Uno de los principales objetivos del Gobierno es asegurar el buen desarrollo de los neonatos y los niños. El programa Vaso de Leche es una herramienta importante para alcanzar dicho objetivo; sin embargo, actualmente presenta graves problemas en su alcance a los beneficiarios. Las madres utilizan sus propios criterios para decidir quién recibe la ración y quién no, en lugar de utilizar los criterios expuestos en la legislación que regula este programa.
Al revisar las cifras de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) de 2012, vemos que este particular sistema de selección usado por las administradoras del Vaso de Leche ha ocasionado que, del total de beneficiarios (1.2 millones de hogares en 2012), el 48% no incluya niños entre 0 y 13 años o madres gestantes o lactantes en condición de pobreza quienes, según la Ley N.° 27470, deberían ser los verdaderos beneficiarios del programa (ver reglamento). Estos 2.6 millones de “infiltrados” dentro del programa son parte de 560,637 familias y le generan un costo de S/. 194 millones al Estado peruano. Es decir, casi la mitad del presupuesto de este programa atiende a las personas equivocadas.
En lo que respecta al perfil de una persona (y, por ende, de la familia a la que pertenece) que se beneficia de un programa asistencial como el Vaso de Leche, pensamos lo siguiente: (i) bajos ingresos, (ii) desempleo e (iii) inadecuadas condiciones de vida. Es decir, personas que viven en situación de pobreza. ¿Los infiltrados de este programa (que no están dentro de lo previsto en su regulación) cumplen con este perfil?
LA MAYORÍA NO SON POBRES Y TIENEN EMPLEO
De cierta manera, se justificaría que las madres del Vaso de Leche le entreguen la ración a una persona que, a pesar de no estar dentro del rango de edad, es decir, una infiltrada, sea pobre. A f n de cuentas, el objetivo final de una política asistencial como esta es aliviar la pobreza. No obstante, las cifras de la ENAHO muestran un alarmante panorama: el 90% de los infiltrados en el programa (2.4 millones de personas) pertenece a familias que no son pobres. Es más, el 86% de los jefes de hogar de estas familias infiltradas está empleado o tiene un negocio propio.
¿SUBSIDIO A LA DIVERSIÓN?
¿Tiene alguna lógica que familias con ingresos mayores a S/. 2,000 mensuales sean beneficiarias de un programa asistencial como el Vaso de Leche? De la información de la ENAHO puede identificarse que los infiltrados que no son pobres generan ingresos familiares pro-medio de S/. 2,355 mensuales (dos personas en promedio perciben ingresos en cada familia). Alrededor del 61.3% de familias no pobres que reciben esta asistencia generan, de manera independiente al programa, ingresos por más de S/. 1,000; el 46.3% generan más de S/. 2,000; mientras que el 13.2% generan más de S/. 4,000. Del total de sus gastos mensuales, estas familias destinan en promedio el 42.5% (S/. 694) a alimentación y el 8.3% a diversión (S/. 136). Como cada beneficiario infiltrado le cuesta al Estado S/. 65 aproximadamente, ¡resulta que el Estado peruano está subsidiando el 50% de su gasto en diversión! ¿Era este el objetivo del programa, o puede aceptarse, siendo estos fondos asistenciales escasos?
CASA PROPIA, CELULAR, CABLE E INTERNET
La situación se torna aún más alarmante al analizar las condiciones de vivienda de estas familias infiltradas. El 89.7% vive en casa propia, tiene acceso a agua potable y desagüe (79% y 74%, respectivamente), y cuenta con los servicios de electricidad (92%), teléfono fijo (23.5%) y celular (82%). Más agobiante es saber que el 27.7% de las familias destina parte de su presupuesto familiar a contratar televisión por cable y el 13.1% de familias, para una conexión a internet. No nos oponemos a que ninguna familia cuente con estos servicios. Creemos que todas las familias del Perú deberían poder contar con ellos, pero no que accedan a un programa asistencial que no necesitan y del que extrañamente son “beneficiarios, pues hay niños y familias pobres de verdad que lo necesitan y no lo reciben.
Tal como lo indica el documento “El Perú de los pobres no visibles para el Estado”, elaborado por la Universidad del Pacífico, las cifras de crecimiento, pobreza y desigualdad nos dan una sensación de aparente progreso en la situación económica de la población, pero muchas veces lo esencial no es visible a primera vista. El hecho de que existan muchos infiltrados en un programa como el Vaso de Leche, indica que el sistema de identificación de beneficiarios de los programas sociales debe mejorar urgentemente, así como supervisar que se cumplan estrictamente los requisitos para acceder a los mismos.
En lugar de la pobreza monetaria, el Gobierno y las empresas deberían utilizar el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) –que recoge carencias en el acceso a servicios básicos, educación y activos de una familia– para afinar el diseño y la ejecución de las políticas y los programas sociales. De este modo no solo se evitará el despilfarro de los fondos fiscales en ciudadanos que no los requieren, sino que también se podrá beneficiar con asistencia a aquellos que hoy aún no son tomados en cuenta. Urge redefinir o sustituir el programa del Vaso de Leche por un sistema de asistencia debidamente focalizado y diseñado, de manera que no genere estas graves filtraciones.
Publicado por el Semanario de Comex-Perú 723