Caso real: Los ciudadanos mejor educados no ahorran para vejez y el segundo país más rico del mundo no puede ofrecerles buenas pensiones
Ayer publicamos un nuevo artículo sobre los intentos del Congreso de desbaratar el Sistema Privado de Pensiones (SPP): ¿Quieres que tu papá tenga una pensión?. Al cierre de la edición, nos dimos con una publicación del Financial Times (FT) sobre un desarrollo muy sorprendente y dramático: resulta que en Japón, los ancianos jubilados pensionados por el Estado, prefieren terminar sus días en las cárceles en vez de vivir de sus pobres pensiones, pues en la cárcel acceden gratuitamente a alojamiento, alimentación y servicios de salud adecuados.
En el Perú, estamos a punto de destruir el SPP (ver numerosas publicaciones al respecto en Lampadia). En la mayoría de estas, hemos criticado mayormente a los políticos populistas y medios despistados por su promoción facilista o apoyo a la norma que, en la práctica, destruiría el sistema y nos llevaría de regreso a algún pobre sistema de apoyo estatal.
No hemos enfatizado suficientemente, las posiciones más intelectuales de personajes de pensamiento liberal, que con sus opciones puristas, consideran que el sustento de los ciudadanos mayores es un asunto personal, que el Estado no debe obligar a ahorrar para las pensiones y que, por último, para eso están los activos que puedan haber acumulado y los hijos de los ciudadanos mayores.
En nuestro artículo de ayer, ya le preguntamos a los jóvenes si desean que sus padres tengan buenas pensiones. Nos parece que las respuestas son claras.
Hoy día (ver líneas abajo), queremos profundizar algunas ideas alrededor de la triste realidad que se ha comprobado en el Japón con la creciente tendencia, por parte de sus jubilados, de buscar ser encarcelados, como una opción para tener ‘una mejor calidad de vida’. Tal como se lee, la cárcel proporciona, a los ojos de los ancianos japoneses, mejores condiciones de vida que la soledad de la vejez con una pobre pensión en el bolsillo. Ver nuestras conclusiones después de las glosas del artículo del FT.
Ancianos japoneses recurren al crimen para aliviar su costo de vida
Leo Lewis, Tokio
Financial Times
27 de marzo 2016
Traducido y glosado por Lampadia
El sistema penitenciario de Japón va hacia una crisis presupuestaria por la demografía, el déficit de bienestar y una nueva especie de villanos perniciosos: Los jubilados reincidentes. Los ladrones de cabellos de plata, dicen los académicos, están desesperados por estar tras las rejas.
Las estadísticas del crimen muestran que alrededor del 35% de los delitos de hurto en tiendas, son cometidos por personas mayores de 60 años. 40% de ellos han reincidido en el mismo delito, más de seis veces.
Hay una buena razón para ello, concluye un informe, la ola de hurtos en las tiendas es un intento (voluntario), de terminar en la cárcel, una institución que ofrece comida, alojamiento y cuidado de la salud, gratuitos.
Los cálculos que sustentan esta triste realidad, son convincentes. Pues con una dieta frugal y un alojamiento muy barato, un jubilado japonés que vive solo, con ahorros mínimos, tiene un costo de vida 25% mayor a la pensión estatal básica, de unos magros US$ 6,900 anuales (780,000 yenes), según un estudio sobre la economía de los delitos de edad avanzada, de Michael Newman, del Centro de Investigación de Productos Personalizados de Tokio.
Incluso el robo de un sándwich 200 yenes, puede generar una sentencia de dos años de prisión, a un costo para el Estado de 8,400 yenes diarios que equivalen a 3’066,000 yenes por año, según los académicos.
La ola de crímenes geriátricos se está acelerando. El sistema penitenciario japonés, recientemente ampliado, tiene un nivel de ocupación de 70%. Entre 1991 y 2013, el número de internos de edad avanzada que repiten el mismo delito en seis ocasiones, ha subido 460%.
Estas crecientes tasas de delincuencia ocultan una tendencia más oscura que el mero desprecio por la ley, dicen economistas y criminólogos, el crimen de jubilados está aumentando más rápidamente que el cambio demográfico de mayores que va a llevar al 40% de la población japonesa a tener más de 65 años para el 2060.
Akio Doteuchi, investigador de desarrollo social del Instituto de Investigación NLI de Tokio, afirma que «la situación social en Japón ha llevado a los ancianos a la necesidad de cometer crímenes. Alrededor del 40 por ciento de los ancianos viven solos. Es un círculo vicioso. Ellos salen de prisión, no tienen dinero o familia, de modo que de inmediato vuelven a delinquir».
Las cifras del crimen, añade, exponen los cálculos del gasto social del gobierno, mientras se envejece la segunda mayor economía mundo. La prisión, no importa cómo se hagan los cálculos, es una manera completamente ineficaz de dirigir el gasto social del gobierno a los que más lo necesitan.
Los intentos de liberar a los presos de edad avanzada, han encontrado problemas legales insalvables, dice Doteuchi, y el sistema penitenciario en su conjunto, será eventualmente, sobrepasado por los internos de edad avanzada.
Nuestras conclusiones:
- El segundo país más rico del mundo, no es capaz de proveer pensiones decentes a sus jubilados.
- Ante situaciones difíciles, las personas saben hacer relaciones de costo-beneficio, como representa el optar por la cárcel para tener mejor sustento de vida.
- Sin embargo, dada la falencia de sustento vital de muchos japoneses mayores, se hace evidente, que en temas de largo plazo, como ahorrar para la vejez, los ciudadanos más sofisticados, no supieron hacer las provisiones necesarias.
- El remedio es más costoso que la enfermedad. Tanto para los jubilados japoneses que optan por la cárcel, como para el Estado, el resultado final es muy malo: de pérdida de la libertad para los ciudadanos y mayor costo para el Estado, pues la cárcel es más costosa que las pobres pensiones que otorga.
Basta pues de tanta irresponsabilidad. Hagámoslo mejor que los japoneses. ¡A debatir el tema con seriedad y sin prisas! Lampadia