Urpi Torrado
El Comercio, 15 de mayo del 2025
“El Perú tiene las condiciones para insertarse en esta economía del futuro”.
Convocadas las elecciones, la mirada política se dirige hacia el 2026, pero pocas veces se piensa más allá del corto plazo. No basta con resolver los problemas inmediatos, es necesario considerar hacia dónde va el mundo y guiar al Perú. La sociedad atraviesa una transformación acelerada. A medida que avanza la tecnología y cambian las dinámicas económicas globales, emergen nuevas industrias que prometen liderar el crecimiento económico en las próximas décadas. De acuerdo con el McKinsey Global Institute, existen 18 sectores de alto crecimiento, entre ellos la inteligencia artificial, la ciberseguridad, la biotecnología y la movilidad aérea, que podrían generar hasta US$48 billones en ingresos anuales hacia el 2040. Estas industrias representan mucho más que una oportunidad económica: son el reflejo de cómo el conocimiento, la innovación y la capacidad de adaptación serán los motores que definirán el desarrollo de los países.
Uno de los sectores que mejor ilustra esta tendencia es el comercio electrónico. En el 2022, generó US$4 billones a nivel mundial. Se proyecta que, para el 2040, esa cifra podría multiplicarse por cinco y alcanzar los 20 billones. Este crecimiento no solo habla del potencial del sector, sino también de los cambios en los hábitos de consumo, la infraestructura logística y en la necesidad de contar con entornos digitales seguros y eficientes.
Sin embargo, estas proyecciones optimistas vienen acompañadas de enormes desafíos, como la ciberseguridad. El Cisco Cybersecurity Readiness Index 2025 analizó la preparación de 8.000 empresas en 30 países frente a amenazas digitales y reveló que: solo el 4% de las empresas se encuentra en una etapa considerada “madura”, mientras que el 70% permanece en niveles bajos de preparación. Este desfase entre el avance de la tecnología y la capacidad de protegerla muestra cómo las amenazas cibernéticas evolucionan más rápido que las estrategias de defensa, lo que expone a empresas, gobiernos y ciudadanos. Para que estas industrias emergentes alcancen su máximo potencial, se requiere mucho más que entusiasmo. La clave estará en tres pilares fundamentales: infraestructura, talento humano y políticas públicas. Primero, se necesita una infraestructura tecnológica robusta y confiable, capaz de soportar la digitalización masiva y el desarrollo de servicios complejos.
En segundo lugar, contar con capital humano preparado. La formación de profesionales en áreas como programación, análisis de datos, biotecnología, automatización y ética digital será esencial. El tercer pilar es el marco normativo. Las políticas públicas deben ser diseñadas para fomentar la innovación, atraer inversión en investigación y desarrollo, y proteger a los usuarios y emprendedores. La regulación no debe ser un freno, sino un catalizador que acompañe el crecimiento con responsabilidad.
El Perú tiene las condiciones para insertarse en esta economía del futuro. La disponibilidad de recursos naturales abre puertas en sectores como la energía renovable y la biotecnología. La creciente digitalización puede impulsar servicios tecnológicos y plataformas de comercio electrónico orientadas a mercados regionales e internacionales. Además, al integrarse en cadenas globales, el país puede exportar no solo productos, sino también conocimiento, talento y soluciones.
Para aprovechar este potencial, el Perú debe superar limitaciones estructurales. La brecha en infraestructura tecnológica, la baja inversión en ciencia y tecnología, y las debilidades del sistema educativo limitan la capacidad del país para desarrollar capital humano competitivo a nivel global.
Si no se abordan estos retos con decisión y visión de largo plazo, el país corre el riesgo de quedarse rezagado mientras otros avanzan hacia una economía basada en el conocimiento y el pensamiento crítico. En la construcción del futuro, el compromiso con la innovación marcará la diferencia. Una visión que vaya más allá del 2026 y mire al 2040 debería ser parte del plan de gobierno.