Iván Arenas
Perú21, 31 de octubre del 2025
«Que candidatos presidenciales rechacen sendas invitaciones a la CADE revela que las economías formales y legales tienen —y tendrán— poco peso en las decisiones presentes y futuras de la política en general…».
Fue Willi Munzënberg, el genio de la propaganda de la Komintern y experto en la creación de “relatos” —siempre al servicio de Stalin— quien en sus “clubes de inocentes” (grupos de literatos occidentales seducidos por el marxismo) aconsejaba que habría de repetir siempre la monserga de que en Occidente la “burguesía tenía el poder de todo”.
Así, toda la izquierda en pleno con sus tantas variantes, repite la misma perorata recomendada por el genio de la Komintern y asegura que en el Perú hay “familias”, “clanes”, “cofradías” que tienen el “poder de todo”. Sin embargo, (¡oh, curiosidad!) ya hay varios candidatos presidenciales que se han “bajado de carro” —como se dice— y han decidido no asistir a la CADE, la reunión anual de empresarios señalado —también por la izquierda— como el cónclave de la “derechona”, los “fascistas” y los “dueños del Perú”.
Que candidatos presidenciales rechacen sendas invitaciones a la CADE revela que las economías formales y legales tienen —y tendrán— poco peso en las decisiones presentes y futuras de la política en general, y revela otra cosa también: que ahora —lo conveniente— es convencer y seducir al votante de los gremios informales/ilegales. Y de alguna u otra manera, en este país, el riesgo en las próximas elecciones presidenciales, no está en que gane la derecha o la izquierda, sino que sean las economías ilegales/informales las que triunfen y lleguen al poder por el vehículo que sea. Ya sucedió de manera clara con Castillo cuando los “chotanos” y cuando la ilegalidad minera tuvo acceso a Palacio.
El poder entonces ya no está en las economías formales y modernas, si alguna vez la estuvo, como alega la izquierda. El poder hoy está en las economías informales e ilegales, que con la complicidad de una parte del aparato estatal ya manda en algunos territorios y que cuentan con logística, mucho dinero e influencias; economías a las que algunos candidatos miran con atención porque creen que allí está la votación que les haría ganar las elecciones.
Todo esto sucede cuando Pedro Castillo ha decidido romper la izquierda en su claro apoyo a una candidatura presidencial (la de Roberto Sánchez), y con ello deja fuera de juego a Alanoca, Verónika, Duberlí entre otros; y sucede también luego de la sentencia a Bermejo, hecho que la izquierda aún no termina de procesar. Pero además cuando Keiko Fujimori se presenta otra vez a las presidenciales motivada por varias razones, entre ellas por el argumento que ella sí ganó las elecciones solo que le robaron en mesa.
Observen con atención la “larga duración”. Las economías informales ansían ganar más terreno político, y ya tiene el poder de hacer que “las cosas pases”, pero no tiene reputación ni prestigio, y saben que solo lo tendrán con alguno de los candidatos.






