Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
Hay más de un centenar de definiciones de Universidad, pero hay dos que me parecen de lo más relevantes:
- “Se identifica como universidad a las instituciones que acrediten su desempeño con criterio de universalidad”.
- “La Universidad es un centro de conversación y deliberación entre múltiples posturas acerca de algo de preocupación común y que se define como objeto de estudio”. Andrés Mejía y Natalia Sánchez. Uniandes – 2015
Creo que todas las actividades de estos centros de profesionalismo e investigación científica, deben estar soportadas por los criterios mencionados en ambas definiciones: Universalidad del pensamiento y múltiples puntos de vista.
El filósofo Jacques Derrida decía: “La actividad de la universidad debía hacerse con vistas asociadas con el saber, y el saber con el saber-aprender y con el saber-enseñar” y para eso, “la vista, la inteligencia, los medios audiovisuales o la memoria, no son suficientes: hay que saber oír, saber escuchar las voces y los signos que los maestros transmiten. Nexos entre docente y discente, entre el deseo de enseñar y de aprender, voces que nos interpelan y, al hacerlo, nos obligan a corresponder, y al responder a pensar, y al pensar a cuestionar”
Hago esta larga introducción, porque, a mi entender, en el ámbito universitario peruano, nos estamos moviendo en una dirección desviada del origen y raíces del concepto de universalidad, que la universidad exige.
Estamos asistiendo a un tiempo en que, la universidad no se abre a la investigación y franca discusión de las ideas, sino que viene conduciendo un adoctrinamiento fatal. Los grupos de izquierda se están arrogando el ser la “casta intelectual” del país, y a partir de ahí, se están comportando como dueños de la verdad. No admiten otras opiniones y menos las provenientes de gente que no está en su entorno académico y político. Baste ver el ejemplo de Greenpeace, fundado por Patrick Moore quien, siendo el único científico en el directorio de la organización, tuvo que alejarse de ella cuando reconoció que ésta había sido “secuestrada” por la izquierda política, tan pronto se dieron cuenta de que había dinero y poder en el movimiento ambiental.
Las universidades PUCP, del Pacífico y UPC, entre otras, se han convertido en la cuna de una “caviarada” que ha “secuestrado” a las universidades y, reconociendo que hay mucho dinero y poder en ellas, ha constituido una dictadura intelectual.
No aceptan ninguna de las ideas que sus profesores, mayoritariamente sociólogos, antropólogos, abogados, ambientalistas y periodistas, alineados tras ideas y personajes de izquierda, que alimentan tendencias “progre” y desechan y proscriben todo aquello que no esté en la línea de lo que ellos profesan.
Me ha parecido un escándalo en lo académico, pero también una inmoralidad que arrastra a la universidad, la actuación denunciada de un “catedrático” de la UPC, que desaprobó de mala manera a un estudiante porque osó entrevistar para un trabajo universitario a Merino de Lama, a Franco Salinas y a César Combina, simplemente porque esos políticos no son de su agrado…
Entendería que este profesor evalúe el trabajo y califique los méritos o deméritos del mismo. Que califique las hipótesis de trabajo, la manera como se estructuran las preguntas, la forma como se levanta y cataloga la información y cómo se manejan los argumentos que conducen finalmente al desarrollo de la tesis planteada. Pero es absolutamente inaceptable que se descalifique el trabajo de un alumno, por haber escogido a ciertos personajes, que resulta que no son de su agrado.
El concepto de universalidad, por tierra. La posibilidad de investigar líneas de pensamiento social distintas a las de estos profesores, simplemente está proscrita. ¿Qué universidad es esa?
En conclusión, estos profesores, no le están enseñando a los estudiantes a pensar e investigar, sino que simplemente los están adoctrinando y sometiendo intelectualmente, sabe Dios con qué propósitos.
Analistas de la Universidad Metropolitana de Asunción (UMA), Paraguay 2011, dicen que “la universidad es un punto de encuentro de referentes académicos, investigadores, estudiantes y profesionales, cuyos intereses convergen en la aplicabilidad de los derechos humanos, en la seguridad multidimensional y en la defensa nacional, a fin de lograr medidas de confianzas conducentes a una cultura de la paz”.
Por eso tenemos la obligación de revisar qué están haciendo las universidades del Perú, qué está pasando con sus catedráticos y alumnos, cómo se les está orientando a los estudiantes en el pensamiento crítico, si se les está infundiendo la curiosidad investigadora y abriendo la mente a la observación, el análisis y el arribo a sus propias conclusiones, o se les está adoctrinando para algún propósito que, desde mi punto de vista, es absolutamente inaceptable.
Aunque parezca mentira, habrá que recordarles a las autoridades universitarias lo que un militar ejemplar, el General José del Carmen Marín, decía: “Las ideas se exponen, no se imponen”. Nunca imaginé encontrar “profesores universitarios” tan dogmáticos y sesgados (¿interesados? ¿mal intencionados?), al punto de tener que recordarles este mensaje,
Si fueran intelectualmente honestos, las universidades deberían revisar la actuación de sus catedráticos y ver que rectifiquen esas actitudes fascistas e inaceptables en pleno siglo XXI, caso contrario, deberían perder la calificación de Universidad. Lampadia