Miguel Ángel Rodríguez Mackay
Expreso, 11 de junio del 2025
El Perú ha firmado en Niza el Acuerdo sobre la Conservación y el Uso Sostenible de la Biodiversidad Marina más allá de la Jurisdicción Nacional (BBNJ), por sus siglas en inglés, comúnmente llamado Tratado de Alta Mar, y eso está bien. Se viene diciendo, y por ignorancia, por confusión o hasta por mala entraña, que este instrumento jurídico colisiona con la soberanía del Perú. Nunca podría serlo porque este acuerdo se refiere única y excluyentemente a la regulación jurídica de protección de la biodiversidad en aguas que se encuentran fuera de las 200 millas y nunca dentro. ¿Cómo, entonces, podría afectar la soberanía del Mar de Grau, que va de la milla 1 a la 200, un tratado que se refiere de manera clara e indubitable, al espacio de aguas que se inicia fuera de la referida milla 200?. Los pocos que conocen este tema y que son consultados por los medios de comunicación son incapaces de informar a la opinión pública en la exacta dimensión de su naturaleza y alcance, es decir, que no es un tratado de pesca, sino un instrumento sobre el medio ambiente marino, ecosistema marino y biodiversidad marina. No se parece al denominado Acuerdo sobre Poblaciones de Peces Transzonales y Poblaciones de Peces Altamente Migratorios de Nueva York de 1995 o Acuerdo sobre Pesca en Alta Mar, que trata específicamente de asuntos pesqueros en la idea de proteger a los recursos vivos en el denominado históricamente mar de todos y mar de nadie, como pasa con la caza indiscriminada de ballenas. Constato que el rechazo al instrumento recientemente firmado por el Perú en Francia arrastra incluso a la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982, del que poco o nada se entiende, precisamente porque los demagogos hacen su agosto con este tratado, sin importarle un ápice los interese marítimos del Perú. A nuestra clase política le falta mucho comprender lo que es un asunto de Estado y de interés nacional. El canciller no ha sido estratégico con este asunto pues primero debió ir al Congreso de la República y efectuar un trabajo de campo y hasta personalizado con cada uno de los congresistas. Ha hecho al revés y eso es los ha enardecido de paso dejándose llevar de los referidos demagogos e irresponsables que solo buscan tres pies al gato. Todo lo que está pasando al país respecto de sus intereses en el mar nos atrasa, nos margina. Esa es la desgraciada verdad que le toca a un país que fue pionero en el derecho del mar. En vez de concentrarnos en nuestros intereses fuera de las 200 millas deberíamos invertir nuestras energías de Estado en nuestros intereses dentro de las referidas 200 millas, que son los recursos vivos y no vivos y de cuya tesis los invito a revisar la explicación que efectué en mi columna de ayer, martes 10 de junio. Hay que tener orden para los grandes temas del Estado.