Norma Yarrow Lumbreras
Perú21, 18 de julio del 2025
Y finalmente, cuando ya el barco que los trasladaba estaba en mar peruano, respondió, dejando en evidencia la miseria de las mentiras e inventos que se habían generado por meses.
Esta frase, atribuida a Napoleón, es el mejor reflejo de la estrategia desarrollada por el alcalde de Lima en el tema de los trenes.
Durante meses, la izquierda y los caviares atacaron esta gran hazaña con una serie de falacias, buscando desprestigiar un proyecto que sabía a ciencia cierta se concretaría y los dejaría al descubierto con sus mentiras.
Sin embargo, el alcalde no dijo nada; permitió que siguieran con la monserga de que el tren era una chatarra, que el tren nunca iba a llegar, que no pasaba por los puentes, que los rieles no iban a aguantar el peso y un largo etcétera. Mientras tanto, continuó avanzando con la logística (bastante compleja) para hacer realidad la llegada de los trenes.
Y finalmente, cuando ya el barco que los trasladaba estaba en mar peruano, respondió, dejando en evidencia la miseria de las mentiras e inventos que se habían generado por meses.
¿Cuál fue el logro de esta estrategia? El primero, y quizás el más importante: revelar las mentiras y los embusteros. Y el segundo, generar expectativa. La población limeña y chalaca se volcó a las calles a ver si los trenes eran chatarras y descubrieron que no; quisieron ver si pasaban por los puentes y los vieron pasar sin problemas. Así, una a una quedaron demostradas las falacias, y la gente se alegró y recuperó la esperanza en que las cosas se pueden hacer bien y en silencio.
Ahora, con el primer lote de trenes ya en la ciudad y a la espera del segundo lote, parece que la izquierda y el caviarismo no aprendieron la lección, pues insisten con argumentos que de nuevo serán fácilmente derrotados.
Dicen ahora que no van a poder operar porque el ministro de Transportes no quiere (por órdenes de su maestro y guía, que tiene una muy baja estatura moral para querer frenar el progreso y bienestar de los ciudadanos de Lima), y encima tratan de hacerle creer a la gente que eso es bueno.
O sea, quieren que la gente piense que el hecho de que un burócrata, por órdenes políticas, detenga una obra que beneficia a la población, es algo bueno.
Se equivocan nuevamente, y seguramente el alcalde no los va a interrumpir.