Aldo Mariátegui
Perú21, 21 de enero del 2025
“En lo internacional, no habló de China o Groenlandia y me llamó la atención su obsesión con el Canal de Panamá».
Ayer no hubo ningún acontecimiento más relevante en el planeta que la juramentación de Trump en su increíble regreso a la Casa Blanca, contra una derrota muy ajustada, juicios por doquier, el 90% de la prensa local adversa y hasta una bala asesina que pasó a escasos centímetros de su cerebro solo porque Trump movió casualmente la cabeza.
Fue un discurso corto (39 minutos, sin leer), pero cargado: anunció una “era dorada”; le dio muy duro al gobierno anterior; enfatizó en lo nativista que iba a ser su gobierno; enumeró medidas muy duras, excepcionales e inmediatas contra la migración y los carteles de drogas; enfatizó en aranceles más altos; prometió revertir todas las políticas woke de sexo (“solo existen dos sexos”); señaló que estimularía al máximo la producción petrolera yanqui; habló de una nueva recaudación fiscal externa (¿?); etcétera.
En lo internacional, no habló de China o Groenlandia y me llamó la atención su obsesión con el Canal de Panamá y esa provocación a los mexicanos de rebautizar el actual “Golfo de México” como el “Golfo de América”. Como su antecesor inspirador, Trump se apoyó en el asesinado presidente republicano William McKinley (presidente de 1897 a 1901. Fue abatido al poco tiempo de ser reelecto por el anarquista León Gszolhosz en la Exposición Panamericana de Buffalo), bajo cuyo mandato EE.UU. derrotó bélicamente a España (que perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas) y se anexó Hawaii. EE.UU. con McKinley entró a la liga de las grandes potencias internacionales con un espíritu imperialista, además que fue un presidente 100% proempresa local (como congresista fue padre de un acta que elevó tremendamente los aranceles en 1890) y adoptó el patrón-oro.
Obama le había cambiado el nombre “Mount McKinley” a la montaña más alta de EE.UU. por un nombre esquimal (Denali) y Trump prometió que volvería a llamarse McKinley. De otro lado, muy sintomática la ubicación tan cercana al estrado del presidente argentino Milei. Se nota su llegada.
