Jaime de Althaus
El Comercio, 8 de noviembre del 2025
“Es casi un milagro lo que Milei ha logrado en Argentina, donde la mayor parte de los jóvenes acaba de votar por la continuidad de las reformas de mercado”.
No debería sorprender el triunfo del musulmán y socialista radical Zohran Mamdani en Nueva York, la capital del capitalismo global, con promesas tales como autobús y cuidado infantil gratuitos, congelación de alquileres e impuestos más altos a los ricos, pues su victoria es consecuencia, en parte, de la difícil situación social creada por la aplicación anterior de ese mismo tipo de políticas, aunque en menor grado. En Nueva York existen, por ejemplo, regulaciones que limitan el incremento de alquileres para ciertos tipos de edificios hace un buen tiempo, lo que hace que la vivienda para los jóvenes sea inaccesible. Pero Mamdani quiere ahora no regular los aumentos, sino congelarlos, y para todos.
Claro, no es intuitiva la relación de causalidad entre control de precios y escasez del producto. Si controlas el precio de los alquileres, pocos invertirán en nuevos edificios o casas. Lo que sube el precio. Se requiere explicar para que se entienda. En Argentina lo primero que hizo Milei fue eliminar el congelamiento de los alquileres y automáticamente la oferta aumentó y el precio de los alquileres cayó un 30%.
Una población educada como la de Nueva York debería entenderlo, pero lo que pasa es que cerca del 70% de los neoyorquinos son inquilinos. Solo un 30% son propietarios. Entonces prevalece el sentimiento egoísta e inmediatista: no pagar más, aunque el problema se agrave para los que quieren comprar o alquilar una vivienda, y los edificios se deterioren. El triunfo de Mamdani es el triunfo de los inquilinos.
También ha ofrecido bus gratuito. Pero eso se tiene que financiar, y pretende hacerlo con un incremento de los impuestos a los ricos, lo que provocará la migración de muchos de ellos, lo que reducirá los ingresos tributarios agravando un déficit fiscal que ya es alto. Esa relación de causalidad no es muy difícil de entender, pero no es intuitiva. La emoción es más fuerte, siempre, que la razón. Es muy fácil mover los sentimientos de revancha contra los poderosos, sin pensar en las consecuencias.
Por eso es casi un milagro lo que Milei ha logrado en Argentina, donde la mayor parte de los jóvenes acaba de votar por la continuidad de las reformas de mercado que implican una renuncia a recibir bonos y servicios subsidiados para adoptar una cultura del esfuerzo y la inversión como base del crecimiento y el bienestar personal y social (leones, no corderos). Saber que no hay lonche gratis. Lo ha logrado explicando, dando la batalla cultural, pero, claro, también atacando a la “casta” (política, sindical y empresarial prebendaria), que ocupa en su discurso el lugar de los ricos o capitalistas en el de Mamdani y la izquierda. O sea que igualmente apela a la emoción.
También es verdad que solo se aprende por experiencia. Los golpes enseñan. La hiperinflación acá, por ejemplo. Y en Argentina. En Nueva York, políticas populistas no pueden generar inflación porque eso se determina a nivel nacional. Más bien, las subidas de aranceles de Trump sí pueden haber producido alguna alza del costo de vida y las redadas laborales contra los migrantes enajenado el voto hispano. Pronto veremos los problemas.






