Por Tony Blair, publicado en el Financial Times el 22 de junio del 2014
Traducido por Lampadia
Tony Blair se defiende de los ataques injustos que se le imputan en algunos medios sobre la situación crítica, actual, del medio oriente. En Lampadia creemos que Blair es hoy día uno de los líderes globales que tiene aún mucho que contribuir a la formación de un mundo con una mejor gobernanza, según hemos propiciado anteriormente. Ver lecturas complementarias al final del artículo. Lampadia
Artículo
Los problemas del medio oriente yacen en la mezcla tóxica de mala gestión política y mala religión, escribe Tony Blair.
Para evitar cualquier duda, por supuesto que el Irak del 2014 carga, en parte, la huella del derrocamiento de Saddam Hussein hace 11 años. Decir lo contrario, como una reciente editorial en este periódico insinúa que he hecho, sería absurdo.
Sin embargo, hay dos puntos importantes que también deben ser tomados en cuenta.
No podemos ignorar que el hecho que Isis, el movimiento yihadista avanzando en todo Irak, se ha reconstruido a sí mismo, y ha organizado la Operación de Irak del caos de Siria. Isis y otros grupos parecidos a Al-Qaeda estaban derrotados hace cuatro años, habiendo sido aplacados por una combinación de fuerzas inglesas y americanas, y las tribus suníes. La guerra civil en Siria ha permitido que se levanten nuevamente.
Entonces el primer punto es que la no-intervención también es una decisión con consecuencias. En el caso de Siria, esas consecuencias han sido nefastas, y como los jefes de seguridad del Reino Unido y Europa advierten, representan una amenaza real a nuestra seguridad nacional.
Segundo, ningún análisis del Oriente Medio actual tiene algún sentido a menos que examinemos el impacto que tuvieron las revoluciones árabes al derrotar a los antiguos regímenes. Sería extraño sostener que la revolución no habría llegado a Irak. Y seguramente la respuesta de Saddam Hussein habría sido más parecida a la de Bashar al-Assad en Siria, que a la de Hosni Mubarak. Sin importar la decisión que se tomase en el 2003, ahora en el 2014 estaríamos enfrentando un gran desafío.
Hay una tendencia de no tomar en cuenta el tiempo que pasó Saddam Hussein en Irak, como si fuera una fuerza de estabilidad y paz. Solo para hacernos acordar: El empezó la guerra entre Irak e Irán, en la que hubo más de 1millón de fatalidades, muchas a causa de armas químicas, algo que jugó un papel importante en impulsar a Irán en su programa nuclear; también usó armas químicas en un ataque genocida contra los kurdos; excluyó la mayoría chiíta; y persiguió a los árabes de las marismas. Las complicaciones de esta región son consecuencia de problemas profundamente arraigados que, con la eliminación de esos regímenes, han salido a la luz.
Esto es lo que quiero dejar en claro. No busco persuadir a las personas sobre la decisión tomada en el 2003. Quiero convencerlos que el desafío fundamental no es producto de esa decisión, o de la decisión de Siria. Es un desafío de una complejidad inmensa que no se ha originado en nada que hayamos hecho desde que este reto explotó en nuestra conciencia después de los ataques del 11 de setiembre del 2001. Su origen yace en la mezcla tóxica de mala gestión política y mala religión que no se limita a Irak o a Siria, sino que está esparcida no sólo en el oriente medio, pero en el mundo.
La razón por la que tuvimos tantos conflictos con Irak, como en Afganistán, fue precisamente que una vez que se derrotó a la dictadura, fuerzas extremistas islámicas hizo que el avance sea extraordinariamente difícil. Ese es su repugnante impacto en el mundo. El desafío fundamental de hoy surge no de las decisiones del 2003, o de las del 2014. Es el desafío del extremismo islámico, y es global.
En el caso de Siria, las consecuencias de la no intervención han sido nefastas. Es un reto que no podemos evitar. Su resultado afectará de forma dramática nuestra propia seguridad. Podemos estar cansados de la guerra, y querer desvincularnos, pero la gente con la que peleamos no comparte ese sentimiento. Dejemos a un lado Irak o Siria; miremos a Pakistán. Tienen poderosas instituciones; tienen una democracia funcional. Sin embargo, no tengan la menor duda; la lucha que están teniendo es existencial. Nigeria hace dos décadas era un modelo de una tolerancia religiosa. Ahora está al borde del extremismo. Incluso en sociedades occidentales, hay tensiones reales y peligrosas.
La mala noticia es que este problema no va a desaparecer. Es por esa razón que estoy hablando de esto. Desde que dejé mi cargo, lo he estado estudiando e intentando contrarrestarlo mediante mi fundación.
A corto plazo, tenemos que hacer lo posible para salvar la situación en Irak y Siria. En Irak, sin un gobierno inclusivo, esto será difícil. Estados Unidos tiene razón en exigir un cambio político como precio de su intervención. En Siria, un triunfo absoluto de cualquier lado ya no es razonable; la mayoría de sirianos solo quieren que el tormento termine.
A largo plazo, tenemos la mezcla perfecta de respuestas suaves y fuertes que luchan este extremismo sin importar de donde se originen sus campañas de terror. Debemos abordar la raíz del problema, que yace en el sistema formal e informal que educa a la juventud en un enfoque de mente cerrada con respecto a la religión y a la cultura.
Las buenas noticias es que el extremismo no representa la mayoría de musulmanes. Como muestran las elecciones en Iraq, a pesar de las amenazas, violencia y terror, millones de personas fueron a votar. Esta gente quiere ser libre: Libre de dictadores, y libre del terror. Debemos ayudarlos. Es de nuestro interés que ellos triunfen.
Lecturas complementarias:
· El Mundo carece de una Gobernanza Global para el Siglo XXI
· ¡Tanto que aprender de Thatcher y Blair!
http://www.lampadia.com/opiniones/pablo-bustamante/tanto-que-aprender-de-thatcher-y-blair
· Busca bronca, busca chamba, o ambos – de Mirko Lauer, La República
http://www.larepublica.pe/columnistas/observador/busca-bronca-busca-chamba-o-ambos-16-06-2014