Entrevista a Gonzalo Galdos
Perú21, 25 de noviembre del 2024
La institucionalidad es central para devolverle al país una estructura en la que prime el imperio de la ley, sostuvo Galdos.
CADE Ejecutivos de este año tiene como foco encontrar el puente que nos permita cruzar de la degradación hacia la reconstrucción de nuestro futuro. En esta entrevista, Gonzalo Galdos, presidente de IPAE Acción Empresarial, organización fundadora de CADE, hace un diagnóstico del contexto político y económico en que se desarrollará el encuentro de empresarios.
El lema de CADE Ejecutivos 2024 está asociado con la reconstrucción del futuro del país. ¿Cuál es ese futuro? ¿Es auspicioso o no ha cambiado en nada?
No ha cambiado en nada. En realidad, lo que ha cambiado es la percepción. Como dirían los más poderosos influencers de las redes sociales, la percepción es más importante que la realidad. Dicho esto, ya sabíamos el interés estratégico y geopolítico de China en el Perú desde el punto de vista de abastecimiento de sus materias primas y de un posible corredor para ciertas materias primas brasileñas. Eso no es nuevo. Sabíamos también del escaso interés de Estados Unidos en América Latina. Lo que sí ha cambiado es que los peruanos empezamos a darnos cuenta de que somos los más escépticos de un panorama mundial donde el Perú parece tener algunos privilegios que no nos merecemos.
¿Cuáles son esos privilegios que tiene el Perú inmerecidamente?
Uno de ellos tiene que ver con nuestra situación geográfica y con la disposición de algunas materias primas que empiezan a convertirse en clave para el desarrollo de algunos países de primer mundo.
Ese escepticismo que menciona podría estar asociado con que somos un país con dificultades para hacer negocios, los municipios ponen trabas o piden coimas para dar licencias, y otros desconocen los contratos porque les da réditos políticos…
Lo que mencionas lo refleja el lema del CADE. La situación se sigue deteriorando porque hay dos déficits: uno, de liderazgo, que genere un alineamiento de voluntades para revertir la situación. Hay una falta de liderazgo tanto a nivel político como de instituciones de la sociedad civil. Por eso, sentimos que, con respetuosa responsabilidad, CADE tiene que ser un punto de inflexión de esta degradación y el empresariado tiene que asumir el liderazgo de este punto de inflexión.
¿Cuál es el segundo vacío?
El segundo gran déficit que ha acelerado el proceso de degradación es el de capacidad de gestión. Estamos frente a una situación en que el Estado ha fracasado en proveer los servicios básicos para generar un mínimo de dignidad en la población más vulnerable. Hablamos de los servicios de salud, educación, agua y desagüe, justicia y seguridad. Solo con este grupo de servicios podemos tener una idea de cómo este proceso se ha acelerado y se ha degradado. Este deterioro no solo ha afectado a los empresarios, como lo refleja el ranking Doing Business, por la burocracia y la corrupción, sino también al ciudadano, que ya no tiene la esperanza de que le lleven agua y desagüe en algún momento, o para un colegio perdido en los Andes o en la selva, que no tiene la más mínima esperanza de ser conectado a un sistema educativo decente.
¿Estos dos déficits podrían estar asociados a la crisis de institucionalidad que enfrenta el país?
Sin duda, porque la institucionalidad lo que hace es fijar reglas claras e imparciales que generen una ausencia de discrecionalidad, favoritismo y tráfico de influencias; que evite, por ejemplo, que solo los que tienen más recursos puedan acceder a una buena educación, a servicios de salud adecuados o a un oportuno otorgamiento de justicia. La institucionalidad es central para devolverle al país una estructura en la que prime el imperio de la ley y en la que los ciudadanos volvamos a tener el mismo rango frente a este. Eso es fundamental para debilitar a la corrupción, que se ha acelerado como consecuencia de esa capacidad discrecional que puede tener un funcionario de segundo nivel de hacer un favor a una persona que tiene algo de recursos.
¿Por qué cree que se ha deteriorado la institucionalidad en nuestro país?
Se ha deteriorado porque las instituciones en algún momento determinado, cuando ha habido una falta de interés de las personas más capaces y más competentes por hacerse cargo de esas instituciones debido a una persecución política y a una serie de excesos para evitar que los más capaces se hagan cargo de estas, se comenzó a llenar de gente incompetente, mediocre y también interesada en sus propios medros, capturando como rehenes a las instituciones. Estoy absolutamente de acuerdo en que, aunque es un proceso, es fundamental recuperar las instituciones. El mejor ejemplo de instituciones que tenemos en el país es el BCR.
Nos toca a los peruanos reclamar esa regeneración institucional para que las instituciones no sean dependientes de una sola persona o de un grupo de personas para que funcionen, sino que funcionen con independencia de quiénes las están gobernando. Esto es parte de toda democracia y de la supervivencia de una nación en el largo plazo.
Se necesita de un mejor capital humano para hablar de futuro. Sin embargo, el Estado le da de comer carne malograda a los niños de los programas sociales, y la situación es similar con el servicio de educación…
A pesar de que hay un discurso repetitivo de que hay una suerte de contrarreforma en el tema educativo con el tema de la Sunedu, yo que he estado muchos años en educación sí soy optimista acerca de la educación superior en el país. El problema en el que estamos hipotecando el futuro del país es en la educación básica. A diferencia de la educación superior, en que 7 de cada 10 están en el sistema privado y por tanto tienen una valla de calidad, en la educación básica 7 u 8 alumnos están en el sistema estatal, que es tan deficiente y que no tiene la más mínima perspectiva de mejorar en el corto plazo. Sin embargo, todas las autoridades, el sistema político, los gobiernos de turno nos distraen criticando al sistema de educación superior para no ver el foco.