Ismael Benavides
Expreso, 19 de setiembre del 2025
En el Perú la conversación política rara vez gira en torno al problema del agua, y más nos preocupamos de otros temas quizás banales ante la importancia de un tema como el agua qué es vital para la supervivencia y salud de la población, especialmente de los niños y para la actividad que más emplea mano de obra, la agricultura. El informe del Banco Mundial de 2023 sobre la seguridad del abastecimiento del agua en el Perú nos pinta una realidad descarnada. El 40% de las actividades económicas que componen el PBI, y el 63% de las exportaciones, son intensivas en el uso de agua. En el agro, en la costa, irrigaciones como Olmos y Chavimochic han generado enormes aumentos en productividad del campo, y el proyecto Sierra financiado por el Banco Mundial que apoyó en la infraestructura de riego, logró incrementos en producción de 30 a 70% y mejoras en ingresos familiares por hectárea de hasta 25 a 100%.
Pero más crítico es el agua y saneamiento para las poblaciones urbanas en el Perú. Las coberturas de la población que informa el gobierno, de 83% de agua y 68% de alcantarillado son deleznables, pues en muchos casos el agua es solo por horas. Lo cierto es que apenas 50% tiene agua segura y saneamiento bien manejado, y los niños afectados por anemia llegan a casi 50%. La calidad de educación también es afectada, pues apenas 25% de las escuelas públicas tienen baños y solo 20% tiene agua sana. La ciudad de Lima hoy apenas abastece 125 m3 de agua por persona al año, cuando el estándar según la FAO debe ser 1,700 metros cúbicos por habitante año. Un país desértico como Israel abastece 300 m3 por persona año a su población, complementando fuentes naturales con plantas desalinizadoras y reúso de aguas servidas.
No cabe duda de que la distribución del agua es desigual en el Perú. Eas zonas residenciales de las ciudades no sentimos la escasez, pero si la sienten los pueblos jovenes La selva concentra el 80% del agua disponible y ahí vive solo el 14% de la población, la sierra que tiene aproximadamente el 18% del agua tiene un 26% de la población, y la costa que solo tiene 2% del agua tiene el 60% de la población, pero en ninguna de estas regiones, con más o menos agua, el abastecimiento poblacional es adecuado. Pero además por el calentamiento global enfrentamos la pérdida de 43% de los glaciares en la sierra y largos períodos de carencia de agua en la costa. Todo esto conforma una situación crítica que nunca han sido abordada como una política de Estado, a pesar de que algunos gobiernos tuvieron programas puntuales como “Agua para Todos” de Alan García que fue exitoso, o “Agua Limpia” y “Sierra Azul” de PPK que no tuvieron mayor avance. Lo que el Perú necesita para asegurar la supervivencia y salud de su población es priorizar el agua urbana y rural, con metas claras de abastecimiento y cobertura que tengan continuidad, inversiones bien planificadas y ejecutadas, y se cumpla con dotar a la población y actividades productivas con sus necesidades de agua como una prioridad nacional.
¿Qué hacer?, en primer lugar, se debe resolver la gobernanza del agua, convirtiendo a la Autoridad Nacional del Agua en un ente regulador autónomo, dependiente de la PCM como los otros reguladores. SEDAPAL y las EPS regionales y municipales deberán ser reestructuradas con un nuevo modelo de gestión, con tecnología y administración moderna e incentivos económicos por productividad, con la participación de una SUNASS reforzada, y sobre todo programas educativos para la población para mejorar el uso del agua y entender que es un servicio que se paga y no es un derecho gratuito cómo ha vendido la izquierda. En las ciudades costeras, para complementar las fuentes naturales se debe de promover la desalinización del agua de mar y el reúso de las aguas servidas tanto para regadío como eventualmente consumo y lograr así una economía circular de uso eficiente del agua escasa, con participación del capital y tecnología privada. Para el agro se necesitan construir más irrigaciones para generar más bienestar y empleo, y mejorar los sistemas de riego en los valles costeros e interandinos, y se debe trabajar el almacenamiento de agua tanto en las zonas altoandinas con las zanjas de infiltración y reforestación, y en la costa con la infiltración de acuíferos subterráneos, y con ello lograr aumentos importantes de productividad.
Recientemente se creó en el Perú el “Pacto por el Agua y Saneamiento” en el que participan el Estado, a través del Ministerio de Vivienda y otras entidades como la Autoridad Nacional del Agua, el sector privado nacional, el mundo académico, y el Banco Mundial y la Cooperación Internacional. Este esfuerzo puede ser el embrión de una política de Estado para lograr el abastecimiento de agua necesario para las personas y las actividades productivas del Perú.