En los últimos días se ha publicado una gran cantidad de artículos periodísticos criticando al Sistema Privado de Pensiones, como resultado de un estudio que realizó la ONG IDL-Reporteros que concluye erróneamente que las AFP subestiman las pensiones de los jubilados y se quedan con sus ahorros.
Lo ocurrido en los últimos días no hace sino reiterar la necesidad de reforzar la cultura financiera en el Perú, ya que hay mucho desconocimiento sobre la materia. Cuando una persona llega a la edad de jubilación se enfrenta a dos alternativas para optar por una pensión: el retiro programado y la renta vitalicia. En el caso de optar por el retiro programado, adquiere la pensión a través de la propia AFP donde estuvo aportando, que utiliza su fondo acumulado para pagarle una pensión, la cual se va recalculando cada año sobre la base de lo que tenga en su fondo y una fórmula basada en cálculos actuariales, que no es otra cosa que el uso de una tabla de mortalidad que mide las probabilidades de vivir hasta distintas edades. La SBS regula la fórmula de cálculo y determina la tabla de mortalidad que se debe utilizar.
Se ha mencionado que “las AFP calculan las pensiones asumiendo que los jubilados viven hasta los 110 años”, lo que es falso. Las tarifas se basan en calcular las probabilidades de que la persona viva a distintos años y se saca un promedio ponderado. Así se hace en todo el mundo. Obviamente existe la probabilidad de que se muera a los 65 años o a los 110 años, pero ambas son bajas así como su impacto en la ponderación para calcular la pensión: mientras más lejos de la expectativa de vida del pensionado promedio que indica la tabla, menor es su ponderación.
Si el jubilado quiere evitar el riesgo de inversión o el riesgo de longevidad, puede optar por adquirir una renta vitalicia, la cual se cotiza con empresas de seguros, las que a cambio del fondo acumulado en la AFP le ofrecen una pensión de por vida al afiliado y a sus beneficiarios, o incluso a sus herederos si se compró una renta vitalicia con periodo garantizado. La renta vitalicia no es más que un seguro que protege al jubilado del riesgo de que vaya a vivir muchos años o que su fondo se agote porque el retorno sobre sus inversiones haya sido menor que los retiros que estuvo haciendo bajo un retiro programado. Tanto el retiro programado como la renta vitalicia se calculan utilizando una tabla de mortalidad y con supuestos sobre la rentabilidad futura de las inversiones.
Lo más increíble de toda esta discusión es que el problema no es que las tablas de mortalidad que se usan estén penalizando a los jubilados, sino todo lo contrario, ya que cada vez las personas viven más. La tabla de mortalidad que utilizamos en Perú es la RV 2004 Modificada Ajustada, una tabla de origen chilena que la SBS primero modificó y luego ajustó, de allí el nombre. Si hay un problema con la tabla es que subestima la mortalidad, no que la sobrestima como muchos están argumentando. Cálculos que han hecho varias empresas de seguros muestran que los pensionados peruanos están viviendo más que lo que indicaría la tabla y, por lo tanto, se tiene que ajustar, pero en el sentido inverso de lo que concluyen el estudio del IDL-Reporteros y la mayoría de personas que se ha puesto a discutir sobre un tema que es muy técnico y que no puede manejarse a la ligera.