Juan Stoessel
Perú21, 21 de setiembre del 2025
«Ni el gobernador regional ni los alcaldes de Urubamba y Machupicchu han mostrado capacidad de gestión, solo populismo y oportunismo».
Seguir hablando de Machu Picchu suena a disco rayado, pero cada semana llegan nuevas malas noticias. Hace días, protestas y bloqueos paralizaron el acceso. Dos mil turistas quedaron varados y la imagen del destino terminó otra vez por los suelos. La organización New7Wonders ya advirtió que Machu Picchu puede perder el título de “maravilla mundial” que obtuvo hace casi dos décadas.
Al caos de los boletos, las colas y amenazas de paros, se suma el desmadre de los buses. El alcalde de Urubamba dejó que venza la concesión y, en lugar de convocar un concurso con anticipación, anunció muy suelto de huesos que ya tenía una empresa para designar. ¿Una con trayectoria y expertise? Cero. Era una argolla de gente que fue comprando buses por amor, no al chancho, sino al chicharrón. Como no cumplían los estándares para encargarse del transporte a nuestro principal atractivo, recurrieron al libreto de toda la vida: ¡el centralismo no quiere que el pueblo se beneficie! La protesta llegó al extremo criminal de excavar bajo la vía del tren para impedir su paso, lo que pudo ocasionar un descarrilamiento, matando a cientos de viajeros. Ese es el nivel de irracionalidad.
El servicio ya se restableció, pero es una bomba de tiempo. La noticia ha corrido como pólvora. Las cancelaciones de reservas llegan en cascada. Millones en pérdidas, miles de puestos de trabajo en jaque. El Gobierno de EE.UU. ya recomendó precauciones a sus ciudadanos. Esto repercute más allá del propio Cusco; 40% del turismo receptivo del Perú está en riesgo. Nuestro crecimiento en los últimos meses ha sido apenas 3%. Para alcanzar la meta (modesta) de 3.5 millones de turistas extranjeros, necesitaríamos crecer al 14% los meses restantes. Es irreal, el daño está hecho.
Ni el gobernador regional ni los alcaldes de Urubamba y Machupicchu han mostrado capacidad de gestión, solo populismo y oportunismo. El Mincul no ata ni desata. Mientras el manejo siga repartido entre tantas instituciones, tendremos burocracia y parálisis. La PCM necesita asumir el liderazgo. Machu Picchu debe declararse Activo Crítico Nacional, para proteger su integridad y operatividad. Se debe crear una autoridad autónoma que gestione integralmente el sitio. Es imperativo recuperar el principio de autoridad, la Fiscalía tiene que hacer caer el peso de la ley sobre quienes atentaron contra la vía férrea. Pero, sobre todo, hay que desenmascarar de una vez por todas a quienes en nombre del pueblo lo único que hacen es despojar al pueblo, para seguir alimentando sus corruptos intereses.