En la publicación de la Otra Mirada N° 25 de junio del 2013, presidida por el ex premier Salomón Lerner Ghitis, promotor de Ciudadanos por el Cambio y el recientemente lanzado FRENAIZ, se plantea una supuesta disyuntiva para nuestra política exterior: la definición por Unasur o por la Alianza del Pacífico, proponiendo que optemos por los muchachos del barrio, así sean unos malandrines y no sepan crear riqueza. (Ver Desarrollo o juego político).
Sin embargo, ya que hablamos de miradas, una primera nos indica que se trata de dos organizaciones de naturaleza distinta. Unasur es una confluencia política de países promovida por el “eje bolivariano”y sus padrinos, Cuba y Brasil, que busca “distanciarse” de la influencia de Estados Unidos en la región, devaluando a la OEA y todos sus instrumentos, como la Carta Democrática, dejada de lado para las recientes elecciones venezolanas.
La Alianza del Pacífico, por el contrario, es un proceso de integración comercial que agrupa a México, Colombia, Chile y Perú, los países con las economías más abiertas en América Latina y que cuentan con tratados comerciales con todos los grandes mercados del planeta (Estados Unidos, Europa, China y países asiáticos) y que mantienen políticas económicas que promueven el mercado y la inversión privada. ¿Cuál sería entonces la encrucijada para la política exterior peruana?
En realidad, de lo que se trata, esde acabar con el modelo económico de mercado que en el Perú nos ha permitido reducir la pobreza y la desigualdad a un ritmo sin precedentes, para, en cambio, implementar las políticas proteccionistas de los países del Alba y el Mercosur. Estos últimos acuerdos han terminado enfocándose en construir barreras comunes para “defender” a sus miembros de la supuesta voracidad de los países más desarrollados.
Como ya hemos informado en el artículo Alianza del Pacífico: dirección correcta, esta alianza pretende potenciar las capacidades de sus miembros en su relación con el mundo global. El éxito de este bloque es tan evidente que otras naciones han mostrado interés en participar como observadores (Canadá, Ecuador, El Salvador, España, Francia, Guatemala, Honduras, Paraguay, Panamá, Portugal, Uruguay, Australia, Japón, Nueva Zelanda y República Dominicana). Costa Rica ya ha sido aceptada como miembro pleno y Guatemala y Panamá han anunciado también su interés en incorporarse. ¿Cómo se entendería entonces la eventual idea de salirse de la Alianza del Pacífico? ¡Suena a locura!
Peor aún cuando el Mercosur se tambalea y empieza a hundirse, la Otra Mirada nos proponer cambiar de rumbo. Recordemos que el vicepresidente de Uruguay (parte del Mercosur), Danilo Astori, manifestó días atrás que “al mercado común nunca llegamos; la unión aduanera está destrozada y la zona de libre comercio no funciona porque no hay libre tránsito de bienes ni de servicios”. Asimismo, la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (FIESP) solicitó la necesidad de liberar a Brasil del “chaleco de fuerza” del Mercosur. En el mismo sentido, la Confederación Nacional de Industrias de Brasil ha pedido “entrar totalmente en el juego mundial de buscar nuevas sociedades en el comercio mundial” y citó, como ejemplo, a la Alianza del Pacífico.
El presidente del Consejo de Comercio Exterior de la Federación de Empresarios de San Pablo (Fiesp), Rubens Barbosa, acusó al gobierno argentino de herir de muerte al Mercosur y sostuvo que el bloque dejó de lado lo comercial para ser un instrumento de política regional. Según el empresario “el Mercosur hoy, como instrumento de política comercial terminó, no vale nada para la apertura de comercio, ahora se transformó en un foro político”.
Hay pues que saber entender el porqué de la propuesta de la Otra Mirada, que el Perú abandone un bloque comercial exitoso y que se case con otro más bien político, que se empobrece y consume por el proteccionismo y orientación anti globalización (anti histórica) de sus miembros. Esta es otra maniobra edulcorada de la izquierda regresiva peruana, que no atina a salir de las trampas ideológicas que la anclan al mundo de la guerra fría.
La Otra Mirada nos quiere llevar al “Club de Pobres” latinoamericano, a militar con los países que privilegian la política antes que el desarrollo, a seguir el juego del tradicional realismo mágico. En cambio la Alianza del Pacífico nos permiteacceder amayores inversiones y comercio, posibilita que nuestros trabajadores compartan parte de la riqueza de los ciudadanos de esos países. El comercio con los países más prósperos es como si se instalara un sifón, que después del envío de nuestros productos y servicios, trae parte de su riqueza. Los peruanos ya elegimos, los resultados son buenos, ¡que tanto ruido, si el suelo está parejo!