1

Ucrania no puede convertirse en Siria

Ucrania no puede convertirse en Siria

El camino para alcanzar un acuerdo de paz y desbloquear la situación puede resumirse en 14 palabras: Putin debe retirar sus fuerzas, y Kiev recuperar el control de su frontera oriental.

Por Timothy Garton Ash. Catedrático de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige en la actualidad el proyecto freespeechdebate.com, e investigador titular de la Hoover Institution en la Universidad de Stanford

(El País, 17 de Febrero del 2015)

“¡Nunca más!”, gritaron los europeos tras la Primera Guerra Mundial. Y volvió a suceder. “¡Nunca más!”, gritaron los europeos en 1945; y volvió a ocurrir. “¡Nunca más!”, gritaron los europeos después de Bosnia, en 1995; y ahora ha vuelto a pasar. Espero y dudo, en igual medida, que el acuerdo de alto el fuego de Minsk, logrado gracias a los heroicos esfuerzos de Angela Merkel, permita alcanzar la paz. Pero, aun en el improbable caso de que así sea, vean lo que ya hemos permitido que ocurra.

Otro país europeo desgarrado por la fuerza. Según los cálculos de la ONU, han muerto al menos 5.400 personas, alrededor de 13.000 han resultado heridas y 1,6 millones han tenido que abandonar sus hogares. Rusia se ha anexionado oficialmente Crimea, que formaba parte de un Estado soberano vecino. El acuerdo de alto el fuego de la semana pasada, Minsk 2, establece que Ucrania no recuperará el pleno control de su frontera oriental con Rusia hasta finales de este año, y solo si celebra elecciones en las regiones de Donetsk y Lugansk y les concede un estatus especial constitucional. También dice que el Gobierno de Kiev debe seguir pagando las pensiones, los salarios y los servicios de esas regiones. Imagínense que solo tienen permiso para cerrar la puerta posterior de su casa si ceden el cuarto de estar a una persona que les está apuntando con una pistola a la cabeza, y además deben seguir pagando sus facturas.

Las personas razonables podrán discrepar sobre la mejor forma de defenderse contra una agresión tan descarada, pero, por lo menos, no debemos hacernos ilusiones sobre lo que está sucediendo delante de nuestras narices. Vladímir Putin está retando deliberadamente a la Unión Europea con una manera de hacer política diferente, antigua y peor. La fuerza impone su razón. Lo negro es blanco. La guerra vuelve a mandar, y el derecho se arrastra como puede hasta una zanja, como un refugiado herido.

Todo ello, en un país cuya integridad territorial juraron solemnemente proteger Rusia, Estados Unidos y Gran Bretaña —claro que, ¿a quién le importa lo que diga hoy Gran Bretaña?— de acuerdo con el memorándum de Budapest de 1994, a cambio de que Ucrania, recién independizada, aceptara entregar uno de los mayores arsenales de armas nucleares del mundo. Cito: “La Federación Rusa, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y Estados Unidos reafirman su compromiso… de respetar la independencia y la soberanía y las fronteras actuales de Ucrania”. Firmado por Borís Yeltsin, Bill Clinton y John Major. Imaginen la lección que este quebrantamiento de promesa enviará a otras potencias nucleares o que pretenden serlo: hagas lo que hagas, no te creas una palabra de lo que te garanticen y no renuncies a tus armas nucleares.

La ley de la jungla de Moscú contra la jungla de leyes de Bruselas. ¿Quién está ganando? “Rusia”, responde el conocido realista estadounidense John Mearsheimer. ¿Y qué podemos hacer? “Occidente debe intentar que Ucrania sea un Estado neutral que sirva de tapón entre Rusia y la OTAN. Que sea como Austria durante la Guerra Fría. Para ello, Occidente debería abandonar de forma explícita la ampliación de la Unión Europea y la OTAN”. Vale, gracias, profesor realista. ¿Quizá le gustaría encargarse usted de hacerlo? Tenemos el sitio perfecto para que celebre su cumbre de realpolitik: Yalta, donde, en 1945, Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill dieron una ambigua legitimidad a la ocupación soviética del este de Europa. Yalta, en la anexionada Crimea.

¿Qué derecho tenemos a ordenar a unos países independientes y soberanos que sean Estados tapones neutrales? Gary Kaspárov, que conoce Rusia un poco mejor que Mearsheimer, tuiteó recientemente: “Los realistas parecen tan contentos de condenar a millones de ucranios a vivir como prisioneros en un territorio ocupado. En Europa, en pleno siglo XXI”. El otro día hablé con Kaspárov sobre Ucrania. Me dijo que había estado en Kiev para conmemorar el 20º aniversario del memorándum de 1994; su opinión sobre la tragedia es audaz y original, como su forma de jugar al ajedrez. Insiste en que no se trata de un conflicto entre Ucrania y Rusia, sino entre dos Rusias, que equipara, con licencia poética, con el Rus de Kiev y la Horda Dorada.

Aunque las encuestas que muestran la increíble popularidad actual de Putin en Rusia son creíbles, no debemos cometer el error de identificar al político con el país. También Adolf Hitler gozó de enorme popularidad durante un tiempo, igual que Slobodan Milosevic. Los pueblos pueden dejarse llevar por rumbos desastrosos, sobre todo cuando una hábil propaganda sabe explotar los mitos y los agravios nacionales más arraigados. Entonces, unos años después, la gente se despierta y empieza a pagar el precio. Estar en contra de Putin no es estar en contra de Rusia. Es defender el futuro de Rusia a largo plazo y apoyar a los ciudadanos más acosados, que representan la otra Rusia.

Putin está infringiendo precisamente el principio que siempre ha dicho que debía constituir la base de las relaciones internacionales: la soberanía incondicional de los Estados. ¡Pero qué desfachatez —exclamarán—, que unos países que invadieron Irak critiquen a otros por violar la soberanía de un Estado! A lo cual respondo que tienen razón, que la invasión angloamericana de Irak estuvo mal, desde el punto de vista legal, moral y estratégico, pero que eso no es excusa para volver a hacer lo mismo en este caso.

En Siria, dirán quizá otros, tenemos unos campos de exterminio que hacen que Ucrania parezca casi un país pacífico, y la ONU habla nada menos que de 3,8 millones de refugiados. ¿Qué está haciendo Occidente al respecto? ¿Es que las vidas de los árabes valen menos que las de los europeos, las de los musulmanes, menos que las de los cristianos? Cada 15 días me despierto pensando: “¿No debería escribir sobre Siria?”. Pero, aparte de que sé mucho menos sobre Oriente Próximo que sobre Europa, lo que he aprendido de los expertos no indica ninguna forma clara de avanzar. Da la impresión de que hay demasiados grupos sobre el terreno, envueltos en el conflicto, y que cuentan con el respaldo de demasiadas potencias extranjeras (entre ellas Rusia, que apoya a Bachar el Asad).

Aquí, en cambio, a pesar de la complejidad de Ucrania, existe una manera de desbloquear la situación, que se puede resumir en 14 palabras: Putin debe retirar sus fuerzas y Ucrania recuperar el control de su frontera oriental. De modo que, a diferencia de Siria, la clave está en que un actor político cambie de comportamiento. Por supuesto, eso no detendría de la noche a la mañana a los airados separatistas que luchan en nombre de la República Popular de Donetsk. En el este de Ucrania, como en Bosnia y en Siria, la radicalización provocada por la brutalidad de la guerra ha transformado a los vecinos en enemigos. Kiev tendría que demostrar un enorme sentido político y mucha imaginación para reconstruir un Estado verdaderamente federal, en el que los que se identifican como rusos puedan volver a sentirse razonablemente a gusto. Pero el camino para alcanzar cualquier acuerdo de paz comienza con esas 14 palabras.




Tenemos que acudir al rescate de Ucrania

Tenemos que acudir al rescate de Ucrania

Por Bernard-Henri Lévy (Escritor y filósofo)  y George Soros (Presidente del Soros Fund Management)

(El País, 26 de Enero de 2015)

Hace un año nació una nueva Ucrania en la plaza de Maidan. Hoy, el espíritu que movió a millones de ucranios a congregarse allí es más fuerte que nunca.

La nueva Ucrania parece estar convirtiéndose en todo lo contrario de la vieja Ucrania, que era un país desmoralizado y plagado de corrupción.

La transformación ha sido un increíble experimento de democracia participativa; la aventura noble y admirable de un pueblo que se ha unido para abrir las puertas de su país a la modernidad, la democracia y Europa; y el movimiento no ha hecho más que empezar.

Lo que hace que este sea un experimento extraordinario es que no solo encuentra su forma de expresión en la lucha, sino también en un esfuerzo de creación; no solo en la oposición, sino en la construcción nacional.

Muchos de quienes ocupan en la actualidad el Gobierno y el Parlamento son voluntarios que han abandonado trabajos bien remunerados para servir a su país. Natalie Jaresko, la nueva ministra de Finanzas, es una antigua banquera de inversiones que dejó su puesto para trabajar hoy por unos cuantos cientos de dólares al mes. Hay voluntarios que están ayudando al millón de personas que han tenido que desplazarse dentro del país, y otros que asesoran a los ministros y a las Administraciones locales.

Sin embargo, la nueva Ucrania se enfrenta a un poderoso obstáculo que es una herencia de los viejos tiempos. La Ucrania de entonces tiene todavía un sólido arraigo en una burocracia y una oligarquía empresarial que trabajan en estrecha colaboración. Y, por supuesto, tiene en su contra la empecinada hostilidad del presidente ruso, Vladímir Putin, que quiere desestabilizar el país cueste lo que cueste.

El problema es que la nueva Ucrania es un secreto muy bien guardado, desconocido no solo para el resto del mundo sino para la propia población ucrania. Están elaborándose reformas radicales, pero todavía no se han llevado a la práctica.

Es interesante comparar la Ucrania de hoy con la Georgia de 2004. Entonces, cuando llegó al poder, Mijail Saakashvili se apresuró a sustituir de inmediato a la odiada policía de tráfico, y eliminó los controles de carretera que se habían utilizado para extorsionar a los conductores y exigirles sobornos. La población se dio cuenta enseguida de que las cosas habían cambiado, y para mejor. Por desgracia, Ucrania no ha encontrado aún un proyecto similar, que pueda servir como declaración de intenciones. Existe el plan de reestructurar la policía de Kiev, pero, por ahora, si uno necesita obtener el permiso de conducir, tiene que seguir pagando el mismo soborno que en el pasado.

Saakashvili era un líder revolucionario que tomó drásticas medidas contra la corrupción pero, al final, acabó convirtiéndola en monopolio del Estado. Por el contrario, Ucrania es una democracia participativa que no depende de un solo dirigente, sino que cuenta con un sistema de controles y equilibrios. Las democracias avanzan despacio, pero, a largo plazo, eso es una ventaja.

Ahora bien, ¿habrá un largo plazo? En la actualidad, Ucrania está sufriendo agresiones militares y económicas por parte de la Rusia de Putin. Rusia se encuentra en plena crisis financiera, pero da la impresión de que Putin ha decidido que puede destruir la nueva Ucrania antes de que tenga tiempo de afianzarse y antes de que la crisis destruya su propia popularidad. Está intensificando las presiones militares y económicas. El fin de semana pasado llevó a cabo un ataque contra Mariupol que contribuyó a deshacer el engaño de que los separatistas actúan por su cuenta.

Ucrania puede defenderse en el terreno militar, pero necesita urgente ayuda económica. Lo malo es que las democracias tardan en reaccionar, y una asociación de democracias como la Unión Europea tarda todavía más. Y Putin se aprovecha de esa circunstancia.

De lo que suceda en los próximos días dependen muchas cosas. No solo está en juego el futuro de Ucrania, sino el de la propia Unión Europea. La caída de Ucrania sería una pérdida inmensa para Europa, porque permitiría que Rusia dividiera y dominara a la UE.

En cambio, si Europa se muestra a la altura de esta situación de emergencia y proporciona la ayuda económica que necesitan los ucranios, llegará un momento en el que Putin se verá obligado a renunciar a su agresión.

Ahora, Putin puede alegar que todos los problemas de la economía rusa se deben a la hostilidad de Occidente, y a los rusos les convence ese argumento. Si Ucrania recibe la necesaria ayuda financiera, la responsabilidad de los problemas de Rusia recaerá sin la menor duda sobre el presidente ruso.

Es posible que entonces la población rusa le obligue a seguir el ejemplo de la nueva Ucrania. Y Europa se encontrará con una nueva Rusia que, en lugar de una peligrosa amenaza estratégica, será un poderoso socio estratégico. Eso es lo que nos jugamos.




“Bloque del ALBA ha fracasado”

“Bloque del ALBA ha fracasado”

Entrevista a José María Aznar

Por Francisco Flores e Iván Slocovich

(Correo, 17 de Diciembre del 2014)

El expresidente del gobierno español José María Aznar estuvo en Lima y en entrevista a Correo criticó duramente al régimen venezolano de Nicolás Maduro y destacó la importancia de la Alianza del Pacífico.
Ver la entrevista completa en Lampadia: http://www.lampadia.com/archivos/Aznar_C_Bloque_del_ALBA_ha_fracasado.pdf




Ucrania: la pasión europea

Ucrania: la pasión europea

Por Mario Vargas Llosa

(La República, 30 de Noviembre del 2014)

Quienes se sienten desmoralizados con la construcción de la Unión Europea deberían ir a Ucrania; verían cómo este proyecto concita una enorme ilusión en muchos millones de ucranianos que ven en la Europa unida la única garantía de supervivencia de la soberanía y la libertad que conquistaron con la gesta del Maidán contra el gobierno corrupto de Yanukóvich y que hoy amenaza la Rusia de Putin, empeñado en la reconstitución del imperio soviético (aunque no se llame así). Verían también la serenidad estoica que muestra una sociedad invadida por una potencia extranjera, que se ha apoderado ya de la quinta parte de su territorio, y cuyas fronteras orientales, donde mueren a diario más voluntarios de los que indican las estadísticas oficiales, siguen transgrediendo centenares de blindados  y millares de soldados rusos.

“Doscientos tanques sólo en los últimos dos días y, con ellos, unos dos mil militares, sin sus uniformes”, me precisa el presidente Petro Poroshenko, en el gigantesco y pesado edificio que ocupa, y que fue construido para el Comité Central del Partido Comunista de Ucrania. “Rusia no respetó ni un solo día el acuerdo de paz que firmamos en Minsk. Pero la invasión rusa ha servido para unirnos. Ahora, el ochenta por ciento del país rechaza la intervención y está dispuesto a pelear”. Habla con mucha calma, en un inglés cuidado –es un industrial próspero, rollizo y amable y todo el mundo conoce sus fábricas de chocolates– y está convencido de que Europa y Estados Unidos no permitirían la ocupación colonial de su país.

 Se dice que entre el presidente Poroshenko y su primer ministro, Arseny Yatseniuk, hay diferencias, pues este último sería más radical que aquél. Conversando con ambos, por separado, apenas las noté. Ambos creen que la agresión rusa continuará y que Ucrania, para Putin, es sólo un primer paso en su desafío al sistema democrático occidental, al que percibe como un adversario esencial de Rusia y del orden autoritario e imperial que preside; y que, en las actuales circunstancias, el jerarca ruso se siente envalentonado por la impunidad con que ha actuado creando los enclaves pro rusos de Georgia –Abjasia y Osetia del Sur-, apoderándose de Crimea e infligiendo una humillación al presidente Obama en Siria, saltándose alegremente, sin el menor perjuicio, las ‘líneas rojas’ que éste estableció.

En lo que Poroshenko y Yatseniuk se diferencian es en que el primer ministro, raro hombre público, no trata de ser simpático a su interlocutor y habla con una franqueza cruda que cualquier político consideraría suicida. “Nadie va a ir a la guerra por Ucrania, lo sabemos de sobra. Ojalá que, por lo menos, nos den armas para defendernos.” Es delgado, calvo, con unas gruesas gafas de miope, muy delgado y, se diría, un asceta.

Economista destacado, dirigió el Banco Central, ha sido Ministro de Economía y rara vez sonríe. “No soy pesimista sino realista”, asegura. “Los zares, Lenin, Stalin, trataron de desaparecernos. Ahora todos ellos están muertos y Ucrania sigue viva. ¿Qué debemos hacer, pese a la desigualdad de fuerzas con Rusia? Luchar, no hay alternativa”. Piensa que si Ucrania cae, las próximas víctimas serán los países bálticos, Polonia, las otras ex “democracias populares”. “Putin no puede dar marcha atrás, en Rusia lo matarían. Ha hecho tragar a su pueblo que todo esto es una conjura de la CIA y los Estados Unidos. Y, por ahora, los rusos le creen y están dispuestos a sufrir todas las sanciones económicas que les inflija el mundo democrático”. Estas sanciones están afectando seriamente la economía rusa, pero Yatseniuk no cree que ello mermará la vocación imperialista de Putin. “Su principal objetivo no es económico sino político e ideológico”.

A la ciudad de Dnipropetrovsk, extendida a ambas orillas del majestuoso río Dniéper, han llegado en las últimas semanas más de 40 mil refugiados de las provincias orientales donde se  combate. El alcalde me dice que esperan otros 40 mil en las próximas semanas. Aunque las migraciones forzadas por causa de la guerra son difíciles de cuantificar, la cifra de ucranianos que han abandonado las ciudades y pueblos de la frontera debe haber ya excedido el millón. Para albergar este gigantesco éxodo hay una movilización ciudadana que apoya y a veces suple al Estado precario, que se va reconstituyendo a saltos luego del cataclismo que significó el desplome de la dictadura de Yanukóvich gracias al levantamiento del Maidán.

En la enorme plaza de este nombre hay fotos de todos los muertos durante las acciones. Hablo con varios líderes de la revuelta y el que me impresiona más es Dimitri Bulatov. Organizó las caravanas de automóviles que iban a hacer manifestaciones de repudio pacíficas ante las casas de los jerarcas del régimen y aseguró las comunicaciones rebeldes. Nada más comenzar las protestas fue secuestrado, en plena calle, por individuos que –supone– pertenecían a las “fuerzas especiales” del Gobierno. Durante ocho días fue torturado: le acuchillaron la cara, le cortaron media oreja y, finalmente, lo crucificaron. Sus verdugos querían que confesara que el Maidán era financiado por la CIA. “Les confesé todos los disparates que querían pero, aun así, estaba seguro de que me matarían”. Sin embargo,  al octavo día, misteriosamente, sus captores desaparecieron.  Ahora es ministro de Juventud y Deportes. Joven y jovial, luce sin la menor incomodidad su oreja cortada, su gran cicatriz en la cara y sus manos trituradas. Me informa con lujo de detalles sobre los esfuerzos que hacen él y sus colegas en el Gobierno para acabar con la corrupción, grande todavía en la burocracia oficial. Le pregunto si es verdad que, apenas liberado del secuestro, fue a pelear como voluntario a la frontera. “Sí, y mi mujer me dijo que si volvía vivo ella me mataría. Pero no lo hizo”. Su mujer, que está a su lado, joven, bonita y risueña, asiente: “Da, da”.

El Ejército ucraniano que se enfrenta a los rusos ha renacido prácticamente de la nada; está conformado en parte por voluntarios y, dada la precariedad de los fondos de que dispone el Gobierno, existe en buena medida gracias al apoyo de la población civil. Julia, mi traductora, me cuenta que ella y sus hijos están encargados de las colectas en su calle para ayudar a los soldados y que, cada semana, van ellos mismos en vehículos alquilados a la frontera llevando las provisiones, mantas, colchones y dinero que permiten a los combatientes subsistir.

El único escritor ucraniano que he leído, Mijaíl Bulgákov, se sentiría orgulloso en estos días de la resistencia y el heroísmo tranquilo de sus compatriotas. Él fue una víctima de Stalin y del régimen comunista que censuró casi todos sus libros; su obra maestra, El maestro y Margarita, sólo apareció en los años setenta, muchos años después de su muerte.

En lugar de mandarlo al Gulag, Stalin tuvo el refinamiento de darle un trabajito miserable en el mismo teatro donde se habían estrenado sus obras más exitosas, como para que se muriera a pocos de nostalgia y frustración.

Voy a visitar su casa-museo en la bonita cuesta de San Andrés, donde hay una bella iglesia ortodoxa, pintores callejeros y quioscos llenos de camisetas con insultos contra Putin y rollos de papel higiénico impresos con su cara. La casa del escritor es pulcra, blanca, llena de íconos –sus seis hermanas y sus padres eran muy religiosos– y ahí están sus cuadernos de estudiante de medicina, su título, sus libros póstumamente publicados que él nunca vio. Visitar esta casa, este país, aunque sea sólo por cinco días, me entristece, me alegra, me subleva. Una visita tan corta le llena a uno la cabeza de imágenes confusas y sentimientos exaltados. Pero de una cosa estoy seguro: los ucranianos son ahora libres y a Vladimir Putin le costará muchísimo arrebatarles esa libertad.




El Comercio en el Océano Pacífico

El Comercio en el Océano Pacífico

Publicado por The Economist el 17 de noviembre del 2014.

Traducido por Lampadia.

Desde los 1970s, el comercio a través del Pacífico ha superado largamente el del Atlántico. China, por ejemplo, ha llevado su necesidad de alimentos de alto valor proteico y de materias primas a América Latina y se ha convertido en el mayor socio comercial de Chile [y del Perú]. Según una estimación, en el 2010 le prometió más préstamos a América Latina que el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Ex-Im Bank de los Estados Unidos combinados. Estas conexiones han convertido a los países en proceso de desarrollo al borde del Pacífico en una fábrica de crecimiento. Mientras que la economía de Estados Unidos creció a un promedio de 1.6% anual en la última década y la Unión Europea a un 1.7%, América Latina se ha expandido en un 4.6%, el este asiático en un 5.4% y el sudeste asiático en un 5.9%. [El Perú 6.4%]. Las 21 economías de la agrupación más grande del Pacífico, la Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), representan casi la mitad del comercio mundial. La región también ha visto un aumento asombroso en su prosperidad. En las partes más pobres de Asia, el tamaño de la clase media (aquellos que viven con $ 2.20 al día) se ha multiplicado por siete desde el cambio de milenio. En América Latina se ha duplicado.




El Gobierno de Francia abraza la liberalización económica

El Gobierno de Francia abraza la liberalización económica

El País, España, publicado el 15 de octubre de 2014

Por Carlos Yárnoz

El ministro Macron lanza un plan para relanzar la actividad y rebajar las tasas

El ministro francés de Economía, Emmanuel Macron, lanzó este miércoles un paquete de liberalización de la economía que incluye desde la rebaja de tasas en sectores regulados hasta la eliminación de trabas legales para la creación de empresas pasando por la autorización para abrir comercios en domingos o la venta de activos estatales por más de 5.000 millones. Con este paso, el Gobierno francés pretende “modernizar” su economía y favorecer el crecimiento. Por el contrario, Francia se niega a realizar más recortes y abre una batalla con Bruselas al incumplir su compromiso de déficit.

Macron, de 36 años, enmarcado en el ala social-liberal del gobernante Partido Socialista, anunció desde su entrada en el Ejecutivo en agosto que su principal cometido consistiría en “eliminar rigideces del sistema”. Este miércoles lo concretó al presentar en el Consejo de Ministros las grandes líneas liberalizadoras de la economía francesa contenidas en el denominado “proyecto de Ley para la Actividad y la Igualdad de Oportunidades Económicas”.

“Para encontrar la senda de un crecimiento duradero elevado, es necesario relanzar la inversión, movilizando a la UE en torno a un programa ambicioso y favoreciendo la iniciativa privada en Francia. Hay que modernizar la economía francesa para eliminar los bloqueos al desarrollo de la actividad”. Ese es el principio difundido este miércoles oficialmente tras la reunión del Gobierno, que apuesta por favorecer a toda costa el crecimiento en lugar de acometer políticas de austeridad.

La nueva ley liberalizadora afectará especialmente a las denominadas “profesiones reglamentadas”, como notarios, procuradores, médicos o farmacéuticos, cuyos ingresos medios encabezan las estadísticas francesas. Sus tarifas serán ajustadas “al coste real”, o sea, a la baja, y se posibilitará la entrada de accionistas ajenos a la profesión.

Las tarifas de médicos o notarios bajarán al ajustarse “al coste real”

La norma, que será aprobada en diciembre, incluirá también el permiso para abrir locales comerciales en domingos (entre cinco y doce al año) o la reducción de los peajes de autopistas. Asimismo, Macron prevé simplificar al máximo la maraña legal existente para crear nuevas empresas, iniciar la construcción de viviendas o emprender todo tipo de negocios. Y vender activos estatales por valor de entre 5.000 y 12.000 millones.

El primer ministro, Manuel Valls, eligió a Macron para que le acompañara el mes pasado en visita a Berlín para explicar la particular vía francesa para superar la crisis. El jefe del Gobierno presentó a Macron en Berlín como “el ministro estrella” de su equipo. Ambos escucharon que Alemania valora los esfuerzos de París para reequilibrar sus cuentas públicas, pero que son necesarias más reformas para evitar futuros desequilibrios en las cuentas públicas francesas.

Esos desequilibrios son los que este miércoles dieron paso a una batalla de imprevisibles consecuencias entre París y Bruselas. El Gobierno de Valls envió a la capital comunitaria su presupuesto para 2015, que incumple el compromiso de rebajar el déficit público al 3% (será del 4,3% en 2015), y advirtió que no hará más recortes para reducir ese porcentaje porque considera que la austeridad perjudicará el ansiado crecimiento.

“El ritmo de reducción del déficit debe ser compatible con el crecimiento. Ya estamos haciendo unos esfuerzos sin precedentes”, ha argumentado el portavoz del Ejecutivo, Stéphan Le Foll. En 2015, Francia recortará su gasto en 21.000 millones (de un total de 50.000 en tres años). En paralelo, y en otro gesto significativo en un Gobierno socialista, Francia dedicará 12.000 millones a ayudar a las empresas (41.000 en tres años). También dejará de ingresar 3.200 millones en 2015 por una rebaja fiscal que beneficiará a nueve millones de hogares.

Bruselas estudiará los presupuestos franceses, pero ya ha advertido que los considera “insuficientes”. En teoría, a finales de mes tendría que dar su opinión oficial. Cabe la opción de que pida modificarlos, lo que supondría una afrenta sin precedentes para París. “La soberanía pertenece al Parlamento francés. Francia asume sus responsabilidades de forma soberana”, ha advertido el ministro de Finanzas, Michel Sapin.

En el peor de los casos, y si el consejo de ministros de la UE acordara abrir un expediente por déficit excesivo a Francia, el país podría sufrir una multa de hasta el 0,2% de su PIB. Francia está bajo vigilancia de Bruselas desde 2009. Se comprometió a rebajar su déficit al 3% en 2011. Lo incumplió. Lo mismo ocurrió con la prórroga dada hasta 2013 y volverá a pasar en 2015.

La pugna entre París y la UE por la austeridad durará varios meses

La batalla actual se prolongará varios meses. A partir de noviembre, el comisario de Asuntos Económicos, clave en este proceso, será el francés Pierre Moscovici, exministro de Economía y Finanzas hasta marzo y, por tanto, corresponsable de los desvíos presupuestarios en su país. Francia se enfrenta, además, a países que, como Grecia, España o Portugal, se han visto forzados a emprender políticas de austeridad.

“El ritmo de reducción de déficits debe ser adaptado a la situación económica actual”, ha destacado el Gobierno. “El débil crecimiento en Europa [que ya afecta también a Alemania] y una inflación muy baja” son las principales razones esgrimidas por París “No hay plan B”, avisó ya hace una semana Le Foll.

Los planes de recortes y reformas no incluyen otras medidas adoptadas en otros países que han practicado la austeridad. Francia no prevé bajadas salariales, reformas del sistema de pensiones o del mercado laboral ni modificaciones del subsidio de desempleo. Alusiones de Valls y Macron a estas dos últimas han sido objeto de críticas incluso en sus filas socialistas.




Un plan Merkel para Ucrania y Europa

Un plan Merkel para Ucrania y Europa

La Unión Europea debe elaborar un plan a diez años para Ucrania. Y ese plan va a definir también lo que será Europa dentro de diez años. En homenaje a la política más destacada de Europa, que ha impulsado claramente el giro de la política europea respecto a Ucrania, podríamos denominarlo plan Merkel. Si triunfa, prevalecerá una versión muy europea del orden liberal por encima de la receta conservadora y nacionalista de agitación violenta y permanente que representa Vladimir Putin. Si fracasa, volverá a fracasar Europa.

Por Timothy Garton Ash (Diario “El País”)
(El Comercio, 28 de Septiembre del 2014)

Nuestro plan debe tener tres frentes, militar, político y económico, cada uno con múltiples componentes, que habría que ir adaptando a unas circunstancias cambiantes. Estados Unidos tiene asignado un papel, pero un papel secundario, no protagonista.

Para tener un plan, los europeos debemos saber a qué nos enfrentamos. Es difícil saberlo, porque Putin está exhibiendo un estado mental típico de un autócrata trasnochado: errático y lleno de soberbia. Pero imagino que lo que pretende es mantener el caos, la dispersión de poderes y la influencia rusa en el sureste de Ucrania para que el país no pueda consolidarse como Estado soberano y funcional ni acercarse a la Unión Europea y la OTAN. En esta estrategia es fundamental que haya una frontera porosa entre Rusia y Ucrania, para que las armas y los agitadores rusos la atraviesen a discreción.

Esta no era la idea inicial de Putin. Lo que él quería era un Estado satélite dentro de su Unión Euroasiática, no la mitad de una casa en ruinas. Sin embargo, ahora parece que ha decidido recurrir a lo que en el mundo postsoviético se llama la opción del conflicto congelado. ¿Qué respuesta podemos dar sin perder de vista otras posibilidades, tanto peores como mejores?

Algunos proponen reforzar la ayuda militar a las fuerzas armadas ucranianas, para que tengan opciones de ganar. Desde el punto de vista moral, es justificable. En la práctica, no es posible. Tras las reformas aplicadas al ejército ruso durante los últimos seis años, Putin cuenta hoy con unas tropas modernas y eficientes al otro lado de la frontera, y sus generales han reflexionado mucho para diseñar las nuevas formas de guerra encubierta y no declarada que con tanto éxito han llevado a la práctica en Crimea y el este de Ucrania.  No podemos transformar de golpe el ejército ucranio solo con entrenamientos y transferencias de material, igual que no es posible convertir un viejo Lada en un BMW solo con introducir una caja de de BMW y contratar a un mecánico alemán. Salvo que Washington quiera librar una guerra no declarada contra una Rusia aún nuclear, Moscú tendrá siempre lo que los estrategas llaman el dominio de la escalada. Putin siempre puede aumentar la apuesta, y ha demostrado que está dispuesto a hacerlo.

Aun así, los países occidentales deben proporcionar material muy escogido, suministros y entrenamiento al ejército ucranio, en especial a las tropas fronterizas. A largo plazo, una de las claves para asegurarse de que Putin no consiga su conflicto congelado es cerrar esa frontera. Además, la OTAN debe dejar claro que no tolerará ninguna acción rusa encubierta, militar ni paramilitar, en ningún centímetro cuadrado de territorio de la Alianza, y eso incluye, por ejemplo, la ciudad estonia, pero habitada por rusos, de Narva, en la frontera entre Rusia y Estonia.

Tiene que haber negociaciones políticas y diplomáticas siempre que sea posible. Pero las probabilidades de alcanzar un acuerdo constitucional en el este de Ucrania que sea aceptable tanto para Rusia como para Kiev son escasas. Las dos partes no pueden ponerse de acuerdo en lo que significan decir palabras como descentralización, federalización y estatus especial ni en cuáles son las zonas a las que deben aplicarse. (“Ucrania es libre de aprobar las leyes que quiera”, declaró un jefe rebelde en Donetsk a AFP, “pero no pensamos en federalismo”).

Y, sobre todo, Putin no puede querer un verdadero acuerdo estable, pacífico y duradero, porque entonces Ucrania podría funcionar como Estado federal y acercarse a la UE. Puede que a él y a sus seguidores les importe el futuro de los que llaman “rusos” en los países vecinos, pero el gran juego que le interesa al presidente es geopolítico y no tiene nada que ver con los derechos de las minorías locales.

Mientras tanto, Europa puede tomar otras medidas políticas. Ahora que los parlamentos europeo y ucraniano han ratificado el acuerdo de asociación, la UE debe ayudar a Ucrania a ser un Estado más o menos funcional. Si la Unión pretende ganarse a los habitantes de habla rusa, lo mejor que puede hacer es dar pasos hacia la exención de visado para la mayoría de los ucranios. La experiencia indica que es la forma más rápida de cambiar las opiniones en la Europa poscomunista, pero es evidente que es un trago difícil para una Europa occidental recelosa ante la inmigración.

A cambio de esos incentivos, los ucranianos deben tomarse en serio la reforma de su Estado. Eso significa, ante todo, combatir la corrupción omnipresente en la política de la Ucrania postsoviética. Eso tiene que cambiar.

En cuanto a los rusos, no debemos olvidar nunca que, a pesar de su popularidad actual, Putin no es Rusia ni Rusia es Putin. Debemos tener siempre presente esa distinción crucial.

En algún momento de los próximos diez años, Putin se marchará.

¿Se acelerará esa marcha si hay unas sanciones económicas más fuertes contra el régimen? Sus consecuencias ya están empezando a notarse, incluso en grandes compañías energéticas como Rosneft, pero, a corto plazo, la mentalidad de asedio fomentada por la propaganda puede reforzar aún más a Putin. A largo plazo, las sanciones le debilitarán. Con los años, los rusos calcularán con pragmatismo qué les interesa más. Los bolsillos de las familias podrán más que el alma imperial colectiva.

Sobre todo, si se ve que Ucrania prospera y Rusia, no. Para que prospere, será crucial encontrar el difícil equilibrio entre desarrollar la relación comercial e inversora de Ucrania con la UE y no cortar sus lazos económicos con Rusia. El acuerdo firmado este mes para aplazar la aplicación del tratado de libre comercio entre la UE y Ucrania permite ganar algo de tiempo para buscar una solución.

Luego está la cuestión energética. Aproximadamente la mitad de los ingresos federales de Rusia proceden del gas y el petróleo. Gran parte de Europa necesita el combustible ruso para poder tener luz. Si la UE se encamina hacia la independencia energética –que exige una red de interdependencia energética de los Estados miembros–, el equilibrio de poder entre Rusia y Europa sufrirá una alteración decisiva. Al ayudar a Ucrania, Europa se ayudará a sí misma.

Estas no son más que unas cuantas sugerencias para un plan a diez años. Pueden estar en desacuerdo con unas, o proponer otras distintas. Lo que es indudable es que Europa necesita ese plan; que tendrá muchos componentes, no dos o tres muy llamativos; que sus principales instrumentos serán económicos y políticos, no militares; que deberá ser constante en la estrategia y flexible en la táctica; y que tardará mucho tiempo en dar fruto. Si Europa posee la visión, la voluntad y la paciencia necesarias, el resultado traerá a la mente la vieja fábula del frío viento del Este y el sol que apuestan sobre cuál de los dos es capaz de quitarle el abrigo a un hombre que pasa. El viento sopla y sopla, y el hombre se estremece y se envuelve aun más para protegerse del frío. Entonces reluce el sol, y el hombre, sudoroso, se lo quita.




El éxito económico solo es posible cuando las cosas se hacen bien

El éxito económico solo es posible cuando las cosas se hacen bien

España y Polonia: dos naciones, dos destinos. Ambas sufrieron la marginación de sus pares europeos, las dos sufrieron largas dictaduras que las empobreció y eliminó la libertad de sus ciudadanos. Posteriormente, ambos se integraron a la Unión Europea (UE), aunque con casi dos décadas de diferencia. Primero España en 1985 y luego Polonia en el 2004. A pesar de esta aparente desventaja en el tiempo y del mayor tamaño de la economía española, Polonia muestra hoy una salud financiera envidiable en comparación con la hispana (ver en Lampadia (L): Polonia la nueva estrella europea). ¿A qué se debe esta situación? Todo nos indica que tiene mucho que ver con la cultura, las actitudes y responsabilidad con que enfrentaron la reconversión de sus países.

Repasemos las diferencias de sus modelos. Tras ingresar a la UE, la economía ibérica tuvo un rendimiento espectacular, (se reputó como el milagro español). Del 85 al 89, duplicó su PBI (pasó de US$ 164,250 millones a US$ 379,360 millones), al igual que con su PBI per cápita (de 4,290 a 9,330 dólares). Este fenómeno estuvo impulsado por el incremento de la inversión extranjera directa (que pasó de 1.4% al 6.6% del PBI) y al acceso a mayor y mejor crédito internacional. Se modernizó su industria, que tenía uno de los records de fallas de producción más altos del mundo (reprocesaban hasta el 30% de sus productos), sus campos se hicieron más productivos y se integraron al mundo y floreció la industria sin chimeneas del turismo, que explica más de un tercio de su PBI.

Sus problemas estructurales empezaron con la creación del Euro, que les dio acceso a financiamiento a costos alemanes sin rigurosidad fiscal y la adecuada evaluación de sus inversiones, las cuales se multiplicaron sin límites. Luego, la crisis financiera mundial del 2008, evidenció sus debilidades: unas regionalización (autonomías) sin cuidados fiscales (gastadoras), un sistema financiero (las famosas Cajas) sobreexpuesto, un Estado de Bienestar regalón y sobre endeudado, inversiones inmensas e improductivas (un aeropuerto moderno donde nunca aterrizó un avión), un gobierno irresponsable e irrealista (“¿cuál crisis?”), que no quiso asumir la realidad y corregir el camino. El resultado fue la bancarrota, sobreendeudamiento generalizado y niveles de desempleo que solo entran en los libros de ficción con un desempleo juvenil que llegó al 56%.

Como dice Xavier Sala-i-Martín: “por mucho que el gobierno dé las culpas a la situación financiera internacional, la crisis española es made in Spain. Cuando España era un país pobre, basó su crecimiento en productos baratos porque los salarios (…) eran bajos. A medida que crecía, los salarios subían y la competitividad desaparecía. Al no poder competir vendiendo productos más baratos que los demás, España tenía que innovar. Pero nunca lo hizo. En lugar de ello, intentó perpetuar la situación contratando a inmigrantes pobres, cosa que no hacía más que retardar las reformas (…). Las empresas no tenían incentivos a invertir en tecnología o transformarse hacia actividades de mayor valor añadido.

“La burbuja inmobiliaria también contribuyó a que no se hicieran reformas. Por alguna razón se generalizó la idea de que la vivienda era una inversión segura (…). Entre un 15 y un 19% del crecimiento español llegó a depender de la construcción (4% en EEUU). (…) Mientras las cosas iban bien, nadie veía la necesidad de llevar a cabo las dolorosas reformas que habrían fomentado la innovación. Pero ahora que ha acabado el boom de la construcción: ¿exactamente qué producirá España? Silencio sepulcral”.

Es decir, como bien señala Sala-i-Martín, España vivió una gran FIESTA y evitó hacer las “dolorosas reformas” que la hicieran más competitiva. “En los últimos diez años, hemos perdido un 36% de competitividad con respecto a Alemania (…)” asegura el economista Víctor Herráez.

¿Y por qué es poco competitiva España frente a sus socios europeos? Entre otras razones, señala Herráez por el mercado laboral, la elefantiásica burocracia, la nula inversión en capacitación y los escasos niveles educativos. El  mercado de trabajo, “para resumirlo es de locos, la fuerte importancia política de unos sindicatos de clase anclados en el tiempo y cuya única función es proteger los derechos adquiridos en el pasado, está dificultando la incorporación al mercado de los trabajadores “marginados” entre los que se encuentran nuestros jóvenes (…)”, indicó Herráez.

Polonia en cambio, resistió el embate de la crisis mucho mejor. Antes de ingresar a la UE efectuó una profunda reforma de su mercado laboral calificado por algunos como “demasiado drástica”. Como indican los expertos españoles Natalia Micó y Juan Manuel García, “una de las claves de esta transformación ha sido la libertad de contratación por parte las instituciones públicas y privadas, las cuales hoy por hoy, pueden tomar decisiones libremente de número de empleados, salarios, financiación, beneficios, reparto de dividendos, etc.(…).

No se puede dejar de destacar que cuando Polonia ingresó a la Comunidad, no fue víctima de ningún complejo de superioridad, y copió 80,000 hojas de normas europeas, las tradujo y puso en vigencia, elevando su nivel de institucionalidad, escapando así de la desgraciada herencia soviética. Ver en L: Polonia es el niño dorado de Europa

Y no solo eso, sino que “otras reformas en el mercado laboral de Polonia han sido los diferentes planes y programas de formación continua dirigidos a aumentar la capacitación de sus trabajadores”. Ver en L: La Capacitación produce milagros.

Sobre educación, Herráez sostiene: “Me gustaría recordar también que una parte de nuestros problemas radican en la falta de preparación de nosotros mismos, como ciudadanos de un país llamado España, con un nivel educativo bajísimo, fruto de políticas erróneas y que se caracteriza por su autismo provinciano, a modo de ejemplo el nivel de españoles que dominan un segundo idioma tan importante como el inglés, es de una tercera parte con respecto a países como Alemania o Bélgica, Holanda y Luxemburgo, finalmente destacar la falta de programas importantes que relacionen eficazmente nuestras universidades con el sistema empresarial”.

Efectivamente, los resultados en las pruebas PISA de los estudiantes españoles está por debajo de la media de la OECD en matemáticas y compresión de lectura. Todo lo contrario de lo que sucede con Polonia. Como hemos señalado en Lampadia, entre 1998 y 1999, se dio impulso a una Reforma Educativa para elevar el número de estudiantes en secundaria y universidades y mejorar sustancialmente la calidad.

Los resultados no tardaron en llegar en las pruebas PISA. Si bien el año 2000 no fue el mejor, para el 2003 habían subido más de 10 puntos, y para el 2006 superaron el promedio de los países de la OECD. ¡En solo seis años lograron una mejora extraordinaria! Hoy pueden enorgullecerse de tener una de los  10 mejores niveles educativos del mundo. España, sigue a media tabla.

Habría que señalar entonces, que la diferencia estuvo en las decisiones políticas. Mientras España se conformó con sus éxitos iniciales, y desestimó la necesidad de asumir las reformas   estructurales que hubieran afianzado su productividad y competitividad. En Polonia en cambio, con una cultura más austera, entendieron que el camino de la prosperidad exigía esfuerzos continuos y sacrificados.

Lamentablemente en el Perú, suspendimos nuestras reformas en el año 1997, y en el nuevo siglo terminamos por desandarlas. La fuerza del país, su gente, sus recursos, el regreso de la inversión privada generaron un circuito virtuoso también extraordinario. Pero esto, no fue nunca entendido por nuestro mundo político, académico y mediático, que siguió considerando al Perú desde una visión parroquial.

Las lecciones para el Perú son claras: Se necesita un auténtico liderazgo, el que esperan nuestros jóvenes, un consenso político para enfrentar nuestra agenda pendiente y seguir ambicionando el desarrollo integral y duradero. Lampadia




UE critica que gobiernos de AL aprovechen veto ruso

UE critica que gobiernos de AL aprovechen veto ruso

Argentina, Brasil, Uruguay y Chile buscar vender más productos agroalimentarios ante sanciones rusas a Europa.

Comentario de Lampadia: No le falta razón a la UE, pues los comportamientos de Rusia deben ser rechazados por toda la humanidad. Si por un negocio, que no va a durar mucho tiempo, te casas con el diablo, te quemarás por gusto. No sorprende que Brasil y Argentina estén en este camino, pero da mucha pena que Chile rompa una tradición de coherencia política de muchas décadas.

Ver en Lampadia: Los riesgos del nuevo imperialismo ruso

(La República, 15 de Agosto del 2014)

La Unión Europea (UE) transmitirá en los próximos días a un grupo de países de América Latina su malestar por las rápidas reacciones oficiales luego de las sanciones rusas a los productos agrícolas de la UE, Estados Unidos, Australia, Canadá y Noruega y los llamará a tener en cuenta el carácter político del actual conflicto, según informan varios medios europeos.

En la UE cayó mal que los embajadores de Argentina, Chile, Ecuador y Uruguay en Moscú se reunieran, pocas horas después de que el presidente ruso Vladimir Putin decretase la prohibición de importaciones.

Ante ello, varios gobiernos y organizaciones de comercio exterior de América Latina resaltaron de inmediato que las medidas de Moscú prometen beneficios para la región.

Jorge Capitanich, el jefe de Gabinete de la Argentina, manifestó que su gobierno elabora una agenda para “maximizar el comercio con Rusia”. “Estamos desarrollando la agenda con el sector privado para potenciar las exportaciones de nuestros productos, que van a sustituir a los de la UE y los Estados Unidos”, agregó.

Seneri Paludo, secretario de política agrícola del Gobierno de Brasil, resaltó que el embargo de Rusia a los alimentos europeos podría permitir a Brasil exportar más maíz y soja a ese país. Interesantes para Brasil pueden ser también las posibilidades de vender más carne vacuna y de aves.

Según fuentes rusas, para setiembre está planeada la visita de Tabaré Aguerre, ministro de Agricultura de Uruguay, a Moscú. El presidente de la Unión de Exportadores del Uruguay, Álvaro Queijo, es, sin embargo, escéptico. “Las mejoras de este tipo no son las más deseadas, prefiero que sean reales y fruto de la competitividad”, señaló.

Andrés Rebolledo, director de Relaciones Económicas Internacionales de Chile, dijo que también ve una “oportunidad de aumentar las exportaciones chilenas a Rusia”.

“Este es un tema estrictamente comercial. Nuestras posiciones en política exterior son claras (…). Son canales separados”, manifestó.




Polonia la nueva estrella europea

Polonia la nueva estrella europea

En los últimos 25 años, Polonia ha dejado atrás el lastre de su pasado soviético y se ha embarcado en tres oleadas de reformas profundas: económica, educativa e institucional. Adoptó, sin complejos, las normas europeas y se integró a la Unión Europea, y sin hacer mucho ruido se ha convertido en “el niño dorado de Europa”, como asegura Marcin Piatkowski, economista senior para Polonia del Banco Mundial. Hoy este exuberante país muestra un pujante sector manufacturero de tecnología intermedia, números macroeconómicos sobresalientes, altísimos niveles educativos (Top Ten en Pisa a nivel global) y buenos  ingresos  personales. Recientemente, The Economist le dedicó un elogioso artículo en el que señala que el PBI per cápita (ajustado por poder de compra) es el 67% del promedio del de la Unión Europea (proporción que, en 1989, llegaba apenas al 33%). El Perú tiene mucho que aprender de este espectacular desarrollo, por eso después de leer la entrevista de Piatkowski, creemos importante profundizar el análisis de sus reformas.

Primera reforma: liberalización de la economía

Aunque parezca mentira, Polonia como el Perú han pasado, del noventa a la fecha, procesos bastante similares. Tras la caída del muro de Berlín, el sindicalista Lech Walesa se convierte en Presidente de Polonia (1990). La economía era un desastre, colonizada por Moscú y totalmente planificada sus burócratas, con una gran escasez y una inflación que bordeaba el 500%. Ante esta situación se aplicó una política de ajuste y paquete de reformas liberalizadoras del mercado, conocido como el “Plan Balcerowicz”, por el Ministro de Finanzas que lo implementó. Sus puntos más salientes son el fin del control de precios, reducción de subsidios, liberalización del tipo de cambio y tasas de interés y privatizaciones de las empresas públicas. La liberalización económica se consolidó con el cambio de Constitución en 1997, en la que se consagran definitivamente los cambios realizados en el aparato productivo, así como las libertades democráticas, civiles y empresariales. ¿Suena familiar? Este proceso estuvo dirigido a su eventual acceso a la Comunidad europea.

En vista que Polonia no cuenta con recursos naturales y que limita con Alemania, su sector de industrial se convirtió en su locomotora de crecimiento al acoplarse con su potente vecino, del mismo modo en que México se benefició de su cercanía con EEUU (después del NAFTA). Entre 1991 y 1998, duplicó su producción.

La transición implicó cambios estructurales en la composición del producto industrial, pues la apertura al mundo y la liberalización del trabajo les permitieron tornarse competitivos, ayudados por grandes flujos de inversión extranjera directa, provenientes de la UE. Si bien el sector manufacturero sigue siendo importante; hoy, el de servicios es la punta de lanza de su actual expansión económica. Por eso The Economist los denomina “el subcontratista de Europa”.

Segunda reforma: la educativa

Entre 1998 y 1999, se dio impulso a una Reforma Educativa para permitir que un mayor número de personas accedan a educación secundaria y superior, se asegure la igualdad de oportunidades y elevar sustancialmente la calidad.

Un aspecto importante de la reforma educativa fue la consagración de la educación obligatoria por doce años (seis de primaria, tres de secundaria media y tres de secundaria). En el Perú, apenas se llega a 11 años de escolaridad obligatoria.

Se decidió usar el PISA 2000 para sentar una línea de base de la calidad educativa y poder realizar seguimiento a la evolución de la Reforma. Si bien los resultados del año 2000 no fueron los mejores, en el 2003 habían mejorado en más de 10 puntos, y para el 2006 superaron el promedio de los resultados de la OECD (¡en solo seis años mejoraron radicalmente!) y hoy están entre los 10 primeros del mundo.

El costo de esta reforma es uno de los aspectos más saltantes: el gasto en educación en Polonia es “la mitad de lo que se gasta en Europa Occidental”, según Piatkowski. En términos porcentuales, Polonia destina el 5.2% de su PBI a la Educación, mientras que Noruega gasta el 6.9% (hoy el Perú ya gasta el 6% del PBI en educación, pero la mitad por el sector público y el resto por el sector privado, muy similar a lo que sucede en Chile). No sería entonces una cuestión de equiparar mayor gasto con mejores resultados, pero tampoco se puede afirmar que no existe un gasto mínimo necesario para obtener resultados adecuados.

Tercera reforma: institucional

La tercera gran reforma de Polonia fue su revolución institucional, para la cual trajeron del exterior 8,000 páginas de normas europeas que adoptaron en su integridad. Además les ayudó el proceso de “convergencia” para su ingreso como miembro pleno de la Unión Europea. Si bien este objetivo se trazó casi desde que cayó el bloque comunista, demoró catorce años. En Mayo 2004, recién se convirtió formalmente en parte de la UE.

Como mencionamos en Lampadia, la humildad de los polacos en aceptar que no era necesario reinventar la pólvora sino que simplemente era necesario seguir el buen ejemplo de sus vecinos es admirable. Ojalá los peruanos tuviéramos la misma capacidad.

El ingreso a la UE, además de representar un enorme mercado (en conjunto la mayor economía del Mundo al contener a cuatro de los diez principales países: Alemania, Francia, el Reino Unido e Italia), le significó a Polonia el inicio de un programa de transferencias directas significativo. A la fecha han recibido 102 billones de euros de transferencias, y se tienen programados otros 106 billones para el 2020.

En el Perú debiéramos revisar cómo en solo seis años han podido mejorar tan sustancialmente su calidad educativa hasta, incluso, superar a sus socios europeo. Esta extraordinaria experiencia ha demostrado que en corto plazo se puede hacer la diferencia. Solo se necesita una buena clase dirigente. Lampadia