Por: Anthony Laub
Perú21, 1 de abril del 2022
“La tibieza del país frente al desgobierno es aterradora. La calle anda casi muda pese a los escándalos diarios”.
La fallida vacancia contra el incorregible Pedro Castillo ha despejado varias dudas, siendo la más notoria la confirmación de que el 58% de los congresistas son moralmente anodinos o amorales y solo están ahí por interés personal.
Bajo la batuta de la izquierda de Castillo, Cerrón, la Vero y ‘los niños’ se ha normalizado el pillaje y el clientelismo, la trapacería, la incapacidad y la turbidez. La afrenta moral que vienen propinado al país dista de aquella moralidad que exigen, rabiosamente, cuando son otros los que gobiernan. Hasta lavaban la bandera.
Judas, al menos, tuvo la valentía de suicidarse; los nuestros, andan por las sombras, reptando y sorbiendo del Estado.
La tibieza del país frente al desgobierno es aterradora. La calle anda casi muda pese a los escándalos diarios; gran parte de la prensa lambisca al Gobierno pese a la putrefacción que de este emana; grandes y medianos empresarios ajenos a lo que pasa; los gremios -salvo Comex y algún otro-, siguen en voz bajita; las FF.AA. y la Policía han doblado la cerviz, y el Poder Judicial y la Fiscalía son invisibles.
Pese a la vorágine destructiva izquierdista, el noble modelo de libre mercado (neoliberal para ellos) viene aguantando los embates rabiosos que le propinan y ralentiza la destrucción de la economía junto a la mano de Julio Velarde. A lo mejor vendría bien que renuncie y que todo implosione para que la población reaccione.
Prefiero un momento colorado a cientos amarillos (la sopa de rana) que terminan llevándonos lenta pero inexorablemente al caos que ya vivimos en los 70 y 80.
P.D. Mi solidaridad con Beto Ortíz por esa infausta sentencia que coacta la libertad de prensa.