Ismael Benavides
Expreso, 10 de octubre del 2025
Mientras el oro, la plata, el cobre y otros minerales están exonerados del arancel de 10% de Estados Unidos, la agricultura peruana carga con el grueso de ese arancel. El 20 de enero de este año en su discurso inaugural Donald Trump dijo “siempre digo que tariffs (aranceles) son las palabras más bellas en el diccionario para mí”. Ese mismo día inició una andanada de aranceles, empezando con México, Canadá y China, seguidos por muchos otros países, y el 2 de abril en lo que denominó “Liberation Day” impuso un arancel mínimo de 10% para casi todos los países del mundo que no tenían aranceles diferenciados.
El arancel de 10% para el Perú entró en efecto el 9 de abril y se aplica al 80% de los productos que exporta al Perú. Los productos agrícolas que suman US$ 4,000 millones, o sea 42% del total de exportaciones a Estados Unidos son los más afectados. En números redondos el costo de los aranceles de Trump que aplica a los productos agrícolas significa US$ 400 millones anuales, que los pagan los agricultores peruanos, no el consumidor norteamericano, pues el monto del arancel se deduce de la liquidación de venta final qué hace el comprador en Estados Unidos. A título de ejemplo un contenedor que tiene un valor de venta FOB de US$ 50 mil, hoy paga un arancel de $ 5mil y el agricultor solo recibe $45 mil. Por supuesto este costo comprime sustancialmente los márgenes del productor peruano pudiendo llevar incluso a pérdidas para algunos productos de bajo margen. Esos US$ 400 millones que recauda Trump del agricultor peruano, significan 28 millones de jornales, o 78,000 puestos de trabajo en un año. Algún sabio diría, busquen otros mercados que no tengan arancel, pero no es así de simple, Estados Unidos con un PBI per cápita de US$67,000 tiene una capacidad de consumo 52% mayor al consumidor europeo y 400% más que el chino, y adicionalmente están las distancias, pues a Filadelfia el tránsito son 8,700km frente a 12,900km a Rotterdam y 17,300km a Shanghái, por lo que los fletes que pagamos son más caros y la travesía más larga afecta la calidad de la fruta.
Frente a esto la agricultura peruana tiene que ser muy competitiva pues no estamos solos en los mercados internacionales, tenemos muchos competidores. Pero esto no parece interesarle al estado o a las bancadas de izquierda en el Congreso que constantemente emiten leyes anti-empresa que solo añaden a los costos agrícolas como fue el bono beta del 30% por encima del salario mínimo, que impide premiar a los trabajadores por productividad y ha propiciado la búsqueda de mecanizar labores para evitar trabajadores. Los costos de seguridad y de cumplimiento con la infinidad de normas, trámites y reportes de todas las autoridades a nivel nacional que van desde Senace, Senasa, Sunafil, y Aduanas entre otros, y la falta de infraestructura que encarece los fletes internos especialmente para los pequeños productores lejanos de los puertos y un estado indolente que no apoya a los productores en temas que deben ser políticas de Estado, como por ejemplo el control de la mosca de la fruta, todos restan competitividad al agricultor peruano.
Los costos que el Estado impone al agricultor peruano largamente exceden los costos del arancel de Trump, que no deja de ser crítico, y en su conjunto afecta la competitividad de la agricultura peruano, que solo ha podido defenderse siendo más eficiente y migrando a productos de mayor valor como paltas, arándanos y uvas, pero productos importantes, de menor valor, como espárragos, uvas red globe, bananos o algunos cítricos, se van quedando en el camino por los altos costos que le impone el estado y ahora el arancel de Trump.
Recientemente el Congreso aprobó la nueva ley agraria No 32434 que promulgó la presidenta Boluarte el 20 de agosto, que remedia parcialmente los daños producidos al agricultor por el estado y ahora por el arancel de Trump, y es un valioso instrumento promotor y de apoyo a la pequeña agricultura. Restituye los beneficios de la exitosa ley 27360, y además promueve la competitividad de la agricultura peruana con un enfoque de mercado no meramente asistencialista. Se espera que esta ley dure largo tiempo pues la agricultura necesita horizontes de largo plazo para invertir, y los peruanos debemos defender esa ley contra los embates de congresistas ideologizados de izquierda y ONGs anti-empresa que solo buscan crear caos en el Perú.






