El viejo mercantilismo de las décadas perdidas (60, 70 y 80), aquel que en nombre de “proteger a la industria nacional” se enriquecía con prebendas tributarias y arancelarias que le daba el estado a costa de millones de peruanos, resurge cada vez que se le presenta la oportunidad.
La SNI (Sociedad Nacional de Industrias), cuyos dirigentes debieran tener una especial sensibilidad con el mercantilismo, con ocasión de la presentación de su nueva imagen, han solicitado al gobierno que se rebaje al 20% la tasa del Impuesto a la Renta para las industrias manufactureras. Qué lástima que hayan asociado su nueva imagen a un desliz mercantilista. Otra cosa habría sido que plantearan una rebaja del impuesto a la renta para todas las empresas y sectores, o un impuesto plano, como se usa en otros países, pero no es elegante que lo hayan demandado solo para su sector.
El presidente de la SNI, Luis Salazar, se manifestó preocupado en cuanto a la relación de la carga tributaria con la ligera caída en la producción, sin reconocer el contexto internacional. Es cierto que en el Perú la carga tributaria es excesiva y que recae mayormente en el sector formal, y es probable que con menores tasas nominales, se podría lograr una mayor recaudación, pero nos parece que este no es el momento ni la forma de plantear el tema.
También causa inquietud que conspicuos representantes de la izquierda anti mercado se hayan trepado sobre la propuesta de la SNI para exigirle al gobierno “medidas de reactivación industrial” y, a partir de ello asumir una posición supuestamente “nacionalista” de “defensa de la industria nacional”, siguiendo los viejos manuales proteccionistas de la antigua izquierda latinoamericana.
En realidad, los enemigos del mercado se están aprovechando del reclamo la SNI para promover la aplicación de medidas que desestabilizarían el modelo económico. Pedro Francke, por ejemplo, no solo pide bajar los impuestos de las empresas industriales, sino también “recuperar el tipo de cambio real” o “facilitarles el acceso al crédito”. ¿Pretende acaso que el estado fije un tipo de cambio especial para los industriales o que les subsidie el crédito?
Por otro lado, la ex jefa de la SUNAT, Beatriz Merino, también ha criticado a la SNI, pero insiste en que hay que aumentar la presión tributaria, sin reparar en otros condicionantes. Ella indica que durante su gestión, ésta pasó de 11% el 2001 a casi 15% del PBI el 2003. Según el BCR, la presión tributaria del 2001 fue 12.3% y el 2003, 12.9%. La doctora Merino no aprovechó para aclarar la diferencia entre presión tributaria y presión fiscal. Por ejemplo, según el BCR, en el año 2012, la presión tributaria fue de 16% del PBI, la presión fiscal del gobierno central, que incluye los ingresos del canon entre otros, 18.5% y la presión fiscal del gobierno general, que incorpora los ingresos de los gobiernos locales, 21.6%.
El gobierno no debe caer en la nueva tentación mercantilista que le están poniendo por delante la SNI y la izquierda anti mercado, cualquier privilegio, tal como lo vimos en el pasado, será siempre a expensas de la salud de la República.