María Isabel León
Presidenta de CADE Ejecutivos 2025
Gestión, 18 de setiembre de 2025
“Si Machu Picchu pierde su estatus, no solo tendremos un impacto enorme en el turismo nacional y en lo económico, sino también en nuestra imagen internacional”.
La organización Internacional «7 Wonder” alertó sobre los riesgos en la gestión, conservación y sostenibilidad de Machu Picchu. Las alertas no son nuevas, vienen repitiéndose desde hace años por diversas organizaciones internacionales y diversos especialistas en patrimonio. El mensaje es lacerante y directo: «Si no se adoptan medidas urgentes, Machu Picchu podría perder su reconocimiento internacional».
El problema de la venta de entradas a esta maravilla del mundo es francamente prehistórico. En un mundo digitalizado y ágil, pretender que los turistas hagan cola en una ventanilla burocrática para asegurar su ingreso a la ciudadela, es francamente, una atrocidad. Pero lo es también la afectación del transporte de los turistas desde Cusco a la ciudadela, que son interrumpidos en muchas oportunidades por paros, bloqueos y protestas sociales que generan no solo terror en los visitantes, sino también el boca a boca de «no vengan al Perú, allí todos están locos».
La evidente ausencia de liderazgo político en nuestro país y la apatía de entender que la conservación de Machu Picchu debería ser una prioridad de Estado, la inercia que se transmite con el laberinto en el que se ha convertido la ruleta de compra de entradas a la ciudadela inca por parte de los sufridos turistas, nos revela el estado de decadencia y de urgencia en el que nos encontramos. Ya el historiador romano Tácito reconoció en el pasado que cuando los jefes no gobiernan, la multitud gobierna peor.
Estamos perdiendo la poca reputación internacional que nos debe llenar de orgullo: nuestro patrimonio cultural. Si Machu Picchu pierde su estatus, no solo tendremos un impacto enorme en el turismo nacional y en lo económico, sino también en nuestra imagen internacional Quedaríamos como el país «suicida» que, teniendo todas las condiciones para brillar, preferiría saltar al vacío y perder el aliento, la vida, la ilusión y la prosperidad.
Machu Picchu no es solo piedra y montaña, es la huella viva de nuestra historia, de nuestro orgullo nacional, de nuestra identidad; es motor de miles de familias cusqueñas que viven y dependen del turismo. Cada día de inacción y de desidia, es una puñalada a nuestra cultura, a nuestra economía y a nuestra reputación internacional.