Por: Ismael Benavides
Expreso, 22 de setiembre del 2023
El acelerado crecimiento del gasto público en los últimos años, especialmente a partir de 2012, es motivo de preocupación en círculos económicos, pues trae consigo una menor productividad en la economía ya que se estima que el gasto público es 50% menos eficiente que el gasto privado. Es decir, por cada sol que gasta el privado para un resultado x, el Estado gasta dos soles, lo cual demuestra que a mayor gasto público menor eficiencia en la economía y menor bienestar para los peruanos; contrario a las teorías de la izquierda que favorece el gasto público como motor del bienestar, lo cual es demostradamente contrario a la realidad. Esto no quiere decir que se debe de eliminar el gasto público, si no que, debe de haber un equilibrio entre el potencial productivo de la economía y el tamaño del gasto público, para que este no sea un peso muerto y detraiga del crecimiento económico. A continuación, el comentario al respecto del economista Pablo Moreyra en las redes.
“Si comparamos el presupuesto público (gasto del gobierno) con el PBI (producto bruto interno) nos daríamos con la sorpresa que el tamaño del presupuesto público ha crecido al doble el crecimiento del PBI. En otras palabras, mientras más grande se vuelve el Estado, menos se crece. Dicho de otra manera, el mayor gasto público no se ha traducido (proporcionalmente) en un mayor crecimiento. En parte por la mayor burocracia y menor eficiencia del sector público (trámitología) y por otro lado por corrupción”.
La contrapartida del crecimiento del presupuesto público es el crecimiento de la deuda pública del Estado para financiar los déficits presupuestales. Ésta ha crecido del 20.6% del PBI en 2012 a 32.2% del PBI en 2023. En otras palabras, el Estado se ha endeudado para cubrir un gasto normalmente ineficiente y de poco valor para la población. Hoy el servicio de la deuda externa es mayor en el presupuesto que el gasto en educación.
Finalmente está la calidad del gasto público que es la otra cara de la moneda del aumento presupuestal, y que se refleja en la calidad de los servicios públicos. Los analizaré en otro artículo, pero en términos generales, en vez de mejorar con mayor presupuesto se han deteriorado los servicios, y que mejores ejemplos que el manejo de la salud en la pandemia, la desbocada inseguridad ciudadana, la dramática caída de la calidad educativa en las pruebas PISA y la incapacidad de ejecución de obras para la prevención de El Niño, y obviamente la corrupción rampante que consume no menos del 15% del presupuesto público. Esto evidencia que las políticas socializantes desde 2012 han sido un fracaso y han llevado al Perú donde está hoy.