Miguel Henrique Otero, Periodista y director de «El Nacional» de Venezuela
El Comercio, 31 de agosto del 2025
“Lo que está en el trasfondo de la iniciativa de Trump es la comprensión de que la guerra contra los cárteles debe afrontarse de forma colectiva”.
Corresponde reconocer al presidente estadounidense Donald Trump una peculiar vocación para el drama por entregas. En las últimas tres semanas, gota a gota, han ido sumándose elementos al que comenzó como un despliegue de fuerzas militares de EE.UU. contra el cártel de los Soles, pero que, en el transcurso de unos pocos días, se ha transformado en un amplio operativo multinacional que ha incorporado a naciones de Europa, del Caribe y del continente americano para actuar conjuntamente contra la masa de cárteles activos.
Utilizo la expresión “drama por entregas” no solo por la llamativa secuencia con que se han ido sumando naciones a la iniciativa de Trump y del Pentágono, sino porque, a medida que la alianza antidrogas se expande, también crece en la opinión pública de Venezuela y de otros países de América Latina la incertidumbre acerca de cuál es el objetivo final de tan grande y costosa operación. Son millones y millones de personas las que se preguntan, casi al unísono: ¿adónde va todo esto? ¿Cuáles son las metas?
Quiero llamar la atención sobre el carácter inédito de esta movilización militar. Cierto es que el plan Colombia bien puede considerarse un antecedente muy destacado de la amplísima operación multinacional anticárteles en curso. Sin embargo, lo que está ocurriendo en estos días es radicalmente novedoso, y lo es por dos razones sustantivas.
La primera razón sustantiva es que lo ocurrido en Venezuela es inédito: a lo largo de un cuarto de siglo, el régimen inaugurado por Hugo Chávez en 1999 ha derivado en un narcoestado. Ese narcoestado ha adquirido la única forma posible en que puede sobrevivir: como una dictadura político-militar que no solo ha destruido el Estado de derecho, sino que también persigue, secuestra, tortura y mata a quienes se le oponen. Lo nuevo es el proceso que ha conducido en Venezuela a la fusión entre Estado y cártel del narcotráfico. Esta realidad ha dado origen a una pervertida forma de Estado desconocida hasta ahora: una entidad en la que la totalidad de los poderes públicos, las autoridades militares y la economía del país se conciben como instrumentos para promover y proteger el negocio del narcotráfico. Un Estado que es estructuralmente delincuente y violador de los derechos humanos.
La segunda cuestión es que el negocio del narcotráfico es planetario en casi todas sus fases, especialmente en sus consecuencias: erosiona los sistemas educativos, impacta en los sistemas de salud, disminuye la productividad, ocasiona formas de violencia extrema y destruye la convivencia en familias, barrios y ciudades.
Y es esto lo que está en el trasfondo de la iniciativa de Trump: la comprensión de que la guerra contra los cárteles debe afrontarse de forma colectiva y haciendo uso de todos los recursos disponibles: sistemas de inteligencia, nuevas tecnologías, sofisticados recursos armamentísticos y presión de gobiernos y entes multilaterales. Ese conglomerado militar e institucional en crecimiento no tiene entre sus metas invadir el territorio venezolano.
El vocero militar de la narcodictadura, Padrino López, ha sostenido que la movilización militar multinacional es desproporcionada para combatir a los cárteles. El meollo de la cuestión es que el cártel de los Soles dispone de los recursos militares del Estado venezolano. Dispone, además, de contingentes del Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN), de grupos paramilitares, de unidades clandestinas de Hezbolá y de bandas de delincuentes con un poderío armamentístico.
¿Qué tareas realiza y realizará la fuerza militar multinacional? La primera, ya lograda: diseminar el pánico y la incertidumbre agobiante en los jefes del gobierno/cártel de los Soles; estimular decisiones nerviosas y sin propósito; aumentar fracturas dentro de las fuerzas armadas; impedir las operaciones de llegada de cargamentos de droga a territorio venezolano; destrucción de pistas aéreas clandestinas; destrucción de laboratorios de procesamiento de cocaína; captura de delincuentes responsables de delitos de narcotráfico; captura de fugitivos.
–Glosado y editado–