Desde que comenzó el gobierno del presidente Humala, este ha mostrado interés en repotenciar Petro-Perú. Algunos ejemplos: Se habló de utilizar a Petro-Perú para promover una reducción significativa del precio del gas. En su discurso ante el Congreso el 25 de agosto del 2011, el primer ministro Lerner señaló: “La reducción del precio del balón de GLP es un objetivo del Gobierno. Petro-Perú participará ampliando su presencia competitiva en el mercado, con la compra directa de GLP en Pisco y su distribución”.
Esta idea ni siquiera se materializó. Posteriormente, Petro-Perú diseñó un programa piloto con diversas estaciones de servicios –en Lima–, orientado a reducir el margen de comercialización minorista. La idea era vender GLP en los grifos, donde el usuario final tenía que ir a comprar su balón de gas. El plan piloto fracasó. ¿Se imaginan a los usuarios cargando sus balones de gas de la estación de servicio a sus domicilios? Luego viene la construcción de nueva infraestructura, para lo cual se anuncia que Petro-Perú tendrá un rol importante. Kuntur, el etanoducto luego descartado, el gasoducto al sur distinto al de Kuntur, la construcción del ‘loop’ de redundancia, una planta de fraccionamiento en el sur, etc. Lerner dijo: “Una vez que se haya comprobado la suficiencia de reservas de gas en los lotes 57 y 58 se podrá continuar con la construcción del polo industrial y energético del sur del Perú, el que podrá llegar a su inversión más importante de la época republicana, de alrededor de US$15 mil millones. Será un proyecto al que se integrarán empresas privadas extranjeras y nacionales y también Petro-Perú”. ¿Alguien realmente cree que esto será una realidad?
Otra propuesta es que Perú-Petro licite nuevos lotes petroleros, en donde se establezca la obligación de asociarse con Petro-Perú, como funcionó en Colombia hasta el 2001. En el Perú, este esquema desincentivará la participación de operadores de hidrocarburos de primer rango mundial. Por último, Petro-Perú ha asumido el lote 64 que dejó Talisman. Se quiere asimilar esta operación como un nuevo “Camisea”, donde se regalan reservas descubiertas (42 millones de barriles). El problema es que se necesitan US$400 millones para comenzar a extraer estas reservas.
El asunto fundamental es que hoy Petro-Perú carece de buen gobierno corporativo y un plan estratégico. Parecería que todas sus decisiones son guiadas por consideraciones políticas antes que técnicas. Esta es la diferencia capital con otras empresas estatales utilizadas frecuentemente como referente internacional (Ecopetrol), donde existe poca o ninguna injerencia del gobierno en sus políticas y programas de inversión. Mucho menos en intentos de emplearlas para fines de regulación de precios o subsidios.
¿Se quiere modernizar Petro-Perú y hacerla una empresa competitiva y transparente? Para ello se tendría que comenzar con “despolitizar” sus decisiones. Que contrate una consultora internacional que ayude en el proceso de definición funciones y nueva organización. Luego que vaya a la bolsa, a ver qué dice el mercado. Si el plan es ‘creíble’, el mercado apostará por el mismo. La prioridad de Petro-Perú hoy es ver de qué manera puede ejecutar su inversión más importante: la refinería de Talara; no era comprar La Pampilla. El Gobierno ha puesto una prudente pausa en el debate. Ahora que deje al directorio trabajar.