Por: José Graziano da Silva – Director General de la FAO
(La República, 04 de mayo de 2014)
Incluye comentarios de Lampadia
La buena noticia es que América Latina y el Caribe es la región que más ha avanzado en la superación de la subalimentación en los últimos 20 años. En promedio, cada año un millón de personas ha dejado de sufrir hambre en esta región. Como en ningún otro periodo de la historia, la región cuenta con todas las condiciones para erradicar el hambre, dispone de los alimentos, conocimientos técnicos y,recursos financieros necesarios y, más importante aún, de la voluntad política de los gobiernos y de las sociedades en su conjunto para acabar con este grave problema.
El Perú ha tenido uno de los avances en subalimentación más importantes de la región: la tasa de prevalencia de subalimentación se redujo de 31.6% a 11.8% entre el 1990 y el 2013. Ello implica que tres millones y medio de peruanos escapado de la zona de inseguridad alimentaria, según la FAO.
Entre el 7 y 9 de mayo, en el marco de la 33ª Conferencia Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se reunirán en Santiago de Chile los representantes de los gobiernos de la región para fortalecer los esfuerzos conjuntos en la lucha contra el hambre y la malnutrición.
A escala global, la subalimentación afecta a 840 millones de personas, uno de cada ocho seres humanos. Si bien se ha avanzado mucho, en América Latina y el Caribe aún hay 47 millones de personas que sufren este mal.[Equivalente al 5.6% del total. Nótese además, que América Latina y el Caribe producen el 7.4% del PBI mundial y tienen el 8.3% de la población global, según el Banco Mundial].
Esta reunión adquiere una particular importancia por la cercanía del 2015, fecha límite para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.[El Perú los superó dos años antes]. Y aunque 16 de los 33 países de la región ya han alcanzado el objetivo de reducir a la mitad el porcentaje de población subalimentada, otra decena de ellos está a tiempo para lograrlo si implementa las acciones requeridas en el tiempo restante.
Fruto de este compromiso político, en América Latina y el Caribe se están implementando, con el apoyo de la FAO, acciones efectivas a nivel regional y nacional dirigidas a conseguir la seguridad alimentaria y nutricional. Durante el 2013, el gobierno peruano desarrolló acciones para fortalecer la seguridad alimentaria. Con el apoyo de la FAO, diseñó una Estrategia Nacional y una ley de Seguridad Alimentaria y Nutricional. El país lleva a cabo un exitoso programa de alimentación escolar, que beneficia a 2 millones 700 mil niñas y niños, el cual recibe también asistencia técnica de la FAO.[Lamentablemente, este programa asistencialista (Quali Warma), se ha topado con múltiples problemas. Probablemente, más por fallas de diseño y apuro en sacarlo adelante, que por culpa de los proveedores, hasta ahora, los únicos culpables, según las tres ministras que pasaron por el MIDIS. Entre las fallas de origen está la de haber proscrito los alimentos industriales, que pueden conservarse mejor en el calor de la sierra. Además, esto suena absurdo en un gobierno que habla de industrializar y diversificar la economía].
A nivel internacional, el año 2013 fue clave para uno de los productos insignes de Perú, ya que el Año Internacional de la Quinua estableció este alimento como un aliado fundamental en la seguridad alimentaria mundial, trabajo en el cual destacó el apoyo de la primera dama, Nadine Heredia, como Embajadora Especial de la FAO. Esta ardua labor ha conseguido un impacto real en la calidad de vida de las familias agricultoras, que se han beneficiado del incremento de la demanda de este grano de oro en los mercados internacionales para obtener mejores precios de venta.
Es en este contexto de logros y compromiso que los representantes de los países de América Latina y el Caribe se reunirán en la 33ª Conferencia Regional de la FAO. Existen razones de sobra para estar optimistas por el camino recorrido, pero debemos señalar que resulta necesario intensificar los esfuerzos con el fin de dar una respuesta pronta a los 47 millones de latinoamericanos y caribeños que aún sufren la subalimentación.
De nosotros depende que los niños y niñas que nazcan a partir de ahora no conozcan el hambre y que vivan en una región donde se respeta el derecho de todos a alimentarnos de forma digna.