Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
Nunca habíamos sufrido en el Perú, dos derrames tan graves como los que estamos soportando. En ambos casos se trata de incapacidad de los operadores, en los dos tendremos consecuencias muy graves y difíciles de remediar, es imprevisible la profundidad del daño y el tiempo de remediación. En un caso se trata de petróleo crudo y en el otro, de el “derrame político” que significó la elección de Pedro Castillo (PC), pero la analogía es inevitable y la similitud de sus consecuencias, impresionante.
Cuando se reportó el caso del derrame petrolero, en primera instancia se asumió que su magnitud era mínima y, consecuentemente, no se dispuso de los recursos necesarios para controlarlo y menos se actuó con la inmediatez requerida, al punto que, cuando se quiso controlar este derrame, ya estaba fuera de control. Lo que se informó inicialmente como el derrame de un barril, pasó a 6,000 barriles, para que dos semanas después se informe que se trataba de 10,900 barriles.
De igual forma, cuando se dieron los resultados electorales, todos asumieron que, tratándose de una “victoria” muy ajustada (40 mil votos de diferencia y con dudas…), PC asumiría el gobierno e implementaría una administración con sesgo de izquierda socialista, pero jamás se le ocurriría pretender que, con esa mínima diferencia, podría implementar un plan maximalista, tal como el pretendido en el ideario de Perú Libre.
Por lo antes dicho, nadie consideró tomar todas las medidas preventivas y correctivas necesarias, como para impedir que ese “derrame político”, como el más negro petróleo, se extendiera en la superficie, manchara todas las instituciones visibles (playas), ni que impactara a niveles de agonía y muerte a los ciudadanos y pequeños empresarios, quienes habían puesto todo su esfuerzo, capital y deudas para el desarrollo de sus emprendimientos. Pero no, las decisiones e indecisiones de PC vienen destruyendo la economía, demoliendo la confianza en las instituciones del Perú, en base al descrédito de quienes lo han tomado como botín y lo están saqueando.
Del mismo modo que en el derrame de petróleo, esta recargada miasma proveniente de tantos corruptos en el gobierno, se está sedimentando e impactando el fondo de nuestro “mar institucional” y la descontaminación y limpieza del mismo, tomará décadas, si en caso fuera posible limpiarlo.
- Vienen corrompiendo a la Policía Nacional escandalosamente, dando de baja a sus mejores líderes, destruyendo las capacidades de investigación en sus cuerpos especializados, tratando de destruir el acervo documentario y la memoria viva de esos casos, al retirar a los principales investigadores.
- Corrompen vendiendo ascensos y cambios de colocación, al igual que forzando lealtades, no a la institución, sino a PC, con prebendas.
- Ya para que la premier se haya visto obligada a reconocer que la crisis del Ministerio del Interior “no es un asunto cualquiera ni coyuntural”, sino más bien “es la expresión de un problema estructural de corrupción en diversas instancias del Estado y que es momento de abordar y confrontar con firmeza”, nos podemos imaginar.
De igual manera, esa mancha negra se viene extendiendo y sedimentando en el sector educación. Después de seis meses de gobierno de PC, es clarísimo que, si él no lee bien, no entiende lo que lee, siendo quien lidera al sindicato, ya podemos tener una clara idea del nivel de sus seguidores y la clarísima razón para evitar, a toda costa, los exámenes y evaluación periódica de esos profesores. Esto se replica en la educación superior, al impedir por todos los medios que la SUNEDU concluya su tarea, con toda autonomía.
No podemos dejar de mencionar el daño de la contra-reforma del transporte y la forma como han efectuado una promiscua negociación con transportistas ilegales, a quienes llenos de papeletas (de miles, sino millones de soles), sin vehículos dispuestos en forma apropiada para un servicio digno al ciudadano, les han extendido de manera automática los plazos para trabajar.
La manera como se está “invadiendo” al sector público con gente incapaz y con antecedentes profesionales y éticos negativos, se ha reflejado en las licitaciones millonarias y amañadas de Petroperú, al igual que en algunas obras licitadas (un puente cuya licitación ha debido anularse), pero para quien ha podido observar, esto es notorio en la dramática caída de la calidad del servicio al ciudadano en múltiples dependencias públicas. Y tal como hemos comentado en otros artículos, se aprecia que las malas prácticas de los gobiernos regionales y municipales, se han trasladado al gobierno central.
Continuando con la analogía del derrame de petróleo, el Congreso, entidad responsable de efectuar el control político, no está actuando. La mancha, producto de la inundación de una cantidad indeterminada de burócratas no calificados que continúan sumando al aparato estatal, se sigue extendiendo. Este “derrame” descontrolado está destruyendo al sector privado: pequeñas, medianas y grandes empresas. Está ralentizando la inversión y nuestro crecimiento económico, matando PYMES y pequeños emprendimientos, que cual aves y peces, quedan varados en la playa.
Pero al final, lo más dramático es que la izquierda, con sus asquerosos sedimentos en el fondo de nuestro ecosistema empresarial, está destruyendo y sabe Dios por cuantas décadas, muchísimas iniciativas empresariales, postergando proyectos, haciendo fugar capitales y lo más dramático, destruyendo la ilusión de nuestros jóvenes por desarrollarse en un país libre, con libertad de iniciativas e impulsándolos a que traten de emigrar a algún país que los acoja, con todos sus talentos, sueños e iniciativas.
No podemos darnos el lujo de perderlos, debemos de hacer control de daños a este gobierno y enmendar rumbos de inmediato. Luego será muy tarde. Lampadia