Iván Arenas
El Comercio, 21 de octubre del 2025
“El fuerte sol peruano es la moneda recurrente en el plurinacional socialismo boliviano, pesadilla que algunos ven como ejemplo irrenunciable”.
Hay un país “desorganizado”. La informalidad, las economías ilegales, el caos del transporte público formal e informal, los gobiernos regionales (que en la práctica han federado la república en 24 taifas) y los alcaldes/ reyezuelos, que disponen de millones de presupuesto pero no hacen obras. Observen, además, las guerras intestinas en instituciones tutelares como el Ministerio Público o el Poder Judicial; y miren la crisis orgánica en la Policía Nacional. Todo lo anterior son ejemplos del país “desorganizado”.
De arriba abajo, de norte a sur, en costa, sierra y selva, la demanda principal es que el país necesita estabilidad, pero sobre todo orden. Es un país, además, sin liderazgo y sin decisiones. La política ha desorganizado el país.
Curiosamente, es la economía formal, el mercado con sus más de 20 tratados de libre comercio el que salva de alguna u otra manera al país “desorganizado”. Otro dato: sin el Banco Central de Reserva y Julio Velarde, y sin los motores de la minería moderna y la agroexportación, este país estaría al borde de una anomia total. El sol, el fuerte sol peruano, es la moneda recurrente en el plurinacional socialismo boliviano, pesadilla que algunos ven como ejemplo irrenunciable.
En momentos como este, la demanda electoral casi siempre se decanta por un “liderazgo fuerte”, por alguien que venga con una “mano dura y el corazón blando”. Miren las encuestas de preferencia electoral y verán la demanda por alguien que “reorganice el país”.
Días atrás, el alcalde de Pataz, Aldo Mariños, fue recibido cual caudillo por cientos de simpatizantes en la plaza San Martín. Algunos veían en Mariños a otro Pedro Castillo y lo recibieron con banderas y canciones de la vieja izquierda. El sueño se acabó cuando Mariños dijo que creía en Gandhi y acusó a “rojetes”. Pero allí estaba la multitud que esperaba al caudillo. Como aquel 19 de marzo del 2021 cuando, en Chumbivilcas, Pedro Castillo entró en su caballo entre vítores. Aquella imagen de la plaza llena sería el inicio de su ascenso. Pasó de ser un jinete político a un centauro carismático. ¿De dónde vendrá ese caudillo? ¿La izquierda, la derecha? En todo caso, aún hay tiempo, pero carisma, mito, relato y pueblo definirán las elecciones.
Todo lo anterior transcurre, y así lo hará, en un marco externo “favorable”. China anunció más restricciones a la exportación de “tierras raras” hacia Estados Unidos. La jugada empuja al alza a casi todos los minerales, entre ellos los denominados críticos, liderados por el cobre. En Occidente, para saber qué ocurrirá con un país se esperan las elecciones; en China se espera que el Partido Comunista publique su nuevo plan quinquenal. Atentos.
Vale decir que las “tierras raras” no son tan raras ni tan escasas, sino que el proceso de extracción y tratamiento es costoso y ambientalmente puede conllevar algunos riesgos. China controla más del 60% de la producción y más del 90% del procesamiento; y Estados Unidos solo es un país dependiente.
La guerra comercial entre China y Estados Unidos, las tensiones geopolíticas, las deudas públicas y una nueva Revolución Industrial han creado un superciclo minero. El oro supera los US$4.000 la onza y el precio de la libra de cobre sobrepasará los US$5 en promedio. Aquí, la informalidad, la ilegalidad y la criminalidad se podrían disparar.
En los próximos años, gracias a La Gran y Hermosa Ley, Estados Unidos asignará US$7.500 millones, de los cuales US$5.000 millones serán para fortalecer la seguridad de suministro de minerales críticos. Más inversiones. Los gringos miran al Perú. Los árabes en Arequipa, en setiembre pasado, llegaron como parte de una estrategia llamada Visión 2035, cuya primera hoja dice: “En el nombre de Alá, nos complace presentar la visión para el futuro”. Sugiero su lectura.
El “reorganizador” –que podría venir– ganaría las elecciones próximas en un escenario favorable y mucho presupuesto en el bolsillo.