Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 13 de marzo de 2023
Para Lampadia
El Estado – nuestro Estado – está lleno de plata. Por el lado fiscal, el año pasado, la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria (SUNAT) recaudó más impuestos que nunca. Aunque los paganos hayamos sido los ciudadanos, el aumento de los precios de los combustibles – entre otros – le facilitó al Estado la mayor recaudación de Impuesto General a las Ventas (IGV) de la historia.
Por otro lado, el aumento de precios de nuestros productos de exportación – cobre y oro, principalmente – propició la mayor recaudación de Impuesto a la Renta (IR) jamás lograda por la SUNAT, en toda su existencia. Producto de ello, el Canon Minero alcanzó también otro récord histórico. Jamás las regiones y municipios del país recibirán tanto dinero de Canon Minero, como este 2023.
Por el lado monetario, el récord de exportaciones del año pasado (US$ 65,835 millones) y el superávit de la balanza comercial internacional (US$ 9,565 millones), le permitieron al BCR (Banco Central de Reserva) acumular enormes reservas internacionales: US$ 74,000 millones, con tendencia al alza.
Por todo ello, las cuentas fiscales están totalmente equilibradas. La deuda externa peruana es una de las más bajas del mundo. ¡Ya quisieran muchos países tener la solidez macroeconómica del Perú! Realmente, notable… aunque muchos compatriotas no lo quieran reconocer.
El problema está en el ámbito de la Sociedad Civil. A ese respecto, cabe preguntarnos ¿cómo están los microempresarios y los trabajadores? ¿Cómo están las amas de casa y la juventud? ¿Cómo están los jubilados, los pobres? Como dirían los políticos demagogos… ¿cómo está El Pueblo? Bueno pues… mal. Muy mal. El Pueblo peruano la está pasando mal.
Claramente, hay un contraste entre las finanzas públicas y las finanzas de la ciudadanía. Repito… el Estado está lleno de plata. Sin embargo, a pesar de ello – al revés de lo que debería suceder – mucha gente está sin trabajo. Peor aún, la pobreza está creciendo. Y con la pobreza, están creciendo el hambre y la delincuencia. Si no ¿cómo explicar la proliferación de Ollas Comunes? ¿Por qué hay tantos mendigos – con niños a cuestas – en las calles? ¿Cómo explicar el incremento desmedido de la criminalidad e inseguridad ciudadana en todo el país?
Claramente, el Estado – en términos generales – ha fracasado. El enorme esfuerzo contributivo de la ciudadanía – y las empresas – ha sido en vano. No me refiero al ámbito macroeconómico, donde – como he mencionado – estamos bien. Me refiero a la gestión de los servicios públicos. Aquellos que el Estado está obligado a brindarnos de manera eficiente y oportuna.
Me refiero concretamente a servicios estatales como agua y desagüe, salud y educación, seguridad ciudadana, justicia e infraestructura. ¿Acaso no son paupérrimos – o inexistentes – los servicios que nos brinda el Estado en dichas materias?
Entonces… al pan, pan, y al vino, vino. Fracaso estatal estrepitoso. El Estado está para servir a la ciudadanía. Esa es su función. Pero no. En nuestro caso, el Estado nos maltrata cruelmente. Incluso, se sirve de nosotros. O sea, el mundo al revés.
CONCLUSIÓN: el dinero de los peruanos debe estar más en el mercado, y menos en el Estado. El Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) debe desaparecer… y para siempre. Las tasas de IGV y Renta (IR) deben bajar. Además de propiciar una mayor formalización de la economía, el dinero de los peruanos quedaría más en los bolsillos de la gente y de las empresas. Nuestro dinero en manos del Estado, ya sabemos dónde termina: en los bolsillos de funcionarios y empresarios corruptos.
Sin desequilibrar el presupuesto público, el Estado debe ser más austero y servicial. Para ello hay que digitalizarlo y simplificarlo, al máximo. Cero colas, cero papeles, cero firmas, cero sellos, cero coimas. Hay que autonomizar los servicios públicos especializados – agua y desagüe, limpieza pública, salud, educación, etc. – para blindarlos de la perniciosa injerencia política. Asimismo, hay que profesionalizar la gestión pública e imponer la meritocracia en todos los estamentos del Estado. ¡No al clientelismo político!
Paralelamente, para reducir los gastos del Estado: fusionar ministerios e instituciones redundantes. Hay que reducir la burocracia corrupta e inepta que ingresó al Estado por la puerta falsa: favores políticos, nepotismo, compras de puestos, tarjetazos, títulos académicos falsos…y todo lo demás.
Por esos funcionarios torcidos, el Estado – nuestro Estado – es un pésimo administrador de los impuestos que pagamos todos los peruanos. Dicho sea de paso, ningún peruano – por más pobre que sea – deja de pagar IGV. Los informales podrán evadir el IGV en algunas compras de bienes y servicios, pero del IGV a los combustibles, electricidad, telefonía, cerveza, etc. nadie se salva.
Nuestro Estado, en términos generales – por sus hechos lo conoceréis – es corrupto, inepto y enorme… elefantiásico. Innecesariamente enorme. Entonces ¿cómo confiarle nuestros tributos – producto de nuestro esfuerzo – a funcionarios que no son de fiar! Mejor dicho… ¡a funcionarios que – de hecho – van a robar!
Finalmente, vayamos a lo que quiero llegar: ¿acaso el desempleo no es el mayor problema de los peruanos actualmente? ¿Acaso la inversión – principalmente privada – no es la mayor generadora de empleo? Entonces ¿qué sentido tiene quitarle tanto dinero a la gente – y a las empresas – para dárselo al Estado? ¡Absurdo total!
Recapitulemos. El Estado está lleno de plata. La ciudadanía se está empobreciendo. Las empresas no están invirtiendo. ¿No sería lógico disminuir las tasas de IGV y Renta para que la ciudadanía esté mejor, y las empresas inviertan más para generar más empleos?
Es hora de priorizar el empleo… no la recaudación. Lampadia