Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Exclusivo para Lampadia
Ni en sueños la burocracia y los consultores que la parasitan (entre ellos cientos de colegas míos) imaginaron tener tanto poder y carta blanca para infestar el país de reglamentos, manuales, protocolos, lineamientos, directivas y autorizaciones. La crisis del coronavirus, las cuarentenas, la emergencia económica y finalmente la necesidad imperiosa de reiniciar las actividades económicas para atenuar la grave caída del PBI[1], los ha empoderado y desde sus cumbres, dictan mediante Decretos Legislativos (que el Congreso inerte concede), Decretos de Urgencia que el Congreso tampoco revisa, decretos supremos, resoluciones y directivas para todo aquello que el ciudadano tenga que hacer.
Hemos pasado a la dictadura de los protocolos.
SALUD
En lugar de diagramas sencillos de actividades riesgosas a evitar y listar las buenas prácticas para la prevención, haciendo que el ciudadano y sus familias asuman su responsabilidad contra el virus, han emitido 7 lineamientos, exigen “planes para la vigilancia, prevención y control de Covid 19 en el trabajo por cada empresa”, obligan a registrarlos en el INS que no vio llegar la pandemia, crean un Sistema Integrado del Covid -19 que nadie sabe hasta ahora que ha logrado, exigen médicos y enfermeras por empresas, crean comités de seguridad en las empresas, crean un proceso de retorno a las actividades económicas y permiten que las sean los burócratas de los ministerios, gobiernos regionales y gobiernos locales quienes autoricen el reinicio de las actividades económicas. Dicho de otra forma: mil requisitos adicionales y previos antes de reabrir la ferretería, la peluquería, el consultorio o cualquier negocio.
PRODUCCIÓN Y DELIVERY
La producción de bienes y servicios floreció por el crecimiento económico de los últimos 30 años, el incremento de la capacidad de consumo, la competencia y la sofisticación del consumidor, sin que este ministerio haya hecho nada. Al contrario, su mérito fue no haber intervenido y haberse concentrado en las cuotas de pesca y la promoción de ciertas actividades emergentes. Con la crisis, se ha puesto en sus manos la responsabilidad de regular la reapertura económica y establecer protocolos para la entrega a domicilio o delivery. ¿Que hicieron?: crear protocolos que sólo eran accesibles a un grupo reducido de empresas (por no decir que la hicieron pensando en 10 distritos de Lima y con nombre propio), dejaron fuera a miles de pequeños negocios y a miles de personas (venezolanos incluidos), que a través de las empresas de delivery permiten comprar al chifa de la esquina del barrio o el tacacho con cecina en el restaurant de la selva. Los burócratas decidieron qué podemos comprar y qué no. Luego flexibilizaron, pero el cáncer quedó y como metástasis, las regiones y municipios han multiplicado normas, lineamientos y protocolos para sus ámbitos. Toda una dictadura de protocolos.
TRABAJO y SUSPENSIÓN PERFECTA DE LABORES
En esta materia, el gobierno ha dado marchas y contramarchas. Cuando finalmente entendió que la realidad económica de las empresas hacía inevitable la aplicación de las reglas de la suspensión perfecta de labores, creó un régimen paralelo al existente desde el D. Leg. 728 de 1991 que muy pronto lo reglamentó y modificó. Este tema se manejó de acuerdo al termómetro de las redes sociales y no en función de la realidad empresarial del país y la magnitud de la crisis. Como en todo, se ha dejado en manos de la burocracia orwelliana del sector trabajo y la Sunafil la situación, como si todo ello pudiera evitar las quiebras de empresas y los ceses que inevitablemente se vienen. La tarea es generar nuevo empleo, no contener con parches, lineamientos y protocolos puestos de trabajo que no se puede sostener en las circunstancias actuales.
JUSTICIA
Notarías y Centros de Conciliación nunca debieron cerrar. No concentran gran cantidad de personas y un sistema lógico de turnos, citas y trabajo remoto (que ya se hacía) pudo haber mantenido estos servicios en funcionamiento y evitar la ruptura de la cadena productiva en este punto. ¿Sabe usted porque no abrían sus puertas hasta la fecha? Porque están en espera del protocolo sectorial. Es decir, que los consultores contratados con recursos de la emergencia terminen de llenar hojas con lugares comunes y obviedades, para que luego los notarios y los centros de conciliación los contraten para que los elaboren para cada uno de ellos y los implementen. La pregunta elemental es la siguiente: ¿Todo esto evitará que el trabajador u usuario de la Notaría o del Centro de Conciliación se contagie en el combi, el mercado o el paradero? Obviamente no, pero habrá dejado a salvo la “responsabilidad del sector” que consiste en “emitir protocolos”.
LA DICTADURA DEL PROTOCOLO
Podríamos seguir llenando el artículo con las exigencias y protocolos en materia de telecomunicaciones (que no salían hasta el momento en que se escribe esta columna), las de minería que acaban de salir, las de educación que violan abiertamente la libertad de empresa y perjudicarán a la postre la educación y tantas otras que emiten gobiernos locales y municipios, para mostrar de qué forma hemos pasado con el pretexto del coronavirus, a la dictadura de los protocolos.
Sin embargo, lo más importante es mostrar que así duplicaran los protocolos y pudieran vigilar su cumplimiento, tal hecho no cambia dos cosas que la burocracia, con esa fatal arrogancia planificadora con la que actúa cada día, olvida:
- Las empresas que pueden cumplir, acatar y elaborar esos protocolos son la minoría de las empresas del país. Somos un país de pymes, informales y emergentes señores burócratas. Gobiernen para ellos, no para crear oportunidades de trabajos a sus amigos consultores. Mercantilismo en tiempos del Covid.
- Los protocolos trasladan la responsabilidad de la crisis al prestador del servicio, por un prejuicio ideológico que subyace en el ADN y no tienen en cuenta que la responsabilidad es del ciudadano, que en la interacción de bienes y servicios se llama consumidor. El ciudadano / consumidor debe elegir qué comprar, cuánto, cómo y dónde y asumir la responsabilidad para él y su familia. Aquí está el error en esta crisis y no se entiende.
La dictadura de los protocolos no nos librará del coronavirus, ni de la crisis económica. La agravará. Sólo se trata de ver hacia dónde nos conducen las ideas de estos burócratas, llevadas hasta sus últimas consecuencias, como lo señaló Orwell a propósito de su última novela: “1984”.
“Mi última novela [1984] no constituye un ataque contra el socialismo o el Partido Laborista inglés (al que yo sostengo). Quiere describir las perversiones a las que se ve expuesta una economía centralizada y que ya han sido realizadas parcialmente por el comunismo y el fascismo. Yo no creo que el género de sociedad que describo vaya a suceder forzosamente, pero lo que sí creo (si se tiene en cuenta que el libro es una sátira) es que puede ocurrir algo parecido. También creo que las ideas totalitarias han echado raíces en los cerebros de los intelectuales en todas partes del mundo y he intentado llevar estas ideas hasta sus lógicas consecuencias.
Lampadia
[1] SAE de APOYO CONSULTORIA estimó todavía en abril, antes de que se agrave la crisis, escenarios moderados para el 2020 de caída del -10 y -12% del PBI y escenarios más graves de -20% del PBI, con pérdida de por lo menos el 20% del empleo formal y caída del 40 al 50% de la inversión privada.