Bruno Merino Canales
Estudiante de Relaciones Internacionales
Para Lampadia
Es por el determinismo del destino, la historia ya escrita que yo he nacido en un lugar específico, con círculos sociales específicos, actividades habituales específicas, todos los seres humanos lo hacemos y eso hasta cierto punto nos define, la pertenencia no viene pues de la ‘tradición’ sino porque el destino ha causado que vivas en común.
Nací en Lima, nieto de inmigrantes a la capital por parte paterna y por el arduo trabajo de mi padre y madre he vivido una vida cómoda, la cual me corresponderá a mi preservar y mejorar en ya pocos años para mí y mis descendientes.
Hace unos cuantos años pude yo viajar al Cusco y honestamente quedé maravillado con aquel otro Perú el cual no vivo cuando me despierto diariamente, en ese tiempo el horrible conflicto entre peruanos no hervía tanto y me prometí, debo evitarlo, estas maravillas no deben mancharse por la sangre de compatriotas.
Años después ya en el presente nuevamente las fuerzas de la historia, aquellas que uno no controla me mostraron otro panorama, aquella gente del otro Perú por cual fuera el motivo justificado o no nos aborrece, nos aborrece por el sitio que el destino nos dio, nos aborrece por lo que con trabajo logramos y no hemos de creer que yo y mi circulo somos los únicos pues son expertos en juzgar de asociación, el provinciano que vino a Lima es para ellos traidor, ‘se ha pituqueado’ viva el en el centro, los conos o la Planicie y peor aún si tiene el pecado original de no ser de su misma tez pues ese es Pizarro encarnado destructor del imperio de sus sueños de opio.
Nosotros que hemos simplemente vivido nuestras vidas somos culpables de sus problemas, ¿hemos causado la corrupción de sus autoridades? ¿le hemos dicho a los políticos que no los socorran ante tanta adversidad?, puedo creer de quienes no conocen el conflicto por vivencia o sapiencia vengan a decirnos que hay que ser solidario, hay que entenderlos, hay que ceder, aquellos son a los que el privilegio los ha segado, viven en un mundo bajando el arcoíris donde ni el cielo es el límite moldeado por sus caprichos sentimentales, muy lejano del mundo real que todos vivimos en cierto grado.
Cuando el conflicto se vuelve innegociable, cuando trágicamente la conclusión es que uno acabará sobre el otro no importa que tan justificado o acertado este el otro, eres tú o él, uno no le da un abrazo a una amenaza, la neutraliza. No voy a pedir disculpas y enviar a la ruina a familiares, amigos y conocidos por gente que no conozco y sin conocerme me repudia ni voy a dejar de afirmarme yo por la moral de soñadores y oportunistas que en donde otros tanto se juegan ellos ven sus caprichos y afirmación sentimental, no voy a abandonar mi Perú porque así lo quiere el Perú de otro. Lampadia