Sorprendió a muchos la tasa de crecimiento del PBI de marzo (3%) y la resultante para el primer trimestre del año (4.8%), que ha generado que los pesimistas y en especial los críticos de la política macroeconómica señalen que la economía se desploma, que viene lo peor. Al frente están aquellos que afirman lo contrario, que no pasa nada, que el repunte empieza en abril pues la tasa se ubicará alrededor del 6.5%, olvidándose que ello será en gran medida fruto de comparar dos meses con distintos días laborables por Semana Santa. Como siempre, los extremos no son adecuados.
Lo cierto es que si bien las cifras indicadas son menores a lo que se había previsto, lo que no sorprende a los que siguen de cerca la evolución económica es que continúa la tendencia a la baja en el ritmo de crecimiento de la economía y que corresponde, por tanto, examinar las causas y tomar las medidas correctivas necesarias. Efectivamente, en términos anuales el PBI creció 8.8% en el 2010, luego de la significativa caída en el 2009 (0.9%), pasando a 6.9 y 6.3% en el 2011 y 2012, respectivamente, estimándose para este año estar alrededor del 5.5% (base 1994) o 5% (base 2007). Visto por trimestres, de tasas entre 9 y 10% en el 2010, registramos alrededor de 5% entre finales del 2012 y principios del 2013, es decir, 5 puntos porcentuales menos.
Dos variables explican en gran medida esta evolución: las exportaciones (X) y las inversiones (I). Ambas crecieron a buen ritmo durante buena parte de la década del 2000, destacando las X en el primer quinquenio y las I en el segundo, esta última a ritmo de dos dígitos, situación que varió de manera significativa hacia finales del 2012 y en especial a inicios de este año, al punto que en el primer trimestre del 2013 las X tradicionales y no tradicionales han decrecido en 19.1 y 8.0%, respectivamente, mientras las I crecen a un ritmo de alrededor del 7%, tres veces menor al del 2010 (22.1%) y la mitad del 2012 (13.6%). Es correcto que la demanda interna (Consumo + Inversión) sigue creciendo y aún por encima de la oferta (PBI), pero a tasas mucho menores, basta comparar la del 2010 (13.1%) con la del 2012 (7.4%) y la prevista para este año (6.5%).
Un lector bien informado dirá que crecemos a una velocidad mayor a Europa, que está recesada (-0.9); EE.UU., que lo hace alrededor del 2%; similar a China, que está en el entorno del 7.5%; y por encima del promedio de la región (3.4%). Pero el Perú, para atender su problema de fondo que es dar empleo adecuado como vía para resolver la pobreza, necesita crecer a no menos de 4-5% anual. Son los aproximadamente mil trabajadores que se suman por día al mercado de trabajo, más los desempleados (6%) y, más crítico aún, los subempleados (51.1%) los que requieren tasas altas de crecimiento (7-8%) para generar los empleos que demandan.
Urge, por tanto, revertir la tendencia y tomar medidas que, sin descuidar el corto plazo, se hagan con visión de mediano-largo plazo. Ello se puede lograr apostando por una agenda en pro del incremento de la productividad, la que conlleva aumento de inversiones. Implica consolidar la institucionalidad, continuar con los TLC, acometer las reformas estructurales pendientes, invertir en capital humano e innovación, ciencia y tecnología, a más de buscar cerrar la brecha de infraestructura. A la par con ello y en beneficio directo en plazo inmediato de las inversiones, viabilizar las concesiones, las APP y las obras por impuestos simplificando los procesos y la toma de decisiones, más un manejo oportuno y eficaz de los conflictos sociales.