Nicolás Zevallos Trigoso
El Comercio, 17 de julio del 2025
“En países con altos estándares, responder a emergencias prioritarias en menos de 10 minutos es una meta común. Sin embargo, en el Perú, alcanzar estos niveles es aún parece lejano”.
El tiempo de respuesta de los servicios de emergencia, especialmente los policiales, es uno de los indicadores más relevantes para medir la eficacia en la protección ciudadana. Este tiempo, que abarca desde que se recibe el reporte hasta la llegada del primer agente, no solo mejora la percepción pública, sino que también impacta directamente en la justicia. Un estudio de Blanes y Kirchmaier (2018) evidencia que una reducción del 10% en los tiempos de respuesta puede elevar la probabilidad de arresto en un 4,7%, ya que permite acceder más rápido a evidencia y testimonios.
En países con altos estándares, responder a emergencias prioritarias en menos de 10 minutos es una meta común. Sin embargo, en el Perú, alcanzar estos niveles es aún parece lejano. Ya en el 2014 (LAPOP) la percepción ciudadana señalaba que la llegada de la policía ante emergencias generales suele demorar entre una y tres horas, mucho más que el promedio regional de 30 a 60 minutos. Cuando se trata de delitos urgentes, como el robo a viviendas, los datos muestran demoras de al menos 30 a 60 minutos, posicionando al Perú entre los países con mayor tiempo de espera en la región.
Esta situación ha erosionado fuertemente la confianza en la policía. De acuerdo con el sondeo de CPI de octubre del 2024, el 86,2% de la población expresa poca o ninguna confianza en la capacidad policial para combatir el delito. Esta desconfianza genera un círculo vicioso: la ciudadanía opta por no denunciar, ya que, según el INEI, lo consideran una “pérdida de tiempo”. Esta falta de denuncias limita la reacción policial y perpetúa la sensación de inseguridad.
Frente a este problema, surgen preguntas sobre las causas del retraso. Aspectos como el tráfico o la cantidad de personal pueden influir. La evidencia también señala que un factor decisivo es la comunicación eficiente y rápida con las unidades de campo. La base para un tiempo de respuesta adecuado es la disponibilidad y operatividad de equipos de comunicación, especialmente radios portátiles.
Al respecto, los datos recientes son críticos. El Ministerio del Interior (Mininter), en el 2024, estimó un déficit de telecomunicaciones del 94,8%. Solo cinco de cada 100 policías en el país contarían con un equipo de comunicación personal asignado, lo que dificulta la coordinación. En el ámbito de las comisarías, el panorama es aún más crítico: el 74% carece de radios portátiles, el 86% no dispone de radios móviles y el 80% no cuenta con radios fijas, según un informe del Mininter del 2025. Si bien durante los últimos años se han adquirido nuevos equipos, resultan aun insuficientes para llegar a cubrir todo el servicio.
El problema también revela una falla en la gestión de estos equipos. La Contraloría General, en mayo del 2025, reportó que en 248 gobiernos locales existían 1.054 equipos de radiocomunicación inoperativos. Además, el 86% de las municipalidades supervisadas no tiene plan de mantenimiento para estos equipos. Así, la crisis de comunicación no solo se debe a la falta de compra de nuevos dispositivos, sino a la incapacidad de mantener los existentes en condiciones óptimas.
La experiencia internacional ofrece ejemplos de solución efectivos. El estándar recomendado es dotar a cada oficial en servicio con un radio (relación 1:1). En el Reino Unido, la Greater London Authority logró una cobertura total para agentes de primera línea entregando 40.558 radios portátiles. Por su parte, los Países Bajos renovaron su sistema policial equipando a toda su fuerza con más de 67.000 radios TETRA, tanto para patrullas como para uso individual, según Europol y SourceSecurity.
Estos casos muestran que cubrir al 100% de la fuerza policial con equipos de comunicación funcionales no solo es posible, sino fundamental para responder rápidamente a las emergencias, fortalecer la confianza ciudadana y mejorar la seguridad pública. Las radios con las que cuentan los servicios de emergencia sin duda son claves, pero debemos apostar por lograr el estándar 1:1 y que todos nuestros policías (y demás servicios de emergencia) cuenten con algo tan elemental como una radio. Ese puede ser un buen primer paso para actuar.