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Los retos económicos de Guillermo Lasso

Los retos económicos de Guillermo Lasso

A continuación, compartimos un reciente artículo publicado por The Economist que describe los retos económicos que encarará el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, en el plazo inmediato de cara al rechazo que obtuvo de sus propuestas de reforma tributaria y laboral por parte de la denominada Asamblea Nacional– que hace las veces de Congreso en nuestro país vecino del norte – hace unos días.

Elecciones Ecuador: Guillermo Lasso pasa a la segunda vuelta

Creemos que es importante compartir este texto porque esboza de forma breve y concisa la situación inercial y de estancamiento que esta pasando Ecuador producto del desmadre económico de Rafael Correa – que Moreno no pudo reversar completamente – y cómo ello podría ser fácilmente replicable en nuestro país de materializarse la Asamblea Constituyente de Perú Libre y de mantenerse las condiciones favorables externas. Ambos hechos que permitieron el desfalco del fisco y el afianzamiento del poder en torno a la figura autocrática del presidente Correa.

Reversar esta situación pues requerirá de mucha audacia sobretodo porque Lasso hereda un país que por un lado está altamente endeudado (la deuda asciende a 65% del PBI al 2020), producto de altos déficits fiscales pasados, y que requiere de un fuerte crecimiento económico para recuperar lo perdido en la pandemia.

Es importante puntualizar que algo que le permitió al Ecuador evitar mayores daños a su economía durante la etapa del populismo desbocado de Correa, ha sido la adopción del dólar como su moneda legal, decretada por el presidente Jamil Mahuad en enero de 2000.

Esperemos que el presidente ecuatoriano pueda convencer a la asamblea de sus propuestas sobretodo en lo concerniente a la flexibilización de la contratación y despido, una política que de hecho urge hacer en nuestro país no solo para dinamizar la economía de las mypes, tan golpeada en el 2020, sino porque resolvería muchos de los problemas estructurales del mercado laboral como la informalidad y el subempleo que aqueja especialmente a los jóvenes peruanos. Lampadia

La batalla de Guillermo Lasso contra el populismo en Ecuador

Después de un buen comienzo, los problemas se han acumulado para el banquero convertido en presidente

The Economist
14 de octubre de 2021
Traducida y comentada por Lampadia

Después de su sorprendente victoria en las elecciones de Ecuador en abril, Guillermo Lasso, un conservador que se hizo a sí mismo banquero, confundió a los escépticos una vez más al hacer que su presidencia tuviera un buen comienzo. Cumplió una promesa de campaña de vacunar a la mitad de la población en sus primeros 100 días (el 57% ahora está completamente inyectado). Su índice de aprobación se disparó a más del 70%. Pero la última quincena ha sido difícil. Una pelea entre pandillas dentro de una prisión terminó con 119 reclusos muertos. La junta de la Asamblea Nacional devolvió sin debate la iniciativa clave de Lasso, un proyecto de ley para aumentar los impuestos y relajar las restricciones laborales. Y luego, el presidente fue nombrado controlador de varias empresas offshore en un tesoro mundial de documentos denominado Pandora Papers.

La semana pasada, Lasso se sentó con Bello en el modesto palacio presidencial en el blanqueado corazón colonial de Quito. No se avergonzó de los reveses de sus planes. “Me presenté como soy y el pueblo ecuatoriano votó por mí”, dijo. “Se dieron cuenta de que necesitábamos un cambio y que no podíamos seguir con este modelo totalitario y populista que ha empobrecido a los ciudadanos ecuatorianos”.

Se refería a la década en el poder, de 2007 a 2017, de Rafael Correa, un izquierdista populista, que coincidió con un boom petrolero. Correa construyó carreteras y edificios públicos, pero también duplicó el costo del gobierno central en una borrachera de gastos que dejó al país cargado de deudas y casi en bancarrota cuando cayó el precio del petróleo. Correa abusó de su popularidad para acosar a los opositores y los medios de comunicación, y para promulgar una nueva constitución que le dio el control de instituciones supuestamente independientes como fiscales y tribunales.

El país, que ha utilizado el dólar estadounidense como moneda desde 2000, todavía está sufriendo las consecuencias de Correa. Su sucesor elegido, Lenin Moreno, se volvió en su contra mientras luchaba por reducir la deuda y un déficit fiscal del 8% del PBI. Lasso quiere combinar la responsabilidad fiscal con un crecimiento económico más rápido. La recuperación de la recesión pandémica se está acelerando, ayudada por la campaña de vacunación que ha permitido la apertura de escuelas. Su reforma laboral también impulsaría el número de puestos de trabajo al flexibilizar los nuevos contratos.

Lasso promete un “shock de inversión” al eliminar las barreras en el petróleo, la minería, la electricidad y las telecomunicaciones. Ecuador se ha reincorporado a un organismo del Banco Mundial que arbitra disputas con inversionistas extranjeros. El gobierno ha renegociado un acuerdo con el FMI que compromete a Ecuador a un ajuste fiscal que, según Lasso, ahora es “muy suave”. La mayor parte del esfuerzo provendrá de una reforma fiscal que es “socialdemócrata” y está dirigida a los ricos, dice Simón Cueva, el ministro de Hacienda.

El gobierno ahora se enfrenta a una elección en su trato con la asamblea, donde la izquierda obtuvo la mayoría. Si corta su proyecto de ley en dos, probablemente pueda obtener la aprobación de la mayor parte del incremento de impuestos. O Lasso podría someter las propuestas a referéndum. “Estamos analizando las alternativas”, dice. “No creo que tengamos que hablar de extremos”, como invocar una cláusula de la constitución que nunca se usó y que le permite desencadenar una nueva elección general.

El presidente enfrenta otras batallas políticas. La asamblea ha comenzado una investigación sobre las inversiones en el extranjero que posiblemente podrían conducir a su juicio político. Dice que cortó todos los vínculos con las empresas en 2017, que los ataques de Correa a los banqueros lo obligaron a invertir en el extranjero y que es el principal contribuyente de Ecuador, contribuyendo con US$ 2.2 millones en impuestos sobre la renta el año pasado.

Leonidas Iza, el presidente de extrema izquierda de la CONAIE, la poderosa organización de pueblos indígenas de Ecuador, amenaza con un “levantamiento” para detener la eliminación de los subsidios a los combustibles. Hace dos años, tal levantamiento casi derrocó a Moreno. Pero la CONAIE está más dividida ahora, e Iza dice que las conversaciones con el gobierno continuarán.

Para prosperar, e incluso sobrevivir, Lasso debe cumplir su promesa de creación de empleo (en la que, por supuesto, su proyecto de ley ayudaría). Le favorece que otras instituciones estén desacreditadas. Pero también necesita transmitir su mensaje de manera más eficaz. Ganó porque la mayoría de los ecuatorianos no querían al candidato sustituto de Correa, pero muchos siguen esclavizados por las ideas populistas. Lasso aún no ha logrado vender su programa económico liberal a la gente, dice Sebastián Hurtado, consultor político. Antes de la década de Correa, Ecuador, un país de muchos volcanes, estaba acosado por erupciones de inestabilidad política. A menos que Lasso pueda persuadir a la gente de su plan, corre el riesgo de volver a eso. Lampadia




La superioridad del liberalismo

La superioridad del liberalismo

A continuación, compartimos un artículo publicado por The Economist de obligatoria lectura para aquellos interlocutores que busquen herramientas filosóficas y morales para la defensa férrea del liberalismo clásico, tan venido a menos en nuestro país frente al avance de las izquierda radical en el poder político.

El texto compara sagazmente las bases del liberalismo clásico con aquellas de otros movimientos políticos que han empezado a tener bastante atractivo en occidente – sin perder su parecido con países de nuestra región – como los populismos de derecha, pero en particular, la izquierda progresista.

Liberalismo Económico - Concepto, características, representantes

Como bien destaca The Economist, si bien el progresismo y el liberalismo pueden confluir en la búsqueda del bienestar humano, el liberalismo resulta superior puesto que no impone a la fuerza determinadas creencias culturales y sociales desde la burocracia estatal ni depende de extraer coactivamente los ingresos de las sociedades para cambiar la estructura social que, bajo la visión progresista, fomenta una desigualdad de grupos o “castas” (ej.: empresarios vs. trabajadores, capitalinos vs. Provincianos, etc.). Por el contrario, su estrategia basada en el respeto del estado de derecho, el fomento de la competencia y el mercado abierto – que es la que ha contribuido al mayor progreso de la humanidad desde los inicios de la Revolución Industrial – asegura un desarrollo sostenible porque implica la búsqueda del mérito y el esfuerzo individual por generar constantemente mejores bienes y servicios a las sociedades.

Cabe resaltar que las izquierdas progresistas en el Perú – ahora absorbidas por el ala radical de Perú Libre – con sus propias formas, constantemente utilizan la victimización de la población andina y fomentan la lucha de clases entre ricos y pobres o limeños y provincianos para justificar el retorno a políticas trasnochadas y al acrecentamiento del Estado, una estrategia fallida que nos estancó 30 años en nuestro desarrollo. Cuando fue justamente la política contraria, la de la liberalización de la actividad privada con la Constitución de 1993, que se obtuvo la mayor mejora de los ingresos de los hogares rurales y reducción de pobreza fuera de Lima en toda nuestra historia republicana, producto del crecimiento económico que experimentó nuestro país hasta el 2011 (ver Lampadia: Las cifras de la prosperidad).

Una lectura sobre la superioridad del liberalismo, como la del presente artículo, no le vendría mal a las clases gobernantes de nuestro país, pues contribuiría a darles mayores luces sobre cómo mejorar la calidad de vida de justamente esas clases que ellos tildan de víctimas del sistema. Lampadia

Pensamiento político
La amenaza de la izquierda iliberal

No subestime el peligro de las políticas de identidad de izquierda

The Economist
4 de septiembre de 2021
Traducida y comentada por Lampadia

Algo ha salido muy mal con el liberalismo occidental. En el fondo, el liberalismo clásico cree que el progreso humano se logra mediante el debate y la reforma. La mejor manera de navegar por un cambio disruptivo en un mundo dividido es a través de un compromiso universal con la dignidad individual, los mercados abiertos y el gobierno limitado. Sin embargo, una China resurgente se burla del liberalismo por ser egoísta, decadente e inestable. En casa, los populistas de derecha e izquierda se enfurecen con el liberalismo por su supuesto elitismo y privilegio.

Durante los últimos 250 años, el liberalismo clásico ha contribuido a lograr un progreso sin precedentes. No se desvanecerá en una nube de humo. Pero está pasando por una prueba severa, tal como lo hizo hace un siglo cuando los cánceres del bolchevismo y el fascismo comenzaron a corroer la Europa liberal desde adentro. Es hora de que los liberales comprendan a qué se enfrentan y se defiendan.

En ningún lugar la lucha es más feroz que en EEUU, donde esta semana la Corte Suprema decidió no derogar una ley antiaborto draconiana y extraña. La amenaza más peligrosa en el hogar espiritual del liberalismo proviene de la derecha trumpiana. Los populistas denigran los edificios liberales como la ciencia y el imperio de la ley como fachada de un complot del estado profundo contra el pueblo. Ellos subordinan los hechos y la razón a la emoción tribal. La perdurable falsedad de que se robaron las elecciones presidenciales de 2020 apunta a dónde conducen esos impulsos. Si las personas no pueden resolver sus diferencias mediante el debate y las instituciones confiables, recurren a la fuerza.

El ataque de la izquierda es más difícil de entender, en parte porque en EEUU “liberal” ha llegado a incluir una izquierda no liberal. Describimos esta semana cómo un nuevo estilo de política se ha extendido recientemente desde los departamentos universitarios de élite. A medida que los jóvenes graduados han aceptado trabajos en los medios de comunicación de lujo y en la política, los negocios y la educación, han traído consigo el horror de sentirse “inseguros” y una agenda obsesionada con una visión estrecha de obtener justicia para los grupos de identidad oprimidos. También han traído consigo tácticas para imponer la pureza ideológica, al no poner plataformas a sus enemigos y cancelar a los aliados que han transgredido, con ecos del estado confesional que dominaba Europa antes de que el liberalismo clásico echara raíces a fines del siglo XVIII.

Superficialmente, la izquierda antiliberal y los liberales clásicos como The Economist quieren muchas de las mismas cosas. Ambos creen que las personas deberían poder prosperar independientemente de su sexualidad o raza. Comparten una sospecha de autoridad e intereses arraigados. Creen en la conveniencia del cambio.

Sin embargo, los liberales clásicos y los progresistas antiliberales difícilmente podrían estar más en desacuerdo sobre cómo lograr estas cosas. Para los liberales clásicos, la dirección precisa del progreso es incognoscible. Debe ser espontáneo y de abajo hacia arriba, y depende de la separación de poderes, para que nadie ni ningún grupo pueda ejercer un control duradero. Por el contrario, la izquierda antiliberal puso su propio poder en el centro de las cosas, porque están seguros de que el progreso real es posible solo después de haber visto por primera vez que se desmantelen las jerarquías raciales, sexuales y de otro tipo.

Esta diferencia de método tiene profundas implicaciones. Los liberales clásicos creen en establecer condiciones iniciales justas y dejar que los eventos se desarrollen a través de la competencia, por ejemplo, eliminando los monopolios corporativos, abriendo gremios, reformando radicalmente los impuestos y haciendo que la educación sea accesible con vouchers. Los progresistas ven el laissez-faire como un pretexto que utilizan los poderosos intereses creados para preservar el status quo. En cambio, creen en imponer “equidad”, los resultados que consideran justos. Por ejemplo, Ibram X. Kendi, un académico y activista, afirma que cualquier política de daltonismo, incluidas las pruebas estandarizadas de los niños, es racista si termina aumentando las diferencias raciales promedio, por más esclarecidas que sean las intenciones detrás de ella.

Kendi tiene razón al querer una política antirracista que funcione. Pero su enfoque de trabuco corre el riesgo de negar a algunos niños desfavorecidos la ayuda que necesitan y a otros la oportunidad de realizar sus talentos. Los individuos, no solo los grupos, deben recibir un trato justo para que la sociedad prospere. Además, la sociedad tiene muchos objetivos. La gente se preocupa por el crecimiento económico, el bienestar, la delincuencia, el medio ambiente y la seguridad nacional, y las políticas no pueden juzgarse simplemente por si avanzan a un grupo en particular. Los liberales clásicos utilizan el debate para definir prioridades y compensaciones en una sociedad pluralista y luego utilizan las elecciones para establecer un rumbo. La izquierda antiliberal cree que el mercado de las ideas está manipulado como todos los demás. Lo que se disfraza de evidencia y argumento, dicen, es en realidad otra afirmación de poder puro por parte de la élite.

Los progresistas de la vieja escuela siguen siendo campeones de la libertad de expresión. Pero los progresistas antiliberales piensan que la equidad requiere que el campo se incline contra los privilegiados y reaccionarios. Eso significa restringir su libertad de expresión, utilizando un sistema de castas de victimización en el que los que están en la cima deben ceder ante aquellos con un mayor reclamo de justicia restaurativa. También implica dar ejemplo a los supuestos reaccionarios, castigándolos cuando dicen algo que se toma para hacer sentir inseguro a alguien menos privilegiado. Los resultados son llamadas, cancelaciones y no plataformas.

Milton Friedman dijo una vez que “la sociedad que antepone la igualdad a la libertad terminará sin ninguno de los dos”. Él estaba en lo correcto. Los progresistas antiliberales creen que tienen un plan para liberar a los grupos oprimidos. En realidad, la suya es una fórmula para la opresión de los individuos y, en eso, no es muy diferente de los planes de la derecha populista. En sus diferentes formas, ambos extremos anteponen el poder al proceso, los fines a los medios y los intereses del grupo a la libertad del individuo.

Los países dirigidos por los hombres fuertes que admiran los populistas, como Hungría bajo Viktor Orban y Rusia bajo Vladimir Putin, muestran que el poder sin control es una mala base para un buen gobierno. Utopías como Cuba y Venezuela muestran que el fin no justifica los medios. Y en ninguna parte las personas se ajustan voluntariamente a los estereotipos raciales y económicos impuestos por el estado.

Cuando los populistas anteponen el partidismo a la verdad, sabotean el buen gobierno. Cuando los progresistas dividen a las personas en castas en competencia, vuelven a la nación contra sí misma. Ambos disminuyen las instituciones que resuelven el conflicto social. De ahí que a menudo recurran a la coacción, por mucho que les guste hablar de justicia.

Si el liberalismo clásico es mucho mejor que las alternativas, ¿por qué está pasando tantos apuros en todo el mundo? Una razón es que los populistas y los progresistas se retroalimentan patológicamente. El odio que cada bando siente por el otro enciende a sus propios partidarios, en beneficio de ambos. Criticar los excesos de su propia tribu parece una traición. En estas condiciones, el debate liberal carece de oxígeno. Solo mire a Gran Bretaña, donde la política en los últimos años fue consumida por las disputas entre los partidarios del Brexit tory intransigentes y el Partido Laborista bajo Jeremy Corbyn.

Los aspectos del liberalismo van en contra de la naturaleza humana. Requiere que defienda el derecho a hablar de sus oponentes, incluso cuando sepa que están equivocados. Debes estar dispuesto a cuestionar tus creencias más profundas. Las empresas no deben protegerse de los vendavales de la destrucción creativa. Tus seres queridos deben avanzar únicamente por sus méritos, incluso si todos tus instintos van a infringir las reglas por ellos. Debes aceptar la victoria de tus enemigos en las urnas, incluso si crees que arruinarán el país.

En resumen, es un trabajo duro ser un auténtico liberal. Después del colapso de la Unión Soviética, cuando su último rival ideológico pareció desmoronarse, las élites arrogantes perdieron contacto con la humildad y las dudas del liberalismo. Cayeron en el hábito de creer que siempre tenían la razón. Diseñaron la meritocracia de EEUU para favorecer a personas como ellos. Después de la crisis financiera, supervisaron una economía que creció demasiado lentamente para que la gente se sintiera próspera. Lejos de tratar a los críticos blancos de la clase trabajadora con dignidad, se burlaron de su supuesta falta de sofisticación.

Esta complacencia ha permitido a los oponentes culpar al liberalismo de imperfecciones duraderas y, debido al tratamiento de la raza en EEUU, insistir en que todo el país estaba podrido desde el principio. Ante la persistente desigualdad y el racismo, los liberales clásicos pueden recordarle a la gente que el cambio lleva tiempo. Pero Washington está quebrado, China se está adelantando y la gente está inquieta.

Una falta de convicción liberal

La máxima complacencia sería que los liberales clásicos subestimaran la amenaza. Demasiados liberales de derecha se inclinan a elegir un matrimonio de conveniencia descarado con los populistas. Demasiados liberales de izquierda se centran en cómo ellos también quieren justicia social. Se consuelan con la idea de que el antiliberalismo más intolerante pertenece a una franja. No se preocupe, dicen, la intolerancia es parte del mecanismo de cambio: al centrarse en la injusticia, cambian el terreno central.

Sin embargo, es precisamente contrarrestando las fuerzas que impulsan a la gente a los extremos que los liberales clásicos impiden que los extremos se fortalezcan. Al aplicar los principios liberales, ayudan a resolver los muchos problemas de la sociedad sin que nadie recurra a la coacción. Solo los liberales aprecian la diversidad en todas sus formas y saben cómo convertirla en una fortaleza. Solo ellos pueden tratar con equidad todo, desde la educación hasta la planificación y la política exterior, para liberar las energías creativas de las personas. Los liberales clásicos deben redescubrir su espíritu de lucha. Deben enfrentarse a los matones y canceladores. El liberalismo sigue siendo el mejor motor para un progreso equitativo. Los liberales deben tener el coraje de decirlo. Lampadia




Estatismo y pobreza

Estatismo y pobreza

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 21 de mayo de 2021
Para Lampadia

El 2020 fue un año brutal. A diferencia de lo que veníamos logrando en materia de crecimiento económico y reducción de la pobreza, el año pasado ésta aumentó casi 10% a nivel nacional. El retroceso económico y social fue tal, que ahora – dramáticamente – uno de cada tres peruanos es pobre. ¡Hemos retrocedido diez años! Repito, el 2020 fue un año brutalmente empobrecedor.

Pero escarbemos más acerca del tema. ¿Cuál fue la región que más se empobreció el año pasado? Aunque parezca mentira… Lima. Antes de la pandemia, 14% de los limeños – migrantes la mayoría – eran pobres. Ahora, 28%. ¡La pobreza en Lima se duplicó el año pasado!

La pandemia – ciertamente – tuvo mucho que ver con el empobrecimiento de nuestros compatriotas en todo el país. Pero ¿por qué nos fue tan mal a los peruanos, y a otros no tanto? Me refiero a otros países. ¿Por qué tuvimos la más alta tasa de mortalidad, y la mayor caída económica y productiva… del mundo? ¿Por qué fuimos el país que peor manejó la pandemia a nivel mundial? ¿Por qué?

Por lo que he podido indagar y comparar con otros países, el Perú fue el país que menos recurrió al sector privado – léase empresas – para confrontar la pandemia. El Estado, sólo el Estado, y nadie más que el Estado debía actuar frente a la pandemia. El resto… inmovilización social y confinamiento total. #YoMeQuedoEnCasa. ¡Absurdo!

Efectivamente, nuestro Gobierno fue el que estableció la cuarentena más radical del mundo en materia empresarial, al inicio de la pandemia. Todas las empresas mineras, pesqueras, industriales, constructoras, hoteleras, restaurantes, cines… todas tuvieron que parar compulsivamente, por disposición del Estado. Las únicas excepciones fueron la agricultura, algunos comercios, la salud, y unos cuantos servicios básicos más.

Sigamos escarbando. ¿Cuál fue la región a la que mejor le fue – económicamente – en el 2020? Según un reciente informe publicado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), Ica fue la región que registró menos pobreza a nivel nacional. Objetivamente – según el INEI – Ica tiene menos pobreza que regiones como Arequipa, Piura, La libertad, incluso Lima Metropolitana. Y ni qué decir si nos comparamos con la pobreza en regiones de la Sierra y Selva del país.

La pregunta es ¿cómo así Ica registró la menor pobreza del país? Y la respuesta es obvia: por sus empresas y sus trabajadores. Y particularmente por su agricultura exportadora, la cual – gracias a Dios – no paró por la pandemia.

Entonces ¿por qué las protestas contra las agroexportadoras de Ica en diciembre pasado? ¿Por qué el presidente Sagasti – feliz – derogó raudamente la Ley de Promoción Agraria, que tanto empleo formal y desarrollo social había generado desde su promulgación en el año 2000?

Atemos cabos. El común denominador detrás de toda esta – aparente – insensatez es la fobia empresarial de parte de nuestras autoridades, secundada – valgan verdades – por algunos periodistas, académicos, políticos, y demás.

Por ello, precisamente – por la fobia empresarial – el Gobierno dispuso la paralización total de actividades empresariales que bien pudieron operar normalmente siguiendo los protocolos de seguridad por todos conocidos: distanciamiento social, protección facial y lavado de manos. Por ello – porque las aborrece – el Gobierno desestimó el ofrecimiento de numerosas empresas de realizar pruebas moleculares de COVID a sus trabajadores. Por ello – al inicio de la pandemia – el Gobierno rechazó los ofrecimientos de algunas empresas textiles de fabricar mascarillas, prendas de vestir y sábanas para uso hospitalario. Y también por ello – en el colmo del estatismo retrógrado y acomplejado – el Gobierno rechazó ofrecimientos de oxígeno y compra de vacunas por parte de empresas mineras.

¡Cuánta pobreza, cuánto odio, cuánta injusticia, cuánta envidia, cuánta muerte nos está trayendo el estatismo a los peruanos! Lampadia




Después de una mala década

Después de una mala década

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Pienso que los resultados de las elecciones generales requieren de todos nosotros reflexiones serias sobre como reconstruir la confianza en el futuro, salir de la pandemia y recuperar el crecimiento económico, el empleo y la reducción de la pobreza.

Necesitamos diseñar una visión de futuro que nos invite a todos los peruanos a enfrentar juntos la gesta del desarrollo. Más adelante volveré sobre este tema.

Por ahora tenemos que entender que nadie tiene una representación global del electorado. La segunda vuelta tiene que ser enfrentada con humildad, pero sobre todo, recogiendo el voto por el candidato radical, que no necesariamente es un voto que expresa un radicalismo extremo de la población.

El voto por Castillo no es solo un voto de rechazo a un sistema que ven lejano y corrupto, a un estado que no funciona, sino también cosecha la prédica de izquierda contra el sistema, que no ha sido contrapesada por la clase dirigente nacional, que ha abandonado el terreno político e ideológico.

Tenemos que invitar a esos peruanos, que tienen poca información sobre el mundo y el Perú, pero que se sienten auténticamente dolidos, a ser parte de la gesta de su propio desarrollo.

En diciembre del 2017 escribí en Lampadia: En búsqueda del tiempo perdido ¿Y ahora qué le decimos al Perú?

Hace muchos años repito que el Perú es ‘infinito’, que tenemos todos los recursos para ser un país rico. Hace tiempo que podríamos haber transformado nuestro potencial productivo en bienestar general. Esta visión incluye, por supuesto, mi apreciación por la calidad de nuestra gente, como personas trabajadoras, creativas y esencialmente sanas.

Pero como no todo puede ser bueno, tenemos una clase dirigente que, difícilmente, es digna de ser llamada así. La calidad de nuestra clase dirigente ha sido siempre motivo de duras críticas por parte de los peruanistas más destacados, como lo fueron Víctor Andrés Belaunde Diez Canseco y Jorge Basadre. La afectan dos grandes males: la búsqueda del beneficio individual y la falta de compromiso cívico.

Solo así podemos explicarnos que, una y otra vez, transformemos nuestras oportunidades en derrotas.

En diciembre de 2010, escribí en Diario 16: ¡Que buena década! – ¡Queremos otra!

Es hora de mirar el vaso medio lleno. Esta década está terminando de marcar nuestra transición desde una sociedad cerrada, estancada, a una sociedad abierta, de crecimiento. Estamos empezando a dejar atrás las actitudes del modelo mental ganar-perder, la suma cero, y adoptando las del modelo ganar-ganar, la suma positiva. Nuestros ciudadanos están pasando del oportunismo a la confianza en sí mismos, nuestros empresarios están terminando de transitar del mercantilismo a la competencia, y nuestros políticos, hay nuestros políticos, todavía muy pocos se alejan de la demagogia, el populismo, y el cortoplacismo, y pasan a la visión de futuro y la concordancia entre palabra y obra.

Quiero enfatizar que aún estamos lejos de resolver nuestros grandes problemas institucionales, sociales y económicos, pero si antes, la posibilidad de enfrentarlos y resolverlos, era una ilusión, un sueño o una promesa, hoy está en nuestras capacidades, hoy podemos dar un gran salto adelante para superarlos.

Por fin estamos aprendiendo a crear riqueza, base esencial del bienestar, estamos viendo como, con la inversión privada que se multiplica a lo largo y ancho del país, junto con la inversión pública en las regiones, que se hace posible gracias al crecimiento de la economía, se empieza a transformar nuestro perfil, y lo que es más importante, empieza a cambiar el sentimiento nacional.

Pero ¿qué pasó?

¿Cómo pasamos de esa situación a una década muy mala entre el 2011 y el 2020?

Evidentemente, perdimos el rumbo, nuestra clase política se dedicó a las absurdas y derrotistas guerrillas de poder, y nuestros intelectuales, gremios y empresarios, se olvidaron de participar en el debate nacional y de llevar el credo del crecimiento y el bienestar a todos los peruanos.

No entendimos que el desarrollo integral, económico, social e institucional, es tarea de todos. No podemos dejar la construcción del futuro en manos de los políticos y los pobres medios de comunicación. Tenemos que fajarnos por llevar la palabra y los actos pro-desarrollo, a todos los rincones del Perú.

La segunda vuelta tiene que marcar un giro profundo de nuestro compromiso con la patria. Es hora de re enrumbarnos a la gran gesta del desarrollo con humildad y amor por este maravilloso país. Busquemos la concordancia con el espíritu peruanista de nuestros grandes pensadores. Lampadia




El compromiso de occidente con China

El compromiso de occidente con China

El persistente embate a la democracia de Hong Kong por parte de China sigue escalando a niveles preocupantes, a través de nuevas leyes de seguridad y más recientemente reduciendo la cuota de legisladores elegidos democráticamente. Ello ha despertado alertas en el mundo liberal que ve este derrotero como el avance de las autocracias sobre las repúblicas, un hecho que también los hace pensar que China quiere proyectar este modelo político al mundo globalizado.

Sin embargo, lo cierto es que, aún con todos los desacuerdos que los países occidentales puedan tener con China, es imposible prescindir de ella por su alto grado de articulación comercial, con las cadenas globales de valor y con los flujos de capitales externos. Así lo deja en claro un reciente artículo publicado por The Economist en el que además propone una suerte de compromiso con China de manera que los países no vean afectadas sus economías y que a su vez tampoco pierdan el frente en la defensa del modelo de democracia liberal, que desde Lampadia también defendemos.

Debemos dejar de lado la confrontación y más bien debe buscarse la convergencia entre ambos el bloque occidental y oriental, aprovechando el crecimiento económico de China y no entorpeciéndolo como pretendía hacer Trump, más aún en un contexto de recesión y crisis sanitaria global (ver Lampadia: EEUU y China deben descongelar sus relaciones). Ello no quita que hechos como los de Hong Kong deban volver mas firmes a los países occidentales en su defensa de los derechos políticos y civiles, y dar cuenta de lo terrible que pueden llegar a ser los totalitarismos una vez instalados en el poder.

Veamos el análisis de The Economist al respecto. Lampadia

Las consecuencias de Hong Kong
Cómo lidiar con China

Se avecina una épica contienda mundial entre la autocracia y los valores liberales

The Economist
20 de marzo, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

La semana pasada, China aplastó la democracia en Hong Kong. La imposición de un estricto control continental sobre el territorio no es solo una tragedia para los 7.5 millones de personas que viven allí, también es una medida de la determinación de China de no comprometerse en la forma en que afirma su voluntad. Después del colapso de la Unión Soviética en 1991, los valores liberales fueron ascendentes en todo el mundo. El desafío de China los someterá a su mayor prueba desde los primeros días de la guerra fría. Es más, como también muestra la economía de Hong Kong, China está más estrechamente unida a Occidente de lo que fue la Rusia comunista. Esto presenta al mundo libre una pregunta que marcará una época: ¿cuál es la mejor manera de asegurar la prosperidad, reducir el riesgo de guerra y proteger la libertad a medida que China asciende?

Hong Kong desafía a quienes buscan una respuesta sencilla. China ha reducido la proporción de legisladores elegidos directamente del 50% a tan solo el 22% y requerirá que sean examinados por “patriotismo”. Es la culminación de una campaña para aplastar la libertad en el territorio. Los líderes del movimiento de protesta están en el exilio, en prisión o intimidados por una ley de seguridad impuesta a Hong Kong en 2020. La censura está aumentando y el poder judicial y los reguladores de Hong Kong enfrentarán presiones para mostrar su lealtad. El 12 de marzo, el grupo de democracias del G7 condenó la represión autocrática de China, que es una violación de las obligaciones del país en virtud del tratado. Los diplomáticos de China respondieron con negaciones grandilocuentes.

Se podría pensar que la muerte del liberalismo en el centro financiero de Asia, que alberga 10 trillones de dólares de inversiones transfronterizas, desencadenaría el pánico, la fuga de capitales y un éxodo empresarial. En cambio, Hong Kong está disfrutando de un boom financiero. Las ofertas de acciones se han disparado a medida que las empresas líderes de China cotizan allí. Las empresas occidentales están en el centro de todo esto: los principales aseguradores son Morgan Stanley y Goldman Sachs. El año pasado, el valor de los pagos en dólares estadounidenses liquidados en Hong Kong, un centro de la moneda de reserva mundial, alcanzó un récord de 11 trillones de dólares.

El mismo patrón de opresión política y efervescencia comercial se encuentra en el continente. En 2020, China abusó de los derechos humanos en Xinjiang, libró una guerra cibernética, amenazó a sus vecinos e intensificó el culto a la personalidad que rodea al presidente Xi Jinping. Se está realizando otra purga. Sin embargo, cuando hablan con los accionistas sobre China, las empresas globales pasan por alto esta brutal realidad: “Muy feliz”, dice Siemens; “Fenomenal”, reconoce Apple; y “Notable”, dice Starbucks. China continental atrajo US$ 163,000 millones de nuevas inversiones multinacionales el año pasado, más que cualquier otro país. Está abriendo los mercados de capitales del continente a los extranjeros, que han invertido US$ 900,000 millones, en un cambio histórico para las finanzas globales.

Además, la atracción que ejerce China ya no es solo una cuestión de tamaño, aunque, con el 18% del PBI mundial, también la tiene. El país también es donde las empresas descubren las tendencias y las innovaciones del consumidor. Es cada vez más donde se establecen los precios de las materias primas y el costo del capital, y se está convirtiendo en una fuente de regulaciones. Las empresas apuestan a que, en Hong Kong y el continente, el gobierno matón de China es capaz de autocontrol en la esfera comercial, proporcionando certeza contractual, a pesar de la falta de tribunales totalmente independientes y libertad de expresión. Aunque el magnate más conocido de China, Jack Ma, ha perdido el favor político, las participaciones de los inversores extranjeros en su imperio todavía tienen un valor de más de US$ 500,000 millones.

Todo esto es una reprimenda a la política occidental de China de las últimas décadas. Cuando los líderes occidentales dieron la bienvenida a China al sistema de comercio mundial en 2001, muchos de ellos creyeron que automáticamente se volvería más libre a medida que se enriqueciera. Cuando eso no sucedió, la administración Trump intentó coerción, aranceles y sanciones. Eso también han fracasado, y no solo en Hong Kong. EEUU ha liderado una campaña de tres años contra Huawei, una firma a la que acusa de espiar. De los 170 países que usan sus productos, solo una docena más o menos lo han prohibido. Mientras tanto, el número de empresas tecnológicas chinas con un valor de más de US$ 50,000 millones ha aumentado de siete a 15.

Una respuesta sería que Occidente se redoblara buscando una desconexión total con China en un intento de aislarla y forzarla a cambiar de rumbo. El costo sería alto. La participación de China en el comercio mundial es tres veces mayor que la de la Unión Soviética en 1959. Los precios subirían a medida que los consumidores occidentales fueran excluidos de la fábrica mundial. China genera el 22% de las exportaciones mundiales de manufacturas. Los grupos occidentales que dependen de China se enfrentarían a un shock: tecnología en EEUU, automóviles en Alemania, banca en Gran Bretaña, artículos de lujo en Francia y minería en Australia. Prohibir que China use el dólar hoy podría desencadenar una crisis financiera mundial.

Tal vez valga la pena pagar ese precio si es probable que un embargo tenga éxito. Pero hay muchas razones para pensar que Occidente no puede penalizar al Partido Comunista Chino fuera del poder. A corto plazo, si se les obliga a tomar partido, muchos países podrían elegir a China sobre Occidente. Después de todo, China es el mayor socio comercial de bienes de 64 países, frente a los 38 de EEUU. En lugar de aislar a China, EEUU y sus aliados podrían terminar aislándose. A la larga, a diferencia de la Unión Soviética empapada de petróleo, China es lo suficientemente grande, diversa e innovadora como para adaptarse a la presión externa. Está probando una moneda digital, que eventualmente podría rivalizar con el dólar como una forma de liquidar el comercio. Pretende ser autosuficiente en semiconductores.

Al menos un embargo alentaría a China a proteger los derechos humanos, dirán algunos. Sin embargo, el aislamiento tiende a fortalecer el control de los gobiernos autocráticos. Separados del contacto comercial, intelectual y cultural con Occidente, los chinos comunes estarán aún más privados de ideas e información externas. El contacto diario de 1 millón de empresas con inversión extranjera en China con sus clientes y personal, y de 40,000 empresas chinas en el exterior con el mundo, es un conducto que incluso los censores de China luchan por contener. Los estudiantes y turistas se involucran en millones de encuentros ordinarios que no son intermediados por Big Brother.

El compromiso con China es el único camino sensato, pero ¿cómo puede evitar convertirse en apaciguamiento? Ese es el desafío al que se enfrenta el gobierno de Biden, que celebró una cumbre con China cuando salimos de la imprenta. Está en el centro de revisiones estratégicas como la que acaba de presentar Gran Bretaña.

Comienza con la construcción de las defensas de Occidente. Las instituciones y cadenas de suministro deben apoyarse contra la interferencia del estado chino, incluidas las universidades, la nube y los sistemas de energía. La crujiente infraestructura liderada por EEUU detrás de la globalización (tratados, redes de pagos, estándares tecnológicos) debe modernizarse para brindar a los países una alternativa al sistema competidor que China está ensamblando. Para mantener la paz, se debe aumentar el costo de la agresión militar para China, fortaleciendo coaliciones como el “Quad” con India, Japón y Australia, y reforzando la fuerza militar de Taiwán.

Una mayor resiliencia permite la apertura y una postura firme en materia de derechos humanos. Al articular una visión alternativa al totalitarismo, los gobiernos liberales pueden ayudar a sostener el vigor de las sociedades abiertas en todas partes en una confrontación que, si no termina en una guerra trágica, durará décadas. Es vital mostrar que hablar de valores universales y derechos humanos es más que una táctica cínica para preservar la hegemonía occidental y mantener baja a China. Eso significa que las empresas actúan contra las enormidades, por ejemplo, excluyendo el trabajo forzoso de sus cadenas de suministro. Mientras que la amoralidad occidental solo haría que el nacionalismo chino sea más amenazador, la defensa de los derechos humanos basada en principios sostenida durante muchos años puede alentar al pueblo chino a exigir las mismas libertades para sí mismo.

Los gobernantes de China creen que han encontrado una manera de casar la autocracia con la tecnocracia, la opacidad con la apertura y la brutalidad con la previsibilidad comercial. Después de la supresión de Hong Kong, las sociedades libres deberían ser más conscientes que nunca del desafío que presenta. Ahora necesitan reunir una respuesta y preparar sus defensas para la larga lucha que tienen por delante. Lampadia




¿Por qué no podemos mantener un esfuerzo continuo?

¿Por qué no podemos mantener un esfuerzo continuo?

 

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Es increíble cómo van cayendo uno a uno todos los principios básicos del crecimiento económico y del desarrollo institucional. Vale preguntarse por qué el Perú no puede mantener una disciplina conceptual y un esfuerzo acumulativo continuo más allá de cierto tiempo. Corrigiendo los errores, pero manteniendo y hasta mejorando el rumbo.

Una hipótesis es que la pandemia produjo tal impacto que relajó todos los preceptos. El populismo y el clientelismo estuvieron siempre agazapados, pero saltaron sobre su presa con el pretexto de la situación creada por el COVID 19.

El caso más reciente en el que el país apenas pudo mantener un esfuerzo constructivo –débil por lo demás- de 7 años, ha sido el de la implantación de la meritocracia en el Estado vía el tránsito al régimen de la ley de Servicio Civil. Un proceso complejo que requería de voluntad política y que quizá debió simplificarse. Ahora pasó a la historia con la ley insistida por el Congreso que elimina el régimen CAS y convierte a todos los CAS en empleados permanentes sin meritocracia y con estabilidad absoluta. Adiós el proyecto nacional de construir un Estado meritocrático.

En el caso de los pilares del crecimiento económico pudimos mantener milagrosamente una continuidad de 30 años. Pero ese ciclo estaría llegando a su fin. El Congreso le ha infligido golpes que podrían ser terminales. La estabilidad macroeconómica, pilar fundamental, ha sido socavada con leyes que incrementan el gasto fiscal permanente en casi 6 puntos del PBI al mismo tiempo que reducen la recaudación fiscal con leyes que dañan motores económicos, reduciendo el crecimiento potencial.  

Principios básicos como la libertad de precios y la libertad económica han sido afectados.

Se ha abierto el camino al intervencionismo estatal en la economía. Y ya sabemos a dónde conduce eso. Pablo Bustamante ha recordado que, a diferencia de Chile, Colombia y otros países de la región, el Perú tuvo una caída profunda en la pobreza económica en los 70 y 80 debido al estatismo proteccionista. (Ver en Lampadia: Desarrollo interruptus). Si hubiésemos seguido la línea continua de crecimiento abierto y de mercado que con breves interrupciones teníamos desde comienzos del siglo pasado, hoy estaríamos por encima de Chile. Pero caímos en el profundo pozo del intervencionismo estatal que, paradójicamente, redujo el Estado a su mínima expresión a fines de los 80.

Parece que vamos a volver a caer, como si no hubiésemos aprendido nada. Lo que hemos tenido en los últimos 30 años ha sido justamente un proceso de reconstrucción del Estado y sobre todo de crecimiento económico sano y competitivo, limitado en la última década por regulaciones crecientes que fueron restaurando una suerte de intervencionismo estatal de baja intensidad. Es que, confiando en que el modelo es potente, se les cuelgan cada vez más obligaciones, requisitos y cargas a las empresas, hasta que ya casi no pueden caminar. Por eso lo que el modelo no pudo resolver fue la alta informalidad. Para resolverla, había que restablecer los grados de libertad económica conculcados y empoderar tecnológicamente a los pequeños.

Lo que se viene podría ser peor. Si Yonhy Lescano es elegido presidente, lo que tendríamos, según sus promesas y su plan de gobierno, sería el puntillazo final a los principios básicos del crecimiento y a sus motores principales. Comenzando por la minería, que será nacionalizada a la boliviana, y sus contratos renegociados. No vendrá más inversión minera, así como en Bolivia nunca llegó más inversión gasífera, lo que la dejará sin reservas en 10 años.

Se consolidará la intervención en el sistema de precios con la obligación al Banco Central de poner topes a las tasas de interés, lo que alejará el crédito formal de los pequeños, expulsándolos al agiotismo y cortando el avance a la inclusión financiera y a la formalización económica.

Más grave aún: se afectará la autonomía del Banco Central, sustento de la estabilidad macroeconómica del país.

El principio de subsidiariedad de la actividad empresarial del Estado –base también del crecimiento- será dejado de lado. Se crearán empresas públicas en sectores “estratégicos” como la aeronáutica y seguramente el gas, y convertirá al Banco de la Nación en un banco comercial público, tal como ha anunciado. 

Además, se empezará a introducir formas de protección rentista a sectores productivos (industriales, agricultores), como también ha prometido.

En suma, un retroceso a una forma menos radical del estatismo de los 70 y 80.

En lugar de eliminar sobre regulaciones y restablecer libertad económica y más competencia para devolverle velocidad al crecimiento, y de reformar el Estado para tener servicios públicos eficientes, se ofrece lo contrario. La ruta al abismo nuevamente. Lampadia




Desarrollo interruptus

Desarrollo interruptus

La ruptura de nuestro desarrollo que impidió la evolución del Perú hacia la unión y la prosperidad

EDITORIAL DE LAMPADIA
Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Después de la Guerra del Pacífico, el Perú inició un largo y continuo proceso de crecimiento económico, casi ininterrumpido, hasta que en 1968 un golpe militar instaló una dictadura de izquierdista estatista y nacionalista, que desbarató nuestro desarrollo hasta entrados los años 90.

En 1980, once años después, regresó la democracia, pero esta no supo corregir el descalabro social, económico e institucional producido por la dictadura.

Lo que es peor, tanto el gobierno de Belaunde, como el de García, mantuvieron la orientación estatista de la economía y se sumaron al pésimo manejo macroeconómico y fiscal que en los años 70 instaló la gran inflación peruana, que García llevó al extremo de 7,649% en un solo año.

Casi 30 años de malas políticas económicas provocaron ‘una ruptura tectónica de nuestro desarrollo’. Mirando el siguiente gráfico, reflexionemos un momento sobre lo que eso implica en la historia de un país.

Esta ruptura se manifestó dramáticamente desde 1973 hasta inicios de los años 90.

Una desgracia que sucedió en muy pocos países. Por cierto, no ocurrió en ninguno de nuestros vecinos. Por eso, nuestro desarrollo no es comparable con el de los otros países. Una ruptura de la vida nacional, de esa profundidad y duración, que malogró la vida de varias generaciones de peruanos, establece una carga, una cicatriz, que marca el futuro del país por mucho tiempo. Entre otros impactos, si ignoramos este trauma, podemos nublar nuestra capacidad de análisis político, social, económico e institucional sobre la realidad nacional.

Registremos algunos impactos originados por esta ruptura tectónica, que muchas veces no tenemos presente:

Caída de la inversión privada

La dictadura estatista militar, pretendió reemplazar la inversión de los peruanos en todas las actividades económicas. Se estatizaron todo tipo de empresas y se crearon monstruos burocráticos dilapidadores de recursos y creadores de corrupción.

Se destruyó la economía y todas las actividades productivas. El año 1990 estábamos todos empobrecidos, 60% de la población cayó en la pobreza; las empresas más grandes no facturaban más de US$ 600 millones anuales, mientras nuestros pares ecuatorianos vendían más de US$ 1,500 millones; y el Estado, que pretendió crecer y regular nuestra vida, el año 90 solo tuvo ingresos de 3.8% de un PBI diminuto. Hoy día nos quejamos de que los ingresos del Estado solo llegan al 14% del PBI, de un PBI S/ 546,000 millones, 3.6 veces mayor que el de 1990 (comparado en soles constantes del 2007).

Nótese que el 2011, cuando empezó el retroceso de nuestra economía de mercado, por las políticas populistas y nacionalistas, los ingresos del Estado llegaron al 21% del PBI.

Hiperinflación y destrucción de la clase media y de los servicios públicos

La hiperinflación destruyó los ingresos de la clase media tradicional, dependiente, cuyos ingresos eran fijos. Esa clase media desapareció, todos cayeron en la pobreza.

Además, tuvo efectos desastrosos en los servidores públicos, en los maestros, médicos, enfermeras y policías, gente que tenía ingresos fijos y que por lo tanto, sus fuentes de vida fueron licuadas, prácticamente desaparecidas por la inflación, sin que su efecto pudiera ser compensado por aumentos salariales.

Efectivamente, a partir de mediados de la década de 1970, la dictadura militar de Velasco y Morales Bermudez nos metió en una de las mayores inflaciones de la historia de la economía mundial. Una de las mayores en dos aspectos, por su incidencia y su duración. La hiperinflación peruana descalabró a nuestra sociedad por más de 20 años y en un solo año (1990), llegó a generar un aumento de precios de 7,482%.

Nuestros funcionarios públicos, entonces muy buenos y comprometidos en su gran mayoría, tuvieron que buscar otras fuentes de ingresos, cachuelando de cualquier forma para mantener a sus familias. El propio Estado tuvo que recortar los horarios de trabajo de maestros, médicos, enfermeras y policías, para permitirles sobrevivir.

Así se destruyó la calidad de los servicios públicos. Los trabajadores perdieron su relación de exclusividad con sus labores públicas. En escencia, nos quedamos sin servidores públicos.

El caso de los maestros es muy significativo. Sin posibilidades de tener ingresos dignos en la labor magisterial, tuvieron que recurrir a la acción gremial para arrancarle, por la fuerza, algunos aumentos al Estado. Tuvieron que politizar su acción gremial y cayeron en manos de extremistas, tan es así que hasta hoy el Sutep (en sus estatutos), adscribe a la lucha de clases en vez de tener un compromiso educativo.

Destrucción de la clase política

Se dice que Fujimori destruyó a los partidos políticos. Pero en verdad, en los 80s, durante los diez años de democracia después de la dictadura militar, Acción Popular, el Apra y los demás partidos políticos, lo hicieron muy mal en lo económico, social y en seguridad, y llegaron muy desprestigiados al año 90, donde dos personajes ajenos a la política (MVLl y AFF) se disputaron la presidencia.

Fujimori desconoció la importancia de reconstruir los partidos y ayudó a profundizar su crisis, y ya en el siglo XXI arrancamos con Toledo, otro personaje ajeno a la tradición partidaria.

Confusión de académicos, periodistas y analistas

Como indicamos líneas arriba, si no tenemos presente esta ruptura de la vida nacional en nuestro análisis político, social, económico e institucional, podemos caer en el error del inmediatismo y de plantear atajos y saltos al vacío.

En general, no somos conscientes que nuestra historia, con esa brutal ruptura de nuestra vida ciudadana, nos marca y nos limita para ver nuestra situación con perspectiva histórica y en comparación con otros países. Recuperarse de 30 años de errores graves no es fácil.

Empezamos a hacerlo desde 1993, con la nueva Constitución:

  • Que permitió el regreso de la inversión privada.
  • Que permitió eliminar la inflación, ese horrible impuesto a los pobres. Hace años tenemos una inflación que no pasa de 3% anual.
  • Que ayudó a bajar la pobreza de 60% de la población el año 90 a 20% el 2019.
  • Que permitió que recuperáramos el crecimiento de la economía. Entre 1993 y 1997 crecimos 7.5% anual, proceso que lamentablemente se interrumpió en 1998 con el innecesario corte de la cadena de pagos y la consecuente recesión, que solo superamos hacia el 2004. Luego recuperamos el crecimiento alto y sostenido superando el 6.5% anual hasta que el 2011 empezamos nuevamente con el desaliento de la inversión privada. Llegando el 2019 a un paupérrimo crecimiento de 2.16%.

Sin embargo, hasta ahora no recuperamos la calidad de los servicios públicos. Nuestras instituciones dejan mucho que desear y nuestros indicadores sociales no llegan a los niveles de desarrollo que el Perú tiene capacidad de lograr por la abundancia de nuestros recursos naturales y capacidad de trabajo y creatividad de nuestra población, que ha mostrado altos niveles de longanimidad, o perseverancia y constancia de ánimo en situaciones de adversidad. La longanimidad, a diferencia de la resiliencia, que es un concepto de la física, conlleva benignidad, clemencia y generosidad.

¿Qué pasa con los académicos, periodistas y analistas que opinan sobre la situación del Perú?

Que en buena medida nos juzgan como si nunca hubiéramos interrumpido nuestro desarrollo. No se dan cuenta que tenemos que seguir con la gesta del desarrollo continuo para cerrar las brechas económicas, sociales e institucionales, que todavía no podemos superar. No se dan cuenta que recuperar nuestro potencial productivo y de generación de empleo toma mucho tiempo. Las inversiones importantes, las de largo aliento, toman mucho tiempo en consolidarse y en sacar al país de la economía especulativa y mercantilista que se desarrollo hasta 1990.

Por eso no sorprende que varios analistas pierdan la perspectiva y nos comparen con Colombia y Chile, que nunca tuvieron que empezar de nuevo su desarrollo.

Por eso molesta que no entiendan que tenemos procesos inconclusos y que tenemos que aprender a sumar. No podemos empezar de nuevo cada cierto tiempo, tenemos que corregir y avanzar.

Esta trampa de desconectar nuestros períodos históricos va más allá de los últimos 50 años. Permítanme invocar un mejor análisis, citando al historiador Mario Arce Espinoza, director de la Biblioteca Municipal de Arequipa, cuando dice de Víctor Andrés Belaunde Diez Canseco: “Para Belaunde, el Perú es resultado de una continuidad, de un proceso que se ha gestado en el tiempo. En este territorio se han asentado culturas preincas, incaicas, sociedad colonial y la república. Todos esos sistemas de gobierno y culturas nos han enriquecido y formado la peruanidad”.

El Perú es muy grande, no nos equivoquemos con visiones parciales, y no caigamos en los mismos errores, una y otra vez. Lampadia




La fractura de la coalición

La fractura de la coalición

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia

Las críticas de varios connotados vizcarristas a su ex líder no deberían sorprender tanto. El problema que tienen es que con su inesperada postulación al Congreso, Martín Vizcarra amenaza con dividir los votos de esa coalición en las próximas elecciones, en las que se sentían seguros ganadores con algunos de los varios candidatos que tienen.

En efecto, cuatro o cinco de los candidatos de esa coalición están en lugares expectantes de las encuestas. El mejor de los escenarios para ellos es, naturalmente, que dos de su grupo lleguen a la segunda vuelta, con lo cual tendrían asegurado un Gobierno que sea la continuidad de los de Vizcarra y Francisco Sagasti, probablemente profundizando su tendencia hacia la izquierda, destruyendo los pilares del crecimiento económico de las últimas décadas y quizás enrumbando al país en el desastroso camino de otros países de la región.

Ahora con Vizcarra en la competencia esa posibilidad se debilita pues, si son ciertos los sondeos que se han publicado, el ex presidente podría obtener una importante votación a costa de otros postulantes de la coalición, aunque no le alcanzaría, por supuesto, para que su impresentable candidato a la presidencia entre a la ronda final.

Es decir, la segunda vuelta podría estar al final entre uno de los candidatos de la coalición que ha gobernado (y sigue en el poder ahora), y otro que defienda el libre mercado, la democracia y -eso es lo más importante para muchos de ellos- no esté dispuesto a seguirles permitiendo disfrutar de las millonarias prebendas estatales de las que se han acostumbrado a vivir.

Además Vizcarra, oportunistamente como siempre, se ha izquierdizado y ahora propone una Asamblea Constituyente para elaborar una nueva Constitución. Ese es un tema que divide a esa coalición, pues aunque algunos de los más extremistas siempre lo han pretendido, no todos están de acuerdo.

En suma, empezando esta accidentada e irregular campaña electoral, la situación se ha complicado para la coalición gobernante que, sin embargo, ha mostrado una enorme versatilidad para adaptarse y permanecer aferrada a la teta estatal, al tiempo que va minando las bases del progreso. Lampadia




Las leyes de este Congreso llevan a un Estado inviable y fallido

Las leyes de este Congreso llevan a un Estado inviable y fallido

Jaime de Althaus
Para Lampadia

La irresponsabilidad del ex presidente Vizcarra, que lo llevó a disolver el congreso anterior por puro deporte populista puesto que no buscó tener mayoría en el nuevo Congreso, ha producido el parlamento más populista y destructivo de la historia del Perú. En el año que tiene de funcionamiento, ha logrado socavar seriamente los pilares del crecimiento económico nacional, comprometiendo gravemente la viabilidad del país.

En efecto, las leyes aprobadas, como podemos ver en el siguiente cuadro, han atacado peligrosamente los 4 fundamentos del modelo económico que nos había permitido crecer a tasas altas y reducir la pobreza a la tercera parte de lo que era.

Esos 4 pilares o fundamentos son el equilibrio fiscal y la meritocracia, los motores emblemáticos de crecimiento, la libertad económica y de precios y la seguridad jurídica de los contratos.

Siete leyes han comprometido la viabilidad fiscal del Estado:

  • La de devolución de aportes a la ONP –que esperamos el Tribunal Constitucional declare inconstitucional- que no solo abre un forado de 18 mil millones de soles, sino que deja a muchos pensionistas sin pensión con la contingencia de que en el futuro terminen reclamando al Estado un apoyo. La misma contingencia fiscal se presentará con las tres leyes de retiro de fondos de las AFP que hasta ahora se han aprobado.
  • La ley que fija 2 puntos del IGV para gastos de inversión en las Regiones, cuando ahora ese gasto no pasa de 1 punto. Una carga rígida adicional de 1 punto del IGV a los futuros presupuestos.
  • La ley de rentas para las municipalidades de centros poblados, que saldrá de las municipalidades provinciales. Una carga adicional a los presupuestos futuros que hasta ahora no existía.
  • Están además las leyes que derogaron sendos decretos de urgencia que ordenaban la negociación colectiva en el Estado y la reposición judicial de los CAS que al vencer su contrato acudían al Poder Judicial para que los repusieran con nombramiento permanente, ¡sin concurso! Ambas situaciones estaban fabricando una bomba fiscal que los decretos desactivaban, Al derogarlos, la bomba continúa creciendo.
  • Antes de eso había aprobado la ley de nombramientos y ascensos automáticos en Salud y Essalud, que no solo implicaba un incremento permanente de cerca de 4 mil millones de soles anuales, sino que eliminaba toda meritocracia, sin la cual es imposible avanzar en la reforma del sistema de salud. Felizmente esta ley ha sido declarada inconstitucional por el TC.
  • No contento con eso, aprobó además la ley que pone fin a los Contratos Administrativos de Servicios (CAS) y ordena el nombramiento de todos los contratados con esa modalidad, con gran costo presupuestal, sin concurso
  • Aprobó también la ley que pone fin a los Contratos Administrativos de Servicios (CAS) y ordena el nombramiento de los más de 300 mil contratados con esa modalidad, agregando un peso permanente y agravado al erario y sin concurso, sin que ingresen al régimen meritocrático de la ley del servicio civil. Una capa burocrática que se enquistará sin obligación de rendimiento alguna. Más peso muerto, improductivo.
  • Y la cereza de la torta: la reforma constitucional que eleva el presupuesto de educación al 6% del PBI, cuando ahora los ingresos tributarios apenas superan el 14%. Necesitaríamos subir los ingresos tributarios a 17 o 18% del PBI y destinar todo el aumento solo a educación. ¿Y las otras cargas que se han aprobado? ¿Y los otros sectores?

En suma, este Congreso no solo ha incrementado significativamente el gasto Estatal reduciendo sus fuentes de financiamiento, generando así un déficit estructural inmanejable en el mediano plazo, sino que, además, ha dictado leyes que imposibilitan toda reforma de Estado para que pueda brindar servicios eficientes. Más gasto más ineficiente. El Estado como peso muerto. 

Pero el déficit fiscal engendrado con esas leyes quizá podría atenuarse en alguna medida en el largo plazo si es que se hubiese aprobado reformas de productividad y reformas laborales que permitan subir la tasa de crecimiento potencial y reducir la informalidad, a fin de incrementar la recaudación. Pero el Congreso ha hecho lo contrario. Es decir, incrementa el gasto público, pero reduce sus fuentes de financiamiento tributario al ralentizar o anular el crecimiento, pues ha aprobado leyes que atacan sectores punta del crecimiento, afectan la libertad económica y de precios, y la seguridad jurídica y de los contratos. Tenemos, así:

  • La ley de régimen laboral agrario, que corta de un tajo el dinámico crecimiento que tenía la agroexportación y aborta los dos nuevos motores económicos que se habían incorporado en la ley anterior para encenderlos: la acuicultura y el desarrollo forestal. Solo quedará la minería como locomotora, pero ya sabemos que ella también está bajo ataque.
  • Las dos leyes de retiros de fondos de las AFP aprobadas por este congreso, sumadas a la ley 95.5, que merman los fondos de pensiones que son el ahorro nacional que nunca habíamos tenido para financiar proyectos de inversión públicos y privados.
  • A ello hay que sumar la ley de topes a las tasas de interés, que van a dejar sin crédito a la pequeña y micro empresa, que ha sido en las últimas décadas, con el desarrollo del microcrédito, uno de los motores del crecimiento y de la generación de empleo. Se corta también de un tajo el desarrollo del sector de microfinanzas que en el Perú ha sido particularmente exitoso, así como el proceso de inclusión financiera, fuente de energía para el crecimiento, y para un crecimiento equilibrado.
  • Esta ley, sumada a la ley agraria, son un duro golpe a la inclusión económica y formalización de la base de la pirámide. Perderán acceso al crédito formal y al mercado cientos de miles de pequeños productores del campo y de microempresas urbanas, y perderán empleo formal cientos de miles de trabajadores. El dualismo económico y la desigualdad se agravarán. No habrá impulso de crecimiento desde abajo.
  • Para no hablar de las leyes que afectan la confianza del empresariado al violentar la seguridad jurídica y los contratos, como la ley de peajes y la del congelamiento de deudas a los bancos, que felizmente logró ser neutralizada en alguna medida por el Ejecutivo. Pero el precedente ya está dado.

En suma, lo que este Congreso ha hecho es generar un Estado estructuralmente desfinanciado e inviable. Ha aumentado su tamaño reduciendo la capacidad económica del país y anulando la meritocracia. La receta perfecta para un Estado fallido. Lampadia




La pandemia vulnera la clase media en América Latina

La pandemia vulnera la clase media en América Latina

Las terribles secuelas económicas y sociales que está dejando la pandemia son especialmente acuciantes para América Latina por los agudos retrocesos que se encuentra infringiendo en su vasta clase media – cimentada gracias al vigoroso crecimiento económico que había experimentado en la década de los 2000 (ver Lampadia: ¿Una década perdida en América Latina?). Si bien no hay proyecciones para la región, en el caso peruano la caída de la clase media sería de hasta 7 puntos porcentuales – pasando del 47 a 40% –  que implican 2.2 millones de peruanos menos en este segmento socioeconómico, según estimados por Macroconsult (ver Lampadia: Se empobrece la clase media en el Perú).

Ello porque, si bien el virus ha empezado a ceder en buena parte de la región – salvo algunos países como Argentina – y los gobiernos continúan con la liberalización de las actividades, varios emprendimientos que eran el sostén de estas familias han quebrado o han visto reducir dramáticamente sus ventas ante la caída de los niveles de gasto de los consumidores en buena parte de los sectores que operan como comercio y servicios, producto del incremento del desempleo y la caída de los ingresos. Por citar sólo una cifra dramática, la CEPAL estima que el 19% de firmas (2.7 millones) de la región podría cerrar antes de finales de 2020, siendo la caída de las microempresas del orden del 21% y de las medianas del 7.3%. En términos de pérdida de empleo esta quiebra de empresas implicaría una pérdida de más 8.5 millones de empleos.

Fuente: Mypimes y el COVID-19 – CEPAL (2020)

La caída de la clase media también guarda consonancia con las proyecciones del BID que hablan de un incremento de por lo menos 7 puntos porcentuales de pobres latinos (45 millones nuevos pobres), efecto que se exacerba en el Perú con un incremento de casi 10 p.p. (3 millones de nuevos pobres), como han comentado algunos analistas económicos locales. De cumplirse este pronóstico, estaríamos hablando de un retroceso de una década en materia social, período en el que gracias a la apertura de nuestra economía y el impulso de la inversión privada, pudimos reducir sostenidamente este índice, aunque con menor reciedumbre desde el 2014 (ver gráfico líneas abajo).

Fuente: Covid-19, pobreza monetaria y desigualdad – Pablo Lavado & César Liendo (2020)

Como comenta The Economist en un breve artículo que compartimos líneas abajo, estos incrementos de la pobreza se están observando en toda la región y se explican mayoritariamente por el segmento más vulnerable de la clase media. Asimismo, ilustra cómo algunos países de la región vienen paliando este problema, con aciertos y desaciertos. Dado por supuesto que el golpe de la pandemia está afectando en mayor proporción a este estrato medio de la población, The Economist concluye que la desigualdad también se incrementaría, lo cual conllevaría mayores riesgos políticos en países que están cercanos a procesos electores como el nuestro. Este escenario, como hemos comentado antes (ver Lampadia: Un peligroso populismo se cierne en el Perú), suscita suficiente caldo de cultivo para que candidatos populistas vendan gato por liebre, prometiendo bienestar a la población con medidas trasnochadas y cortoplacistas que a la larga perjudicarían a los más pobres.

Pero así como hay riesgos también hemos comentado que hay oportunidades pues prevalece la posibilidad de contrarrestar este populismo, con uno de las libertades económicas (ver Lampadia: Un populismo de las libertades económicas). Este discurso, cuya principal base se sostendría en proponer medidas audaces que permitan eximir a los pequeños y medianos emprendimientos de la asfixiante carga laboral y tributaria que les impone el Estado para reactivarse en el plazo inmediato, podría calar en el electorado peruano cuya mayoría labora en la economía informal y cuyo sustento de vida ha sido claramente deteriorado en esta pandemia. Si bien hay candidatos que ya estarían alineados ideológicamente a estas propuestas (ver Lampadia: Las posiciones neutrales o de centro (en lo económico) , tendrán menos votos), consideramos que deben hacerse alianzas entre ellos para alinear la multiplicidad de sus planes, de manera que la población pueda deliberar con mayor facilidad sus ideas, acaparando más votos. Si es que esta suerte coalición liberal llega a tener buen puerto podría contribuir a que el Perú retome aquel camino que le permitió hacer las cosas bien – el que lo volvió una estrella internacional en la región en el siglo XXI desde los escombros en los que se encontraba en los años 80. Ello es fundamental para que el Perú siga consolidando esa clase media emergente que ha sido uno de sus principales sostenes de su economía. Lampadia

Los nuevos pobres de América Latina
La pandemia está revirtiendo años de progreso en pobreza y desigualdad

The Economist
10 de octubre, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

Cuando la pandemia golpeó a Piura, una ciudad en el norte de Perú, Daniel Zapata tenía un trabajo a tiempo parcial en una empresa de investigación de mercado. Los 250 soles (70 dólares) que ganaba cada mes pagaban sus cuotas por un curso de tres años en administración de empresas. La recesión del covid-19 puso fin a todo eso. La firma cerró y Zapata, que tiene 20 años y vive con sus padres y una hermana, abandonó sus estudios. La familia recibió 760 soles en ayuda de emergencia del gobierno de Perú. Con el cierre terminado, ahora deben depender de los ingresos de su hermana como maestra y de la pensión de su padre por los años que trabajó en una fábrica textil. Habiendo vivido en el nivel más bajo de la clase media, Zapata está mirando hacia el abismo de la pobreza. Espera poco de las elecciones generales del próximo abril. Los políticos “simplemente se pelean en lugar de trabajar”, dice.

La recesión del covid-19 está acabando con años de progreso en América Latina en la reducción de la pobreza y la desigualdad. Los economistas están empezando a trazar un mapa de cuán grande es el impacto social de la pandemia. Muchos gobiernos impusieron bloqueos prolongados. Estos afectan especialmente a la mitad de los latinoamericanos que trabajan en la economía informal. Muchos países, como Perú, compensan parte de la pérdida de ingresos ampliando los programas de ayuda para los pobres. Eso ha ayudado, pero no lo suficiente, y es posible que el esfuerzo no sea sostenible.

Se prevé que la economía de la región se contraiga un 9,1% este año, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas. [Con el Perú liderando la caída]. Dice que esto significa que 45 millones de personas volverán a caer en la pobreza (llevando el total al 37% de la población). La tasa de desempleo ha aumentado 2.2 puntos porcentuales hasta el 11% en nueve países para los que se dispone de datos, informa la Organización Internacional del Trabajo. Los ingresos por salarios en América Latina han caído un 19.3%, en comparación con un promedio mundial del 10.7%.

Estas estimaciones asumen que todos pierden un porcentaje similar de sus ingresos. Nora Lustig, economista argentina, y su equipo de la Universidad de Tulane en Nueva Orleans han utilizado encuestas de hogares para determinar qué grupos perdieron más ingresos y recibieron más del gobierno en Brasil, México, Colombia y áreas urbanas de Argentina, que en conjunto representan dos tercios de la población total de América Latina. Piensan que los mayores perdedores serán las clases medias bajas de la región, porque los programas de asistencia social proporcionan un piso de ingresos para muchos de los pobres. Aunque las mujeres, los afrodescendientes y los pueblos indígenas tienen más probabilidades de perder ingresos, reciben más ayuda del gobierno.

Lustig cree que el año puede terminar con hasta 21 millones de nuevos pobres en esos cuatro países. El impacto es mucho mayor en México que en Brasil, debido a las políticas gubernamentales contrastantes. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dice ser de izquierda y su lema de campaña fue “Primero, los pobres”. Sin embargo, ha hecho poco para ayudar a los más pobres. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, es de extrema derecha. Pero su gobierno ha realizado un pago de emergencia de 107 dólares al mes durante cinco meses, del que se han beneficiado 53 millones de personas. El pago se ha extendido, aunque por un monto menor. La pobreza podría incluso disminuir levemente en Brasil, mientras que en México habrá al menos 10 millones de nuevos pobres.

El daño durará. A pesar de que la pandemia finalmente está comenzando a menguar en la región, al menos por ahora, y muchas economías se han abierto nuevamente, la demanda seguirá deprimida porque las empresas y los trabajadores son más pobres. Investigadores del Banco Interamericano de Desarrollo han descubierto que, en recesiones pasadas, cuando el PBI se contraía un 5% o más, el desempleo tardaba un promedio de nueve años en volver a su nivel anterior.

Si la recesión inducida por la pandemia es como las anteriores, revertirá gran parte del progreso reciente de América Latina en la reducción de la desigualdad. Las causas de ese progreso incluyeron la expansión de la educación y una mayor demanda de trabajadores no calificados en las empresas de servicios. Es mucho menos probable que las personas en dificultades puedan trabajar de forma remota. Los muchos trabajadores poco calificados cuyos trabajos requieren contacto personal (camareros, peluqueros, etc.) pueden ver caer sus salarios.

Incluso antes de la pandemia, América Latina era muy desigual. La frustración por el lento crecimiento económico, la falta de oportunidades y una clase política desacreditada se manifestó en la elección de presidentes populistas y en las protestas callejeras en varios países. Las decenas de millones de nuevos pobres tienen motivos de resentimiento. Puede que no acepten su destino en silencio. Es probable que eso dé forma a la política de la región en los próximos años. Lampadia




La nueva realidad de la robótica

La nueva realidad de la robótica

La robótica sigue desarrollándose de a pocos, pero certeramente y un ecosistema que parecía asomarse sólo en las películas de ciencia ficción empieza a cobrar forma en la realidad, con especial énfasis en EEUU. Tal es así que hoy en día sus mercados ya incorporan la venta de robots que se erigen y transportan en la tierra con 4 extremidades y con 2 en algunos casos, tratando de emular algunas de las actividades humanas.

Con estas nuevas características los especialistas del sector empiezan a proyectar ocupaciones que podrían desarrollar estos robots en un futuro no muy lejano, las cuales comprenden desde la distribución de mercancías, la automatización de tareas en fábricas hasta el comportamiento autónomo bajo determinados contextos.

Toda esta realidad la describe a detalle un reciente artículo publicado por The Economist que compartimos líneas abajo.

Estos prometedores avances en la robótica consolidarán un proceso que ya veníamos advirtiendo en nuestras anteriores publicaciones en torno a la 4ta Revolución Industrial: un creciente re-alocamiento de empleos desde los sectores primarios y secundarios hacia los terciarios, principalmente servicios de mayor complejidad (ver Lampadia: Automatización demandará nuevos empleos y habilidades).

No debemos ceder a los análisis simplistas de los fatalistas quienes enuncian que los robots provocarán eventualmente una crisis del desempleo de grandes magnitudes. Por el contrario, si bien producirá un desplazamiento de la mano de obra, que será bastante progresivo y no en “saltos” como usualmente se advierte, también suscitará la creación de empleos que demanden desarrollar nuevas habilidades, más innovadoras que a la larga apuntalarán el crecimiento económico. Ello solo puede darnos mejores visos de que el mundo científico todavía tiene mucho por explorar para generar más desarrollo puesto que aún no se han explorado todas las tecnologías disponibles plenamente. Lampadia

Robótica
Los robots que caminan están llegando al mercado

Podrán ir donde la gente pueda, pero los bots existentes no pueden

The Economist
25 de agosto, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

Pueden parecer cursi, pero un par de robots que aparecieron recientemente en la Planta de Transmisión Van Dyke de Ford Motor Company, en Detroit, son máquinas de trabajo prácticas. De hecho, pueden apuntar al futuro de la automatización. Poner robots en fábricas no es una idea nueva; unos 2.4 millones de ellos ya están funcionando en plantas de todo el mundo. Pero la mayoría de ellos son poco más que brazos gigantes, atornillados firmemente al suelo, que sueldan y pintan cosas. Aquellos pocos que tienen la movilidad para administrar tareas como entregar componentes lo hacen deslizándose sobre ruedas. Los nuevos dispositivos de Van Dyke son tipos de bestias bastante diferentes. Pueden caminar.

Este par de cuadrúpedos de color amarillo brillante se parecen un poco a perros, lo que llevó a uno a ser apodado Fluffy y al otro Spot (este último apodo es también el nombre oficial que le da a este modelo de robot la firma que los fabrica, Boston Dynamics, una subsidiaria de SoftBank). Sin embargo, la pareja no está allí para divertir a los trabajadores humanos de la fábrica, sino para realizar una tarea importante que Ford espera que le ahorre una tonelada de dinero. Con escáneres láser montados en la espalda, Fluffy y Spot pueden corretear por la planta de 200,000 metros cuadrados recolectando datos. Estos datos se utilizarán para construir un modelo informático detallado de toda la operación de fabricación. Este tipo de modelo se llama gemelo digital y los ingenieros de Ford lo usarán para averiguar cómo reorganizar la línea de producción para producir una nueva caja de cambios.

Con el paso de los años, los planes de fábrica se vuelven obsoletos a medida que se mueven las cosas y se introducen nuevos equipos. Examinar la planta de transmisión a mano llevaría semanas y costaría unos US$ 300,000. Ford reconoce que Fluffy y Spot, que pueden subir escaleras y arrastrarse a áreas difíciles de alcanzar, reducirán el tiempo requerido a la mitad y completarán el trabajo por “una fracción del costo”. Aunque Ford alquila los robots, Boston Dynamics los ha puesto a la venta por 75,000 dólares cada uno. A ese precio, pronto se pagarían por sí mismos realizando tareas como la que se estaba realizando en Van Dyke.

La gama Spot es la primera de los robots andadores de Boston Dynamics que se comercializa. Están empezando a aparecer más máquinas de este tipo de otras empresas y grupos de investigación. Algunos también son cuadrúpedos. Otros son bípedos. El tipo de dos piernas puede ser más ágil y, si está equipado también con brazos, se adapta mejor a tareas como levantar objetos u operar controles. Lo que todas estas máquinas tienen en común es que representan, perdone el juego de palabras, un gran paso adelante en la locomoción de los robots.

Cuatro piernas bien, dos piernas mejor

Si los robots van a ir a donde van las personas, deben poder moverse de la misma forma que las personas. Las ruedas son inútiles para navegar por gran parte del mundo; pregúntele a cualquiera que use una silla de ruedas, dice Aaron Ames, experto en robótica del Instituto de Tecnología de California (Caltech). “Ahora podemos hacer que los robots caminen realmente bien”, dice. Sin embargo, estos robots pueden parecer un poco extraños. Cuando un torso con dos piernas unidas sale del laboratorio del Dr. Ames, causa un poco de sensación en el campus de Caltech. Pero esto es algo a lo que la gente tendrá que acostumbrarse, porque vendrán muchos más.

Sigue habiendo problemas y se necesitan mejoras. “Pero una vez que lleguemos allí, tendremos millones de robots andantes en entornos humanos”, dice Jonathan Hurst, cofundador de Agility Robotics, una empresa con sede en Albany, Oregon. Acaba de lanzar Digit, un robot bípedo de dos brazos que parece un avestruz. En la actualidad, Digit cuesta 250,000 dólares. Pero son los primeros días. A medida que se pongan a trabajar más robots andantes, su desarrollo se acelerará y sus volúmenes de producción aumentarán, lo que reducirá el costo de una máquina como Digit a decenas de miles de dólares.

Este proceso es similar al surgimiento de drones voladores. Alguna vez costaron millones y tenían usos limitados, hasta que los investigadores descubrieron cómo hacer que los aviones pequeños se desplazaran utilizando múltiples rotores coordinados.

¿Qué cambió? “Ahora entendemos las matemáticas de la locomoción en un grado mucho mayor”, explica el Dr. Ames. Los robots que caminan de la vieja escuela, como Asimo, un androide famoso presentado en 2000 por Honda, un fabricante de automóviles japonés, tienen pasos forzados. Caminan arrastrando los pies, colocando un pie adelante, verificando su equilibrio, moviendo el otro pie, volviendo a verificar su equilibrio, etc. “Cuando caminas, no haces eso”, dice. “Tus pies simplemente están bajando y agarrándote”.

¡Dé un paseo!

Los biomecánicos describen a veces la forma en que los humanos caminan como una caída controlada. Dar un paso implica balancear una pierna hacia afuera y colocarla hacia abajo con pequeñas correcciones subconscientes para mantener la estabilidad a medida que la masa del cuerpo por encima de ella se desplaza hacia adelante. Cada pierna funciona como un resorte. Estos movimientos son predecibles y, en los últimos años, los investigadores han descubierto cómo modelarlos matemáticamente. Junto con mejores actuadores para operar las extremidades de un robot y sensores que pueden medir las cosas con mayor precisión, estos modelos han hecho posible recrear este estilo de caminar en robots. No requiere ningún aprendizaje automático sofisticado o inteligencia artificial para hacerlo, solo una buena computación pasada de moda, agrega el Dr. Ames.

Es fácil concluir, como muchos lo hacen, que estos nuevos robots andantes simplemente imitan la naturaleza. Pero ese no es el caso. Un cuadrúpedo, al ser una plataforma estable, es un buen punto de partida para diseñar un robot andante. Después de coordinar las cuatro extremidades, conseguir un buen equilibrio y adaptar un sistema de visión que le permite al robot averiguar dónde poner los pies, los diseñadores de Spot terminaron con un problema. Michael Perry, jefe de desarrollo comercial de Boston Dynamics, dice que no es sorprendente porque la naturaleza ha estado desarrollando diseños eficientes durante mucho tiempo.

Los brazos también pueden realizar otras tareas útiles, como mover cajas en un almacén. Digit puede transportar hasta 20 kg. Es probable que la distribución y entrega de mercancías sea una aplicación importante para los robots andantes, reconoce el Dr. Hurst, especialmente ahora que el comercio electrónico ha experimentado un auge como resultado de las restricciones impuestas a raíz del covid-19. Algunos centros de distribución automatizados están configurados para sistemas robóticos convencionales fijos y con ruedas, pero estos generalmente se han construido de esta manera desde cero. La mayoría de los almacenes están diseñados pensando en las personas. Los robots con patas, que se mueven de manera similar a los trabajadores humanos, encajarían perfectamente.

Con un mayor desarrollo, los robots andantes realizarán tareas más complejas, como las entregas a domicilio. Ford está trabajando en esto con un robot Digit que viaja en la parte trasera de una camioneta. Aunque los robots con ruedas ya realizan algunas entregas, llegar a muchos hogares es complicado y puede implicar subir escalones o escaleras. “Las piernas son la forma en que le gustaría llegar a la mayoría de las puertas de entrada para entregar un paquete”, observa el Dr. Hurst.

Queda por ver exactamente cómo se podría hacer esto. A menos que estén en una misión preprogramada, la mayoría de los robots móviles requieren que un operador proporcione instrucciones básicas para, por ejemplo, proceder a cierto punto. Luego, el robot camina allí solo, evitando obstáculos y subiendo o bajando escalones y escaleras en el camino. Esto significa que un robot ambulante que realiza entregas puerta a puerta puede necesitar algún tipo de mapa digital del vecindario, para saber de antemano los caminos que puede atravesar y los macizos de flores que debe evitar. Eso podría implicar un gran esfuerzo de adquisición de datos, muy parecido a los que se utilizan para crear mapas digitales para automóviles sin conductor. De manera similar, en una fábrica o un almacén, un ser humano tendría que mostrarle las cuerdas a un robot ambulante antes de que lo dejara libre para trabajar por sí solo.

Autodeterminación

Un robot completamente autónomo que podría caminar en un entorno desconocido y decidir por sí mismo lo que tenía que hacer queda muy lejos. Una de las tareas más difíciles para un dispositivo de este tipo sería cuidar de forma autónoma a alguien en casa. El robot tendría que ser capaz de tomar numerosas decisiones complejas, como administrar el medicamento correcto, decidir si dejar entrar o no a extraños en la casa o saber cuándo sacar al perro a pasear. Sin embargo, muchos especialistas en robótica creen que algún día llegarán allí, o al menos se acercarán a esto.

Mientras tanto, la nueva generación de robots que se está desarrollando seguirá desarrollando las capacidades de las máquinas. En Boston Dynamics, Perry reconoce que, además de la topografía, Spot encontrará muchas funciones en la inspección y el mantenimiento. Dichos robots pueden, por ejemplo, entrar en entornos peligrosos como subestaciones eléctricas sin tener que desconectarlos de la red, como es necesario cada vez que entra un ingeniero humano.

En lugar de simplemente buscar problemas, el siguiente truco de Spot será tomar medidas para resolverlos, como activar un interruptor o abrir una válvula. Hará esto con un solo brazo manipulador que lo hace parecer menos un perro y más un Braquiosaurio de cuello largo. Un prototipo de esta configuración ya está circulando por las oficinas de la empresa, abriendo y cerrando puertas.

Esta versión de Spot debería salir a la venta el próximo año. En cuanto a Atlas, el humanoide de Boston Dynamics, es actualmente demasiado caro para generar una versión comercial. Pero las lecciones que se aprendan ayudarán a proporcionar la ingeniería necesaria para que vengan otros robots, dice Perry.

Es posible que algunos de estos robots andantes del futuro no se desplieguen en este mundo. En Caltech, el Dr. Ames cree que los robots con patas tendrán ventajas en la exploración planetaria, por ejemplo, para sortear terrenos difíciles y entrar en cuevas. Mientras tanto, en la Tierra, él y algunos colegas de otras instituciones están utilizando el nuevo conocimiento de la locomoción robótica para desarrollar prótesis ligeras para quienes no pueden caminar con facilidad y exoesqueletos motorizados para quienes no pueden caminar en absoluto. En un mundo no hecho para ruedas, esto plantea la tentadora perspectiva de que los robots andantes algún día ayudarán a librar al mundo de las sillas de ruedas. Lampadia




Los poderes públicos abrazan la pobreza

Los poderes públicos abrazan la pobreza

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

El Perú se empeña en incrementar la pobreza y en sacrificar parte importante de su población en aras de la ideología y la búsqueda del poder político.

Después de haber parado varios proyectos mineros y en plena crisis económica derivada de la pandemia de coronavirus, cuando más necesitamos prender motores de la economía y recuperar el crecimiento económico, ambos poderes del Estado, el Ejecutivo y el Legislativo, han dado increíbles muestras de irresponsabilidad recusando el fortalecimiento del sector minero.

Primero, el Ejecutivo, claudicó vergonzosamente ante el gobernador de Arequipa parando el desarrollo del proyecto de Tía María, y ahora, hace pocos días, eliminando la promoción del desarrollo minero en la presentación del primer ministro Martos ante el Congreso. Por su parte, el Legislativo, expresó con muchas declaraciones de los congresistas y con el voto en contra del gabinete Cateriano su rechazo al desarrollo minero.

Esto seguramente inhibirá al país de retomar la senda del crecimiento económico y reducir la pobreza que está pasando de 20 a 30% de la población como consecuencia de las medidas tomadas por el gobierno para combatir la pandemia.

Con una caída del PBI del orden de 15 a 20% el 2020, necesitamos crecer a la mayor velocidad posible y recuperar, cuanto antes, el nivel de ingresos pre covid. Eso solo es posible promoviendo la inversión pública y privada, especialmente en proyectos de infraestructuras y, muy especialmente, en minería, por su gran impacto en el crecimiento, el encadenamiento con otros sectores y la generación de recursos fiscales. Máxime, si como en estos días las cotizaciones de los metales son tan favorables: el oro ronda los US$ 2,000 la onza, la plata US$ 24 la onza, el zinc US$ 2,400 la tonelada y el cobre US$ 3 la libra. Ver tabla de la evolución del precio del cobre durante los últimos seis meses:

Fuente: Financial Times

No nos olvidemos del consejo de Antonio Raimondi:

Ver en Lampadia: Aprovechemos nuestros recursosDad tregua a la política.

En el Perú estamos haciendo exactamente lo contrario, estamos privilegiando la política versus el desarrollo y la lucha contra la pobreza.

Durante los primeros años del siglo, hasta el inicio del gobierno nacionalista de Ollanta Humala, supimos aprovechar las oportunidades que el mundo global nos dio con el súper ciclo de los commodities y el incremento de la liquidez internacional. Así, pudimos bajar la pobreza de 60 a 20%, disminuir la desigualdad, crear una importante clase media, fortalecer las finanzas públicas y llevar la inversión el empleo y la mejora de los ingresos a las regiones.

Con qué autoridad moral, funcionarios del Estado como el presidente de la República y los congresistas, que están para buscar el bienestar general, pueden frenar las inversiones y condenar a millones de peruanos a una situación de postración.

No podemos desaprovechar las nuevas oportunidades que nos ofrece la economía global. No podemos dejar de crecer y bajar la pobreza, teniendo cómo hacerlo. Dejar de lado esta oportunidad es un crimen difícil de calificar. Lampadia