Esta fue una buena década para América Latina. El crecimiento económico promedió 4,2%. Así, 70 millones de personas dejaron la pobreza. La estabilidad macroeconómica, políticas comerciales más abiertas y un clima de inversión favorable apuntalaron y proyectan un sólido crecimiento de cara al futuro.
De manera crucial, los logros económicos están siendo compartidos de forma muy amplia. Un reciente informe del Banco Mundial reveló que el número de personas de clase media en América Latina creció en 50 millones entre el 2003 y el 2009, un aumento del 50%. Este es un logro notable para una región caracterizada por la desigualdad en la distribución de la riqueza.
De cara a mi próximo viaje a América Latina, es tangible que esta región emerge como uno de los motores de crecimiento a escala mundial. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para asegurarse que todos los latinoamericanos compartan la creciente prosperidad.
Si bien la desigualdad está disminuyendo, América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo. Durante el período 2008-2010, ocho de los diez países con mayor índice de desigualdad en el ingreso se encontraban en la región (según el coeficiente de Gini que mide la desigualdad). La movilidad intergeneracional también sigue siendo limitada: el origen económico y social de los padres de un joven, o si este nace en un ambiente urbano o rural, determina su futuro en gran parte.
Además, en aquellos países que se han beneficiado del auge de las materias primas en la última década, los frutos no han llegado a toda la sociedad, lo que alimenta las tensiones sociales o la frustración entre aquellos que se sienten postergados.
De no solucionarse, la desigualdad seguirá atizando la volatilidad en toda la región. Buscar un crecimiento compartido no es solo lo correcto desde una perspectiva social y política: es un imperativo económico.
Para que las promesas en torno al crecimiento se vuelvan realidad, los diseñadores de políticas deberán garantizar, junto a la comunidad internacional, incluido el Banco Mundial, que los avances económicos beneficien a todos los latinoamericanos.