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Los riesgos de una posible crisis financiera mundial

Los riesgos de una posible crisis financiera mundial

Hace unos días The Economist publicó un interesante artículo que describe los riesgos de crisis financiera a los cuales se encuentran inmersos bancos, fondos de inversión, inversionistas institucionales y hogares tenedores de activos, entre otros agentes económicos que integran los mercados financieros en EEUU. Ello a propósito del notable desplome que sufrió Wall Street el presente mes, una caída de tal magnitud que no ocurría desde la crisis financiera pasada, en 2009.

Si bien el popular medio británico no presenta un escenario tan dramático de posible  crisis global debido a la evolución que ha tenido el sector financiero respecto al 2008-2009, como su creciente desconcentración de los grandes bancos de inversión – ahora hay una importante presencia de inversores minoristas – sí destaca que el contexto de altos valores históricos de los activos, con políticas monetarias cada más restrictivas por parte de los bancos centrales para combatir la inflación, podría generar turbulencias y crisis de liquidez en caso hayan caídas en los precios de las acciones.

Al respecto, debemos destacar que en el Perú contamos con un banco central virtuoso que siempre está haciendo seguimiento a las fluctuaciones financieras mundiales y al comportamiento de las economías más importantes del mundo y de la región, que – aunado a que cuenta con reservas internacionales nada despreciables – lo posicionan en un excelente lugar para acometer política monetaria expansiva en caso de crisis internacionales que puedan afectar a nuestro país desde el lado financiero. Así lo demostró en el 2020 con el programa Reactiva, el cual, permitió la supervivencia del tejido productivo constituido por miles de empresas de todo tamaño, que, sin dicho salvavidas crediticio, hubieran dejado de existir.

Asimismo, por el lado fiscal, la reciente designación de Oscar Graham como ministro de Economía auguraría también una respuesta oportuna ante una posible crisis financiera mundial; sin embargo, dicha cartera ministerial lamentablemente se encuentra maniatada por los desmadres del presidente y su Premier, los cuales insisten cada cierto tiempo en la refundación del país mediante la convocatoria de una Asamblea Constituyente fuera de los cauces legales. Esperamos que las reflexiones producidas por la prensa internacional como la de The Economist los haga entrar en razón y descarten dicha propuesta de una vez por todas. Lampadia

La próxima crisis
¿Qué pasaría si los mercados financieros colapsaran?

Busque una guía en la historia, pero sepa que la próxima vez será diferente

The Economist
12 de febrero de 2022
Traducida y comentada por Lampadia

“Para los historiadores cada evento es único”, escribió Charles Kindleberger en su estudio sobre las crisis financieras. Pero mientras que “la historia es particular; la economía es general”, implica buscar patrones que indiquen si un ciclo está cambiando. Hoy, el sistema financiero de EEUU no se parece en nada a lo que era antes de las crisis de 2001 y 2008, pero últimamente ha habido algunos signos familiares de espuma y miedo en Wall Street: días de negociación salvaje sin noticias reales, cambios repentinos de precios y una sensación de malestar entre muchos inversores que han tomado una sobredosis de tecno-optimismo. Habiéndose disparado en 2021, las acciones de Wall Street tuvieron su peor enero desde 2009, cayendo un 5,3%. Los precios de los activos favorecidos por los inversores minoristas, como las acciones tecnológicas, las criptomonedas y las acciones de los fabricantes de automóviles eléctricos, se han desplomado. El estado de ánimo que alguna vez fue vertiginoso en r/WallStreetBets, un foro para comerciantes digitales diarios, ahora es triste.

Es tentador pensar que la venta masiva de enero fue exactamente lo que se necesitaba, purgando el mercado de valores de sus excesos especulativos. Pero el nuevo sistema financiero de EEUU todavía está cargado de riesgos. Los precios de los activos son altos: la última vez que las acciones fueron tan caras en relación con las ganancias a largo plazo fue antes de las caídas de 1929 y 2001, y el rendimiento adicional por poseer bonos de riesgo está cerca de su nivel más bajo en un cuarto de siglo. Muchas carteras se han cargado con activos de “larga duración” que generan ganancias solo en un futuro lejano. Y los bancos centrales están elevando las tasas de interés para controlar la inflación. Se espera que la Reserva Federal de EEUU haga aumentos de cinco cuartos de punto este año. Los rendimientos del Bund alemán a dos años subieron 0,33 puntos la semana pasada, su mayor salto desde 2008.

La combinación de valoraciones altísimas y tasas de interés en aumento podría generar fácilmente grandes pérdidas, ya que la tasa utilizada para descontar los ingresos futuros aumenta. Si se materializan grandes pérdidas, la cuestión importante para los inversores, los banqueros centrales y la economía mundial es si el sistema financiero las absorberá o las ampliará de manera segura. La respuesta no es obvia, ya que ese sistema ha sido transformado en los últimos 15 años por las fuerzas gemelas de la regulación y la innovación tecnológica.

Las nuevas reglas de capital han empujado a muchos bancos a tomar riesgos. La digitalización le ha dado a las computadoras más poder de decisión, ha creado nuevas plataformas para poseer activos y ha reducido el costo del comercio casi a cero. El resultado es un sistema de mercado de alta frecuencia con un nuevo elenco de jugadores. El comercio de acciones ya no está dominado por los fondos de pensiones, sino por los fondos cotizados en bolsa (ETF) automatizados y enjambres de inversores minoristas que utilizan nuevas aplicaciones ingeniosas. Los prestatarios pueden aprovechar los fondos de deuda, así como los bancos. El crédito fluye a través de las fronteras gracias a administradores de activos como BlackRock, que compran bonos extranjeros, no solo a prestamistas globales como Citigroup. Los mercados operan a una velocidad vertiginosa: el volumen de acciones negociadas en EEUU es 3,8 veces mayor que hace una década.

Muchos de estos cambios han sido para mejor. Han hecho que sea más barato y más fácil para todo tipo de inversores negociar con una gama más amplia de activos. El crack del 2008-09 mostró lo peligroso que era tener bancos que aceptaban depósitos del público expuestos a pérdidas catastróficas, lo que obligó a los gobiernos a rescatarlos. Hoy en día, los bancos son menos centrales para el sistema financiero, están mejor capitalizados y tienen menos activos de alto riesgo. Los fondos respaldados por accionistas o ahorradores a largo plazo que, en el papel, están mejor equipados para absorber pérdidas, toman más riesgos.

Sin embargo, la reinvención de las finanzas no ha eliminado la arrogancia. Destacan dos peligros. Primero, algo de apalancamiento está oculto en los bancos en la sombra y los fondos de inversión. Por ejemplo, los préstamos totales y los pasivos similares a depósitos de los fondos de cobertura, los fideicomisos inmobiliarios y los fondos del mercado monetario han aumentado al 43 % del PBI, desde el 32 % de hace una década. Las empresas pueden acumular enormes deudas sin que nadie se dé cuenta. Archegos, una oscura oficina de inversión familiar, incumplió el año pasado, imponiendo US$ 10,000 millones en pérdidas a sus prestamistas. Si los precios de los activos caen, podrían seguir otras explosiones, lo que aceleraría la corrección.

El segundo peligro es que, aunque el nuevo sistema está más descentralizado, todavía depende de que las transacciones se canalicen a través de unos pocos nodos que podrían verse abrumados por la volatilidad. Los ETF, con US$ 10 trillones en activos, dependen de unas pocas empresas pequeñas de creación de mercado para garantizar que el precio de los fondos siga con precisión los activos subyacentes que poseen. Trillones de dólares de contratos de derivados se enrutan a través de cinco cámaras de compensación estadounidenses. Muchas transacciones son ejecutadas por una nueva generación de intermediarios, como Citadel Securities. El mercado del Tesoro ahora depende de firmas comerciales automatizadas de alta frecuencia para funcionar.

Todas estas empresas o instituciones tienen colchones de seguridad y la mayoría puede exigir más garantías o “margen” para protegerse de las pérdidas de sus usuarios. Sin embargo, la experiencia reciente sugiere motivos de preocupación. En enero de 2021, el comercio frenético en una sola acción, GameStop, condujo al caos, lo que provocó grandes llamadas de margen del sistema de liquidación, que una nueva generación de firmas de corretaje basadas en aplicaciones, incluida Robinhood, tuvo problemas para pagar. Mientras tanto, el Tesoro y los mercados monetarios se paralizaron en 2014, 2019 y 2020. El sistema financiero basado en el mercado es hiperactivo la mayor parte del tiempo; en tiempos de estrés, áreas enteras de actividad comercial pueden secarse. Eso puede alimentar el pánico.

Los ciudadanos comunes pueden pensar que no importa mucho si un grupo de comerciantes diarios y administradores de fondos se queman. Pero tal incendio podría dañar el resto de la economía. El 53% de los hogares estadounidenses poseen acciones (frente al 37% en 1992) y hay más de 100 millones de cuentas de corretaje en línea. Si los mercados crediticios se estancan, los hogares y las empresas tendrán dificultades para obtener préstamos. Es por eso que, al comienzo de la pandemia, la FED actuó como un “creador de mercado de último recurso”, prometiendo hasta US$ 3 trillones para respaldar una variedad de mercados de deuda y respaldar a los distribuidores y algunos fondos mutuos.

Márgenes finos

¿Ese rescate fue un evento excepcional causado por una sola vez o una señal de lo que vendrá? Desde 2008-09, los bancos centrales y los reguladores han tenido dos objetivos tácitos: normalizar las tasas de interés y dejar de usar dinero público para respaldar la toma de riesgos privados. Parece que esos objetivos están en tensión: la FED debe subir tipos, pero eso podría desencadenar inestabilidad. El sistema financiero está en mejor forma que en 2008, cuando los jugadores imprudentes de Bear Stearns y Lehman Brothers paralizaron el mundo. Sin embargo, no se equivoque: se enfrenta a una dura prueba. 




Apple se inserta en los medios televisivos

Apple se inserta en los medios televisivos

El gigante tecnológico Apple, del cual hemos dedicado varias reflexiones en nuestro portal (ver en Lampadia: Apple supera el 1’000,000’000,000 de dólares, El éxito de las grandes empresas tecnológicas, Con Tim Cook Apple prosperó como nadie) por su constante reinvención y adecuación a las nuevas preferencias de los consumidores, se encuentra incursionando en líneas de negocio que tal vez su propio fundador Steve Jobs jamás se hubiera imaginado llegaría a ofrecer.

Así, The Economist dedicó un extenso artículo (ver artículo líneas abajo) sobre cómo Apple está aprovechando sus economías de escala en la industria de aplicativos móviles – en el que ya tiene una sólida cuota de mercado – para ingresar al mercado de streaming y así competir con empresas como Netflix, Disney Plus y HBO, a través de su plataforma Apple TV+. El resultado es una competencia feroz de precios e inversiones gigantescas en contenidos que han mejorado sustancialmente estos servicios de entretenimiento hacia sus consumidores, ampliando además su alcance hacia un mayor público objetivo.

Creemos importante compartir este hecho porque muestra la historia que nunca cuentan muchos de los reguladores occidentales del rubro tecnológico, los cuales usualmente demonizan a estas grandes empresas por sus supuestos abusos a los consumidores en torno a la privacidad de datos (ver en Lampadia: ¿Regulamos o desregulamos la industria tecnológica?). Lo sucedido con Apple también se ha venido replicando con otras empresas tecnológicas como Facebook, o de comercio electrónico como Amazon y Alibaba, las cuales siempre buscan insertarse en mercados de menor tamaño para generar una mayor competencia y así mejorar la relación calidad precio de los bienes que comercializan. Un verdadero reflejo de los beneficios que pueden lograrse con mercados libres competitivos.

Veamos este interesante artículo de The Economist sobre la incursión de Apple en el negocio de streaming. Lampadia

El magnate accidental
¿Qué tan grande en los medios quiere ser Apple?

La firma tecnológica de US$ 3 trillones no está jugando el mismo juego que sus rivales

The Economist
8 de enero de 2022

Traducida y comentada por Lampadia

Mientras los violines tocan con tristeza, Jon Stewart, un cómico estadounidense, hace un llamamiento simulado y emocional a los espectadores. “Cada año, miles de horas de contenido de alta calidad no se ven”, dice con seriedad. “Porque la gente buena y trabajadora… no sabe cómo encontrar Apple TV+”.

La empresa más valiosa del mundo puede permitirse algunas bromas a sus expensas. En el último año, el coloso tecnológico ha recaudado US$ 366,000 millones en ingresos, un tercio más que en 2020. El 3 de enero, su capitalización de mercado superó brevemente los US$ 3 trillones (ver gráfico 1). Los simples miles de millones que está invirtiendo en los medios, incluido un nuevo programa de televisión presentado por Stewart, representan un cambio de bolsillo para el gigante de Silicon Valley.

Sin embargo, a unas 300 millas (480 km) de la costa de Hollywood, donde los ejecutivos solían reírse de los diletantes de la gran tecnología del norte, la incursión de Apple en los medios no es una broma. Aunque está muy por detrás de Netflix y similares, Apple tiene suficiente dinero para sobrellevar las guerras de transmisión cada vez más costosas, que amenazan con llevar a la bancarrota a otros jugadores. Una pregunta mantiene despiertos a sus rivales por la noche: ¿Qué quiere Apple del mundo del espectáculo?

Apple se convirtió en un gran ruido en la música cuando lanzó iTunes hace 21 años esta semana. Tomó una parte de las ventas de canciones y cambió cientos de millones de iPods para que la gente los reprodujera. Más tarde, iTunes también vendió películas, y la empresa esperaba hacer que el mismo modelo funcionara en la televisión, donde el mercado es en orden de magnitud mayor que el de la música. Pero pagar por las descargas fue reemplazado por suscripciones de todo lo que puedas consumir, iniciadas por Spotify en música y Netflix en TV. A diferencia de la música o las películas descargadas, las suscripciones se pueden mover fácilmente entre plataformas. Así que Apple, al ver pocas oportunidades de encerrar a los consumidores en sus dispositivos, se quedó fuera de la revolución del streaming.

Hoy está de vuelta en el juego de los medios, y con una fuerza mayor que la que implica la broma de Stewart (ver gráfico 2). Apple Music, lanzado en 2015, es el segundo streamer más grande después de Spotify. Apple TV+, que ahora tiene dos años, es el cuarto servicio de video más grande fuera de China por el número de suscriptores, según Omdia, una compañía de datos. En los últimos dos años, Apple ha hecho apuestas de medios más pequeñas que incluyen Arcade, un paquete de juegos por suscripción, News+, un paquete de publicación y Fitness+, que ofrece clases de aeróbicos en video. Se habla de un servicio de audiolibros a finales de este año.

Al igual que Amazon, otro gigante tecnológico con una actividad secundaria en los medios, Apple ha podido lanzar sus ofertas más rápidamente en más países que la mayoría de sus rivales de Hollywood, que han tenido que construir negocios directos al consumidor desde cero. Y puede darse el lujo de ser generoso con las pruebas gratuitas: menos de un tercio de los suscriptores de Apple TV+ pagan por el servicio, cree Omdia. Ha tenido algunos éxitos, en particular “Ted Lasso”, que ganó una serie de premios Emmy en septiembre. Pero carece de un catálogo anterior, lo que genera altas tasas de abandono de clientes. Los competidores más pequeños como Paramount+ (parte de Viacom CBS) y Peacock (de NBC Universal) tienen nuevas ofertas limitadas, pero bibliotecas con décadas de antigüedad.

Las empresas de medios antiguos se han sentido desconcertadas por las incursiones intermitentes de Apple en su territorio, que a veces parecen poco entusiastas. Ganar en el streaming depende principalmente de derrochar contenido. Pero Apple, con mucho dinero, gastó poco más de US$ 2,000 millones en cine y televisión en 2021, frente a los US$ 9,000 millones de Amazon y los US$ 14,000 millones de Netflix, estima Ampere Analysis, una empresa de investigación. No se molesta mucho en comercializar sus esfuerzos. Y aunque los medios de comunicación han arrullado a los ejecutivos que Apple ha cazado furtivamente, como Jamie Erlicht y Zack Van Amburg de Sony y Richard Plepler de HBO, los expertos de Silicon Valley dicen que Apple mantiene a su propia gente de alta tecnología en otros proyectos.

De hecho, mientras Hollywood se preocupa por el próximo movimiento de Apple, muchos en Silicon Valley se preguntan por qué está en los medios. Ninguno de los mercados es un gran premio para la firma más valiosa del mundo. Toda la industria mundial de la música grabada tuvo ventas de US$ 22,000 millones en 2020, menos de lo que Apple ganó solo con la venta de iPads. En aproximadamente un mes, Apple genera tantos ingresos como Netflix en un año. El negocio de televisión de Apple depende de la compra de programas, en lugar de extraer rentas de las creaciones de otros como lo hacía en los días de iTunes (y como todavía lo hace en su tienda de aplicaciones). Y el efecto de “bloqueo” en los consumidores es débil, ya que los principales servicios de medios de Apple están disponibles en todas las plataformas.

El renovado interés de Apple en los medios se explica mejor por la transformación en la escala de la empresa, que cambia radicalmente el cálculo de qué proyectos paralelos valen la pena. Hace quince años, cuando Netflix comenzó a transmitir, los miles de millones de involucrados en la gestión de un estudio de cine habrían representado cerca de una porción de dos dígitos de los ingresos anuales de Apple. En aquel entonces, los ejecutivos de Silicon Valley volaban a Los Ángeles pensando: “Tenemos una gran chequera, podríamos ir y comprar un montón de contenido”, dice Benedict Evans, analista de tecnología y ex capitalista de riesgo. “E irían y tendrían su primera reunión en Los Ángeles. Y la gente de Los Ángeles les diría el precio”, momento en el cual la gente de tecnología se iría a casa. En 2021 el presupuesto de contenido estimado de Apple TV+ representó el 0.6% de los ingresos de la empresa: “dinero ficticio”, como lo expresa Evans.

Por lo tanto, el costo de administrar un estudio puede justificarse por lo que son solo beneficios modestos para Apple. Es posible que las suscripciones de transmisión no atraigan a las personas con tanta fuerza como lo hicieron las compras de iTunes, pero los diversos servicios de Apple aún enganchan a los clientes, haciéndolos pasar más tiempo con sus dispositivos y haciendo que sea un poco más inconveniente abandonar el ecosistema de Apple, dice Nick Lightle, un exejecutivo de Spotify. El propio iPhone, que generó US$ 192,000 millones en ventas el año pasado, más de la mitad de los ingresos totales de Apple, se vende como una especie de suscripción, señala Evans. Es probable que cualquier cosa que reduzca la rotación entre los suscriptores de iPhone, incluso en una pequeña cantidad, se pague por sí misma.

Los medios también hacen un buen marketing. Producir películas con Steven Spielberg y Tom Hanks refuerza la marca premium de Apple. Las asociaciones con estrellas del pop lo mantienen fresco. Y en un momento en que Silicon Valley está bajo ataque por prácticas monopólicas, invasión de la privacidad, subversión de la democracia y más, Apple está produciendo podcasts dignos de Malala Yousafzai, un premio Nobel, y enseña rutinas de ejercicios a los niños. No muchas empresas pueden pensar en un estudio de cine como un brazo de relaciones públicas. Una empresa de US$ 3 billones puede hacerlo.

“Apple no está jugando el mismo juego que muchos de sus otros competidores [de medios]”, dice Julia Alexander de Parrot Analytics, otra firma de datos. Para rivales de un solo truco como Netflix, es una competencia incómodamente asimétrica. Sin embargo, las prioridades más amplias de Apple también pueden obstaculizar sus ambiciones mediáticas. La falta de biblioteca de Apple TV+ podría solucionarse comprando la de otra persona; la firma ha sido promocionada como un comprador potencial de pequeños estudios como Lionsgate, así como de gigantes como Disney. Pero Apple puede desconfiar de provocar a la Comisión Federal de Comercio (FTC) de EEUU, que tiene la mira puesta en Silicon Valley. “Si usted es Apple y la FTC está considerando la gran tecnología, lo último que desea hacer es realizar una gran adquisición”, señala Alexander. Lina Khan, la jefe de ataques tecnológicos de la FTC está examinando la reciente compra de MGM Studios por parte de Amazon por US$ 8,500 millones; no importa que el objetivo sea un pescado pequeño relativo en un mercado fragmentado. A medida que las empresas compiten por el control de las próximas alturas de mando de la tecnología, desde la Web3 descentralizada hasta la realidad virtual, llamar la atención de los reguladores comprando episodios de tv antiguos podría ser un error estratégico.

Mientras continúen ayudando a vender sus dispositivos y puliendo su marca, Apple seguirá invirtiendo en sus servicios de medios. Hacerlo será más costoso: el gasto global en contenido de video superará los $ 230 mil millones en 2022, según Ampere, casi el doble de lo que era hace una década. A medida que los competidores más pequeños gastan más y se dan por vencidos, la posición de Apple podría incluso fortalecerse. Pero dadas sus mayores ambiciones en otras industrias, es probable que Apple esté satisfecha con su papel de actor secundario en los medios.  Lampadia

 



La reinvención del retail

La reinvención del retail

Hace un tiempo hemos venido escribiendo sobre cómo el comercio electrónico se disparó en todo el mundo producto de la pandemia y cómo numerosos emprendimientos aprovecharon las economías de escala que se gestaron a partir de los canales digitales para la distribución y expansión de sus productos, algo que todavía estaba en plena maduración en años prepandemia.

Sin embargo, hay una industria que, dados estos cambios en el comportamiento del consumidor, parecía que no iba a poder sobrevivir, pues sustentaba buena parte de sus ventas en la presencialidad y la experiencia que ofrecía esta modalidad de atención: el retail. Lo cierto es que, como muestra un reciente artículo de The Economist que compartimos líneas abajo, esto está muy lejos de la realidad.

Como destaca el popular medio británico, se observa un importante cambio en los grandes retailers en EEUU, que ahora compiten con grandes comercializadores electrónicos como Amazon. Estas firmas no solo han adoptado los canales digitales combinándolos con su tradicional presencialidad. Ahora han generado alianzas con otras aplicaciones de comercio electrónico, y en muchos casos juegan el papel de distribuidores, para evitar perder cuota de mercado frente a sus competidores. Ello ha permitido una sana competencia entre la industria retail y el comercio electrónico, mejorando las perspectivas de crecimiento en ambos sectores.

Ello demuestra una vez más la capacidad de innovación constante de los empresarios para sobreponerse exitosamente -a eventos intempestivos como las pandemias y cambios disruptivos en la demanda de los consumidores– y seguir generando bienestar en las sociedades, ofreciendo productos de buena calidad y a mejor precio.

Veamos el artículo de The Economist al respecto. Lampadia

Renacimiento del retail
Cómo los minoristas estadounidenses se han adaptado al efecto Amazon

El mercado del comercio electrónico es más dinámico de lo que los reguladores creen

The Economist
21 de agosto de 2021
Traducida y comentada por Lampadia

Después de recuperarse por el impacto de la pandemia, los consumidores estadounidenses regresaron rugiendo a principios de este año, impulsados ​​por las vacunas, los controles de estímulo y su optimismo instintivo. Ahora su entusiasmo comienza a menguar. Las ventas minoristas en julio fueron un 1.1% más bajas que el mes anterior y una encuesta de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan sugiere que los compradores perdieron más de su arrogancia a principios de agosto. La variante Delta los ha puesto nerviosos, mientras que los picos de precios y los fallos en la cadena de suministro han apagado el entusiasmo por comprar algunos productos como automóviles, cuyas ventas cayeron un 3.9% el mes pasado, en comparación con junio. Ahora existe la sensación de que la tasa de crecimiento en el gasto del consumidor está volviendo a un ritmo más peatonal después de 18 meses vertiginosos de contracciones y derroches salvajes.

Sin embargo, incluso cuando la normalidad llama la atención, es cada vez más claro que el patrón de gasto se ha transformado. Un cambio es bien conocido: un aumento en el nivel del comercio electrónico. El otro es menos familiar. Una industria que se suponía que había sido aniquilada por Amazon se ha recuperado.

En 2017-19 todo lo que se habló fue de un “apocalipsis minorista” y “retailmaggedon”. El temor era que un aumento constante del comercio electrónico y la implacable expansión de Amazon hacia nuevos productos llevaran a los minoristas tradicionales a la extinción, al igual que Kodak no se adaptó a la revolución de la fotografía digital y finalmente quebró. Cuando Sears, que lideró el auge de la cultura de compras en los suburbios después de la Segunda Guerra Mundial, se declaró en bancarrota en 2018, parecía posible que muchos más grandes minoristas tuvieran dificultades para evitar el mismo destino. El espectro era un montón de escombros de centros comerciales, 16 millones de puestos de trabajo minoristas perdidos y una montaña de inventario inútil, amenazado por una Amazon dominante y la sonrisa de Jeff Bezos.

Las cosas han resultado bastante diferentes. La pandemia ciertamente ha acelerado el cambio hacia las ventas de comercio electrónico, que han aumentado del 14% del total en 2018 al 20% este año, según JPMorgan Chase, un banco. Aunque el ritmo de crecimiento se ha desacelerado en los últimos meses, no habrá vuelta al pasado.

Mientras tanto, la estructura de la industria comienza a verse diferente. Amazon ha prosperado: su participación en el mercado del comercio electrónico es de aproximadamente el 40% en general y es mucho más alta que en algunas categorías, como los libros. Los centros comerciales han tenido problemas para atraer la misma cantidad de visitantes que antes, y algunos han incumplido sus deudas. No obstante, la salud de la industria minorista que no pertenece a Amazon se ve mejor que antes. A US$ 2.5 trillones, por ejemplo, el valor de mercado de los minoristas estadounidenses que cotizan en bolsa es un 88% más alto que a principios de 2018, mientras que su carga de deuda neta total se ha reducido desde fines de 2019. La cantidad de personas empleadas en el comercio minorista es solo un 4% por debajo de su pico desde la posguerra en 2017.

Detrás de estos números hay tres tipos de contraataques. Primero, los minoristas más grandes han adoptado el mundo digital. Esta semana, Walmart predijo que sus ingresos globales de comercio electrónico alcanzarían los US$ 75,000 millones durante todo el año (alrededor del 13% de las ventas totales de la empresa). Ha dado un gran impulso a los tipos híbridos de compras que implican actividad en línea, pero aprovechan sus tiendas, como “hacer clic y recopilar” y membresías en línea. Target ha promovido un servicio similar y las ventas digitales ahora representan casi una quinta parte de su total.

El segundo contraataque proviene de alternativas digitales a Amazon. Aunque el veterano mercado eBay ha tenido problemas a lo largo de los años, Shopify, que ayuda a los comerciantes a vender en línea y cumplir con los pedidos, ha visto cómo su participación en las ventas en línea estadounidenses alcanza el 9% y su valor de mercado se dispara a $ 188,000 millones. Muchas otras empresas digitales operan en nichos lucrativos, desde Instacart en la entrega de comestibles hasta Etsy en la compra interactiva de productos artesanales.

Finalmente, algunas marcas están tomando el control de la distribución. Nike dejó de vender directamente en Amazon en 2019 y, en cambio, llega a los consumidores a través de sus propias aplicaciones y plataformas. Sus ventas digitales aumentaron dos tercios en el año hasta mayo, hasta el 20% del total.

El drama minorista tiene varias lecciones. Para las empresas de otras industrias que se enfrentan a la disrupción digital, la clave es experimentar e invertir. Antes de que Walmart recuperara su ritmo, tuvo innumerables comienzos en falso y aumentó su gasto de capital en un 40%. Los reguladores antimonopolio deben mantenerse más actualizados. Incluso mientras se precipitan para regular las grandes tecnologías, existe una creciente evidencia de que el mercado del comercio electrónico es más dinámico de lo que creen.

Apocalipsis evitado

La ola de experimentación probablemente continuará. Las nuevas aplicaciones de pago y las empresas de redes sociales con hordas de clientes se están expandiendo al comercio electrónico, y los minoristas están cambiando a la publicidad y el entretenimiento en línea. Para los consumidores infatigables de EEUU y para sus trabajadores, la buena noticia es que la competencia, combinada con un impacto todopoderoso, ha llevado a una industria más innovadora, en lugar del fin del mundo. ■ Lampadia




EEUU confirma su repliegue a sus fronteras

EEUU confirma su repliegue a sus fronteras

Con el retiro apurado y torpe de EEUU desde Afganistán, a riesgo de generar un genocidio por parte de los talibanes, y de condenar a la esclavitud a millones de mujeres y niñas, bajo las normas más retrógradas de la ley islámica, está confirmando al mundo que su vocación es refugiarse detrás de sus fronteras, desentendiéndose de la suerte de sus aliados y de muchos pueblos que veían en su cercanía una influencia positiva para la libertad y la democracia.

Los afganos, especialmente sus mujeres, han vivido 20 años en espacios de libertad, educándose y siendo ciudadanos del mundo. Con la decisión de Biden, se les está acabando el mundo, y corren el riesgo de volver al mayor oscurantismo que podemos imaginar, como advierte la Premio Nobel de la Paz afgana, Malala Yousafzai (ver en Lampadia: La tragedia de las mujeres en Afganistán).

El repliegue de EEUU a sus fronteras no es algo nuevo, ya se ha criticado con mucha fuerza durante los últimos años, especialmente, desde el Asia, Medio Oriente. Este proceso se agravó con la guerra comercial contra China, desatada por Trump. Y ahora se exacerba con la irresponsable acción de Biden.

Uno de los más lúcidos críticos de este lamentable proceso es Kishore Mahbubani, el académico y ex embajador de Singapur en las Naciones Unidas. Recomendamos revisar sus opiniones. Ver en Lampadia:

La prioridad hoy día es forzar a los talibanes a permitir una emigración ordenada y garantizar derechos mínimos a las mujeres de Afganistán.

Líneas abajo compartimos el análisis de The Economist, que llama a la colaboración de occidente para evitar una nueva tragedia humana.

La debacle de Biden
El fiasco en Afganistán es un duro golpe para la posición de Estados Unidos

Y gran parte de la culpa recae directamente en Joe Biden

The Economist
21 de agosto de 2021
Traducido y glosado por
Lampadia

Si los propagandistas de los talibanes habían escrito el guión del colapso de la misión de 20 años de Estados Unidos para remodelar Afganistán, no podrían haber presentado imágenes más desgarradoras. Mientras los insurgentes llegaban a Kabul, afganos desesperados, aterrorizados por lo que podrían hacer los fanáticos victoriosos, persiguieron a los aviones de carga estadounidenses que partían por la pista, tratando de trepar al tren de aterrizaje e inevitablemente cayendo hacia la muerte. El gobierno respaldado por Estados Unidos se había rendido sin luchar, algo que los funcionarios estadounidenses insistían que no sucedería solo unos días antes. Los afganos quedaron en un aprieto tan espantoso que aferrarse a las ruedas de un avión que se precipitaba parecía su mejor opción.

Estados Unidos ha gastado 2 billones de dólares en Afganistán; se han perdido más de 2,000 vidas estadounidenses, sin mencionar las innumerables afganas. Y, sin embargo, incluso si los afganos son más prósperos ahora que cuando Estados Unidos invadió, Afganistán ha vuelto al punto de partida. Los talibanes controlan más el país que cuando perdieron el poder, están mejor armados, habiendo tomado las armas que Estados Unidos derramó sobre el ejército afgano, y ahora han ganado la afirmación definitiva: derrotar a una superpotencia.

Los insurgentes han hecho una demostración de magnanimidad, prometiendo que no se vengarán de quienes trabajaron para el gobierno derrocado e insistiendo en que respetarán los derechos de las mujeres, dentro de su interpretación de la ley islámica. Pero esa interpretación mantuvo a la mayoría de las niñas fuera de la escuela y a la mayoría de las mujeres confinadas en sus hogares cuando el grupo estuvo en el poder por última vez, en la década de 1990. Los castigos brutales (azotes, lapidaciones, amputaciones) eran habituales. Las libertades que los afganos urbanos dieron por sentadas durante los últimos 20 años se han esfumado. Es un resultado espantoso para los 39 millones de habitantes de Afganistán y profundamente perjudicial para Estados Unidos.

No es sorprendente que Estados Unidos no haya logrado convertir Afganistán en una democracia. La construcción de una nación es difícil y pocos imaginaron que podría convertirse en Suiza. Tampoco era irrazonable que Joe Biden, el presidente de Estados Unidos, quisiera poner fin al conflicto. Estados Unidos ha pasado 20 años en un lugar de modesta importancia estratégica por el que la mayoría de los votantes estadounidenses hace tiempo que dejó de preocuparse. La razón original de la invasión, desmantelar la principal base de operaciones de al-Qaeda, se logró en gran medida, aunque ese logro ahora podría revertirse.

La afirmación de que Estados Unidos está demostrando ser un aliado inconstante al permitir la caída del gobierno afgano también es exagerada, dada la duración, la escala y el costo del despliegue estadounidense. El extinto régimen de Kabul no era un aliado como lo son Alemania o Japón. Era mucho más débil, más corrupto y dependía completamente de Estados Unidos para su supervivencia.

Pero nada de eso absolvió a Estados Unidos de la responsabilidad de retirarse de manera ordenada. Biden no demostró ni siquiera un mínimo de cuidado por el bienestar de los afganos comunes. La ironía es que Estados Unidos tenía un plan para hacer precisamente eso, que había estado en proceso durante varios años. Había reducido enormemente su guarnición, de alrededor de 100,000 soldados en 2011 a menos de 10,000 en 2017, junto con un número similar de otros países de la OTAN. No se suponía que debían derrotar a los talibanes, sino prevenir el colapso del ejército afgano, en gran parte a través del poder aéreo, y así obligar a los talibanes a sentarse a la mesa de negociaciones.

Los defensores de Biden argumentan que su predecesor, Donald Trump, ya había echado a perder este plan al tratar de llevarlo a una conclusión antes de las elecciones presidenciales del año pasado en Estados Unidos. Es cierto que Trump estaba tan desesperado por llegar a un acuerdo rápido que aceptó términos absurdos y acordó poner fin al despliegue de Estados Unidos sin siquiera asegurar un alto el fuego, y mucho menos un plan claro para poner fin a la guerra civil. Ya había reducido la presencia estadounidense a poco más de 2,000 soldados cuando Biden asumió el cargo y había prometido sacar el resto antes del 1 de mayo.

Pero Biden no tuvo que ceñirse a este acuerdo. De hecho, no lo hizo del todo, negándose a respetar el calendario original. Claramente, los talibanes no estaban cumpliendo su parte del trato, aprovechando su ventaja en el campo de batalla en lugar de negociar de buena fe con el gobierno afgano. Eso podría haber sido motivo para detener o revertir la retirada estadounidense. Hubo poca presión política dentro de Estados Unidos para llevar la guerra a una rápida conclusión. Sin embargo, Biden estaba trabajando con un plazo arbitrario y frívolo propio, buscando poner fin a la guerra para el 20 aniversario del 11 de septiembre. Aunque la velocidad de la implosión del gobierno afgano sorprendió a la mayoría de los observadores, incluido este periódico, los soldados y políticos estadounidenses se encontraban entre los más ingenuamente optimistas, insistiendo en que un colapso total era una perspectiva extremadamente remota.

Como resultado, el poder de Estados Unidos para disuadir a sus enemigos y tranquilizar a sus amigos ha disminuido. Su inteligencia era defectuosa, su planificación rígida, sus líderes caprichosos y su preocupación por los aliados mínima. Es probable que esto envalentone a los yihadistas de todo el mundo, que tomarán la victoria de los talibanes como prueba de que Dios está de su lado.  También fomentará el aventurerismo por parte de los gobiernos hostiles como Rusia o China y preocupará a los amigos de Estados Unidos. Biden ha defendido la retirada argumentando que Afganistán fue una distracción de problemas más urgentes, como la rivalidad de Estados Unidos con China. Pero al salir de Afganistán de una manera tan caótica, Biden habrá hecho que esos otros problemas sean más difíciles de abordar.

Después de la caída

La retirada caótica no reduce la obligación de Estados Unidos y sus aliados hacia los afganos comunes, sino que la aumenta. Deberían utilizar la influencia que todavía tienen para instar a los talibanes a la moderación, especialmente en el trato que dan a las mujeres. Los desplazados necesitarán ayuda humanitaria. Los países occidentales también deberían admitir a más refugiados afganos, cuyas filas probablemente aumenten, y brindar una asistencia generosa a los vecinos de Afganistán para cuidar a los que permanecen en la región. La prisa de los líderes europeos por declarar que no pueden aceptar a muchos afganos perseguidos incluso cuando los fanáticos violentos toman el control es casi tan lamentable como la salida fallida de Estados Unidos. Es demasiado tarde para salvar Afganistán, pero todavía hay tiempo para ayudar a su pueblo. Lampadia




La inteligencia de código abierto

La inteligencia de código abierto

Las ventajas que ofrecen las tecnologías de la 4ta Revolución Industrial (4IR) siguen sorprendiendo al mundo no solo por las mejoras en productividad que generan en las economías sino porque pueden servir además para ejercer rendición de cuentas hacia los gobiernos, así como para la prevención de abuso de poder por parte de aquellos más autoritarios, a partir del uso de data pública.

Así lo destacó un reciente articulo publicado por The Economist en el que detalla los distintos usos que el día de hoy tiene la llamada inteligencia de código abierto, o más conocida por su acrónimo OSINT (open-source intelligence o inteligencia de código abierto), la cual explota la información capturada en imágenes de nuestro territorio por los distintos satélites desperdigados en el espacio, para indagar e inclusive anticipar una posible comisión de delitos, ya sean de privados o de poderes  públicos.

Su utilidad ya ha sido comprobada para descubrir abusos de países de corte autócrata como China y Rusia, pero promete también, en palabras de The Economist, hacer más sólidas las democracias liberales, por lo que es un arma cuyo uso global podría darles mayor legitimidad a los sistemas políticos occidentales, de los cuales hemos sido férreos defensores.

Veamos el interesante análisis que hace The Economist del OSINT. Lampadia

Panóptico del pueblo
La promesa de la inteligencia de código abierto

Es una amenaza bienvenida para los malhechores y los gobiernos con algo que ocultar

The Economist
7 de agosto de 2021
Traducida y comentada por Lampadia

La gran esperanza de las décadas de 1990 y 2000 era que Internet fuera una fuerza para la apertura y la libertad. Como dijo Stewart Brand, un pionero de las comunidades en línea: “La información quiere ser gratuita, porque el costo de publicarla es cada vez más bajo”. No iba a ser. La mala información a menudo sale bien. Los estados autoritarios se apropiaron de las tecnologías que se suponía debían aflojar su control. La información se manejó como arma de guerra. En medio de esta decepción, un desarrollo ofrece motivos para una nueva esperanza: OSINT (open-source intelligence o inteligencia de código abierto en español).

Nuevos sensores, desde monótonas cámaras en el tablero de instrumentos hasta satélites que pueden ver a través del espectro electromagnético, están examinando el planeta y su gente como nunca antes. La información que recopilan es cada vez más barata. Las imágenes de satélite costaban varios miles de dólares hace 20 años, hoy en día a menudo se proporcionan de forma gratuita y son de una calidad incomparablemente superior. Una fotografía de cualquier lugar de la Tierra, de un camión cisterna siniestrado o de las rutas tomadas por los corredores en una ciudad está disponible con unos pocos clics. Y las comunidades en línea y las herramientas colaborativas, como Slack, permiten a los aficionados y expertos utilizar esta cornucopia de información para resolver acertijos y descubrir fechorías con una velocidad asombrosa.

Human Rights Watch ha analizado imágenes de satélite para documentar la limpieza étnica en Myanmar. Los nanosatélites etiquetan el sistema de identificación automática de los barcos que pescan ilegalmente. Los detectives aficionados han ayudado a Europol, la agencia policial de la Unión Europea, a investigar la explotación sexual infantil identificando pistas geográficas en el fondo de las fotografías. Incluso los fondos de cobertura rastrean habitualmente los movimientos de los ejecutivos de las empresas en aviones privados, supervisados ​​por una red de aficionados en todo el mundo, para predecir fusiones y adquisiciones.

Por lo tanto, OSINT refuerza a la sociedad civil, fortalece la aplicación de la ley y hace que los mercados sean más eficientes. También puede humillar a algunos de los países más poderosos del mundo.

Ante las vehementes negativas del Kremlin, Bellingcat, un grupo de investigación, demostró meticulosamente el papel de Rusia en el derribo del vuelo MH 17 de Malaysian Airlines sobre Ucrania en 2014, utilizando poco más que un puñado de fotografías, imágenes de satélite y geometría elemental. Se llegó a identificar a los agentes rusos que intentaron asesinar a Sergei Skripal, un ex espía ruso, en Inglaterra en 2018. Analistas y periodistas amateur utilizaron OSINT para reconstruir toda la extensión de los campos de internamiento uigures en Xinjiang. En las últimas semanas, los investigadores que estudian detenidamente las imágenes de satélite han visto a China construyendo cientos de silos de misiles nucleares en el desierto.

Esta emancipación de la información promete tener efectos profundos. La naturaleza descentralizada e igualitaria de OSINT erosiona el poder de los árbitros tradicionales de la verdad y la falsedad, en particular los gobiernos y sus espías y soldados. Para aquellos como este periódico, que creen que las personas en el poder pueden abusar del secreto con demasiada facilidad, OSINT es bienvenido.

La probabilidad de que se descubra la verdad aumenta el costo de las malas acciones para los gobiernos. Aunque OSINT podría no evitar que Rusia invada Ucrania o que China construya su gulag, expone la fragilidad de sus mentiras. Eliot Higgins, el fundador de Bellingcat, tiene razón cuando describe a su organización como “una agencia de inteligencia para la gente”. No es de extrañar que el jefe de espías de Rusia lo criticara, más recientemente este mes.

Las democracias liberales también se mantendrán más honestas. Los ciudadanos ya no tendrán que confiar en sus gobiernos. Los medios de comunicación tendrán nuevas formas de exigirles cuentas. Las fuentes y métodos abiertos de hoy hubieran arrojado una luz más brillante sobre la acusación de la administración Bush en 2003 de que Irak estaba desarrollando armas químicas, biológicas y nucleares. Eso habría sometido la invasión estadounidense del país a un mayor escrutinio. Incluso podría haberlo prevenido.

Algunos advertirán que OSINT amenaza la seguridad nacional, como cuando, por ejemplo, los investigadores utilizan datos de rastreadores de actividad física para revelar puestos de avanzada de la CIA remotos y satélites de radar para localizar sistemas de defensa antimisiles estadounidenses. Pero, si OSINT puede decirle al mundo sobre tales cosas, los enemigos de un país ya pueden saberlo. Fingir lo contrario no hace que los estados sean más seguros.

Otros señalarán que OSINT puede estar equivocado. Después del atentado con bomba en la maratón de Boston en 2013, los usuarios de Internet examinaron la escena del crimen e identificaron a varios sospechosos. Todos eran espectadores inocentes. O OSINT podría ser utilizado por malos actores para difundir información errónea y teorías de conspiración.

Sin embargo, todas las fuentes de información son falibles y el escrutinio de imágenes y datos es más empírico que la mayoría de ellos. Por lo tanto, cuando OSINT esté equivocado o maligno, OSINT competidor es a menudo la mejor manera de aclarar las cosas. Y con el tiempo, los investigadores pueden construir una reputación de honestidad, análisis sólido y buen juicio, lo que facilita que las personas distingan las fuentes confiables de inteligencia de los charlatanes.

La mayor preocupación es que la explosión de datos detrás de las investigaciones de código abierto también amenace la privacidad individual. Los datos generados por teléfonos y vendidos por corredores le permitieron a Bellingcat identificar a los espías rusos que el año pasado envenenaron a Alexei Navalny, un líder de la oposición. Se aprovecharon datos similares para elegir a un sacerdote católico de alto rango en EEUU, que renunció el mes pasado después de que su ubicación se vinculó a su uso de Grindr, una aplicación de citas gay.

Un mundo transparente

La privacidad de las personas en la era digital está plagada de compensaciones. Sin embargo, a nivel de estados y organizaciones, OSINT promete ser una fuerza para el bien. También es imparable. Antes de la invasión de Afganistán en 2001, el gobierno de EEUU pudo comprar prácticamente todas las imágenes de satélite comerciales relevantes. Hoy en día hay demasiados datos disponibles para que eso sea posible.

Un mundo en el que muchas empresas de satélites estadounidenses, europeas, chinas y rusas compiten por vender imágenes es un mundo de vigilancia mutuamente asegurada. Este es un futuro que las sociedades abiertas deberían abrazar. Las herramientas y comunidades que pueden desenterrar silos de misiles y descubrir espías harán que el mundo sea menos misterioso y un poco menos peligroso. La información todavía quiere ser gratuita, y OSINT tiene la misión de liberarla. Lampadia




¿Es posible anticipar pandemias?

¿Es posible anticipar pandemias?

Recientemente The Economist ha publicado un interesante artículo que consideramos de obligatoria lectura para entender los sendos avances que sigue exhibiendo la ciencia médica en la pandemia, en concreto, para hacer frente con mayor rapidez a futuros brotes virulentos que puedan poner en riesgo los sistemas sanitarios mundiales.

Resulta pues que en los laboratorios estadounidenses se viene desarrollando una técnica bioquímica que permitiría, a través del permanente análisis de los agentes patógenos, anticiparse a futuras mutaciones y con ello fomentar un rápido desarrollo de vacunas y tratamientos contra ellos. Es decir, si ya dábamos por sentado que la biotecnología había llegado a su pico con el desarrollo de las vacunas de ARN mensajero (con Pfizer y Moderna) en menos de 1 año -cuando el tiempo promedio de una vacuna tradicional son 10 – ahora sería posible inclusive anticiparse a futuras pandemias, abatiendo aún más posibles riesgos sanitarios futuros. 

Esperemos pues que esta investigación aún en maduración tenga buen cauce lo cual demostraría lo que venimos mencionando en anteriores artículos: Así como hubo grandes costos durante esta pandemia traducidos en pérdida de vidas y recesión económica, los beneficios que se vienen desarrollando a través de las grandes innovaciones en las industrias de la salud impactaran fuerte y permanentemente en la mejora de la calidad de vida de la población en el largo plazo. Lampadia

Desarrollo de vacunas
La respuesta de los científicos a una pandemia podría ser aún más rápida la próxima vez

Una nueva investigación sugiere que la vacunación masiva se puede ampliar más rápidamente

The Economist
5 de agosto de 2021
Traducida y comentada por Lampadia

Conforme la variante delta del covid-19 continúa extendiéndose por gran parte del mundo, la vergüenza es que las vacunas aún sean tan escasas. Peor aún, están siendo acaparadas por países ricos a pesar de que la necesidad en otros lugares es tan grande. Por eso, culpe a la política. El triunfo, sin embargo, es que las vacunas existen. Y por eso, alabe la ciencia.

  • La secuencia del genoma del virus se hizo pública el 11 de enero de 2020, solo un mes después de que se informara por primera vez de una nueva enfermedad respiratoria en Wuhan, China. 
  • Días después, el 15 de enero, Moderna, en colaboración con los Institutos Nacionales de Salud de EEUU, había completado el diseño del prototipo de molécula que comprendería su vacuna. 
  • Sesenta y dos días después de eso, el 16 de marzo, comenzaron los ensayos en humanos. 
  • Maggie Keenan, una británica de 91 años, recibió la primera vacuna clínica de Pfizer el 8 de diciembre. 

En comparación, la vacuna contra la poliomielitis en EEUU tardó 20 años en hacer el viaje de los ensayos a la licencia.

Y, sin embargo, los científicos podrían hacerlo aún mejor. A principios de 2021, según nuestro modelo estadístico de exceso de muertes, la pandemia se había cobrado entre 4 y 8 millones de vidas. Si la vacunación masiva hubiera comenzado incluso un poco antes y se hubiera ampliado un poco más rápido, cientos de miles de personas podrían haberse salvado. Ese es un objetivo por el que vale la pena luchar en la próxima pandemia y, según sugiere una investigación reciente, es completamente posible.

La base de esto son décadas de investigación científica y médica. Katalin Kariko, uno de los pioneros de la tecnología de ARN mensajero que sustenta las dos vacunas más exitosas, hechos por Pfizer y Moderna, pasó 30 años estudiando la forma en que el ARN mensajero pueda ayudar a combatir enfermedades. Su investigación fue a menudo demasiado radical para atraer subvenciones gubernamentales o apoyo institucional. Pero es parte de un cuerpo de trabajo que amplía enormemente el alcance para hacer frente a las enfermedades infecciosas, incluidas las nuevas.

Como explicamos esta semana, la pandemia ha visto un nuevo conjunto de herramientas bioquímicas y computacionales pasar a primer plano para predecir la evolución de los virus. Un enfoque llamado “exploración mutacional profunda”, que observa cambios aleatorios en las proteínas cruciales de un patógeno en condiciones de laboratorio. Usando el aprendizaje automático, los científicos pueden hacer predicciones sobre qué combinaciones de estas mutaciones, por ejemplo, harán que la enfermedad se propague más rápido y, por lo tanto, llegue a dominar una pandemia de la misma manera que la variante delta del covid-19.

Armados con estas predicciones, los fabricantes podrían preparar reservas de vacunas y terapias antes de que los patógenos hayan mutado y propagado. Un día, las personas podrían incluso vacunarse de forma preventiva. Tal grado de preparación, y el rápido despliegue de dosis que hará posible, podrían salvar muchas vidas.

La misma lógica de más rápido es mejor también se aplica a otras áreas de respuesta a una pandemia. Las pruebas y el rastreo de contactos deberían estar disponibles tan pronto como surjan los primeros signos de que un patógeno se está globalizando. La pandemia ha demostrado que las grandes instalaciones de pruebas centralizadas, aunque se ponen en marcha rápidamente desde cero, tienen tiempos de respuesta más lentos que las instalaciones más pequeñas y locales que pueden procesar muestras en el sitio.

Tales instalaciones deberían estar listas para la próxima pandemia, confiando en pruebas genéticas rápidas y especialmente diseñadas que apenas han comenzado a estar en línea en los aeropuertos de todo el mundo. Para cuando llegue el próximo patógeno, la misma tecnología que permite al centro de pruebas covid-19 en el nuevo aeropuerto de Brandeburgo de Berlín entregar una muestra en menos de una hora debería estar ampliamente disponible.

Los reguladores también deben desempeñar su papel. Las autoridades sanitarias ya están lidiando con la naturaleza modular de los nuevos sistemas de producción de vacunas, agilizando sus procesos de aprobación para que las inyecciones puedan actualizarse para conferir protección contra las variantes del coronavirus. Las nuevas “plataformas” de vacunas pueden producir una vacuna tan fácilmente como otra, con solo cambios menores. Las autoridades deberían comenzar a pensar en cómo garantizar la seguridad de las vacunas producidas en plataforma contra patógenos completamente nuevos sin tener que comenzar el proceso de aprobación desde cero cada vez.

No se sabe cuándo vendrá la próxima pandemia. Todo el tiempo surgen nuevos patógenos de entornos complejos e impredecibles, a menudo lejos del escrutinio o el control reglamentario. Una nueva enfermedad podría estar a punto de despegar en este momento, cuando una bacteria anormal se escape de una granja industrial que abusa de antibióticos, por ejemplo, o un virus mutado salga de un laboratorio o un bosque, mientras un murciélago se lo pasa a un nuevo huésped que puede infectar a los humanos. No se pueden detener todas las pandemias, pero sí se puede estar mejor preparado para ellas. Lampadia




La importancia de la oposición frente a Pedro Castillo

La importancia de la oposición frente a Pedro Castillo

El futuro del Perú sigue ensombrecido ante lo que parece será la proclamación de Pedro Castillo como presidente de la República en los próximos días por un JNE que persistentemente rechaza las solicitudes de nulidad presentadas por Fuerza Popular,  ignorando las evidentes irregularidades en el proceso electoral.

Lo cierto es que la prensa internacional ya viene advirtiendo los riesgos del ascenso de un partido comunista – como Perú Libre – al poder en nuestro país. The Economist ha publicado un artículo recientemente – compartido líneas abajo – que esboza con claridad por qué los demócratas no pueden vacilar un pelo en ejercer fuerte oposición a la amenaza autoritaria que representa Castillo, que como menciona, muestra el mismo actuar que sus pares bolivarianos en su momento como Hugo Chávez y Evo Morales.

Es lamentable por ejemplo cómo hace unos días el Congreso se tiró para atrás en la renovación de los magistrados del Tribunal Constitucional, algo que hubiera podido ser un fuerte contrapeso frente a las atrocidades inconstitucionales que quiera acometer Castillo en los próximos meses, además de por supuesto el Congreso. No sólo porque la actual composición del Tribunal Constitucional ya venció hace 2 años, sino porque ha dejado mucho que desear en su accionar en los últimos meses, por ejemplo validando el cierre inconstitucional del Congreso por parte de Vizcarra.

Ahora bien, volviendo al mencionado artículo, si bien The Economist cae en la equivocada retórica sobre la división del país (ver Lampadia: El Perú no está partido en dos), sí cabe rescatar su reflexión respecto a la absurda afrenta que quiere llevar a cabo Castillo con la Asamblea Constituyente. Esta medida de aprobarse en el Congreso, como ya hemos mencionado en otros artículos, paralizaría al país 2 años en un período en el que se necesita más gobernabilidad y audacia para acabar de una vez por todas con la pandemia, a través de la vacunación masiva, así como para recuperar rápidamente nuestra economía y mejorar los ingresos, por ejemplo destrabando la minería para aprovechar el superboom de commodities, relanzando el turismo que también se espera rebote fuertemente cuando los paises desarrollados vacunen al 100% sus poblaciones, entre otras medidas.

Debemos pues ser vigilantes frente a las arremetidas políticas que querrá llevar a cabo el próximo gobierno, de lo contrario, nos cogerán distraídos y puede que ya no haya vuelta atrás como en Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Veamos el artículo de The Economist. Lampadia

Continúa el enfrentamiento en Perú por el resultado electoral

La lucha amenaza con socavar la democracia

The Economist
10 de julio, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

Para que una democracia sobreviva, necesita demócratas. Cuando gran parte de los campos políticos opuestos comienzan a verse unos a otros como enemigos a los que aplastar, en lugar de meros adversarios con los que competir pacíficamente, la democracia se ve gravemente amenazada. Ese fue el caso en España en la década de 1930, en vísperas de su guerra civil, y en Brasil y Chile en el período previo a los golpes militares de 1964 y 1973, respectivamente. En las últimas semanas, Perú ha parecido preocupantemente inestable, después de que una campaña electoral polarizada dividiera al país por la mitad.

El conteo oficial dio la victoria en una segunda vuelta el 6 de junio a Pedro Castillo, un maestro y líder sindical que se postula para un partido de extrema izquierda, por solo 44,000 votos (de 17.6 millones) sobre su oponente conservadora, Keiko Fujimori. Los partidarios de Fujimori han pasado el último mes clamando fraude. Quieren anular 200,000 votos de Castillo, alegando que fueron falsificados. Pero el día de las elecciones, los observadores internacionales no encontraron irregularidades graves. EEUU y la Unión Europea han elogiado el desarrollo de las elecciones. Los abogados de Fujimori no han presentado pruebas de fraude. Nadie se ha presentado para respaldar sus afirmaciones de que las firmas se falsificaron. El tribunal electoral ha rechazado hasta ahora las acusaciones. Parece dispuesto a declarar presidente a Castillo.

¿Aceptará el bando conservador la derrota? Fujimori ha dicho que respetará el fallo del tribunal, aunque cuando perdió por estrecho margen en 2016 se propuso frustrar al centrista que la derrotó. Otros han sido más crudos. En un hecho extraño, Vladimiro Montesinos, el corrupto jefe de espías cuando el padre de Fujimori gobernó Perú como autócrata en la década de 1990, apareció en una llamada telefónica grabada desde su celda de la prisión a un colaborador para proponer sobornar a miembros del tribunal electoral. Decenas de oficiales militares retirados firmaron el mes pasado una carta en la que pedían a las fuerzas armadas que no reconocieran a un presidente “ilegítimo”. Un ex candidato presidencial ha pedido “una alianza cívico-militar”. Esto huele a intentar derrocar a la democracia en nombre de su defensa. “Es muy peligroso empezar a cuestionar las reglas”, dice Paula Muñoz, politóloga de la Universidad del Pacífico en Lima.

Pero también hay razones legítimas para que los demócratas se preocupen por el señor Castillo, y también hay razones urgentes, ya que es él quien asumirá la presidencia el 28 de julio. Su partido es marxista-leninista. Su fundador y líder, Vladimir Cerrón, pasó una década en Cuba. Su programa incluye nacionalizaciones a gran escala. Cerrón está siendo investigado por denuncias de financiamiento ilegal de campañas (que él niega). Los partidarios organizados de Castillo incluyen seguidores de un movimiento sucesor de Sendero Luminoso, un grupo terrorista cuya insurgencia costó unas 70,000 vidas entre 1980 y 1992.

Castillo no utilizó la segunda vuelta para moverse de manera convincente al centro. En lugar de distanciarse de Cerrón, en una reunión el mes pasado acordó que compartiría el poder con él. Las declaraciones de Castillo han sido contradictorias. “No somos comunistas, no vamos a quitarle la propiedad a nadie”, dijo antes de reunirse con líderes empresariales. “Respetaremos esta constitución”. Días después dijo que su primer acto como presidente sería pedirle al Congreso que convoque a una asamblea constituyente para redactar una nueva constitución “con el olor, el color y el gusto de la gente”. Este fue el dispositivo que utilizaron los populistas de izquierda como el venezolano Hugo Chávez y el boliviano Evo Morales para concentrar el poder y tratar de gobernar indefinidamente como autócratas.

La posición de Castillo es más débil que la de esos líderes. Ganó solo el 15% de los votos en la primera vuelta de las elecciones; sus aliados ocupan 42 de los 130 escaños del nuevo Congreso. Ganó solo porque muchos peruanos moderados no pudieron votar por Fujimori. Pero puede aprovechar la fuerza del sindicato de maestros y los ronderos (vigilantes rurales). Y tendrá acceso a recursos estatales.

En el mejor de los casos, el resultado probable es una gobernanza caótica y deficiente. Castillo ha mostrado poca capacidad para construir alianzas o un equipo capaz de gobernar. Se hará cargo de un país que aún se recupera de la pandemia y la recesión asociada. Los peruanos quieren un gobierno que se ocupe de sus problemas, en lugar de embarcarse en una nueva constitución que las encuestas muestran que la mayoría no quiere.

En ese caso, la pregunta es cuánto tiempo podrá tolerar el país a un presidente incompetente. El Congreso ha expulsado a dos presidentes en los últimos cinco años. En poco tiempo, los peruanos podrían volver a las urnas. O pueden enfrentarse a algo mucho peor. Lampadia




La energía renovable y el nuevo boom de metales

La energía renovable y el nuevo boom de metales

A continuación compartimos un interesante articulo publicado por The Economist que explica cómo la industria de la energía renovable está incrementando exponencialmente la demanda de metales como en ningún otro momento en la historia moderna, generando inclusive problemas con la oferta mundial (ver Lampadia: Déficit de cobre tiene para una década más). Ello ya viene siendo expresado con el incremento a valores record históricos del precio de varias materias primas como el cobre, del cual somos el 2do país productor a nivel mundial – y que se ha visto potenciado por el rebote post-pandemia que viene experimentando EEUU y China.

Lamentablemente, nuestro país sigue perdiendo la oportunidad de poder subirse a esta nueva ola para repotenciar su recuperación post-pandemia, con la claudicación de importantes proyectos mineros cupríferos como Tía María, Conga y las Bambas. A eso se suman peligrosas propuestas del aún candidato Pedro Castillo, como la revisión de los contratos de estabilidad tributaria y el incremento de impuesto a la renta a la minería en el orden del 70%, siendo este el sector que más aporta el erario nacional.

El camino pues debería ser el contrario, es decir, dar mayor certidumbre y facilidades a la inversión minera, sobretodo la de exploración que es la que ha venido cayendo sostenidamente en los últimos años por el afán anti-minero de los últimos gobiernos de turno, pues esta determinará el potencial de nuestro país para acogerse a esta gran demanda de la energía renovable que se prevé durará muchas décadas por venir. Veamos el análisis de The Economist al respecto. Lampadia

Cómo los cuellos de botella verdes amenazan el negocio de la energía limpia

Se está produciendo un gran auge de la inversión verde, pero se subestiman los problemas del lado de la oferta

The Economist
12 de junio, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

A medida que la economía mundial se recupera, la escasez y los picos de precios afectan todo, desde el suministro de papas fritas taiwanesas hasta el costo de un desayuno francés. Como explicamos esta semana, un tipo de cuello de botella merece una atención especial: los problemas del lado de la oferta, como la escasez de metales y las limitaciones de la tierra, que amenazan con frenar el auge de la energía verde. Lejos de ser transitorios, estos cuellos de botella corren el riesgo de convertirse en una característica recurrente de la economía mundial en los próximos años porque el cambio a un sistema energético más limpio está todavía en sus inicios. Los gobiernos deben responder a estas señales del mercado, facilitando un enorme auge de inversión del sector privado durante la próxima década que aumente la capacidad. Si no lo hacen, tienen pocas posibilidades de cumplir sus promesas de alcanzar emisiones “netas cero”.

Los científicos y activistas se han preocupado por el cambio climático durante décadas. Recientemente, los políticos han mostrado signos de mayor compromiso: los países que representan más del 70% del PBI mundial y los gases de efecto invernadero ahora tienen objetivos de emisiones netas cero, típicamente para 2050. Y ha habido un cambio dramático en la actitud de las empresas. Los inversores exigen que las empresas cambien de rumbo, impulsadas por la nueva realidad de que las tecnologías limpias son más competitivas en cuanto a costos. Los gigantes de la era de los combustibles fósiles, como Volkswagen y ExxonMobil, tienen que cambiar sus planes de inversión, mientras que los pioneros de la energía limpia están aumentando el gasto de capital rápidamente. Orsted, un campeón de los parques eólicos, planea un incremento del 30% este año; Tesla, un fabricante de automóviles eléctricos, un salto del 62%. Mientras tanto, US$ 178,000 millones fluyeron a fondos de inversión con tintes verdes en el primer trimestre de 2021.

Este cambio repentino en la forma en que se asignan los recursos está causando presiones y tensiones a medida que aumenta la demanda de materias primas y se produce una confusión en los pocos proyectos con aprobación regulatoria. Calculamos que el precio de una canasta de cinco minerales utilizados en automóviles eléctricos y redes eléctricas se ha disparado un 139% en el último año. Las mafias madereras deambulan por los bosques ecuatorianos en busca de madera de balsa utilizada en las palas de las turbinas eólicas. En febrero, una subasta británica de derechos de los fondos marinos para parques eólicos marinos generó hasta US$ 12,000 millones porque las empresas de energía se apresuraron a exponerse a cualquier costo. La escasez se extiende a las finanzas: a medida que una masa de dinero persigue a algunas empresas de energía renovable, las valoraciones se han extendido a territorio burbujeante. Aunque el peso de la industria de las energías renovables en los índices de precios al consumidor es todavía pequeño, algunos financieros temen que la escasez de suministro a lo largo de los años pueda generar una inflación más alta.

Lo que hace que estos signos de sobre estiramiento sean tan sorprendentes es que se están materializando incluso cuando la transición energética está completa en menos del 10% (medido por la proporción de inversión energética acumulada necesaria para 2050 que ya ha tenido lugar). Es cierto que algunas de las tecnologías que se requerirán apenas existen todavía y, por lo tanto, no están disponibles para la inversión. Por eso se necesita tanta investigación y desarrollo. Pero en otras áreas, el trabajo del cerebro se ha realizado en gran medida, por lo que la década de 2020 debe ser la década de la fuerza física, aumentando las tecnologías establecidas con un gasto de capital masivo.

Las cifras de la próxima década son abrumadoras. Para mantenerse en camino hacia cero neto, para 2030, la producción anual de vehículos eléctricos debe ser diez veces mayor que el año pasado y el número de estaciones de carga en la carretera 31 veces mayor. La base instalada de generación de energía renovable debe triplicarse. Es posible que las empresas mineras mundiales tengan que aumentar la producción anual de minerales críticos en un 500%. Quizás el 2% de la tierra de EEUU tendrá que cubrirse con turbinas y paneles solares.

Todo esto requerirá una gran inversión: unos US$ 35,000 durante la próxima década, equivalente a un tercio de los activos de la industria global de administración de fondos en la actualidad. El sistema mejor equipado para lograrlo es la red de cadenas de suministro transfronterizas y mercados de capitales que ha revolucionado el mundo desde la década de 1990. Sin embargo, incluso este sistema no se está cumpliendo, con una inversión en energía que se encuentra en aproximadamente la mitad del nivel requerido y está sesgada hacia unos pocos países ricos y China. A pesar de la subida de los precios de los metales, por ejemplo, las empresas mineras desconfían de aumentar la oferta.

La razón principal del déficit de inversión es que se tarda demasiado en aprobar los proyectos y su riesgo y rentabilidad esperados siguen siendo demasiado opacos. Los gobiernos están empeorando las cosas al utilizar la política climática como vehículo para otros objetivos políticos. La Unión Europea aspira a la autonomía estratégica en baterías y su agenda verde dirige una parte de su presupuesto a áreas desfavorecidas. China está considerando límites a los precios internos de las materias primas en su próximo plan quinquenal. De manera similar, el naciente plan verde del presidente Joe Biden prioriza los empleos sindicales y los fabricantes locales. Esta mezcla de metas borrosas y proteccionismo suave obstaculiza la inversión necesaria.

Los gobiernos deben ser más testarudos. Un estado activista tiene un papel crucial en el apoyo a la construcción de infraestructura clave, como líneas de transmisión, y en la investigación y el desarrollo. Pero la prioridad abrumadora debe ser catalizar un aumento mayor de la inversión privada, de dos maneras.

Primero, flexibilizando las reglas de planificación. El proyecto de minería global promedio tarda 16 años en obtener la aprobación; el proyecto eólico típico en América durante más de una década para obtener aprobaciones y permisos de arrendamiento, que es una de las razones por las que su capacidad eólica marina es menos del 1% de la de Europa. La velocidad requiere una toma de decisiones centralizada y, a menudo, significará decepcionar a los conservacionistas locales.

Lo perfecto es enemigo de lo bueno

En segundo lugar, los gobiernos pueden ayudar a las empresas y los inversores a afrontar los riesgos. Pueden brindar certeza en algunas áreas: por ejemplo, garantizando precios mínimos para la generación de energía. Los gobiernos occidentales también tienen el deber de proporcionar financiación barata para aumentar la inversión en los países más pobres. Pero la clave es la introducción de precios del carbono que integran las señales del mercado en millones de decisiones comerciales diarias y dan a los empresarios e inversores más visibilidad en un horizonte a largo plazo. Hoy en día, solo el 22% de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo están cubiertas por esquemas de precios, y esos esquemas no están unidos. Los cuellos de botella verdes son una señal de que la des carbonización por fin está pasando de ser una idea teórica a una realidad. Ahora se necesita un impulso poderoso para ayudar a que la revolución suceda. Lampadia




La recesión económica en nuestra región

La recesión económica en nuestra región

Como comentamos en Lampadia: La ayuda internacional en la pandemia, nuestra región no sólo sigue siendo por lejos la más afectada económica y sanitariamente por la pandemia a nivel mundial, sino que sus perspectivas de crecimiento en el corto plazo están muy por debajo de las reportadas para el mundo desarrollado (se estima que este año, EEUU crecerá hasta 7%), cuando más necesitan crecer para mejorar sus cifras de desempleo y pobreza que han escalado a niveles alarmantes.

¿Qué falló en la política pública de los gobiernos el año pasado para haber llegado a una situación tan dramática?

Un reciente artículo publicado por The Economist que compartimos líneas abajo titulado “Por qué la economía de América Latina se ha visto tan afectada por el covid-19” da algunos indicios para responder esta pregunta. Destaca por ejemplo la imposición de feroces cuarentenas, de las cuales el Perú brilló por su duración y su alcance que abarcó prácticamente a todas las actividades económicas. Un sinsentido que por supuesto nosotros en su momento criticamos pues supuso el quiebre de miles de empresas y pérdida de empleos que no se encontraban con las condiciones para afrontar un paro y menos realizar trabajo a distancia. Algo que dicho sea de paso no mejoró la situación sanitaria; por el contrario terminamos encabezando la lista de países con exceso de muertes por millón al cierre del año pasado (ver Lampadia: Perú encabeza exceso de muertes por millón).

Ahora bien, The Economist también resalta el persistente incremento de contagios por las nuevas cepas, en especial la brasilera, que ha hecho retroceder a los gobiernos latinoamericanos en la liberalización de actividades el presente año. Al respecto, cabe resaltar que en nuestro país no sólo se retornó a una cuarentena que ya había sido probada como ineficaz, sino que se persistieron en medidas absurdas como toques de queda en horas punta (6 p.m.) e inmovilización permanente los domingos, lo cual generó aglomeraciones e incremento de contagios innecesariamente inducidos. Ahora que la segunda ola ha empezado a menguar y el gobierno se encuentra próximo a culminar la vacunación en adultos mayores esperemos que no se vuelvan a cometer errores tan terribles como en semanas pasadas.

En todo caso, lo que se debe rescatar de las reflexiones de The Economist es que la imposición de cuarentenas totales ya no debe ser una opción, sino que por el contrario, debe seguir explorándose la reapertura de las actividades que se han visto más afectadas por la crisis, comos son los servicios, restaurantes y el turismo, en espacios abiertos pero acompañándolos también de extensiones del toque de queda, siendo el actual a las 9 pm insuficiente. Esto mejoraría las perspectivas de empleo pues se trata de sectores que son intensivos en mano de obra.

Por el lado de la inversión, se debe seguir avanzando con el cumplimiento de las metas de la inversión pública en todos los niveles de gobierno, pero sobretodo se debe acelerar la inversión privada a través del destrabe de megaproyectos de infraestructura y mineros, que a pesar de ya contar con todos los trámites en regla y de su enorme potencial para la generación de empleo en las regiones, no se desencadenan por falta de decisión política. Y finalmente, avanzar firmemente con la vacunación y el permanente cierre de nuevos contratos conforme se avancen con las negociaciones.

Esperemos que este y el próximo gobierno tomen en cuenta estas recomendaciones y se ponga a hacer el trabajo lo más rápido posible. Lampadia

 

Un largo camino de caída
Por qué se afectó tanto la economía de América Latina con el covid-19

El PBI mundial se contrajo un 3% el año pasado, pero el de América Latina y el Caribe cayó un 7% [y el Perú, cayó 11%]

The Economist
13 de mayo, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

Antes de que estallara la pandemia, Jaime Alirio Pinilla, un hombre de 45 años de Bogotá, la capital de Colombia, trabajaba como obrero de la construcción. “Pero por esta mierda perdí mi trabajo y ahora trabajo en la calle”, dice, de pie detrás de un carro de acero desde el que vende jugo de naranja, dulces, cigarrillos y café. Colombia ya ha tenido uno de los bloqueos más prolongados del mundo; ahora también enfrenta enfrentamientos diarios entre manifestantes y fuerzas de seguridad, ya que los disturbios por la situación económica continúan durante una tercera semana. “Hemos estado encerrados durante más de un año y no podemos soportar esto más”, dice Pinilla. “La economía está arruinada, sobrevivimos, no vivimos”.

La pandemia del covid-19 provocó la recesión mundial más profunda desde la Segunda Guerra Mundial. Pero a una región le ha ido peor económicamente que a cualquier otra, y por un buen trecho. El PBI mundial se contrajo un 3% el año pasado, pero en América Latina y el Caribe la producción cayó un 7%, el peor de todas las regiones analizadas por el FMI (aunque India, casi una región en sí misma, lo hizo peor). En 2020, las personas en América Latina trabajaron un 16% menos de horas, casi el doble de la pérdida a nivel mundial. Varios países de la región lo han hecho extraordinariamente mal: el PBI de Perú, por ejemplo, cayó un 11% el año pasado. Y mientras que algunas economías ahora están retrocediendo a medida que se levantan las restricciones, en América Latina el estado de ánimo se está oscureciendo.

La explicación más simple del terrible desempeño de la región se relaciona con la salud pública. El modelo de exceso de muertes de The Economist estima que América Latina y el Caribe tiene el mayor número de muertes en exceso en la pandemia, en relación con la población, de las regiones del mundo. A medida que las vacunas en otras partes del mundo reducen la propagación de la enfermedad y el daño que causa, en muchas partes de América Latina el coronavirus se propaga sin control. En Brasil, donde el presidente populista, Jair Bolsonaro, se ha negado a usar mascarilla o vacunarse, la cifra oficial diaria de muertos en un momento superó los 4,000 por día (ahora es de unos 2,000). Incluso los países que anteriormente habían hecho un buen trabajo en el control de la pandemia, como Uruguay, están luchando con un número creciente de casos.

La propagación de la enfermedad impulsó a algunos gobiernos de la región a implementar las cuarentenas más duras del mundo. Una medida cuantitativa producida por Goldman Sachs, un banco, asigna un puntaje de cero a 100 para evaluar la severidad de las reglas de un país sobre el encierro, el grado de adherencia a tales restricciones y cualquier distanciamiento social voluntario (ver gráfico). Ninguna región ha tenido un año más en casa que América Latina, con un movimiento un 70% más restringido que en América del Norte.

Argentina y Chile han sido el segundo y el cuarto países más restringidos del mundo, respectivamente. Perú encabeza la lista. Allí, el bloqueo inicial se sintió como vivir los días más oscuros de la guerra contra los insurgentes maoístas a principios de la década de 1990. A nadie se le permitía salir de casa excepto para comprar víveres. Los agentes de policía y los soldados hicieron cumplir estrictamente el toque de queda. Bloqueos tan duros hacen imposible gran parte de la actividad económica, incluso si muchas de las personas más pobres de la región no tienen más remedio que desafiar las órdenes de quedarse en casa en un intento por llegar a fin de mes.

Además de la gravedad del brote de América Latina y los bloqueos asociados, otros dos factores han contribuido a la dolorosa contracción económica de la región: la estructura de las economías locales y la escala y el diseño del estímulo fiscal. Considere la estructura económica primero. Una variedad de evidencia sugiere que la región es especialmente vulnerable a las cuarentenas. Muchos países de América Latina y el Caribe dependen en gran medida de los ingresos de los turistas internacionales. Aruba, una isla holandesa en el Caribe que depende especialmente de los visitantes, vio caer el PBI en un 25% en 2020.

Investigaciones recientes del FMI encuentran que el empleo en lo que llama “sectores intensivos en contacto” —del tipo en el que es imposible realizar un trabajo sin estar en proximidad física de otros— es especialmente importante en América Latina y el Caribe. Los trabajos en industrias como restaurantes, tiendas o transporte público representan el 43% del empleo total, en comparación con el 30% en los mercados emergentes en su conjunto.

Una región con una gran desigualdad, América Latina tiene una proporción inusualmente grande de personas que trabajan como personal doméstico para las personas más ricas, lo que inherentemente implica la mezcla de hogares. Para un artículo reciente, Louisa Acciari de University College London y sus colegas encuestaron a trabajadoras del hogar en varios países y encontraron historias de equipos de protección personal inadecuados y violaciones de sus derechos. De hecho, la primera muerte oficial del covid-19 en Río de Janeiro en marzo pasado fue una criada que había sido infectada por su empleador, según funcionarios estatales; la mujer había estado en Italia y, según alegan, no se molestó en enviar a su criada a casa una vez que se enfermó.

El factor final detrás del terrible desempeño económico de la región es la política fiscal. Una forma de medir si la respuesta fiscal de un país a la pandemia ha sido lo suficientemente grande implica comparar dos cosas: el cambio en el déficit presupuestario general de un país y su producción perdida durante la pandemia. Tomando prestada una metodología desarrollada en un artículo de investigación de Goldman Sachs, The Economist calculó la idoneidad del estímulo inducido por una pandemia para 193 países. Muchos gobiernos de todo el mundo, por cada dólar de producción perdida, han aumentado su gasto en un dólar. Algunos, como EEUU y Australia, han sido sustancialmente más generosos. América Latina, aunque implementó un estímulo fiscal más generoso que en recesiones pasadas, ha sido tacaño incluso en relación con otros mercados emergentes, con el país medio agregando solo 28 centavos de gasto deficitario adicional por cada dólar de producción perdida.

El diseño del estímulo también tiene deficiencias. Los países con los planes más exitosos han enviado grandes cantidades de dinero directamente a las personas. Eso ha ayudado a romper el vínculo entre la pérdida de empleos y los recortes en el gasto de los hogares, lo que respalda la economía. América Latina, por el contrario, ha centrado principalmente sus recursos en otros lugares, incluso en la creación de sistemas de atención de la salud con financiación insuficiente.

No todos los países de América Latina han tomado esta ruta. En Brasil, el gasto del gobierno de Bolsonaro ha compensado la pérdida de producción casi por completo. Esto ayudó a reducir la incidencia de la pobreza extrema incluso cuando la pandemia se apoderó del país, aunque el nivel de ayuda de emergencia a los hogares pobres ha disminuido recientemente y el hambre y otras formas de privación están aumentando nuevamente.

Sin embargo, algunos gobiernos han sido sorprendentemente austeros. En ningún lugar esto es más cierto que en México, liderado por el autoproclamado de izquierda Andrés Manuel López Obrador. El insignificante programa de estímulo de México (de 17 centavos por dólar de gasto perdido) se deriva de la sensibilidad monástica y autárquica de López Obrador, que lo hace instintivamente receloso de la deuda, pero especialmente cuando está financiada por financieros extranjeros. En Colombia, las protestas fueron provocadas por el intento del 28 de abril por parte del gobierno de Iván Duque de impulsar una reforma tributaria, pero se han convertido en algo mucho más grande. Gran parte del descontento se debe a la percepción de una respuesta inadecuada o equivocada al covid-19, que ha permitido que 2.8 millones de personas caigan en la pobreza extrema.

La carnicería económica no durará para siempre. Pero el crecimiento anual en el PBI de 3-4% que puede esperar América Latina y el Caribe, una vez que se levanten las restricciones de manera segura, permanece algo por debajo de las tasas que EEUU y algunos otros países están a punto de ver. Un aumento reciente de los precios de las materias primas ayudará a menos de lo que muchos piensan: un índice de los precios mundiales de las materias primas se mantiene por debajo de donde estuvo durante gran parte del período transcurrido desde la crisis financiera mundial. Y debido al estímulo débil, los hogares no han acumulado grandes cantidades de ahorros, como lo han hecho en muchos países más ricos, por lo que no habrá un exceso de gasto posterior al cierre. Como muestran los disturbios en Colombia, la región más afectada por la pandemia enfrenta aún más problemas. Lampadia




Los peligros de una invasión china en Taiwán

Los peligros de una invasión china en Taiwán

El statu quo que mantiene a EEUU y China en relativa paz por la situación política de Taiwán ahora pende de un hilo, dado el posicionamiento militar que el régimen chino ha ido acrecentando en territorio asiático, además de la clara intención de su máximo líder Xi Jin Ping de acrecentar su influencia geopolítica entre sus vecinos, a quienes considera históricamente parte de China.

Un reciente artículo de The Economist, que compartimos líneas abajo, explora las implicancias económicas y de seguridad global de una invasión china a Taiwán y da recomendaciones a los funcionarios de EEUU para disuadir a China de un posible ataque, que a todas luces, no beneficiaría a ninguna de las dos superpotencias, introduciendo además un grave precedente para un conflicto bélico mundial.

Lo que hay que resaltar de las reflexiones de The Economist es que, además de las obvias consecuencias para la paz global que generaría tal invasión, Taiwán es considerado el eje mundial de la producción de chips de avanzada, sobre los cuales se desarrollan una multiplicidad de bienes tecnológicos tanto en occidente como en territorio asiático. Si bien China puede estar tentada a invadir esta isla para acopiar más sectores estratégicos, ello interrumpiría la ya derruida cadena global de valor tecnológica y por supuesto acarrearía mayores costos tanto para EEUU como para sí mismo, cuyas ventajas comparativas en este sector no compensarían la taiwanesa. Peor aún en un contexto de crisis pos pandemia, en donde se deben buscar alianzas comerciales y espacios de colaboración, e vez de conflictos, la invasión sería un quiebre en las perspectivas de desarrollo global del siglo xxi.

Esperamos pues que las recomendaciones de The Economist calen sobre los funcionarios estadounidenses, pero también que los chinos internalicen la gravedad de cometer tal barbaridad como es el de una invasión, sopesando los tremendos costos e inestabilidad que se incurriría con tal hecho. Lampadia

Política de superpotencias
El lugar más peligroso de la Tierra

EEUU y China deben trabajar más duro para evitar la guerra por el futuro de Taiwán

The Economist
1 de mayo, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

La prueba de una inteligencia de primer nivel, escribió F. Scott Fitzgerald, es la capacidad de tener en mente dos ideas opuestas al mismo tiempo y aún conservar la capacidad de funcionar. Durante décadas, un ejercicio de ambigüedad de alto calibre ha mantenido la paz entre EEUU y China sobre Taiwán, una isla de 24 millones de habitantes, a 100 millas (160 km) de la costa de China. Los líderes de Beijing dicen que solo hay una China, que ellos dirigen, y que Taiwán es una parte rebelde de ella. EEUU asiente con la cabeza a la idea de una sola China, pero ha pasado 70 años asegurándose de que haya dos.

Hoy, sin embargo, esta ambigüedad estratégica se está derrumbando. EEUU empieza a temer que ya no pueda disuadir a China de apoderarse de Taiwán por la fuerza. El almirante Phil Davidson, que dirige el Comando del Indo-Pacífico, dijo al Congreso en marzo que le preocupaba que China atacara a Taiwán tan pronto como en 2027.

La guerra sería una catástrofe, y no solo por el derramamiento de sangre en Taiwán y el riesgo de escalada entre dos potencias nucleares. Una razón es económica. La isla se encuentra en el corazón de la industria de los semiconductores TSMC, el fabricante de chips más valioso del mundo, crea el 84% de los chips más avanzados. Si la producción en TSMC se detuviera, también lo haría la industria electrónica mundial, a un costo incalculable. La tecnología y el conocimiento de la empresa están quizás una década por delante de los de sus rivales, y se necesitarán muchos años de trabajo antes de que EEUU o China puedan esperar ponerse al día.

La razón más importante es que Taiwán es un escenario para la rivalidad entre China y EEUU. Aunque EEUU no está obligado por un tratado a defender a Taiwán, un asalto chino sería una prueba del poderío militar de EEUU y de su determinación diplomática y política. Si la Séptima Flota no aparecía, China se convertiría de la noche a la mañana en la potencia dominante en Asia. Los aliados de EEUU en todo el mundo sabrían que no pueden contar con eso. La Pax Americana colapsaría.

Para entender cómo evitar el conflicto en el Estrecho de Taiwán, comience con las contradicciones que han mantenido la paz durante las últimas décadas. El gobierno de Beijing insiste en que tiene el deber de lograr la unificación, incluso, como último recurso, mediante una invasión. Los taiwaneses, que solían estar de acuerdo en que su isla era parte de China (aunque no comunista), han optado por elegir gobiernos que enfatizan su separación, sin llegar a declarar la independencia. Y EEUU ha protegido a Taiwán de la agresión china, aunque reconoce al gobierno de Beijing. Estas ideas opuestas se agrupan en lo que los herederos diplomáticos de Fitzgerald llaman alegremente el “status quo”. De hecho, es una fuente turbulenta e hirviente de neurosis y dudas.

Lo que ha cambiado últimamente es la percepción de EEUU del punto de inflexión en el desarrollo militar a través del Estrecho de China, que lleva 25 años en proceso. La armada china ha lanzado 90 barcos y submarinos importantes en los últimos cinco años, cuatro a cinco veces más que EEUU en el Pacífico occidental. China construye más de 100 aviones de combate avanzados cada año; ha desplegado armas espaciales y está repleto de misiles de precisión que pueden atacar a Taiwán, buques de la Armada estadounidense y bases estadounidenses en Japón, Corea del Sur y Guam. En los juegos de guerra que simulan un ataque chino a Taiwán, EEUU ha comenzado a perder.

Algunos analistas estadounidenses concluyen que la superioridad militar tarde o temprano tentará a China a usar la fuerza contra Taiwán, no como último recurso, sino porque puede hacerlo. China se ha convencido a sí misma para creer que EEUU quiere mantener hirviendo la crisis de Taiwán e incluso puede querer una guerra para contener el ascenso de China. Ha pisoteado la idea de que Hong Kong tiene un sistema de gobierno separado, devaluando una oferta similar diseñada para ganarse al pueblo de Taiwán para la unificación pacífica. En el Mar de China Meridional, ha estado convirtiendo arrecifes áridos en bases militares.

Aunque China se ha vuelto claramente más autoritaria y nacionalista, este análisis es demasiado pesimista, tal vez porque la hostilidad hacia China se está convirtiendo en el estándar en EEUU. Xi Jinping, presidente de China, ni siquiera ha comenzado a preparar a su pueblo para una guerra que probablemente provocará víctimas masivas y dolor económico en todos los bandos. En su centésimo año, el Partido Comunista está construyendo su reclamo de poder sobre la base de la prosperidad, la estabilidad y el estatus de China en su región y su creciente papel en el mundo. Todo eso estaría en peligro por un ataque cuyo resultado, diga lo que diga la Marina de los EEUU, viene con mucha incertidumbre, sobre todo sobre cómo gobernar un Taiwán rebelde. ¿Por qué Xi arriesgaría todo ahora, cuando China podría esperar hasta que las probabilidades sean aún mejores?

Sin embargo, eso solo trae algo de consuelo. Nadie en EEUU puede saber realmente lo que Xi pretende hoy, y mucho menos lo que él o su sucesor deseen en el futuro. Es probable que aumente la impaciencia de China. El apetito de riesgo de Xi puede agudizarse, especialmente si quiere la unificación con Taiwán para coronar su legado.

Si quieren asegurar que la guerra siga siendo una apuesta demasiado arriesgada para China, EEUU y Taiwán deben pensar en el futuro. El trabajo para restablecer un equilibrio a través del Estrecho de Taiwán llevará años. Taiwán debe comenzar a dedicar menos recursos a sistemas de armas grandes y costosos que son vulnerables a los misiles chinos y más a tácticas y tecnologías que frustrarían una invasión.

EEUU necesita armas para disuadir a China de lanzar una invasión anfibia; debe preparar a sus aliados, incluidos Japón y Corea del Sur; y necesita comunicar a China que sus planes de batalla son creíbles. Este será un equilibrio difícil de lograr. La disuasión generalmente se esfuerza por ser muy clara sobre las represalias. El mensaje aquí es más sutil. Se debe disuadir a China de que intente cambiar el estatus de Taiwán por la fuerza, incluso cuando se le asegura que EEUU no apoyará una carrera hacia la independencia formal de Taiwán. El riesgo de una carrera de armamentos entre superpotencias es alto.

No se haga ilusiones de lo difícil que es mantener la ambigüedad. Los halcones de Washington y Pekín siempre podrán presentarlo como una debilidad. Y, sin embargo, las demostraciones aparentemente útiles de apoyo a Taiwán, como los buques de guerra estadounidenses que hacen escala en los puertos de la isla, podrían interpretarse erróneamente como un cambio peligroso en las intenciones.

Es mejor poner fin a la mayoría de las disputas. Aquellos que solo pueden resolverse en la guerra a menudo pueden postergarse y, como dijo el difunto líder de China, Deng Xiaoping, dejarse en manos de generaciones más sabias. Ningún lugar presenta una prueba de habilidad política como el lugar más peligroso de la Tierra. Lampadia




Los mercados laborales post-pandemia

Los mercados laborales post-pandemia

La pandemia generó una disrupción en el mundo laboral, hacia el trabajo remoto y la permanente interacción digital entre empleadores y empleados. Y como ya vienen alzando sus voces, algunos entendidos, este cambio ha venido para quedarse, inclusive en la época post-pandemia, en la que se prevé prevalecerá un régimen semipresencial, por las mejoras en productividad y reducción de costos fijos que suscita para las empresas el trabajo a distancia.

Sin embargo, para que este cambio genere una verdadera mejora en el bienestar general en el largo plazo, hacen falta ciertas políticas públicas que The Economist (ver artículo líneas abajo) recomienda hacer a los países. Estas están asociadas a flexibilizar los marcos normativos de trabajo vigentes a esta nueva era.

Es en este marco que consideramos que para el caso peruano urge ajustar los contratos parciales por un mínimo de horas semanales, para impulsar la contratación del empleo formal a plazo fijo, que se ha visto profundamente afectada en la pandemia. Asimismo, urge flexibilizar la contratación y el despido, en un país que es considerado entre los más onerosos en este ámbito. Mientras exista estabilidad absoluta, es decir, reposición por despido intempestivo, van a prevalecer los contratos laborales temporales, en desmedro de los trabajadores peruanos. Y finalmente, establecer un marco legal voluntario, en tanto las empresas puedan cumplirlo, para que el trabajo a distancia pueda prevalecer hasta que la situación de la pandemia mejore y el virus poco a poco vaya siendo superado por las vacunas.

Si realmente queremos aprovechar esta nueva realidad del teletrabajo y utilizarlo para mejorar el bienestar de nuestros trabajadores, debemos crear el marco adecuado para que se de. Lampadia

Mercados laborales
Montando alto en un mundo de trabajadores

Un repunte del empleo, cambios políticos y cambios tecnológicos podrían traer una edad de oro para la mano de obra en los países ricos

The Economist
10 de abril, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

En la imaginación popular, las últimas cuatro décadas fueron maravillosas para los dueños del capital y miserables para el trabajo. Los trabajadores del mundo rico soportaron la competencia del comercio, el implacable cambio tecnológico, los salarios más desiguales y las tibias recuperaciones de las recesiones. Los inversores y las empresas disfrutaron de la expansión de los mercados mundiales, la liberalización de las finanzas y los bajos impuestos corporativos. Incluso antes del covid-19, esta caricatura de mercados laborales rotos estaba equivocada. Hoy, cuando la economía emerge de la pandemia, se avecina una reversión de la primacía del capital sobre el trabajo, y llegará antes de lo que cree.

Puede parecer prematuro predecir un maravilloso mundo laboral sólo un año después de una catástrofe en el mercado laboral. Pero EEUU está demostrando la rapidez con la que pueden recuperarse los trabajos a medida que el virus retrocede. En la primavera de 2020, la tasa de desempleo del país era de casi el 15%. Ahora ya es solo el 6% después de un año que contiene cinco de los diez mejores meses para contratar en la historia. La percepción pública de lo fácil que es encontrar trabajo ya se ha recuperado a niveles que tardó casi una década en alcanzar después de la crisis financiera mundial. E incluso en Europa, que está sufriendo una tercera ola de infecciones, el mercado laboral está superando las previsiones a medida que las economías se adaptan a las medidas de contención de virus.

A medida que el mercado laboral se recupera, se están produciendo dos cambios más profundos, en la política y en la tecnología. Empiece por el entorno político, que se está volviendo más amigable para los trabajadores de lo que lo ha sido durante décadas. Una de las primeras señales de cambio fue el aumento de los salarios mínimos durante el ciclo económico anterior. En relación con los salarios medios, aumentaron más de una cuarta parte en la OCDE, un club de países en su mayoría ricos, ponderado por población. Ahora los gobiernos y las instituciones se están volviendo locas para amoldarse a los trabajadores. El presidente Joe Biden espera utilizar su derroche de infraestructura planeado para promover la sindicalización y pagar salarios generosos. Los bancos centrales se preocupan cada vez más por el empleo y menos por la inflación. No fue una broma cuando el 1 de abril el FMI, alguna vez famoso por su austeridad, lanzó la idea de impuestos solidarios únicos para los ricos y las empresas. En su carta a los accionistas de esta semana, Jamie Dimon, el jefe de JPMorgan Chase, la firma más grande de Wall Street, pidió salarios más altos, y no se refería a los directores ejecutivos.

El segundo gran cambio en el mercado laboral es tecnológico. En la pandemia, los agoreros se han duplicado en las predicciones de problemas a largo plazo en el mercado laboral. Los robots crearán ejércitos de ociosos, los trabajos precarios están desplazando a los estables e incluso los trabajadores prósperos encadenados a correos electrónicos y pantallas saben en sus corazones que sus “trabajos de porquería” no tienen sentido. Pero como explica nuestro informe especial de esta semana, estas ideas nunca fueron respaldadas por pruebas y no parece que vayan a estarlo ahora. En 2019, casi dos tercios de los estadounidenses dijeron que estaban completamente satisfechos con la seguridad de su trabajo, en comparación con menos de la mitad en 1999; una proporción menor de trabajadores alemanes se sentía insegura que a mediados de la década de 2000. Los países con mayor automatización, como Japón, disfrutan de algunos de los índices de desempleo más bajos.

El futuro del trabajo a largo plazo ha cambiado para mejor este año porque se ha digitalizado más. El trabajo remoto está aliviando el cuello de botella de las viviendas caras en las ciudades prósperas. Los trabajadores a domicilio reportan niveles más altos de felicidad y productividad. A fines de 2020, las empresas estadounidenses gastaron un 25% más en computadoras, en términos reales, que un año antes. Incluso pesimistas como Robert Gordon, un economista, esperan que esta explosión de inversión tecnológica produzca un crecimiento de la productividad más rápido, lo que significa salarios más altos.

Una edad de oro para los trabajadores es bienvenida. Es correcto juzgar el progreso económico por el poder adquisitivo de los salarios medios, no por las ganancias o el precio de las acciones. Los auges de empleo como los de la mayoría de los países ricos en 2019 traen enormes beneficios, al incentivar la formación y el buen trato de los trabajadores, así como al reducir las desigualdades raciales y de género. Sin embargo, los gobiernos pueden ayudar a determinar el alcance de estos logros. Su objetivo debería ser elevar el nivel de vida de los trabajadores mediante una mayor productividad, en lugar de centrarse en dividir el botín mediante la regulación y la protección.

Una de las tareas es redefinir los derechos de los trabajadores para una era de flexibilidad y trabajo de servicio. El tamaño y la novedad de la economía gig a menudo se exageran; los taxis y las entregas de alimentos existían antes de Uber y DoorDash. Pero el empleo en el sector de servicios, especialmente en el cuidado de personas, crecerá a medida que la población envejezca. No hay lugar para la idea snob de que tales trabajos no pueden ser satisfactorios, ni el instinto relacionado de que los modelos experimentales de trabajo deberían dejar de existir. En lugar de ello, los gobiernos deberían modernizar las barreras que ofrece la legislación laboral, ofrecer una red de seguridad universal y garantizar que la economía sea sólida. Si lo hacen, los trabajadores tendrán la confianza y el poder de negociación para experimentar y negociar por sí mismos.

La productividad también puede desatarse ampliando el acceso a las oportunidades. Muchos mercados laborales del mundo rico se dividen entre los altamente calificados y los poco calificados. Eso es tolerable siempre que cualquiera pueda subir la escalera. Los gobiernos tienen la responsabilidad de garantizar el acceso meritocrático a la educación y suficientes oportunidades de reciclaje. Deben derribar las barreras de entrada, como las innecesarias reglas de concesión de licencias ocupacionales; por ejemplo, no se debe permitir que las profesiones legales y médicas levanten el puente levadizo hacia los forasteros. Debería ser fácil experimentar con nuevos modelos comerciales digitales y transfronterizos.

Pero ayudar a los trabajadores aumentando la productividad no debe confundirse con intentos contraproducentes de protegerlos, como sucedió la última vez que tuvieron la ventaja, en la década de 1970. La repatriación de las cadenas de suministro, como haría Biden, inhibirá la competencia y reducirá los niveles de vida. Aumentar demasiado los impuestos corporativos reducirá el incentivo para que las empresas inviertan. Que los bancos centrales pierdan su credibilidad en la lucha contra la inflación sería un desastre. Pregúnteles a los trabajadores que soportaron la peor parte de los esfuerzos por controlar los precios en la década de 1980.

El maravilloso mundo del trabajo

La gente tiende a ser sentimental acerca de lo maravilloso que solía ser el trabajo, gruñona acerca de cómo es y temerosa de lo que se convertirá. De hecho, la vida laboral ha mejorado a lo largo de los años, y la promesa hoy es tan brillante como siempre. Es hora de emprender el viaje. Lampadia




El circo de los candidatos presidenciales

El circo de los candidatos presidenciales

A solo semana y media de las elecciones presidenciales y congresales, los candidatos con mayor probabilidad de convertirse en gobierno destacan por sus propuestas populistas y carentes de buenas ideas que ayuden a paliar tanto económica como sanitariamente la crisis en la que nos vemos caído por la pandemia. El debate se ha tornado en muchos casos un circo de ataques y poca sustancia en lo concerniente a políticas públicas que propendan bienestar a los peruanos. Y como es costumbre con la izquierda decimonónica en nuestro país, sus planes amenazan con socavar las propias bases de nuestro modelo de desarrollo.

A esto se suma además lo que un reciente artículo publicado por The Economist deja muy en claro: la poca representatividad que estos candidatos exhiben en las encuestas y cómo un porcentaje todavía bastante alto de la población peruana (30% aprox.) no tiene todavía decidido su voto. El escenario de un Ejecutivo con minoría en el Congreso que además estaría fracturado parece inminente.

Sin embargo, consideramos que es ese porcentaje de indecisos el que aún está abierto a escuchar un verdadero debate desde los medios y demás líderes de opinión sobre las propuestas que nuestro país necesita para salir de la presente crisis.

Al respecto The Economist enfatiza: “El país está pidiendo a gritos una habilidad política que parece poco probable que obtenga. Ha sido golpeado por la pandemia. El año pasado su economía se contrajo un 11% y el desempleo subió al 13,8%. En relación con su población de 33 millones, Perú ha registrado más muertes por covid que en cualquier otro lugar de América del Sur.”

El escenario al que nos enfrentamos tan complejo debería pues no solo inducirnos a descartar los candidatos que coquetean con políticas trasnochadas, populistas e intervencionistas que nos llevaron al estancamiento prolongado de 30 años de nuestra economía a fines de los años 80. También debería llevarnos a abrazar las ideas de la libertad, y de la cooperación con el sector privado y la sociedad civil para superar la crisis, como lo hicimos en su momento tras esas épocas oscuras en décadas pasadas. El impulso de la inversión privada como motor del crecimiento y generación de empleo debe pues volver al debate, así como el apoyo del sector privado en la vacunación y la atención sanitaria para el aislamiento de contagios son fundamentales.

Esperemos que los candidatos, inclusive los del ala radical de izquierda moderen sus propuestas, aún cuando sea en la segunda vuelta.

Sólo volviendo a invertir en infraestructuras y proyectos productivos, podremos recuperar la última década perdida del 2011 al 2020. Lampadia

La opción menos mala
En la carrera presidencial de Perú no hay un claro favorito

Dieciocho candidatos luchan en las elecciones generales del 11 de abril.

The Economist
27 de marzo, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

A menos de tres semanas de las elecciones presidenciales de Perú, las encuestas de opinión sugieren un claro ganador: un rechazo nihilista de los 18 candidatos. Sume los “no sabe” y los que les dicen a los encuestadores que emitirán votos en blanco o nulos y llegan a alrededor del 30%. Pero dos personas deben pasar a una segunda vuelta en junio. La mayoría de los candidatos con buenas posibilidades de hacerlo son populistas y outsiders, tanto de izquierda como de derecha.

Yonhy Lescano, un populista de izquierda y un veterano del Congreso de 20 años, es el único candidato que realiza una encuesta en dos dígitos (alrededor de un miserable 13%). Representante de Acción Popular, un partido de larga data, pero amorfo, quiere más intervención estatal en la economía y le gusta el aspecto de lugares como Bolivia (que la tiene). Promete una mayor fiscalización de las empresas y frenar los proyectos mineros si no cuentan con el apoyo de la población local.

Luego está Rafael López Aliaga: desconocido hasta hace unas semanas, ahora tiene un 8% en las urnas y está subiendo rápido. Hombre de negocios que es miembro del Opus Dei, un movimiento católico conservador, se jacta de su celibato y de cómo se flagela a sí mismo. Sus críticos lo ven como una versión peruana del brasileño Jair Bolsonaro (él lo niega). Quiere recortar la burocracia, reformar los programas sociales y expulsar a una constructora brasileña, Odebrecht, que ha sido objeto de varios escándalos de corrupción.

Otro contendiente es George Forsyth, ex portero de fútbol y alcalde, quien ha prometido que, si gana, será duro con el crimen. Habiendo liderado durante mucho tiempo las encuestas de opinión, el apoyo de Forsyth ha decaído recientemente. Los oponentes dicen que su juventud (tiene 38 años) y su inexperiencia lo hacen mal equipado para la política rudo y desordenada de Perú, que se parece más al rugby que al fútbol. Verónika Mendoza, socialista, y Keiko Fujimori, populista de derecha, también tienen posibilidades de llegar a la segunda vuelta.

El que gane se enfrentará a un Congreso fracturado, también a ser elegido el 11 de abril. Sus 130 miembros podrían dividirse entre hasta 11 partidos. Desde 2016 las tensiones entre el Ejecutivo y el Legislativo han sido una característica constante de la vida política y el país ha tenido cinco presidentes.

Un grupo tan poco distinguido de candidatos presidenciales no es nada nuevo. En 2011 Mario Vargas Llosa, novelista premio Nobel, se quejó de que en las elecciones de ese año los peruanos tenían que elegir entre “sida y cáncer”. La espantosa broma de Vargas Llosa se refería a dos candidatos que consideró que serían particularmente dañinos: Fujimori y Ollanta Humala, un ex golpista que ganó y que también se postula nuevamente este año.

El país está pidiendo a gritos una habilidad política que parece poco probable que obtenga. Ha sido golpeado por la pandemia. El año pasado su economía se contrajo un 11% y el desempleo subió al 13,8%. En relación con su población de 33 millones, Perú ha registrado más muertes por covid que en cualquier otro lugar de América del Sur. Como declara el título de una de las novelas recientes de Vargas Llosa, estos son tiempos feroces. Lampadia