Por: Rafo León
Twitter Carlos Wite, 14 de noviembre de 2021
Hay que preguntarse por qué tanto chotano en el entorno de Pedro Castillo, paisanos suyos que ocupan cada vez más cargos de importancia política y económica dentro del Estado.
Hace cosa de diez años estuve en Chota, produciendo una edición de Tiempo de Viaje. Al llegar en una camioneta a la puerta del hotel donde habíamos reservado alojamiento, se nos acercaron tres hombre jóvenes bastante mal encarados, a preguntarnos sobre la razón de nuestra visita a la ciudad.
La cosa fue amenazante, “no se salgan de su itinerario, vean bien qué es lo que van a mostrar”. Semanas atrás se habían dado problemas con un equipo de América, que fue a Chota a reportear sobre ciertos temas chotanos un tanto complicados.
Camionetones como cancha rugían en las pistas de la ciudad y nuevecitos edificios de lunas azules o color verde humo tachaban la vista del entorno natural.
Chota hace mucho tiempo dejó de ser una apartada arcadia bucólica, o lo sigue siendo gracias a la ignorancia limeña: “He tenido que venir hasta Chota…”, se acuerdan?
Nunca a nuestro equipo de trabajo nos había ocurrido algo parecido a la amenaza antes narrada, mi desconcierto me llevó a preguntar a gente de confianza. La predecible respuesta llegó: Los campos chotanos -al igual que muchos de las sierras de Lambayeque y Piura- en parte están dedicados a la siembra de amapola. Allá mismo se da el proceso para la producción de látex, insumo que va a Chiclayo por una vía poco transitada y de allí, a Ecuador, desde donde se surte de diversas drogas de estirpe opiácea a la insaciable Europa.
Hay fortunas chotanas, de las grandes, crecidas con el abono del silencio pues no se habla en público de este cuestionable mérito peruano, el ser abastecedor de latex de amapola para el mundo.
Plata como cancha, financistas de la campaña de Pedro Castillo (como Jeiner Julon, hoy investigado por tráfico por la fiscalía, con una hija integrante del Congreso), que prestó generosos favores a Castillo en campaña y que hoy se estarían pagando con puestos claves en un Estado cada vez más cerca de sonar a narcoestado.