Por: Hugo Perea
Perú21, 1 de mayo del 2022
“Más allá de la definición que se use, el populismo es muy dañino en términos económicos y políticos”.
En su libro Populistas, Carlos Meléndez ofrece una revisión de las definiciones de populismo. Una de estas es la adoptada por Sebastián Edwards y Rudiger Dornbusch, quienes, a finales de los 80, revisaron las experiencias de gobierno de Salvador Allende y de Alan García. Estos autores señalan que entienden por populismo “…un enfoque al análisis económico que hace hincapié en el crecimiento y la redistribución del ingreso, y minimiza los riesgos de la inflación y el financiamiento deficitario…”. Meléndez también señala la definición desarrollada por Kurt Weyland, quien considera el populismo como “…una forma de ejercer el poder político”. Finalmente, está la definición “ideacional”, que abarca un entendimiento maniqueo de la sociedad y la idea de que la política debe ser un canal de expresión de la voluntad popular soberana y única.
Más allá de la definición que se use, el populismo es muy dañino en términos económicos y políticos. Por el lado económico, el maniqueísmo (los “buenos” contra los “malos”) que usan los líderes populistas motiva una búsqueda constante de “enemigos” del “pueblo”, lo que puede llevar a la adopción de pésimas políticas públicas para satisfacer las demandas populistas. Es algo que hemos visto a lo largo de los poco más de nueve meses de esta administración. Uno de los ejemplos más recientes está vinculado al incremento de los precios que se achaca a supuestos “oligopolios” (“los malos”) y que lleva a deficientes intervenciones públicas (reducción del ISC a combustibles o exoneración del IGV para ciertos alimentos). Por el lado político, el populismo genera confrontación e inestabilidad y un deterioro de la institucionalidad. En Perú, los intentos de cambiar la Constitución sin respetar los procedimientos establecidos es uno de los ejemplos más claros.
En Los costos del populismo: evidencia de la historia (2021), Manuel Funke, Moritz Schularick y Christoph Trebesch encuentran que los liderazgos populistas son económicamente muy costosos. En particular, para una muestra amplia de países, estiman que, en promedio, el impacto negativo acumulado sobre el PBI excede el 10% luego de 15 años. Asimismo, sobre lo dañino que puede ser el populismo para las instituciones democráticas, los autores muestran que la llegada al poder de líderes populistas viene acompañada de deterioros sobre la independencia del sistema judicial, la integridad constitucional y que su salida del poder usualmente es disruptiva y ocurre fuera de los procedimientos democráticos regulares.
Los impactos del populismo son muy perniciosos para la sociedad. Corresponde a la clase política actuar con seriedad y sin demagogia para no deteriorar más la calidad de vida de los ciudadanos.