Enrique Pasquel, Subdirector periodístico
El Comercio, 17 de abril de 2016
PPK tiene que hilar muy fino. No solo para ganar la presidencia, sino también para lograr un gobierno viable en caso de que triunfe, teniendo en cuenta que el partido naranja controlará el Congreso. Así, hay dos errores que PPK no debería cometer en la recta final que tiene por delante.
1) Enemistarse con el fujimorismo: Si PPK llega a la presidencia, le va a ser imposible gobernar con la bancada de Fuerza Popular en contra. Eso lo lleva a la complicada situación de tener que enfrentarse a los fujimoristas en campaña pero siendo lo suficientemente cuidadoso como para no quemar los puentes que le permitan acercárseles en un eventual gobierno. Por ello, sería un error de su parte machacar la idea de que los fujimoristas representan lo más autoritario, corrupto y vergonzoso de nuestra historia reciente, como un sector importante de personas espera. ¿Con qué cara tratas a alguien de filibustero hoy y le pides una mano mañana? Más aun, cuando, al haber apoyado a Keiko en la elección pasada, PPK no tiene legitimidad moral para ahora descalificarla.
PPK, además, no necesita tirarle barro a Keiko por la sencilla razón de que hay una larga fila de medios y líderes de opinión que están más que felices de dedicarse a esa tarea. Para muchos, Keiko es la hija del diablo en campaña. O el diablo mismo. O quizá algo peor. Y, por eso, van a recordar a voz en cuello todos los pecados del fujimorismo (e incluso los que no ha cometido). El candidato del cuy puede darse el lujo de dedicarse a una campaña seria en la que discuta propuestas. El ‘trabajo sucio’ de enardecer el antifujimorismo se lo van a hacer otros, que paradójicamente detestan la idea del ‘gringo’ en la presidencia pero, a la vez, detestan más la de Keiko a la cabeza del Ejecutivo.
2) Casarse con la izquierda: Hoy, muchos políticos y líderes de opinión de izquierda demandan a PPK una ‘hoja de ruta’ para darle su apoyo. Quieren que él haga concesiones principalmente en temas económicos. Algunos hasta piden que se comprometa a cambios constitucionales. Lo cierto, sin embargo, es que estos señores no tienen prácticamente ninguna capacidad de endose de votos. Y no solo eso. Además, a pesar de que ahora lloren, pataleen y se retuerzan mientras juran que no votarán por el ex primer ministro, todos sabemos que, si Keiko estuviese puntera, el día de la elección se volverán ppkausas, pues él claramente es su mal menor.
¿Por qué entonces PPK tendría que pactar algo con ellos? Más aun cuando ese pacto tiene dos riesgos. El primero, perder por un lado a los electores que pueda ganar por el otro. A buena parte de su electorado le desagradaría la idea de un PPK abrazado con Mendoza, Arana o hasta Barnechea y preferirían votar por Keiko en ese escenario. El segundo, que la izquierda va a querer que PPK se alíe con ella en su rol de feroz opositor del fujimorismo en el Congreso. Y ese es un juego que, como dijimos, PPK no puede jugar si quiere el apoyo de los naranjas para hacer reformas, en caso de que alcance la presidencia.
Hoy PPK es adversario de Fuerza Popular. Pero mañana, si llega a Palacio, tendrá que convertirse en su aliado si no quiere tener al Congreso en contra. Por eso, no le conviene ni alejarse mucho del fujimorismo ni acercarse mucho a los zurdos. De lo contrario, se arriesga a que un eventual triunfo electoral suyo se convierta en un fracaso de gobierno. Lampadia