El Congreso tiene que pasar a agenda de reformas
Jaime de Althaus
Para Lampadia
La devastación institucional, moral y ahora física que ha sufrido el Perú en los últimos años ha sido terrible. El país ha quedado profundamente dividido no solo en lo político sino también en lo social. La secuela del golpe de Castillo enfrentó al Perú andino del sur con Lima en una confrontación dolorosa que reforzó una identidad étnica a la vez agraviada, agraviante y antisistema. Es claro que la sociedad peruana carece en este momento de objetivos, ideas y valores compartidos. Una consecuencia de eso ha sido la reducción continua de la tasa de crecimiento, al punto que nos encaminamos al estancamiento crónico, al incremento de la pobreza y la crisis social endémica. Al Estado fallido.
Se requiere, entonces, un movimiento de reunificación, de recuperación de un destino compartido, de reconstrucción de sentidos comunes. La situación actual, paradójicamente, brinda algunas oportunidades para ello.
En lo inmediato tenemos la necesidad urgente de recuperar el turismo interno, en vista de que el externo tomará meses en reengancharse. Esto se presta para una campaña comunicacional de las regiones mostrando sus atractivos para invitar a los peruanos a visitarlas. Con ello pasamos del modo confrontacional, de rechazo y bloqueo, al modo receptivo y de brazos abiertos. De la pelea al abrazo, de la identidad regional fundada en la lucha a aquella fundada en el orgullo. Es el reencuentro del Perú consigo mismo.
La lucha contra la amenaza del Niño también contiene la posibilidad de desarrollar una cruzada nacional, por ejemplo, para reubicar a las familias que están en zonas de alto riesgo a urbanizaciones bien planificadas situadas en zonas aledañas sin peligro. Eso tendría un alto valor civilizacional.
Para recuperar la relación con Puno algo que puede hacerse es incorporar a la formalidad a la minería informal de La Rinconada, en el distrito de Ananea, donde rige la ley de la selva.
Las cooperativas de mineros de oro de ese distrito han enviado una carta a la presidenta Boluarte demandando la instalación de bancos y centros de acopio para vender directamente el oro y formalizarse a cambio. Habría que simplificar las normas, además. Pero es un caso que puede ser atendido con una solución pronta y práctica que puede servir de laboratorio para el resto de la minería artesanal e informal del país que, si se logra incorporarla a los circuitos formales y nacionales, habremos dado un gran paso en la dirección del reencuentro nacional y la confianza de los sectores andinos en el Estado.
Más allá de la minería informal, uno de los factores que más divide a los peruanos es el elevado costo de la formalidad, que excluye a las grandes mayorías. Este sería el reto más complicado, porque requeriría instaurar un foro de diálogo social que permita llegar a acuerdos sobre una hoja de ruta al respecto. Muy difícil. Pero no imposible,
Pero quizá lo más importante es recuperar la voluntad y el interés de la clase política de ponerse de acuerdo en las reformas que se requiere para recuperar gobernabilidad, eficiencia estatal y capacidad de crecimiento.
Por lo menos las bancadas del centro y la derecha en el Congreso deberían pasar de cortas iniciativas individuales para satisfacer pequeñas clientelas, a la formación de una mesa técnica para desarrollar una agenda común de reformas para reenrumbar el país.
Si el Congreso va a quedarse hasta el 2026, debería relegitimarse aprobando un conjunto de leyes y modificaciones constitucionales que restablezcan las condiciones de viabilidad nacional. Es el momento de unirse para ofrecer soluciones a los problemas estructurales. Un trabajo de esa naturaleza serviría de base para un plan de gobierno común de cara a las elecciones del 2026, lo que a su vez crearía el clima de confianza que permitiría armar alianzas políticas a fin de evitar la atomización de la oferta electoral.
Luego de tantos años de caos, anarquía y luchas intestinas, el país necesita de la unidad de sus fuerzas de centro y derecha para volver al camino de crecimiento acelerado y la reducción de la pobreza. Lampadia