijeron a su clase política que querían una App actualizada, una versión 2.0, qué de más prestaciones, más beneficios, que sea más amigable con el usuario. Y así votaron. Para el Congreso y para el Ejecutivo.

Sin embargo, ni PPK ni KF entendieron el mensaje y dejaron de lado la App y también el poder, curiosa paradoja, haciendo que quienes no creen en esta App y quieren al Estado como protagonista de nuestra economía tomen el mando. No hacía falta llamarlos, están allí, minando el Estado desde inicios de este siglo como asesores, directores generales, consultores, vice ministros, presidentes regionales, directores departamentales, directores de empresas estatales y ahora ministros.

El Perú nunca tuvo la App 2.0 por la que votó.

La PANDEMIA con la App incorrecta.

En los tiempos de PANDEMIA, no solamente hemos dejado de tener la App conectada y el Estado mediante Decretos de Urgencia, Estados de Emergencia, Cuarentenas, Aislamientos y Emergencias Sanitarias controla la vida política, social y económica del país, convirtiéndose en su célula metastásica omnipresente, sino que el tejido empresarial que queda, de todo tamaño, se halla bajo fuego abierto, ataque y amenaza constante de parte del propio Estado, sus aliados de turno y los enemigos de siempre.

  • Primero fueron los enemigos grandes, con los cuales funciona la falacia del enemigo, como las AFPs o los bancos, a quienes se puede atacar con la tasa de interés, las comisiones, la poca rentabilidad o mil razones en las cuales, dicha sea de paso, también ellas contribuyen.
  • Luego fueron las Grupos Económicos y su riqueza, siempre apetecida por el Estado y aquellos que lo fagocitan.
  • Siguió su gremio más representativo, al cual las inclinaciones reverenciales de su presidenta no le sirvieron para impedir el ataque sostenido de los agentes libres del gobierno o de los enemigos de siempre.
  • Siguieron las empresas mineras a quienes se satanizó por trabajar y traernos divisas en medio de la cuarentena o las telcos por mantenernos comunicados a través de call centers.
  • Luego fueron las farmacias (cuya concentración las hace vulnerables) por el precio de los genéricos incrementado por la excesiva demanda de los ciudadanos ansiosos. El show sobre esto ha sido velasquista, de los tiempos de Sinamos y la tarjeta de racionamiento de la leche, el azúcar y el arroz.
  • Después han sido los centros educativos privados cuya estructura de costos ha sido manoseada y a los que se les imponen precios y con lo cual se destruye la inversión privada en educación.
  • También lo han sido las empresas que en la parálisis tuvieron que ir a la suspensión perfecta de sus labores, a las cuales el Ministerio de Trabajo con sus marchas y contramarchas en la regulación de esta materia ha dejado sin piso.
  • Luego han sido los chifas, los restaurantes de menú y hasta las bodegas de la esquina, a las cuales, la dictadura de los protocolos impuesta por este gobierno y las autoridades sanitarias no les han permitido funcionar y que los gobiernos locales, sin App, ni sentido común, persiguen y cierran para conseguir un titular o un comentario elogioso de la presentadora televisiva de la noche.
  • El ataque no cesa. Luego han sido los peluqueros que no pueden abrir sus puertas o las farmacias, ferreterías o consultorios profesionales que no podían atender.
  • En este fuego abierto contra la empresa, el Congreso también tiene su papel. Ataca los interese con lo cual nos dejará un sistema financiero concentrad y sin microfinanzas. Ataca a las clínicas, con lo cual no habrá salud privada. Ataca a la vivienda al congelar los arrendamientos.
  • Finalmente somos todos los que hacemos empresa, micro, pequeña, mediana o grande, ya que si quienes gobiernan o legislan no creen que la economía la hacemos las empresas, solo es cuestión de tiempo que el ataque llegue a nuestras puertas.

Lo cierto es que el Perú desactivó la App que le trajo prosperidad y que le dio al Estado los recursos que el BCR ha prestado para la reactivación, ya que la idea de los créditos reactivadores viene de esta Institución y no del gabinete.

El Perú será entonces una sociedad que no cuente en la economía global si permite que las empresas dejen de ser su célula económica básica.

No lo permitamos. Exijamos seguir contando con nuestra App correcta. Lampadia




La “Empresa” no es enemiga del “Trabajador” ni de la “Sociedad”

La “Empresa” no es enemiga del “Trabajador” ni de la “Sociedad”

Álvaro Díaz Castro
Abogado en Derecho de la Empresa y Minería
Para Lampadia

“Donde hay una empresa de éxito alguien tomó alguna vez una decisión valiente” (Peter Druker)

Un paradigma que caló, penetró durante décadas en el peruano es que la empresa y los empresarios son enemigos de la sociedad en su conjunto y de los trabajadores en especial.

El actual gobierno y congreso de la república parece que mantienen como suyo tal equivocado paradigma.

Y es una idea tan falaz como la que prevalecía hace más de 500 años, de que la tierra era plana y quemaron a Galileo por contradecir esta teoría que después, con toda razón, la humanidad abrazó como una verdad.

Tampoco, se trata de sostener que las empresas son conventos o espacios del paraíso.

Las empresas son finalmente las personas que la constituyen, no son una mera abstracción llamada persona jurídica, no es un programa informático o un algoritmo.  Las empresas y los empresarios tienen retos de acorde a su naturaleza, al igual que afrontan los propios los profesores, médicos, los funcionarios públicos o los jueces.

Los colegios y los profesores tienen la enorme responsabilidad de prepararse para compartir el conocimiento en las diversas disciplinas, así como fortalecer la formación integral del educando en valores, comportamientos éticos-, a tener capacidad de reflexión, libres de prejuicios y discriminaciones de cualquier índole.

Los hospitales y los médicos deberán estar actualizados en el saber científico y tecnológico, para poder ejercer su profesión con solvencia, en el marco de un comportamiento hipocrático y lejos de la mercantilización de la salud.

Así cada actividad, técnica, profesión u oficio se desenvuelve afrontando sus propios desafíos y responsabilidades y de la entidad o institución que las reúne (empresa, colegio, hospital, etc.).

Los empresarios tienen como función principal la de generar riqueza cumpliendo con responsabilidad las normas legales, la responsabilidad empresarial y en un compromiso ineluctable de solidaridad con la sociedad. No tiene como fin, no busca, ni persigue el obtener beneficios ilícitos ni ganar evitando cumplir sus responsabilidades, quienes hacen ello no son empresarios, son grupos mercantilistas o delincuentes.

Y es así que los empresarios formales asumen el reto de hacerlo día a día, con todos los vientos en contra: burocracia enredada y con gigantismo, incipiente sistema de financiamiento, servicios públicos deficientes, sobrecostos laborales, complicada estructura tributaria y administrativa, además de competencia desleal de la informalidad y el contrabando, como escasa oferta de especialistas debidamente calificados en el mercado laboral.

Esos vientos o huracanes en contra no es una percepción aislada de los empresarios. Los estudios comparativos a nivel mundial así lo reflejan: world economic forum (WEF), comisión económica para américa latina (CEPAL- Naciones Unidas) y otros organismos así lo señalan: gigantesca burocracia, difícil y caro sistema financiero, altos costos laborales, enredado sistema tributario, administración pública penetrada por la corrupción, inseguro poder judicial, deficientes servicios públicos, incipiente infraestructura de comunicaciones y un largo etcétera.

El 90% de emprendimientos quiebran en el primer año, es decir, 9 de cada 10 intentos de empresa no sobreviven un año en Perú (diario Gestión 10/01/2017). De ese 10% una gran parte no pasa del tercer año. Empresas con más de cinco años son heroicos sobrevivientes en el entorno agresivo a la empresa en nuestro país.  Ello también explica en gran parte el por qué de la altísima informalidad.

Para sobrevivir las empresas formales requieren de los mejores colaboradores posibles y, en efecto, luego de mucho esfuerzo e inversión se logra tenerlos. Las empresas son las personas que la conforman, no es un inversionista solitario, es el grupo humano que en cada detalle está presente y actuando.

Steve Jobs decía “en el mundo de los negocios, las cosas importantes no son hechas por una sola persona, son hechas por un grupo de personas”. Stephen Covey precisa que “personas interdependientes combinan sus propios esfuerzos con los esfuerzos de otros para conseguir sus mayores éxitos”. No puede ser de otra forma, no hablan de enemigos, de enfrentamientos trabajadores versus empleadores, no hablan de relaciones en permanente tensión negativa.

Y por ello, las empresas capacitan, forman, especializan, integran a las personas y así se va formando una empresa. Este gran reto implica trabajar en los trabajadores, inversión de importantes recursos: tiempo, fondos, espacios y oportunidades en inducir, capacitar, especializar, integrar.

Nadie sería loco o tonto para creer que abusando de los trabajadores se pueden formar equipos que se identifiquen con la empresa, o deshacerse a punta de despidos prepotentes o arbitrarios del factor que necesita y en el que ha invertido mucho en consolidar. Es todo lo contrario. Habrá excepciones, que son eso, casos aislados y totalmente minoritarios de algún gerente o jefe que no sigue las reglas o actúa bajo alguna pasión o conveniencia particular y abusa de su posición o toma medidas arbitrarias en contra de un trabajador o grupo de ellos, pero que de ninguna manera escribe la generalidad y el común comportamiento de los empresarios.

Las empresas tienen políticas, de lo que antes se llamaba, retención de personal y ahora es relacionamiento, identificación laboral. Que exista continuidad de las personas en una empresa es una de las piezas clave para su consolidación y crecimiento e incluso lo económicamente más eficiente.

El empresario, el empleador no es enemigo del trabajador, son aliados en la búsqueda de lograr sus objetivos. El ambiente laboral es lo más cercano, luego de la familia, a lo que existe con los amigos del parque, del club, del barrio, con quienes se pasa y comparte las buenas y las malas, las historias y los proyectos.

Y como en la familia, en el equipo o en el club, hay normas de convivencia mínimas, que buscan evitar casos de abusos, excesos o graves y conscientes descuidos que pudieran suscitarse.

En la empresa hay reglas manifiestas en las políticas y reglamentos que son fáciles de entender, reúnen una lógica de sana convivencia y llevan a que la organización funcione. La gran mayoría decide cumplirla y desarrollarse sanamente en esa relación que también contiene espacios y opciones para sugerir, proponer, interactuar, preguntar, reclamar o reflexionar. Por ello hay sindicatos, grupos de interés legítimos, inquietudes individuales, y parámetros para ejercerlos.

De hecho, Perú, según la entidad que lo califique, está entre el cuarto a octavo puesto de país con normas laborales más rígidas y exigentes pro-trabajador de todo el mundo democrático (claro que ello sólo ampara al 30% de trabajo formal que es al que me refiero en todas estas líneas).

Como toda familia, equipo o club, en las empresas puede haber diferencias de criterio entre pares, con los jefes, con los de otras áreas y, muchas veces, la mayoría de veces, hasta es bueno que sea así, porque dan una visión y sana tensión que mejora los resultados generales de la actividad. Ninguno de esos temas implica sanciones o despidos.

Las sanciones laborales y/o despidos como regla, como la gran generalidad, provienen de faltas, de incumplimientos de algún trabajador a alguna de esas normas de convivencia que se reflejan en las leyes, políticas y reglamentos conocidos e interiorizados. Podrían provenir de actos que demuestran abuso de la confianza, o acciones incorrectas o no éticas. Sancionar, como regla general, pasa por un análisis y pruebas y, a veces ciertamente, hasta frustración de tener que haber llegado a tales medidas, usualmente residuales, cuando no hay otro remedio.

¿Qué entrenador quiere enviar a la banca o suspender a uno de sus jugadores?, pero lo tiene que hacer si el jugador incumple. Gareca no tendría el éxito que tiene con la selección peruana de fútbol si no exigiera una conducta mínima, una disciplina lógica, con lo que luego logra resultados donde todos ganan.

Pero la percepción que se ha sembrado en gran parte de la población es de un empresario malvado, abusivo, irracional, explotador, antiético, aprovechado, sin escrúpulos; y tal cómo se manifiestan varios miembros del gobierno y congreso de la república en esta crisis del Covid19, pareciera que hacen suyo tales prejuicios.

Los colegios privados han sido dibujados como desalmados y mercantilistas, las farmacias y supermercados como acaparadores y monopólicos, los mineros como autistas y prepotentes; los bancos y financieras como agiotistas y convenencieros.

Luego, con innecesario doble mensaje, declaran que proponer vacaciones en alguna parte del periodo de cuarentena (que obedecía a que, literalmente, no existía más fondos en la caja de la empresa) como empresarios aprovechadores y faltos de solidaridad; luego dicen que plantear la opción de la suspensión perfecta es de desalmados y vampiros; pero al poco tiempo, la realidad demuestra el esfuerzo del empresario, a su riesgo y costo, de seguir apostando por mantener vivas las empresas, en un país  donde el 90% de emprendimientos muere al primer año, y emiten las normas que permitían tales medidas.  Pero ya habían vapuleado el buen nombre y mejor intención de los empresarios.

Igual con los programas de apoyo en el financiamiento de la empresa, donde pretendieron condicionarlos a que el empresario no aplique ninguna medida laboral como las mencionadas, como si las empresas no pagaran tributos, no tuvieran proveedores, no debiera mantener los locales y equipos, no hubieran perdido casi todos los clientes y, ante tal craso error de información, asume que no se requiera fondos para todo ello.  Entonces precisaron que no se condicionaban los préstamos, pero la imagen de empresario quedó como una que sólo buscaba sacarle el jugo al Estado y así fue quedando prendido en la retina y los oídos de la ciudadanía.

Por supuesto, ni gobierno ni congreso, mencionan o reconocen, sino excepcionalmente en letras chiquitas o palabras rápidas y a bajo volumen, los apoyos, las campañas, los compromisos de cientos de empresas, de todo tamaño, en solidaridad con la situación de emergencia, donando agua, alcohol, mascarillas, pruebas rápidas, oxígeno, dinero, bolsas de víveres, congelando cuotas e intereses, garantizando las provisiones lejos de cualquier especulación y un largo etcétera.

La empresa es el socio del Estado a quien le da entre el 40% a 50% de sus utilidades cuando estas existen y donde el Estado aporta nada cuando el negocio pierde o quiebra. Esos impuestos pagados por los formales son el fundamento de las sólidas reservas monetarias que hoy cuenta el Perú para afrontar la crisis, con la que se dan los bonos, los planes sociales, los equipamientos, las medicinas, y el largo etcétera de acciones y programas.

Los empresarios y las empresas no son enemigos de los trabajadores, no son enemigos del país, no son enemigos de la sociedad, son parte tan importante como lo son las demás instituciones, son el hermano que aporta generando valor para que directamente los trabajadores, proveedores y las familias que componen también lo hagan y puedan cubrir sus necesidades y realizarse en ese aspecto de la vida, las empresas son la principal proveedora de los tributos que es como se financia el Estado y con ello la burocracia, los servicios públicos, la infraestructura, educación, salud y justicia.

Es sustancialmente importante repensar en el mensaje como gobierno y congreso para dejar de buscar confrontaciones internas innecesarios con la actividad productiva, quizás hacer como decía Sócrates “el secreto para cambiar es concentrar toda tu energía no en luchar contra lo viejo, sino en construir lo nuevo”, romper el paradigma, el prejuicio y, esta vez en serio, comprender que nos desarrollamos juntos, entendiendo como parte de ese juntos a la empresa privada y los empresarios.

Winston Churchill lo resumió así: “algunas personas miran a la empresa privada como un lobo que hay que abatir; otros lo miran como la vaca lechera que hay que ordeñar. Pero muy pocos la ven como el caballo sano que tira del carro”; que comencemos el cambio de lo que resumió Churchill como, en efecto, ya ha ocurrido, en especial, en los países que han desarrollado más y mejor para beneficio de la mayoría. Lampadia




Estrategias para superar la pandemia

Lampadia presenta una entrevista sobre Estrategias para mejorar la conducta de la población, optimizar la información y los recursos para superar la pandemia.

Participan Leopoldo Monzón, Gerente General de Proesmin, Jaime de Althaus y Pablo Bustamante.

Lampadia




Los impuestos

Los impuestos

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

Hay algunos sociólogos a los que les encanta hablar de temas tributarios pero que, curiosamente no aportan impuestos o nunca han hecho empresa y no comprenden cómo es la pugna entre subsistir y crecer como empresa, cuando por otro lado tienes una presión por (si quieres ser legal y formal) pagar una importante carga de impuestos y contribuciones laborales.

Recientemente y en medio de la crisis del COVID-19, se le ocurrió al gobierno informar que estaría solicitando nuevas facultades legislativas para una reforma tributaria. En ese punto y luego de algunos días de incertidumbre, se dijo que esperaban recaudar, en un impuesto temporal, algo del orden de 300 millones de soles por mes, pero que no sabían si sería un impuesto a la riqueza o un impuesto adicional a los ingresos. Me pregunto; ¿ha existido algún gobierno en la historia del Perú que haya solicitado facultades legislativas para una reforma tributaria, sin siquiera tener un diagnóstico claro? ¿La magnitud requerida? ¿Para qué? ¿Con qué tipo de impuesto? ¿Cuál es la población impactada? ¿Cuál es el uso alternativo de esos fondos en manos del sector privado y su impacto en la economía? Entre otros…

De otro lado me preocupa más que, algunos sociólogos oficiosos (de izquierda sin duda), que no han hecho siquiera un análisis económico del impacto de sus ideas, hoy piensen que no se trataría de crear un impuesto sino “una serie de impuestos”, lo que a su vez destruye una estructura tributaria clara y simple.

Para los que no se hayan enterado, a pesar de los ya repetidos comentarios de economistas conocidos, el tiempo de crisis no es el momento de crear impuestos. Más aún, en estas circunstancias lo importante es reactivar la economía y, para ello, hay que echar mano de todos los instrumentos de estímulo posibles para reactivar los sectores que puedan impulsar esta recuperación económica.  Perder 10% o 12% del PBI, si no es más, en un año no es cosa de chiste, pues impactará no sólo en los ciudadanos con los niveles de más bajos ingresos del país, sino también en la capa, aún sensible, de aquellos que salieron de la pobreza monetaria en estos últimos años y que podría haber mantenido su estatus, siempre que nuestra economía se sustente dentro de los causes normales, pero ahora no.

Ya  antes hemos dicho que quién legisla “educa” al ciudadano, induciéndolo a cierto comportamiento (largamente estudiado por Gary Becker, autor de “La teoría económica y el comportamiento humano”) al hacerlo evaluar el “costo de oportunidad” de sus decisiones. Un Estado maduro se plantea como objetivos; educar al ciudadano para actuar como tal, respetando las leyes, la moral y las buenas costumbres, a impulsar la creación de riqueza dentro del marco de la legalidad y finalmente a generar un ahorro que le servirá como respaldo personal y familiar, pero además por qué ese ahorro será el instrumento que financia la inversión para el crecimiento de todo el país.

Digo más, ¿no se han enterado que el multiplicador económico de la inversión privada es de lejos más alto que el multiplicador de la inversión pública? Pues eso, debemos promover más inversión privada en el país y también reducir el gasto corriente del Estado, especialmente en estas circunstancias.

Los que plantean impuestos a la acumulación de riqueza, no sólo olvidan que tal riqueza ya pagó impuesto a la renta cuando ésta se generó (ya que supongo están mirando al mismo 25% de ciudadanos formales que pagan impuestos), sino que estimulan que el ciudadano no actúe responsablemente generando ahorro, sino que consuma todo su ingreso sin una mirada de futuro. Pero lo más importante es que, si a ojos de estos sociólogos fuiste tan ingenuo de “acumular pan para mayo” en nuestro país, al plantearte un impuesto a esa acumulación te están invitando a que tus ahorros o inversiones las efectúes, pero lejos, muy lejos del alcance de aquellos que te creen sonso.  Aquí pues se aplica claramente la fábula de “La hormiga y la cigarra” que nos enseñaron de niños.

En lugar de pensar como parásitos buscando cómo fagocitar a la sociedad, debemos pensar en cómo mover todas las palancas y resortes que estimulen la reactivación y crecimiento económico del Perú lo más pronto y eficientemente posible, para salir de esta crisis y devolver las mejores condiciones de vida a todos los ciudadanos. Lampadia




“La economía debe abrirse integral y simultáneamente”

No nos podemos equivocar el el plan de reapertura

Miguel Vega Alvear, representante de los gremios privados ante la Comisión de Reactivación, explica en esta entrevista que la economía es un todo orgánico y no se puede aprobar una actividad y no otras, puesto que están vinculadas. Si hay oferta, tiene que haber transporte y comercio, por ejemplo. Por lo tanto, todo se debería reabrir a la vez, con sus debidos protocolos, comenzando por la economía formal. Los centros comerciales, por ejemplo, que tienen protocolos muy avanzados, deberían funcionar desde el lunes 11. Se debe confiar en las empresas, y sancionar si alguna no cumple.

Propone, además, una aproximación territorial: concentrar las acciones en las 5 regiones y 5 distritos de Lima más contaminados, y liberar 17 regiones y el resto de distritos de Lima.

Anuncia que va a pedir:

  • la corrección de los “Lineamientos para la vigilancia de la Salud de los trabajadores” dados por el MINSA, pues según esa norma no podrían trabajar personas con grado de obesidad 1, que en el Perú es normal. Casi nadie podría trabajar.
  • Critica también la Guía Técnica para los Restaurantes, aprobada por el Mincetur, porque establece tales exigencias que no más de 200 de los 220 mil restaurantes podrían funcionar.
  • Pedirá el funcionamiento inmediato de las App de delivery, que han aceptado cumplir todos los requerimientos sanitarios.

Comentario

Es cierto que se debe ser muy cuidadoso con el reinicio de actividades para que no se produzca un rebrote, pero debería poder abrirse simultáneamente toda actividad que tenga protocolo. Más aún si al mismo tiempo se distribuye bien bonos y víveres a los sectores más necesitados para prevenir las grandes aglomeraciones, que son la causa de los contagios, y se ordena el funcionamiento de los mercados, para lo cual, increíblemente, hasta ahora no sale una norma. Debe centralizarse la compra de víveres y estandarizarse canastas y encargar a empresas su distribución, en coordinación con juntas vecinales. Y debe ponerse todo el esfuerzo en el programa Te Cuido Perú, que es clave para cortar la cadena de contagios, y sobre cuyo avance no se informa. Lampadia

 




¿Sabes cuál es el propósito de tu empresa?

¿Sabes cuál es el propósito de tu empresa?

Rafael Venegas
Director Independiente de Empresas y Senior Advisor de Spencer Stuart
Para Lampadia

Escribo esto en la séptima semana de cuarentena y aunque aún no se asoma ningún resultado positivo, tal vez porque esta estrategia no es tan aplicable a un país con características tan especiales como el nuestro, prefiero enfocarme en que habrá un mañana diferente y espero que este ¨intermezzo¨ nos sirva al menos para recapacitar varias cosas con respecto al pasado y meditar y planear otras, con respecto a un futuro diferente.

De hecho, muchos nos hemos sorprendido, decepcionado y hasta asustado, de lo frágil que es nuestra forma de vida y lo rápido y fácil que todo se puede derrumbar, sin poder hacer mucho para detenerlo. Se creía que la humanidad había construido muy buenas barreras de seguridad, casi contra cualquier cosa. Además, sabíamos que la economía global estaba sólida y que la tecnología avanzaba exponencialmente, lo cual nos garantizaba muy rápidas y espectaculares soluciones para cualquier problema. Todo parecía andar sobre rieles. ¿Entonces que paso?

Lo que pasó es que, en un abrir y cerrar de ojos, un microscópico virus ha puesto de rodillas a todo el mundo, inclusive a las más arrogantes potencias. Esto no ha devuelto rápidamente a nuestra frágil realidad. Esta crisis ha desnudado muchos problemas, que sabíamos venían afectando a la humanidad y al planeta, pero por conveniencia, no queríamos admitir. Es decir, hemos estado viviendo en una ceguera voluntaria colectiva.

Luego de este golpe repentino y potente, lo que correspondería es tomar conciencia colectivamente y comenzar a cambiar lo que veníamos haciendo mal y sobretodo, lo que no veníamos haciendo. A partir de ahora, deberíamos ser mucho más consecuentes, más solidarios y buscar la sostenibilidad, tanto de la humanidad, como del planeta que habitamos. ¡Es decir, debemos abrir los ojos y comenzar a vivir con un firme propósito de sostenibilidad!

Para esto es necesario que las Organizaciones Mundiales, los Gobiernos, las Instituciones y las Empresas, tengan definido un claro propósito, que apunte a esto y que verdaderamente lo practiquen. Desde hace un tiempo, hay muchos movimientos que promueven este objetivo, sobretodo en los países nórdicos de Europa, así como algunos de Oceanía, como Australia y Nueva Zelanda. Pero a nivel mundial, el esfuerzo ha sido muy tímido y totalmente superado por la inercia y la ceguera colectiva. Sin duda, este virus, nos ha abierto los ojos y debería servirnos para promover el cambio.

Para ser justo, es importante reconocer que la generación ¨Millenial¨, comenzó hace algunos años a presionar por este cambio. Esta generación es muchísimo más consciente de la ecología y el bienestar de la humanidad y deben ser los protagonistas de este cambio.

Este cambio global, debería ser liderado por las Organizaciones Globales, las cuales lamentablemente tienen hoy una actuación intrascendente y hasta vergonzosa, así como una bajísima credibilidad. Si estas cumplieran cabalmente con su rol, se tendría uniformidad global en el tema y estaría muy avanzado, pero como esto no sucede, son los gobiernos los que individualmente han tomado la iniciativa. Sin embargo, esto viene sucediendo solo en muy contados casos. Aquí tiene que haber un cambio radical, que será muy difícil conseguir, pero dado lo que se busca y dado el susto que nos ha causado el virus, es el momento propicio para que se ponga la presión, la fuerza, la mente y los recursos necesarios para que esta burocracia internacional, comience a hacer lo que ha debido hacer siempre: trabajar para la sostenibilidad de la humanidad y del planeta que habitamos.

En el frente interno de los países, las instituciones y especialmente las empresas, deben enfrentar el tema con convicción y firmeza. Deben empezar por revisar y/o definir sus respectivos propósitos, haciendo que estos apunten a la sostenibilidad y no solo a los resultados económicos, ya que estos serán consecuencia directa del propósito.

¿Y cuál es el propósito de una empresa? Pues en pocas palabras es, su razón de ser. Es algo permanente. Es el alma de la organización y debe reflejar las motivaciones ideales, de las personas que trabajan en ella.

No se debe confundir el propósito de la empresa, con su misión o visión, ni mucho menos con los objetivos, que son solo los vínculos, para lograr el propósito.

La Misión es lo que la empresa quiere lograr en un periodo específico de tiempo. Por lo tanto, es temporal, mientras que el Propósito es permanente. El Propósito es el ¨WHY¨ (¿Porqué o para que hago lo que hago?) y la Misión es el ¨WHAT¨ (¿Qué es lo que hago?).

Por otro lado, la Visión de una empresa es una proyección futura de dónde le gustaría verse, entorno al mundo, a sus clientes y ella misma y los objetivos son las metas de corto plazo, que se propone la empresa como parte de su Plan Estratégico.

En nuestro país, las empresas generalmente no tienen o no han definido su Propósito. En algunos casos este es la tradición impuesta por sus fundadores, pero es más una costumbre, que una declaración escrita. Las empresas, en sus Planes Estratégicos, definen su misión, visión y objetivos, pero como vimos antes, estos son temporales. También definen sus valores, los cuales generalmente, son solo enunciados muy bonitos, pero no mucho más que eso.

Creo que esta crisis global, nos debe servir para que tomemos consciencia a todo nivel, que ya es hora de realmente tomar en cuenta la sostenibilidad en todo lo que hagamos.

Y tu, ¿sabes cual es el Propósito de tu empresa?

Si no lo sabes, pregúntalo y si no se sabe o no se tiene, conviértete en el promotor de que se defina y se practique de verdad. Como mencioné antes, los ¨millenials¨ van a ayudar mucho en este proceso, porque la mayoría no quieren trabajar para empresas que no piensen en la sostenibilidad del medio ambiente y en el respeto de todos sus stakeholders.

En cuanto a los inversionistas, existe una nueva corriente para utilizar factores adicionales a los ya conocidos análisis financieros y económicos, antes de decidir sobre una inversión o adquisición. Estos elementos (llamados ESG), tienen ahora igual o mayor peso que los tradicionales. ESG, son las siglas de los tres factores que definen la sostenibilidad: Medio Ambiente (Environment), Factor Humano (Social) y Buen Gobierno Corporativo (Governance).

Finalmente les doy algunos ejemplos de los enunciados de algunas de las corporaciones globales, que ya cuentan con un Propósito de Sostenibilidad y que lo vienen practicando conscientemente:

  • Cargill:      ¨Mejorar el estándar de vida alrededor del mundo¨.
  • Mary Kay: ¨Dar oportunidades ilimitadas a las mujeres¨.
  • Merck:      ¨Proteger y mejorar la vida humana¨.
  • Sony:        ¨Experimentar la alegría de aplicar la tecnología para beneficio del público¨.
  • Disney:     ¨Hacer feliz a la gente¨.
  • Kellogg´s: ¨Alimentar a las familias para que puedan prosperar y florecer¨.
  • IKEA:        ¨Crear una mejor vida cotidiana para toda la gente¨
  • Unilever    ¨Añadir vitalidad a la vida¨
  • Nestle:      ¨Mejorar la calidad de vida y contribuir a un futuro más saludable.

¨El propósito de sostenibilidad le da vida y sentido a la empresa, los resultados económicos, son una consecuencia directa de practicar este propósito¨. Lampadia




Acuerdo por el Desarrollo

Los abajo firmantes creemos en la posibilidad de una minería que cumpla con estándares globales, proteja el ambiente, dinamice el desarrollo nacional y beneficie a las poblaciones locales.

El gobierno ha aprobado la licencia de construcción de Tía María. La noticia ha sido bien recibida por unos y con preocupación por otros, debido a la ausencia de una institucionalidad que favoreciera acuerdos. En aras a viabilizar un diálogo constructivo, hemos creído necesario pronunciarnos sobre las tareas que los tres grandes actores involucrados en el proyecto deben asumir para evitar una confrontación con posibles consecuencias lamentables.

 1. La empresa:

a. Que asuma el compromiso de cumplir en forma rigurosa las exigencias de la Evaluación de Impacto Ambiental, y crear mecanismos de monitoreo participativo que aseguren su cumplimiento estricto.

b. Que se comprometa a impulsar programas de desarrollo de la agricultura, la salud y la educación, y que maximice la contratación de mano de obra local en todo lo que sea viable.

 2. La empresa y el gobierno nacional:

a. Que en forma conjunta se comprometan en crear un Fondo de Desarrollo del Valle de Tambo con un mecanismo de gestión con independencia y competencia técnica para adelantar los beneficios que la minería puede traer para la calidad de vida de la población.

 3. El gobierno:

    Que brinde a la población y a las autoridades de la provincia de Islay dos garantías:

a. Que el EIA fue evaluado y es confiable y que, operando dentro sus marcos, el proyecto Tía María no va afectar ni contaminar el agua ni el ambiente del Valle de Tambo.

b. Que va implementar mecanismos de supervisión de las actividades de la empresa para prevenir cualquier incumplimiento y evitar hechos que pudieran perjudicar a la población o al ambiente.

 4. Las autoridades y líderes locales: 

    Que, lejos de acoger discursos polarizantes, tomen la minería moderna como una oportunidad de desarrollo y se enfoquen en dos objetivos:

a. Construir las capacidades necesarias para aplicar bien los recursos generados por la minería (canon, regalías, etc.) para que se transformen en obras y servicios para su población.

b. Vigilar al gobierno y Southern Perú para que cumplan los compromisos asumidos, especialmente respecto al cuidado del agua, el ambiente y la ejecución de los proyectos de desarrollo.

Si la empresa, el gobierno nacional y las autoridades y líderes locales asumen esos compromisos en forma pública y explícita, el diálogo servirá́ para que las tensiones se disipen, abriendo una nueva fase de desarrollo para la provincia de Islay, Arequipa y el Perú.

Los abajo firmantes estaremos atentos al avance de las partes en el cumplimiento de estas obligaciones.

Alfonso Bustamante Canny
Alonso Cueto
Alonso Segura
Aníbal Quiroga 
Augusto Alvarez Rodrich 
Carlos Amat y León 
Carlos Eduardo Aramburú 
Carlos Meléndez 
Cecilia Villegas
Diego García Sayán 
Diego Macera 
Drago Kisic 
Erik Fischer 
Felipe Leno 
Fernando Cilloniz 
Fernando Tuesta 
Gian Franco Castagnola 
Gilbert Violeta 
Gino Costa 
Gonzalo Priale 
Gustavo Yamada 
Ivan Arenas 
Jaime de Althaus 
  Javier del Castillo 
Javier Velásquez Quesquén 
Joaquin Rey 
Jorge Morelli 
José Ignacio Beteta 
José Ugaz 
Julio Luque 
Julio Pardavé 
Leonie Roca 
Lourdes Flores 
Luis Arriola 
Martín Tanaka 
Miguel Torres 
Natale Amprimo 
Pablo Bustamante 
Pedro Olaechea 
Roberto Abusada 
Rafael Belaunde Aubry 
Raul Delgado Sayán 
Ricardo Márquez 
Roxana Barrantes 
Sebastiao Mendonca
 



Los datos: uno de los activos más valiosos de la empresa

Los datos: uno de los activos más valiosos de la empresa

Conforme la informática y la analítica – entendida esta última como el conjunto de técnicas que buscan e identifican patrones significativos en grandes cantidades de información – han ido avanzando a pasos agigantados en los últimos años gracias a las nuevas tecnologías provistas por la Cuarta Revolución Industrial (4IR) (ver Lampadia: La Industria 4.0: Lo que se necesita saber), el manejo y administración de bases de datos de índole comercial y financiera se ha convertido en un aspecto crucial en la toma de decisiones empresariales.

En el mundo corporativo, tal tarea ahora está tomando forma, ya no como un proceso aislado en un área determinada de la empresa, sino como parte del día a día de los trabajadores que interactúan con datos en sus respectivas unidades de negocio. Esta es una de las principales ideas que se desprenden de una reciente entrevista realizada y publicada por McKinsey al CEO de Informatica, Anil Chakravarthy (ver artículo líneas abajo).

Como dejan entrever las declaraciones de Chakravarthy, “Lo que distingue a las empresas más exitosas es que han desarrollado la capacidad de administrar datos como un activo en toda la organización”. Este argumento se sustenta, según el entrevistado, en 3 atributos que provee la gestión de datos de manera descentralizada:

  • Gracias al ambiente propiciado por el IoT (“Internet de las cosas”) ahora es posible contar con data en tiempo real de variables asociadas a la productividad, factor indispensable que permite mejorar sustancialmente la competitividad en las empresas.
  • El análisis de los datos también es un pilar fundamental para la transformación digital de la empresa ya que permite encontrar oportunidades en los mercados que ayudarían a apuntalar tal transformación.
  • El hecho que la gestión de datos sea manejada descentralizadamente permite a las empresas tener una mejor idea respecto a la calidad y pertinencia de dichos datos, puesto que se conoce el contexto en el que estos han sido producidos, antes de ser almacenados.

Conforme se sigan desarrollando nuevas herramientas que permitan un uso más eficiente y eficaz del manejo de datos dentro de las organizaciones, consideramos que dicha herramienta será adoptada por un espectro más grande de empresas del sector privado. Esperamos que las empresas peruanas, sobre todo las micro y pequeñas empresas, no se queden en el coche y eventualmente puedan implementar estrategias en torno a esta tendencia, cuya importancia no es un tema menor. Lampadia

Gestionar los datos como un activo: Una entrevista con el CEO de Informatica

McKinsey & Company
mayo, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Anil Chakravarthy se basa en su experiencia liderando un negocio de gestión de datos para discutir nuevos enfoques técnicos y organizativos que ayudan a las empresas a crear valor con sus datos.

Como CEO de Informatica – uno de los proveedores más grandes del mundo de servicios basados en la nube para administrar datos en múltiples entornos, respaldar programas analíticos y cumplir con las regulaciones de datos – Anil Chakravarthy ve cómo las empresas en cada industria utilizan los datos para tomar mejores decisiones de negocios. Lo que distingue a las empresas más exitosas, en su opinión, es que han desarrollado la capacidad de administrar datos como un activo en toda la organización. Esa capacidad depende de ciertos elementos de apoyo: una sólida base técnica, mecanismos para dominar el manejo de datos y la responsabilidad de los empleados para administrar bien los datos. En esta entrevista con Roger Roberts, socio de McKinsey, Chakravarthy explica por qué estos elementos son importantes y ofrece ejemplos de cómo han ayudado a las empresas a usar los datos para respaldar sus objetivos comerciales. A continuación una versión editada de sus comentarios.

Ver video resumen de la entrevista:

McKinsey: Según su experiencia en el manejo de una empresa de gestión de datos, ¿cómo usan las empresas los datos para crear valor de manera consistente?

Cómo las empresas usan los datos para crear valor

Anil Chakravarthy: El mayor valor proviene de poder recopilar y correlacionar información de diferentes tipos de sistemas.

Ahora, a través del IoT (Internet of Things), tienen muchos más datos sobre la productividad real en términos de cosas como el rendimiento y el estado del mantenimiento. Y están correlacionando esos datos. Entonces pueden tomar decisiones en tiempo real.

Vemos esto en industria tras industria. Es poder tomar los datos que tradicionalmente tenía una empresa, que se ocupaban de aspectos como la rentabilidad, los costos, los gastos, etc., y combinarlos con más datos basados en IoT sobre eficiencia, mantenimiento, estado, etc.

McKinsey: ¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan las empresas al integrar datos de diferentes sistemas?

Anil Chakravarthy: Lo que está causando el mayor dolor en este momento es cómo hacer esto a una escala de toda la empresa. Fundamentalmente, la forma en que se diseñan, recopilan y almacenan los datos no ha cambiado con respecto a la forma en que se realizaba hace diez, 20 o 30 años. Los datos se desarrollan en el contexto de una iniciativa empresarial específica o una aplicación específica. Las empresas aún optimizan las formas en que recopilan y diseñan los datos para una sola iniciativa empresarial.

Pero supongamos que quieres hacer otra cosa con los mismos datos. En un banco, los datos podrían haberse recopilado para un sistema de solicitud de hipoteca que se construyó hace 25 años. Pero ahora quieren usar esos datos en un contexto diferente, por lo que tienen que recopilar los datos, limpiarlos y gobernarlos de manera diferente. Una vez que entreguen mis datos a otra unidad de negocios, ¿qué van a hacer con ellos? ¿Van a empezar a llamar a mis clientes? ¿Qué pasa entonces? Las personas se vuelven posesivas con sus datos y no están motivadas para compartirlos. Esa es una barrera organizacional básica que debe ser superada.

También tienes muchas barreras técnicas. ¿En qué formato están esos datos? ¿Qué base de datos usé? ¿Fueron los datos encriptados o no encriptados? Además, la aplicación original o el sistema empresarial que estaba usando los datos podría tener una cierta lógica incorporada. Si le proporciono los datos sin la lógica de negocios, ¿seguirán siendo útiles los datos y tendrán sentido en un nuevo contexto?

McKinsey: ¿Cómo están cambiando las compañías su enfoque hacia la gestión de datos para que funcione de manera efectiva en toda la empresa?

Anil Chakravarthy: En el pasado, cada función empresarial, cada aplicación creaba su propio modelo de datos y su propio repositorio de datos. Eso llevó a esta enorme proliferación de datos. Ahora hay tantas cosas que se están haciendo para dar sentido a los datos después del hecho. El gran cambio ahora es: ¿Cómo diseñas esa capacidad desde el principio?

Es mucho más eficiente y efectivo reparar los defectos cerca del punto de producción o diseño. Eso es exactamente lo que estamos viendo ahora en el mundo de los datos.

Un nuevo enfoque para la gestión de datos

Por ejemplo, imagine que desea crear un nuevo repositorio de datos de clientes para obtener experiencia, compromiso, etc. En lugar de adoptar un enfoque en el que traiga todos los datos de donde sea que esté, mezcle y lance algo, las empresas están dando un paso atrás y diciendo: “No, primero hagamos un catálogo de datos: identifiquemos qué datos tenemos, qué datos son de mayor calidad en comparación con los de menor calidad, qué datos son sensibles en comparación con aquellos que no, qué datos provienen de un sistema de registro frente a otras fuentes, etc.”. Una vez que tenga ese mapa, puede diseñar y construir una nueva plataforma que sea extensible y que admita múltiples iniciativas y casos de uso para datos de clientes.

Esa es la gran diferencia que estamos viendo: están dando un paso atrás, comprendiendo cómo se deben recopilar y gestionar los datos y diseñándolos en el sistema desde el principio.

McKinsey: ¿Cómo encaja un esfuerzo como ese en un programa de transformación digital más amplio?

Anil Chakravarthy: Los datos deben apoyar las muchas iniciativas que normalmente forman parte de la transformación digital. Por ejemplo, la transformación digital generalmente implica el uso de plataformas de análisis de próxima generación. ¿Cómo puedo hacer que la analítica esté disponible para todas las personas clave dentro de la empresa, para que puedan desarrollar perspectivas predictivas y demás? Si desea tener disponible ese tipo de análisis generalizado de próxima generación, necesita una plataforma de datos que pueda admitirlo.

Por eso necesita una plataforma de datos: para apoyar las iniciativas típicas asociadas con las transformaciones digitales. En última instancia, los datos se convierten en el combustible que ayuda a impulsar múltiples casos de uso u oportunidades que la empresa tal vez quiera aprovechar como parte de la transformación. Y, entonces, tienes que hacer una transformación de datos para habilitar esa transformación digital.

McKinsey: ¿Qué implica la transformación de datos a nivel técnico?

Anil Chakravarthy: Para la mayoría de las empresas, el enfoque tradicional para administrar TI ha sido crear un presupuesto para grandes proyectos de aplicaciones. La mayoría de los clientes se están dando cuenta de que necesitan ir a un modelo más ágil, donde las aplicaciones que desarrollan son modulares; son más pequeñas. Ese movimiento hacia un modelo ágil es realmente ayudado por tener una plataforma de datos que pueda soportar diferentes aplicaciones. Una vez que construye una plataforma de datos independiente, puede hacer que el desarrollo de aplicaciones sea mucho más ágil.

McKinsey: ¿Cuáles son algunos otros aspectos organizativos de este enfoque transformado para trabajar con datos?

Alentar a las personas a tratar los datos como un activo

Anil Chakravarthy: Creo que las mejores empresas están tratando los datos como un activo estratégico que todos tienen que gestionar bien. La gente está reconociendo que no son sus datos. Son los datos de la empresa. Así que comienza con la construcción de esa mentalidad, comenzando con el tono en los altos niveles de la organización.

Una vez que obtiene la cultura adecuada, la empresa puede comenzar a pensar en cómo gestiona los datos, de modo que las personas puedan hacer su trabajo y optimizar sus prioridades mientras, al mismo tiempo, equilibran las necesidades de la empresa para el futuro.

McKinsey: ¿Cómo cambia eso la forma en que los empleados administran los datos diariamente?

Anil Chakravarthy: Hay un gran cambio de mentalidad desde un centralizado enfoque de gobierno y calidad de datos a posteriori, a un enfoque colaborativo en el que intentas hacerlo desde el principio.

En el pasado, construirías un almacén de datos. Usted colocaría todos los datos en el almacén y configuraría un equipo de expertos en gobierno de datos o personas dedicadas a la calidad de datos para muestrear y verificar los registros y determinar si la información es completa y consistente. Ese enfoque simplemente no se escala, especialmente cuando estamos hablando de los tipos de volúmenes de datos que tenemos ahora.

El enfoque actual es hacer que el gobierno y la calidad de los datos sean una pequeña parte del trabajo de las muchas personas de la compañía que están más cerca de los datos y lo entienden en el contexto del negocio. Se realiza antes de que los datos se recopilen y procesen. También se implementa un proceso en el que, si aún tiene datos que no son de la mejor calidad, estos se limpian de forma iterativa y constante en lugar de hacerlo después del hecho.

McKinsey: ¿Ve un rol para la inteligencia artificial (IA) en asegurar la calidad de los datos?

Anil Chakravarthy: Absolutamente, y ya está sucediendo. Hay nuevas técnicas en torno a, por ejemplo, la identificación de datos sensibles. El Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) dice que, si tienes datos relacionados con clientes europeos o empleados europeos, dichos datos deben manejarse de cierta manera. Debe saber dónde almacena los datos relacionados con los clientes europeos e identificar las bases de datos donde se guardan esos datos.

Se están utilizando muchas técnicas de IA y de machine learning (ML) para abordar este tipo de problemas.

Es difícil hacer todo el trabajo con la gente porque estas tareas son extremadamente repetitivas. Así que creo que es una tarea que un robot de software hace mucho mejor, para automatizar la mayor parte de este trabajo tedioso posible, con humanos para manejar las excepciones que requieren más juicio. Lampadia




Ser emprendedor: no es fácil

Álvaro Díaz Castro
Abogado en derecho empresarial y de la minería
Para Lampadia

“Tu enemigo eres tú mismo. El desconocimiento de tu propio desconocimiento es la fuente de todos los fracasos”
(El libro negro del emprendedor).

En Perú la palabra “emprendedor” ha adquirido tantos matices como quienes quieren aprovechar del buen semblante que representa.

En este sentido, te consideran emprendedor si abres una tienda en la esquina, si pones la cabina de internet, si reparas techos, si montas un café, etc. Esos son negocios, trabajos dignos, necesarios, pero no necesariamente emprendimientos.

Jim Clifton (Presidente y CEO de Gallup, en su libro “Descubra sus fortalezas de emprendedor”) dice “Sólo cerca de cinco de cada 1,000 personas tienen la capacidad de iniciar y hacer crecer un gran negocio.  En comparación, 20 de cada 1,000 personas tiene un coeficiente intelectual lo suficientemente alto para ser aceptados en la organización americana que busca la excelencia en la inteligencia humana (MENSA)”.   Por ello los bonitos mensajes de que todos somos emprendedores no tienen una base en que fundarse; y, por el contrario, pueden generar no sólo frustraciones sino fracasos económicos reales.

Dice la teoría que emprender significa “tener decisión e iniciativa para realizar acciones que son difíciles o entrañan algún nivel importante de riesgo”, y emprendedor es el “individuo que organiza y opera una o varias empresas, asumiendo cierto riesgo financiero en tal acción; comienza algo”.

Revisado ello, empresario resulta igual o muy similar a emprendedor. Dice la teoría que se entiende más por empresario al que toma decisiones.  Resulta que el emprendedor es considerado como tal justo porque toma decisiones.

De algún modo, por estos lares, se ha buscado envilecer la palabra empresario y realzar la de emprendedor como una categoría más benévola, casi beatificada, en un intento para separarla de la mediana y gran empresa. Si tienes éxito con tu emprendimiento y creces, dejarías de ser emprendedor, y te vuelves un vil empresario.

La imagen del inconsciente colectivo que tenemos de un emprendedor (pidiendo disculpas a Carl Jung por utilizar de este modo su concepto) es la de aquel que ha creado o innovado algo y ha dejado de lado un cómodo status quo, o ha dado un paso comprometido para poner a luz su creación que funcione y cambie (mejorando) la forma de hacer tal o cual cosa en beneficio de la sociedad.

Por esa imagen se suele relacionar a emprendedor con innovación y desarrollo, con creatividad y aventura, con construir sueños y probablemente por ello es que termina siendo tan bien visto el ser denominado emprendedor.

En las ideas “per se” no hay emprendimiento (ni empresario), sólo imaginación y bonitas propuestas. En ejecutar, plasmar, hacer realidad tales ideas distintas, creativas, motivadas, es cuando comienza a forjarse el emprendedor.

Crear un trabajo conforme al estándar no encajaría plenamente con el concepto que se quiere entender por emprendedor (igual pasó con los “clusters” como los concibió Michael Porter y como se tergiversó en los discursos políticos, pero ello es otra historia).

El abrir negocios y fuentes de trabajo en función de la demanda del mercado es necesario, indispensable y loable, pero eso no necesariamente es emprendimiento.

El nivel de fracaso de quienes quieren asumir un emprendimiento es altísimo, e implica arriesgar y muchas veces perder patrimonios personales, familiares, de amigos y/o del Estado (que, con buena intención, pero no necesariamente buenos resultados, tiene políticas para subvencionar todo aquello que llegue bajo el nombre de emprendimiento, en lugar de lo que genere innovación y desarrollo).

De hecho, en Perú, el 90% de las start-ups no sobreviven más de un año (diario Gestión 10/enero/2017 entrevista al Dr.  Alejandro Morales, de Torres y Torres Lara, Abogados).

El emprender va más con volver útil el conocimiento innovador existente, ese que promueve Endeavor “formas de hacer las cosas que resultan disruptivas y con potencial de escalamiento exponencial”. Ello sí fortalece de modo sólido y rápido la generación de empleo, el dinamismo económico, bajos costos, mejora de servicios. En resumen, todo lo que esté más cerca de los llamados “océanos azules” (como lo describe Reneé Mauborgne y Chang Kim).

Como es usual, el no tener claro los conceptos y manosearlos, estirarlos o fraccionarlos lleva a que se cometan graves errores, se dilapiden recursos, se mal oriente al ciudadano, se alimenten falsas expectativas.

Se debe tener políticas que apoyen la generación de negocios y empleos tal cual se usan y necesitan en el quehacer diario y otras distintas para promover el emprendimiento.   Llamar a todo esfuerzo emprendimiento hace que se desvíe la atención y los recursos. El “chocolatear” esos ingredientes no te da ni torta ni pan, ni chicha ni limonada.

Permítanme, en un siguiente artículo, resumir lo que nos cuenta el “Libro negro del emprendedor”, que el asunto no es tan fácil, pero hay que recorrerlo. Les dejo unas ideas de dicho libro para adelantar el tema:

El emprendedor no se desconecta jamás. Es como un contrato laboral draconiano de 24 horas al día durante 365 al año”. Lampadia

La inocencia debe practicarse en una tómbola. No se puede romper las reglas sin conocerlas, es algo que no suele suceder. Es mejor apostar conociendo los riesgos que hacerlo confiando en la fortuna pasajera”.
Animar a emprender a personas que no están preparadas no es fomentar el espíritu emprendedor, es un ejercicio de responsabilidad”.