Por: Jaime de Althaus
El Comercio, 30 de setiembre del 2023
“Era uno de los pocos parlamentarios con ideas, con propuestas, con voluntad constructiva y capacidad de diálogo”.
Nano Guerra García venía de la lucha de los sectores emergentes por salir adelante contra las exclusiones, exigencias irracionales y extorsiones del Estado y sus funcionarios e inspectores. En medio de una clase política tributaria de gremios y sindicatos formales y organizados, él impulsó el emprendedurismo de los sectores populares desorganizados. Ese fue el punto de contacto con Fuerza Popular. Su último proyecto de ley buscaba precisamente suprimir uno de los mayores abusos municipales a los pequeños negocios: los arbitrarios cierres temporales por quítame esta paja. Esperemos que se apruebe a la brevedad.
Pero, además, conocía los temas. Era uno de los pocos parlamentarios con ideas, con propuestas, con voluntad constructiva y capacidad de diálogo. Su papel concertador en un Parlamento tan fragmentado para sacar adelante reformas y no leyes particularistas era muy importante. Como presidente de la Comisión de Constitución y Reglamento, estuvo a punto de lograr que se apruebe la bicameralidad. Falló por un voto. Pero, para recolectar los 86 que obtuvo, conversó dos o tres veces con todas las bancadas y con casi todos los congresistas, para explicarles y persuadirlos. Sería importante que se apruebe como una forma de homenaje.
Estaba embarcado en elaborar y concertar con las bancadas de centroderecha una agenda de reformas y también una suerte acuerdo de punto fijo con otros partidos políticos, para ofrecerle una salida al país. Alguien tendría que continuar esa tarea.
Por todo ello, su muerte prematura es una pérdida muy grande para el país, la política, el Congreso y para Fuerza Popular. No podemos dejar de anotar que tuvo que morir una persona como él para que se pusiera en evidencia la precariedad del primer nivel de atención de salud, que solo trabaja 12 horas, pese a que el sector salud ha multiplicado por más de siete su presupuesto en términos reales en los últimos 22 años (IPE).
Pero más indignante aun es saber que Nano Guerra García se hubiera podido salvar porque las postas o centros de salud de Islay (Cocachacra, Punta de Bombón y Dean Valdivia) sí atendían las 24 horas gracias a un convenio de Southern con el gobierno regional de Arequipa firmado en la época de Yamila Osorio. ¿Qué pasó? Pues que su sucesor, el radical Elmer Cáceres Llica, simplemente decidió no renovar el convenio y todo se tuvo que desmontar, según nos informa el exfuncionario de la empresa Carlos Aranda. La ideología antes que la vida de la gente. No solo eso. El actual alcalde de Cocachacra, Gregorio Suárez Ramos, rechazó un reciente ofrecimiento de la minera en el mismo sentido. ¿Cuántos pobladores habrán corrido la misma suerte de Guerra García por falta de atención?
Es increíble que se pueda sacrificar la salud y la vida de las personas solo para mantener posiciones ideológicas y de poder local. La muerte de Guerra García debería servir para dejar posiciones extremas y contrarias al progreso de todos. El acudió a Perumin porque entendía el potencial enorme de la minería para transformar y desarrollar el país y el valor simbólico y estratégico que tendría el destrabe de Tía María. Sabía que el lanzamiento de este proyecto significaría un punto de inflexión en el clima de negocios. La inversión privada se reactivaría y saldríamos del círculo vicioso del empobrecimiento sostenido. Por eso, es inaceptable que el Gobierno se desentienda del tema y no lo asuma como una tarea de compromiso nacional, en defensa del máximo interés del Estado y del país.
Tenemos que poner en valor las virtudes de Nano Guerra García como político y como hombre comprometido con el crecimiento de los sectores emergentes, que son la mayoría del país.