Ariana Lira
El Comercio, 27 de junio del 2025
“Un mal uso de las redes sociales puede definir el rumbo de un país. Y, entonces, ¿a quién le reclamamos? ¿A las autoridades?“.
Cuando somos niños, la fantasía y la credulidad son la regla. Es a partir de los 12 años que, según la psicología, empezamos a desarrollar un arma clave para la vida: el pensamiento crítico. Esta herramienta, que implica la capacidad de analizar, evaluar y cuestionar información de manera racional y basada en evidencia, nos aleja de aceptar ciegamente lo que otros nos dicen. En corto, el pensamiento crítico nos hace incrédulos.
Pero, en el ecosistema digital, la incredulidad pierde cada vez más terreno. Con tanta información al alcance de la mano, hoy en día saber qué es verdad y qué no es más difícil que nunca. Además, las redes sociales nos polarizan sin que lo sepamos. Un ejemplo son los filtros de burbuja, un fenómeno que ocurre cuando los algoritmos personalizan el contenido según nuestras preferencias, de modo que terminan mostrándonos solo aquello con lo que probablemente estemos de acuerdo. No es sorpresa que, en esas cámaras de eco, cualquier opinión distinta –por moderada que sea– la percibamos como una aberración.
¿Por qué importa esto? Porque un mal uso de las redes sociales puede definir el rumbo de un país. Y, entonces, ¿a quién le reclamamos? ¿A las autoridades? ¿A los algoritmos de las redes sociales? ¿A quienes crean adrede las noticias falsas?
La filósofa italiana Paola Ferretti intentó responder esta pregunta y, para eso, regresó a la ética de la creencia de John Locke, según la cual creer algo sin evidencia no solo es un acto contrario a la razón, sino también una acción inmoral. Por lo tanto, Ferretti concluye que no somos solo víctimas de la desinformación, sino que tenemos el deber de combatirla. ¿Cómo? Siendo incrédulos.
Y es que en medio de la avalancha de mensajes “reenviados muchas veces”, imágenes alteradas con IA, ‘deepfakes’ y algoritmos de amplificación, la incredulidad es más urgente que nunca. ¿Cómo la aplicamos a nuestra actividad en redes sociales? Estas tres reglas son un buen comienzo:
1. Verifica antes de compartir: Ve a la fuente oficial o a medios de comunicación especializados. Si aún no aparece allí, espera.
2. Alfabetízate mediáticamente: tómate un tiempo para entender cómo funcionan los algoritmos, qué tipos de contenido falso existen y cómo podrían estar manipulando tus emociones.
3. Denuncia las ‘fake news’: advierte a tus conocidos sobre la falsedad de una noticia.
Pero, sobre todo, duda. Recuerda que un “compartir” o “reenviar” puede hacer la diferencia entre un voto informado y uno desinformado. ¿Estamos listos para recuperar el pensamiento crítico?