Cien años después de la primera guerra mundial, nuevamente la humanidad se halla inerme y desprotegida, ante la debilidad de los líderes occidentales, para enfrentar a los regímenes totalitarios y genocidas, como los de Siria, Corea del Norte, Cuba y Venezuela, así como la prepotente amenaza del Presidente de Rusia, ex agente de la KGB, Vladimir Putin, quien pareciera interesado en que se le recuerde como “Putin, el terrible”.
Ucrania es un foco de tensión mundial. Mientras las tropas rusas se posicionan en lugares estratégicos de la provincia de Crimea, los gobiernos occidentales lanzan tímidos anuncios de represalias contra Moscú. En el terreno, todo indica que Rusia ha invadido Ucrania y que anexará Crimea.
Aunque en las últimas horas el presidente ruso, Vladimir Putin haya señalado que no considera por ahora necesario una invasión de Ucrania, e incluso, señaló estar de acuerdo con la propuesta alemana de crear un grupo de contacto internacional para buscar una salida al conflicto de Ucrania, todavía se muestra amenazante. Hoy advirtió que se reserva el derecho de usar “todos los medios” necesarios para proteger a los rusos. Y no solo eso, ha acusado a los Estados Unidos de experimentar con las naciones: “A veces me da la impresión de que allá en América, al otro lado del gran charco, unos laboratorios experimentan [con los países] como si fueran ratas, sin entender las consecuencias de lo que hacen”, indicó. (¿Cómo habría que hablar de Georgia, entonces?)
Mientras tanto, los líderes occidentales, reaccionaron amenazando con medidas para golpear a la economía rusa y aislar al gobierno de Putin. Lamentablemente el liderazgo internacional es muy débil, los presidentes y primeros ministros de las potencias del Oeste, pecan nuevamente de dubitativos. Barack Obama (EEUU), James Cameron (Gran Bretaña) y François Hollande (Francia), parecieran carecer de la capacidad suficiente para poner freno a las actitudes prepotentes de Putin.
Así lo han demostrado a la hora de enfrentar las crisis en Siria, las bravuconadas y crímenes Norcoreanas e incluso, la situación venezolana. Peor aún, Europa depende energéticamente de Rusia. Alemania es tal vez el mejor ejemplo. El 36% de sus importaciones de gas llegan de la tierra de los zares. Es por ello que la crisis ucraniana es también una papa caliente para la Canciller alemana, Ángela Merkel. (Ver mapa de los gasoductos rusos).
La situación en Ucrania, hace recordar las tensiones de la guerra fría. Y eso no es casualidad. A Rusia le estorba la creciente influencia europea en una zona que considera su patio trasero. Desde siempre ha visto con recelo, como las naciones que se encontraban detrás de la cortina de hierro, como Polonia, Hungría y Estonia se incorporaron a la Unión Europea (UE). Que Ucrania siga ese camino, no le hace ninguna gracia. Los principales gasoductos rusos que abastecen Europa, pasan por suelo ucraniano.
Hay que recordar que esta crisis se origina cuando el Presidente ucraniano, Viktor Yanukovich, (pro-ruso), rechaza la posibilidad de asociarse con la UE. Esto origina el levantamiento de la población de Ucrania, a la que ahora se pretende someter desde Rusia.
Ucrania es estratégica para la defensa rusa, que mantiene una de sus flotas más importantes: la del Mar Negro, nada menos que en la provincia ucraniana de Crimea. Mientras Putin se muestra decidido a impedir la influencia occidental en Ucrania, en occidente, no saben bien cómo actuar. Mientras se deciden, el ex agente de la KGB, avanza confiado en la fuerza que le garantiza su poderoso ejército y el gas que Europa requiere.
Lampadia