Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia
Pongamos todas nuestras fuerzas para recuperar el futuro de nuestro país. No dejemos que nuestros hijos y nietos pierdan su patria.
Los ataques a la economía y a las instituciones del país pretenden destruir nuestra clase media emergente; mantener y acrecentar la pobreza para tener a los ciudadanos al merecer de los gobiernos autoritarios y corruptos promovidos por el Foro de Sao Paulo, el Grupo de Puebla y el socialismo del siglo XXI; y romper nuestra base institucional para instalar estructuras absolutistas y corruptas.
Lamentablemente, ese deterioro del Perú, terminaría por expulsar, sin retorno, a nuestros jóvenes hacia otras latitudes en pro de la prosperidad que ofrece el mundo moderno.
Si ahora no nos compramos el pleito de luchar contra estas fuerzas malignas, nuestros hijos y nietos se perderán el privilegio de la peruanidad. El privilegio de ese espacio de vida que nos ofrece calidez, historia, cultura, el goce de nuestras familias y amistades, nuestras comidas y bailes, nuestra maravillosa geografía, y las múltiples oportunidades de crear empresas y emprendimientos rentables, siendo exitosos ciudadanos del mundo desde el Perú.
Hoy es difícil aquilatar el dolor de la eventual pérdida de nuestra peruanidad, pero basta hablar con los tres millones de peruanos que ya se fueron, para recoger sus carencias, penas y añoranzas.
Las fuerzas malignas, esas malas izquierdas que medran en el caos están destruyendo la economía de los peruanos más pobres.
Ver en Lampadia: La violencia perjudica a los pobres
Se están destruyendo todos los sectores de nuestra economía, especialmente los que nos conectan con el exterior, que es la mayor fuente de generación de riqueza para los peruanos, la minería, la agroexportación y el turismo.
El balance preliminar de los daños ocasionados por la asonada senderista y sus socios de las economías ilegales es dantesco.
Lamentablemente, nuestras fuerzas del orden están maniatadas por normas absurdas, comparsas mediáticas traicioneras y miedos cómplices de la destrucción del país.
Mientras tanto el precio de nuestros productos de exportación, está en niveles que podrían permitirnos un gran crecimiento de la economía, la multiplicación de empleo de calidad y recursos fiscales suficientes para emprender una mejora sostenible de los servicios de salud y educación, así como un salto cualitativo en el desarrollo de infraestructuras sociales y económicas.
Por otro lado, gran parte de los recursos generados por nuestras exportaciones, son transferidos a las regiones para ser desperdiciados por la corrupción, la ineptitud y la desidia.
Además de la agresión a nuestra vida republicana, organizada desde el Perú, los líderes de las retrógradas izquierdas latinoamericanas están atacando a nuestro país al defender al golpista corrupto de Castillo y crear un ambiente internacional que pregona mentiras. El caso más notorio es el de Boric en Chile, nuestro vecino más cercano en términos sociales y económicos, que se ha atrevido a intervenir estúpidamente en nuestros asuntos internos.
Por otro lado, vemos al mundo regresionar desde la globalización y el comercio internacional a espacios institucionales que desfavorecen las capacidades de desarrollo del Perú.
Para sumar más desventuras vemos como los países más desarrollados y la propia China, entran en una fase de declive de sus poblaciones.
Un caso notorio es el de Japón, donde su primer ministro, con respecto de la caída de la tasa de natalidad, acaba de declarar que “Japón está en un punto crítico para continuar funcionando como sociedad”.
¿Qué nos trae esto a países como el Perú?
Pues el incremento de la emigración de los peruanos. Ya en agosto pasado, antes de la crisis política de los últimos meses, Ipsos reportó que el 70% de nuestros jóvenes de 18 a 25 años, ‘Si pudiera, emigraría del Perú y se iría a vivir al extranjero’.
Esa es la peor tragedia que puede ocurrirle a un país, perder a sus jóvenes.
Hoy día, entre el desastre político que no cede, la destrucción de la capacidad de crear empleos, y sobre todo, la imposibilidad de ofrecer un futuro de bienestar que permita hacer predecible la recompensa del esfuerzo individual de nuestros aguerridos ciudadanos; y la posibilidad de que Japón y otros países desarrollen programas de migración amigables; no solo corremos el riesgo de perder a nuestros jóvenes, también, nuestros hijos y nietos se enfrentan a la posibilidad de perder la riqueza de la peruanidad, el privilegio de gozar el potencial que aún ofrece nuestro terruño.
Desde estas páginas quiero hacer un llamado a la acción, no podemos resignarnos a perder el futuro que soñaron nuestros prohombres.
Hay mil maneras de luchar por lograr un futuro de éxito para el Perú y los peruanos. La situación actual es muy crítica, tenemos que pasar al frente, con generosidad de espíritu y amor a la Patria.
Nuestro grito de batalla debe ser: ¡VALE UN PERÚ!!! – Lo queremos para nuestros hijos y nietos.
LAMPADIA