Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica,12 de junio de 2023
Para Lampadia
En nuestro país, el transporte acuático está subutilizado. Algo hacemos al respecto en los ríos de la Selva, pero podríamos hacer mucho más.
¿Por qué no replicar y multiplicar – por ejemplo – el éxito del Ferry Amazonas que transporta hasta 300 pasajeros entre Iquitos y Santa Rosa, allá en la triple frontera que compartimos con Colombia y Brasil? Una ruta fluvial preciosa, 500 kilómetros espectaculares, 12 horas de ensueño. Un sistema de transporte barato, seguro, cómodo, eficiente, entretenido y súper amigable con la naturaleza. ¡Qué más se puede pedir!
Otro poco hacemos en el majestuoso lago Titicaca en Puno… pero muy poco. El transporte acuático en los lagos de la Sierra es casi inexistente.
Sin embargo, lo que más llama la atención, es que a lo largo de los más de 2,000 kilómetros de mar infinito que tenemos frente a nuestras costas – desde Tumbes hasta Tacna – no hacemos nada significativo en materia de transporte acuático.
Nuestro mar y nuestras playas maravillosas sólo las usamos para asolearnos, para bañarnos y recrearnos, para hacer deportes acuáticos y náuticos, y para pescar. Pero para cabotaje marítimo interno; es decir, para transportar carga y pasajeros entre pueblos costeros peruanos… nada que ver.
Es verdad, usamos nuestro mar para el comercio internacional, lo cual está muy bien. El grueso de nuestras importaciones y exportaciones se transporta en buques que llevan todo tipo de cargas: líquidos, contenedores y carga en general.
A ese respecto, el nuevo Puerto de Chancay va a propiciar un gran crecimiento del transporte marítimo internacional en nuestro país. Lo cual, también es muy bueno. Pero, lamentablemente, también tiene su problema. ¿Se imaginan cuánto más se congestionará el tráfico vehicular entre Chancay y Lima, cuando entre en operación el mega puerto, dentro de un par de años, más o menos? ¡Caos a la vista! El tráfico vehicular en Lima Norte va camino a la barbarie.
Seamos realistas. Ya no hay tiempo para construir una autopista como Dios manda – entre Lima y Chancay – que evite el desmadre vehicular que se avecina. Y menos aún, un tren de cercanías.
La solución más evidente, eficiente y rápida es el cabotaje marítimo interno; es decir, el transporte de carga y pasajeros entre Chancay y Lima, vía marítima. Los puertos están. El mar está; no hay que construirlo como las autopistas o las ferrovías. Lo único que falta son los barcos, que son fáciles de conseguir.
Con muy poca inversión estatal, puesto que los barcos serían privados, podríamos iniciar un proceso virtuoso, innovador, muy utilizado en otras partes del mundo – como el cabotaje marítimo – que empezaría entre Chancay y Lima, y luego se replicaría y multiplicaría a lo largo de toda nuestra Costa.
Una nota previa. Los barcos de cabotaje modernos (ferry o ferris, como se les llama) son muy rápidos. Así me han dicho algunos expertos en la materia. Hay ferris que alcanzar hasta 40 nudos / hora. O sea, ¡74 km / hora! Similar a los camiones de carga convencionales, con la ventaja de que en el mar no hay obstáculos tipo semáforos, rompe muelles, cruces, ni nada por el estilo.
Además, algunos ferris modernos permiten transportar vehículos de todo tipo y tamaño: autos, camiones, buses y demás. Los vehículos ingresan y salen de las naves por sus propios medios, a través de rampas sencillas. Los choferes y pasajeros viajan, con todas las comodidades del caso en las cubiertas de las naves. ¡Una maravilla! Además, para el embarque y desembarque de los vehículos, se podrían utilizar los cerca de 50 terminales pesqueros que tenemos a lo largo de nuestra Costa. ¡No hay pierde!
Y por si fuera poco… las vías marítimas son a prueba de bloqueos, a diferencia de nuestras carreteras, donde por quítame estas pajas, y ante la desesperante pasividad del Estado, cualquier puñado de delincuentes – con un par de llantas quemadas y unas cuantas piedras – son capaces de impedir el libre tránsito de vehículos y personas; paralizando al país, y partiéndolo en dos. Uno, a un lado del bloqueo y otro, al otro. Un delito cada vez más frecuente en nuestro cada vez más anárquico país. Delito que se está viendo incluso en algunos ríos de la Selva. Por ello pregunto: Estado ¿dónde estás? ¿Por qué te escondes cuando irrumpe la delincuencia? ¿Por qué eres tan débil? No se oye padre.
En fin. A lo que quiero llegar es que debemos mirar de frente al mar… no de espaldas, como ahora. Nuestro mar podría hacer las veces de una infinita autopista costera. Ese sueño se llama… cabotaje marítimo interno. Lampadia