Entrevista a Rafael Aita
Correo, 24 de junio del 2025
Antonella Cazorla
El también conocido como Capitán Perú haba sobre «Pachacútec, la promesa del sol», su más reciente novela, llena de intrigas, rivalidades y traiciones en torno a la vida del noveno inca
Nuestra lección es que cuando estamos divididos nos caemos y cuando estamos unidos tenemos la mayor prosperidad”
Antes de ser Pachacútec Inca Yupanqui fue un joven rechazado por su padre y en algún momento repudiado por su ciudad. En medio de conflictos, traiciones y traumas familiares, su ímpetu lo llevo a convertirse en el noveno gobernante del imperio inca, transformador del todo, y al que quizás le debemos el Cusco como lo conocemos hoy. Esas son algunas referencias de la historia que se encuentra en “Pachacútec, la promesa del sol”, una novela del escritor Rafael Aita, quien bajo el sello editorial Montena de Penguin Random House, nos hace conocer entre la ficción y el realismo la historia previa de un guerrero invencible, arquitecto de maravillas, teólogo místico, legislador, conquistador, estadista y poeta; es decir, del Inca Pachacútec.
¿Cómo nace la idea de escribir sobre Pachacútec?
Porque el Perú actual, como lo conocemos, hubiera sido imposible sin Pachacútec, sin la obra, sin la unidad que llevó a cabo. Recordemos que para la época de Pachacútec no existía un imperio inca.
¿Qué elementos narrativos has usado?
Si bien he buscado que la novela sea fiel a la historia, me he basado mucho en crónicas, relatos y conocimientos arqueológicos que tenemos. Sin embargo, * tiene bastante fantasía en el relato mítico. He buscado mucho que explore la cosmovisión inca, o sea, cómo veían el mundo a través de sus mitos.
¿Qué papel juegan los mitos en la construcción de esta y nuestra historia?
El Perú es un país empapado de misticismo. Si nos remontamos a la época prehispánica vamos a encontrar que en nuestro territorio han existido aproximadamente 27,000 huacas y oráculos de las que conocemos. Buscamos ese misticismo, esa espiritualidad que nos hace ser peruanos. No nos quedamos solamente en lo mundano, sino que, siempre estamos mirando hacia el cielo.
Preservamos de esta manera nuestra cultura…
Eso enriquece la cultura. Porque te das cuenta que junto con esta mística, las creencias y la religión vienen las fiestas, las ceremonias y los ritos que vienen con música, trajes y con las expresiones culturales.
¿En la novela hay aspectos de la actualidad?
Es muy actual porque vamos a ver peleas, riñas políticas, conflictos de intereses e intereses personales que son muy presentes el día de hoy.
En el libro se ven también conflictos familiares como los de hoy…
Sí, y en la época de Pachacútec [se ven también] las panacas enfrentadas, conflictos entre ellos, intrigas, rivalidades, traiciones que los dejaron vulnerables ante un enemigo exterior.
¿Qué lección nos deja Pachacútec?
La lección que Pachacútec nos deja es que cuando logramos unirnos es cuando mejor nos va, y eso ha sido transversal a toda la historia del Perú. No importa si ha sido durante el incanato, la conquista, el virreinato, la independencia, la república, nos deja siempre la misma lección: Cuando estamos divididos nos caemos y cuando estamos unidos tenemos la mayor prosperidad.
¿Cuál es tu propósito con esta novela?
Creo que esta historia debe ser difundida y debe ser conocida y no a modo de obligación o castigo, sino que las mismas personas quieran leerlo y digan: “Esto me gusta, me entusiasma, me es fácil de leer, pero al mismo tiempo me enseña”. Porque es nuestra historia, son nuestros orígenes, son nuestras raíces.
Es una historia muy descriptiva…
Para poder crear más allá de una ficción, una alegoría que siempre uso es: “la historia del Perú es un juego de tronos”, y Pachacútec vivió un juego de tronos en todo el sentido de la palabra.