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Se dobla, pero no se rompe

Jaime Spak
Para Lampadia

Durante la época que estudié en la Universidad Nacional de Ingeniería hace más de 50 años, tuve la suerte de tener entre mis compañeros de clases a gente no solamente de primer nivel intelectual y académico, sino también de una gran creatividad e ingenio para definir algunas cosas.

Por ejemplo, mi amigo Rubén, siempre preguntaba cuáles eran los animales elásticos.

Su respuesta hasta ahora la recuerdo: la ligartija, el hulefante y el resorteronte.

De igual manera nuestro querido amigo Alfonso a quien todos llamamos hasta el día de hoy cariñosamente Boy, tenía su frase favorita y era: “se dobla, pero no se rompe”.

Creo que no hay frase más clara para poder explicar lo que es el Perú.

Un país que se dobla, pero no se rompe.

Hemos tenido en los últimos 50 años tantos problemas de todo tipo que es increíble como no hemos caído en default o lo que es peor caer en desgracia.

Me acuerdo en el aciago mes de octubre de 1968, parado como siempre en la avenida Alfonso Ugarte, esperando que alguien pase para que me jale a la UNI, y al lado había tanques producto del golpe de estado de Velasco.

Los años de incertidumbre de esa dictadura que empezó a sembrar en las mentes de los peruanos, la lucha de clases, la fallida reforma agraria, la comunidad industrial, la nacionalización de nuestros recursos naturales, la expropiación de los diarios y los canales de televisión y la expropiación de empresas pesqueras que eran la fuente de ingresos de divisas, pues éramos el primer productor de harina de pescado.

Es decir, luego del débil gobierno de Belaunde, la dictadura de Velasco genero un retroceso en la dinámica de crecimiento del país. Fueron 12 años muy complicados.

Todas las acciones de gobierno iban en contra de la inversión privada que siempre ha sido y será el motor del desarrollo de los países.

Y para colmo llovió sobre mojado, pues durante más de 12 años hemos padecido la insania de Sendero Luminoso, probablemente después del Khmer Rouge de Camboya, el más sanguinario movimiento terrorista del mundo.

La vida en el Perú por culpa de estos asesinos y del MRTA, pudimos sobrevivir y lograr derrotarlos.

Luego del segundo gobierno de Belaunde, tuvimos que sobrevivir al primer gobierno de García, el segundo peor gobierno de la historia, solo superado por el pésimo fugaz gobierno de Pedro Castillo.

Y ahora en los últimos cinco años haber sufrido de tres terribles situaciones:

  • La pandemia que se llevó la vida de más de 200,000 de nuestros compatriotas, por la corrupción y el pésimo manejo de esta.
  • Los seis presidentes que nos ha llevado a una situación de incertidumbre política que hasta ahora estamos padeciendo.
  • El gobierno de Pedro Castillo, el más incapaz, corrupto e ineficiente gobierno de nuestra historia.

Díganme si no es lógico indicar que el Perú se dobla, pero no se rompe.

Hemos padecido hiperinflación con el primer gobierno de García.

Fuji shock, que en agosto de 1990 nos encontramos de un día para otro que los precios de los productos esenciales subieron 20 veces.
Terrorismo que se llevó la vida de más de 35,000 peruanos, la gran mayoría gente inocente, policías y militares.

El ensañamiento de los terroristas con los pueblos altoandinos y de la selva no tiene parangón en la historia del Perú-
La pandemia del Covid 19, que fue tan mal manejada que se cobró la vida de tantas personas, porque desnudo la precaria situación de nuestro sistema de salud.

A ello hay que agregar la continua crisis política que ha generado una inestabilidad que hasta el día de hoy vivimos.

Y como cereza de la torta el nefasto desgobierno de Castillo que inundo el aparato estatal con la peor gente posible y que felizmente acabo con el suicidio político del profesor con el auto golpe chicha.

Estamos ya casi a la mitad del año 2023, con un gobierno que se quedara hasta el 2026 y que está intentando llevarnos de nuevo por la senda del crecimiento.

¿Lo lograra?

Esa es la gran pregunta, pues la señora Boluarte que, a pesar de su nula experiencia en la cosa pública, al menos se está rodeando de gente capaz en los ministerios.

Lo único que falta para lograr esta senda del crecimiento es que este gobierno, entienda que tiene una oportunidad de oro de lograrlo, si vuelve a confiar en la inversión privada, si logra destrabar los millonarios proyectos mineros, si da un impulso muy fuerte al turismo, si da incentivos a los pequeños agricultores para que sean más productivos en sus sembríos y mucho más.

Pero hay dos cosas fundamentales que tiene que hacer este gobierno y espero que el congreso lo apoye (aunque lo dudo).

Un cambio radical en el ministerio de educación para que tengamos una juventud más preparada para el futuro.

Una reorganización total en la seguridad, haciendo una reingeniería total en el ministerio del interior.

Si lo logra el Perú ni se doblará ni se romperá, sino que se habrán instalado cimientos muy sólidos para ver el futuro de nuestro país con ojos de esperanza. Lampadia




“Ser ganador es un mal negocio en el Perú”

Por: Aldo Mariátegui
Perú21, 28  de Abril del 2023

“Somos un país envidioso y cicatero que nunca festeja a sus triunfadores. Mario Vargas Llosa y ‘su family’ nos pueden ser muy odiosos (porque se lo han ganado a pulso…)”.

-Somos un país envidioso y cicatero que nunca festeja a sus triunfadores. Mario Vargas Llosa y “su family” nos pueden ser muy odiosos (porque se lo han ganado a pulso. Salvo el discreto Gonzalo, el resto son infumables), pero que sea un peruano quien haya sido el primer extranjero (y que encima escribe en otro idioma) que ingrese a la Academia Francesa es algo que merecía muchísima más atención en nuestro país. O Andrés Roca Rey, que se ha vuelto la primera figura en la tauromaquia y acaba de ser sacado en hombros por la casi inaccesible Puerta del Príncipe en Sevilla. O Diego Elías, que acaba de coronarse campeón mundial de squash, un deporte de raqueta ultracompetitivo. Este tipo de logros serían muy celebrados en otros países y no serían cubiertos por un estruendoso silencio, como ha sucedido en el Perú. Por ejemplo, la cara de Elías ya estaría en las cajas de los cereales en EE.UU., saldría en comerciales de TV o su nombre acompañaría a un estilo de zapatillas de Nike o de alguna marca grande. En Perú el 99.9% de la población no tiene la menor idea de quién es Elías y mucho más les importa si un casado futbolista local cometió adulterio con alguna vedette de medio pelo. De verdad, la canción “Loser” (perdedor) de Beck debería ser nuestro himno nacional…

-¿De dónde se le ha ocurrido a mi condiscípulo de la PUCP Nano Guerra García –otrora rojimio, hoy naranja– promover que la edad de retiro de los vocales y fiscales supremos pase de 70 a 75 años? No solo porque se instaurará así una gerontocracia que bloqueará el justo ascenso de otros, sino porque eso facilitará que la caviarada, con el juez César San Martín (67 años a la fecha) y el fiscal Pablo Sánchez (idem), siga teniendo gran poder en esas instituciones. ¿Qué pacto hay detrás de esto?

-¡Qué tal manotazo de ahogado de Argentina de pactar el uso de yuanes en lugar de dólares para solventar su relación comercial con China! Esa aspirina no va a curar el serio problema de divisas que tienen.




Una Navidad sin miedo

Por: Rolando Arellano
El Comercio, 19 de Diciembre del 2022

“Evitemos ser la caja de resonancia del terror”.

Más que los clásicos regalos de Navidad, los ciudadanos podemos ayudar a enfrentar la violencia de estos días de una manera simple, pero poderosa: dejando de apoyar al terrorismo. Veamos.

¿Qué buscan los terroristas? Buscan infundir terror; es decir, “miedo muy intenso”, según la Real Academia de la lengua Española (RAE). Saben que sus armas, piedras, gasolina o bombas son muy peligrosas, pero, siendo pocos, quieren que el miedo se multiplique a muchas más personas de las que podrían lesionar físicamente. Así, saqueando unas tiendas en Ica o en Ayacucho, pretenden que millones de personas en Lima, Piura, Huancayo o Tacna se aterroricen, pensando en que eso les podría ocurrir.

¿De qué manera los apoyamos? Lo hacemos cada vez que difundimos sus agresiones, pues multiplicamos su efecto. Así, sin quererlo, nos convertimos en aliados de los terroristas no por tirar piedras con ellos, sino por difundir indiscriminadamente sus noticias en los medios de comunicación o en las redes sociales.

¿No se debería entonces informar sobre las agresiones y desmanes? Se debe informar, pero cuando las mismas imágenes negativas, por ejemplo, la de un taxista ante su coche en llamas, se trasmiten una y otra vez, dejan de ser datos útiles y se vuelven una tortura psicológica. Justamente lo que el terrorista desea conseguir.

¿Y por qué esa información intensa sería peligrosa para la sociedad? Porque apoya un objetivo ilegítimo. La RAE define ‘terrorismo’ como “forma violenta de lucha política, mediante la cual se persigue la destrucción del orden establecido o la creación de un clima de terror e inseguridad susceptible de intimidar a los adversarios o a la población en general”. En otras palabras, quien difunde sin criterio los actos de los terroristas los apoya en su atentado contra la democracia.

Por lo anterior, hoy que el regalo más deseado es la paz, aportemos para que esta ocurra. Primero, mostrémosles a los medios que apreciamos su información, pero no el bombardeo de violencia que la acompaña. Segundo, apoyemos a los buenos comunicadores que no explotan el morbo y hagámosles ver a los otros que esperamos que cambien. Pero, sobre todo, evitemos nosotros ser la caja de resonancia del terror al difundir indiscriminadamente sus noticias.

Si actuamos así, regalaremos paz a nuestros familiares, amigos y contactos de las redes sociales y, a través de ellos, a la inmensa mayoría de peruanos de buena voluntad. Y, si difundimos bien el mensaje, evitaremos además que cientos de jóvenes que quizás exigen reivindicaciones válidas se sumen a la violencia y expongan sus vidas creyendo que esas agresiones tienen gran apoyo popular. Les deseo una Navidad sin miedo y con mucha paz.




LAS INSTITUCIONES COMO ELEMENTO DE UNIDAD

LAS INSTITUCIONES COMO ELEMENTO DE UNIDAD

Conferencia en el I Congreso de Peruanidad: ¿Qué nos une como peruanos? Realizada el 25 y 26 de agosto de 2022 en la Universidad Católica San Pablo, de Arequipa.

José Luis Sardón
Abogado experto en Derecho Público y árbitro. Ex-magistrado del Tribunal Constitucional del Perú (2014-22)

Buenas tardes. Agradezco al Rector Alonso Quintanilla Pérez-Wicht por invitarme a participar en este I Congreso de Peruanidad. Dentro del tema central del Congreso, debo desarrollar el más específico de las instituciones como elemento de unidad. Evidentemente, cuando conmemoramos doscientos años de vida independiente, tiene sentido que hagamos un alto en el camino para precisar qué nos une a los peruanos. Felicito a la Universidad Católica San Pablo por esta iniciativa.

Empecemos, entonces, preguntándonos qué es el Perú. Hay dos ángulos desde los cuales se puede responder a esta pregunta: uno desde fuera y otro desde dentro. Visto desde fuera, el Perú es, simplemente, uno de los cerca de doscientos países que existen hoy en el mundo. Geográficamente, el Perú está ubicado en el hemisferio occidental, dentro del continente americano. Culturalmente, el Perú es parte de Latinoamérica.

Al Perú hay que compararlo, sobre todo, con sus vecinos. Desde el punto de vista geo- gráfico, el Perú es el tercer país más grande de Sudamérica, después de Brasil y de la Argentina; en territorio, el Perú es ligeramente más grande que Colombia. Sin embargo, desde el punto de vista demográfico, el Perú es el cuarto país más poblado de Sudamérica, después de Brasil, la Argentina y Colombia; el Perú es ligeramente más poblado que Venezuela.

En nivel de desarrollo, según Gapminder, con cifras del 2020, el Perú queda en el puesto nueve entre los trece países sudamericanos. Nuestro PBI per cápita, en dólares constantes PPP, es igual al de Paraguay (USD12,700). El de Chile es más de dos veces el nuestro y el más alto de Sudamérica (USD25,400). El Perú solo supera a Ecuador, Bolivia y Venezuela. El PBI per cápita peruano es más de dos veces el de Venezuela (US- D5,300).

En expectativa de vida —que es un proxy de la distribución de la riqueza— el Perú que- da en primer lugar con 80.7 años. Incluso en Chile la expectativa de vida es ligeramente menor, con 80.5 años, como en Colombia. Los países sudamericanos con menor expectativa de vida —y, por tanto, con peor distribución de la riqueza— son Guyana (67.5 años), Bolivia (72.5 años) y Surinam (73 años). Así, acaso para sorpresa de algunos, el Perú tiene la distribución de la riqueza más pareja de Sudamérica.

Ahora bien, visto desde dentro, podemos afirmar que el Perú es una nación. ¿Qué es una nación?

El escritor francés Ernesto Renán decía que una nación “es un plebiscito cotidiano”, es decir, una consulta popular diaria respecto a si se quiere vivir juntos.

El filósofo español José Ortega y Gasset, por su parte, dijo que “es un proyecto sugestivo de vida en común”, que entusiasma a los habitantes de un de- terminado territorio.

El Estado peruano es la organización jurídica de esa nación. En su célebre Ensayo histórico sobre la noción de Estado, el historiador chileno Mario Góngora contrasta los casos de Chile y el Perú al respecto. En Chile, dice, el Estado ha formado a la nación; en el Perú, en cambio, la nación preexiste al Estado. Es cierto. La peculiaridad del Perú, dentro de Latinoamérica, es la densidad de sus elementos culturales. Solo México tiene una densidad cultural equiparable.

Raúl Porras dijo alguna vez que el Perú nace con el Inca Garcilaso de la Vega, en 1539, siete años después de la llegada de Francisco Pizarro a estas tierras. ¿Por qué? Porque Garcilaso es el primer mestizo que reivindica su condición de tal. Lo propio del Perú es, pues, ser la confluencia de la cultura autóctona y la cultura hispánica. Como decía Víctor Andrés Belaunde, quien acuñó el término Peruanidad, “el Perú es una síntesis viviente”.

Es equivocado creer que el Perú existió antes de Garcilaso. El Perú tiene poco que ver con el Tahuantinsuyo, como Italia tiene poco que ver con Roma. El territorio del Perú es el mismo que el del Tahuantinsuyo, pero ese no es el factor primordial en su conformación. El factor primordial es la reivindicación del mestizaje cultural que aquí se ha dado. Ese amor o sano orgullo —que no implica desprecio por ningún otro país o nación— define al Perú.

En doscientos años de vida independiente, por demás, el Perú ha desarrollado sus propias instituciones públicas y privadas, políticas y económicas, formales e informales. Esas instituciones han sido fruto de la interacción de lo propio y lo ajeno; han sido decantadas por la historia peruana y están abiertas a su reforma. Recogiendo nuevas experiencias, las instituciones peruanas pueden y deben ser objeto de análisis, discusión y mejora.

El término institución tiene varias acepciones. El Diccionario de la lengua española dice: es el “organismo que desempeña una función de interés público, especialmente benéfico o docente”. Así, son instituciones los tres poderes del Estado, los organismos constitucionales —como el Tribunal Constitucional y el Banco Central de Reserva (BCR)—, y los gobiernos regionales y locales. Empero, también lo son las universidades, las escuelas, las asociaciones, los clubes, la Iglesia y, sobre todo, las familias.

En primera acepción, sin embargo, el Diccionario dice también que institución es el “establecimiento o fundación de algo”. Este concepto más amplio se acerca al acuñado por la nueva economía institucional. Douglass North, su principal autor, decía que las instituciones son los parámetros que constriñen las posibilidades de elección de las personas, para hacer posible la cooperación. Si la libertad es la característica esencial de la acción humana, las instituciones son el requisito básico para la interacción social.

De no existir instituciones, la vida humana sería “solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta”, según la famosa descripción de Hobbes. Las instituciones empiezan, pues, limitando la libertad, pero terminan ampliándola, pues permiten el desarrollo de la sociedad y los mercados. “Los mercados reposan sobre instituciones”, señalaba Avnet Greif, otro importante acuñador de la nueva economía institucional. Tal es la paradoja de la condición humana: para tener más libertad, hay que restringirla primero.

Las instituciones pueden cambiar; si cambian, deben hacerlo para bien. Las instituciones deben competir entre sí, mostrando cuáles sirven mejor para alcanzar los fines deseados. En ciencias sociales, hay estudios que pueden ayudar a determinarlo. Desde el 2007, por ejemplo, el economista argentino Martín Krause —Ex- Rector de ESEADE— elabora anualmente un sugestivo índice de calidad institucional que agrega distintos índices de instituciones económicas y políticas.

Entre el 2007 y el 2022, en Sudamérica, el Perú ha ocupado siempre el tercer lugar en calidad institucional, por debajo solo de Chile y de Uruguay. No obstante ello, en el último año registra un descenso. En una escala vigesimal, hemos pasado de 11.5 a 10.9. Empero, desde que la información con la que se elabora el índice tiene un rezago de dos años, el 10.9 actual corresponde al 2020. No tenemos todavía la observación correspondiente al 2022.

En estos quince años, el Perú obtuvo su mayor nota el 2014: 12.3. Sin embargo, esta nota corresponde propiamente, como decimos, al 2012. Ese año alcanzamos el punto más alto en calidad institucional, en términos tanto absolutos como relativos. En el ranking mundial, alcanzamos el puesto 60; en el 2022 —o, mejor, en el 2020— hemos descendido al puesto 71 sobre 183 países. Desde el 2012, venimos experimentando, pues, un declive.

Por demás, la actual calificación es el promedio de los puntajes del Perú en instituciones políticas (09.4) y en instituciones económicas (12.3). En instituciones políticas estamos en el puesto 89; en instituciones económicas, en el 63 a nivel mundial. Mucho mejor estamos, pues, en instituciones económicas —que comprenden la moneda estable, los mercados abiertos, etcétera— que en instituciones políticas —que incluyen el estado de derecho, la administración de justicia, etcétera.

Evidentemente, en el Perú, las instituciones políticas requieren más ajustes que las instituciones económicas. En la Constitución de 1993, el Título III, Régimen Económico, debe ser preservado; el Título IV, Estructura del Estado, reformado en algunos aspectos puntuales. En mi opinión, las reformas aprobadas en el referéndum de 2019 han profundizado las deficiencias preexistentes en nuestras instituciones políticas.

Priorizar impedir la reelección congresal implica pretender que las funciones de gobierno estén a cargo siempre de amateurs. Así, se debilita a los partidos políticos, al Congreso de la República y a la democracia misma. Una democracia constitucional, re- presentativa y moderna es inimaginable sin partidos. Los partidos cumplen funciones esenciales. Por lo pronto, articulan y agregan distintas opiniones e intereses ciudadanos. Sin ellos, estos serían un intríngulis indescifrable.

Más importante aun, los partidos permiten desarrollar una visión de largo plazo. Como explicó Giovanni Sartori, no hay partidos sin sistemas de partidos, es decir, sin alternancia ordenada de partidos en el poder. La teoría de juegos —otro desarrollo reciente de la teoría económica— diría que este configura un juego repetitivo. Robert Aumann, uno de sus autores, añadiría “repetition enables cooperation”. A través de los sistemas de partidos se logra que los agentes políticos piensen no solo en la siguiente elección.

Por eso, en vez de las reformas de Vizcarra, suscribo las propuestas de la congresista Adriana Tudela. Estas incluyen modificar el calendario electoral, de manera que el Congreso se renueve cada dos años y medio, pero permitiendo la reelección de los congresistas; además, que los congresistas se elijan en circunscripciones uninominales, para que los ciudadanos puedan monitorear mejor su desempeño y se incentive la formación de dos grandes partidos.

Tampoco ha sido positiva la sustitución del Consejo Nacional de la Magistratura por la Junta Nacional de Justicia, encargada de nombrar y destituir magistrados. En lugar de ello, debió establecerse un esquema similar al que se utiliza para la elección del Directorio del BCR, con la participación del Ejecutivo y el Legislativo. Evidentemente, esta es la institución estatal que mejor desempeño ha tenido en los últimos treinta años.

Como consecuencia de haber excluido a los poderes elegidos de este proceso, puede pensarse que, en la conformación de la Junta Nacional de Justicia, ha prevalecido la opinión y los intereses de las ONGs y los medios de comunicación. Como se sabe, estos no rinden cuentas a nadie. En vez de buscar tener una política seria y transparente, nos hemos escabullido infantilmente de la política, entregándosele esta grave responsabilidad a opiniones supuestamente técnicas.

Tampoco ha sido acertado establecer que los magistrados del Tribunal Constitucional sean elegidos por concurso. Los jueces de la Corte Suprema de los Estados Unidos —el tribunal más prestigioso del mundo— no son elegidos por concurso sino designados por invitación. Hago votos, en todo caso, para que el mecanismo con que han sido elegidos no afecte las decisiones difíciles que habrán de tomar nuestros sucesores en el Tribunal Constitucional.

Así, pues, debe retomarse la agenda de reformas políticas, con en foque instituciona- lista. Las nuevas reformas deben buscar dar incentivos para el surgimiento de un sistema de partidos que sirva de sustento a una mejor administración de justicia, en la que se mida a todos los peruanos con la misma vara. Lo más desolador del panorama nacional, al conmemorarse el bicentenario, es la instrumentalización política de la administración de justicia.

Finalmente, no puede reflexionarse sobre las instituciones como elemento de unidad sin hacer referencia a la más importante de todas: la familia. El desarrollo se explica por la afirmación del estado de Derecho y los derechos de propiedad. Sin embargo, la propiedad es solo una de las dos patas de la estructura social; la otra, es la familia. Si la propiedad es la institución económica fundamental, la familia es la institución social primordial.

La familia cumple un rol económico, pero también uno político. Como dijo el historiador inglés Paul Johnson:

La familia es esencialmente una fuerza protectora, y no al último contra las pretensiones del Estado. Es un área de costumbre privada, en oposición a la ley pública. Es una alternativa al Estado como centro de lealtad, y por lo tanto una fuerza humanizadora en la sociedad. A diferencia del Estado, defiende valores no materiales, y los hace primordiales, repudiando las pretensiones de exclusividad de la real politik. La familia, de hecho, es una ideología amable en sí misma, porque es inconcebible sin un sistema de moralidad basado en el altruismo. La familia abraza la tradición en lugar del dogma de moda. Sostiene un equilibrio de derechos y responsabilidades, y no meramente dentro de las generaciones: insiste en el respeto por el pasado y la preocupación por el futuro.

Es tarea de las familias formar el carácter y el criterio de las personas. Esto tiene consecuencias en todos los ámbitos de la vida social. No hay institución económica o política que pueda tener un desempeño correcto si cae en manos de quien no tiene bien formado el juicio moral. Tan importante como las instituciones, por tanto, es el carácter y el criterio de las personas, como ha recordado el profesor de Harvard James Hankins.

En el Perú, la familia es una institución reconocida y protegida por la Constitución y el Código Civil. Lamentablemente, en los últimos tiempos, hay quienes pretenden desnaturalizarla subrepticiamente, utilizando acciones de amparo. Al desestimarlas en el Tribunal Constitucional, señalamos que el matrimonio igualitario no puede ser introducido por la ventana. Si quisiera hacérselo, tendría que realizarse una reforma constitucional.

Debemos, pues, combatir la deformación de nuestras instituciones. Tenemos el ejemplo ya no solo de Cuba y de Venezuela sino también el más cercano de Chile. Después de avanzar al galope en su proceso de desarrollo en los últimos treinta años, Chile está a punto de destruirlo todo, saltando al vacío. No debemos seguir su ejemplo sino valorar y preservar debidamente lo mucho de bueno, de noble, de generoso y de sensato que contienen nuestras instituciones.

Muchas gracias.

Lampadia




GRANDES DESAFÍOS PARA TIEMPOS DIFÍCILES

GRANDES DESAFÍOS PARA TIEMPOS DIFÍCILES

CARLOS NEUHAUS TUDELA
Premio IPAE al Empresario 2021
Discurso al recibir el Premio
26 de mayo, 2022

Agradezco a IPAE por este reconocimiento, quizás inmerecido. Solo he tratado de hacer en la vida lo que corresponde, más aún si tuve la oportunidad de educarme y conocer los problemas de nuestro querido Perú recorriéndolo, sintiéndolo y comprendiéndolo. Fui bendecido con unos padres extraordinarios quienes formaron a sus hijos con el ejemplo de su limpia existencia y dijeron siempre que el mejor legado que podían darnos era la educación y el cariño imperecedero a nuestro a veces tormentoso pero amado país.

Vengo de una familia de varias generaciones de peruanos, por ambos lados, donde hubo algunos que incursionaron en las tareas de servicio a la Patria. Somos siete hermanos y eso constituyó un gran desafío para nuestros padres, sobre todo en tiempos tan complicados como fueron los finales de los años sesenta y las últimas décadas del siglo pasado. Ahora con Patricia hemos logrado organizar una familia maravillosa de cinco hijos y cuatro nietas. Tengo la seguridad que a lo largo de sus vidas aportarán mucho, con su trabajo y perseverancia, para engrandecer nuestra nación.

El Perú es un crisol de razas donde hemos demostrado que cuando nos unimos ante un gran reto, logramos vencerlo y salir adelante. Cierto es también que desde épocas anteriores al Imperio Incaico hasta la era republicana, las absurdas experiencias de la división, el egoísmo, los enconos y recelos, así como el caudillismo, mermaron nuestra perspectiva de largo plazo y nos ha ido mal.

Ante un desafío común como es el de superar la crisis que hoy padece la gran mayoría de nuestros compatriotas, tenemos la obligación impostergable de darnos a la tarea de revertir esa tendencia. Y revertirla juntos, hermanados, solidarios, tal como lo logramos cuando nos unió el reto de organizar y desarrollar los Juegos de Lima 2019 cuyo lema fue “Jugamos Todos”.

Si vencer al reto es más grande que el dolor con el cual lo afrontamos, bien vale la pena trabajar día a día para alcanzar ese objetivo. Nunca saldremos adelante estirando la mano para recibir un regalo. Nadie vendrá a salvarnos. Tendremos que hacerlo solos con nuestro esfuerzo y trabajo permanente.

Peruanos: basta de engañarnos con las promesas fáciles de aquellos que llegan al poder en nombre del pueblo para inmediatamente darle la espalda mediante su ineficacia, corruptelas y demagogia.

Desde esa esfera le bajan las revoluciones al conjunto de peruanos y nos niegan el desarrollo de nuestro verdadero potencial. El Estado, prácticamente en todas sus instancias, se ha convertido en el principal freno para que el Perú crezca y se elimine la pobreza, el HAMBRE, la ignorancia. Peor aún cuando se contratan amigos, correligionarios, personajes con pasado turbio y parientes para vivir del presupuesto de la República.

Tenemos tiempo pugnando para que los servidores públicos sean gente capaz, honesta y con mística. Lamentablemente muchos de los que conocí en la administración estatal ya se retiraron por voluntad propia o fueron cesados para reemplazarlos por personas que en la mayoría de los casos son un peligro para el erario nacional.

No queremos caciques en los ministerios que aprovechan su pequeña cuota de poder para crearle trabas al micro empresario que desea formalizar su emprendimiento.

No queremos al que se colude con el traficante de tierras para lucrar de la pobreza.

No queremos al que maltrata a los ancianos, a las personas con discapacidad o habilidades diferentes, a los que discriminan por motivos de raza, género, credo religioso o político.

No queremos burócratas insensibles, cortoplacistas y mediocres que salvan su asiento en el aparato estatal sin corresponder a quienes solventamos sus sueldos con nuestros impuestos.

No queremos la mentira como bandera de acción pública.

Abraham Lincoln dijo “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

Un país no crece con promesas, apetitos refundacionales ni ofertas de nuevas constituciones o leyes complejas que le ponen freno a la creatividad.

No vamos a progresar si nos seguimos desgastando en discusiones improductivas y llenas de odio que nos polarizan.

El Perú nunca saldrá adelante si nos gobiernan personajes que admiten no estar “entrenados” y convierten sus limitaciones en sinónimo de humildad. Si sabes poco, aprende.

Si sabes mucho, enseña. Pero no disfraces tu apego a ideas trasnochadas y tu negativa a evolucionar detrás de la pobreza o la falta de oportunidades.

El Perú es un país de luchadores y emprendedores que surgen de todos los rincones de la Patria. Ellos hacen esfuerzos denodados por salir adelante, así como años atrás inmigrantes y migrantes que empezaron desde abajo lograron tener éxito para luego pasar a la formalidad. Ellos crearon empleo productivo y pagan sus impuestos. Ejemplos tenemos muchos y deberíamos tener muchísimos más si se desatan los nudos que los retienen.

Como no será de grande el potencial del peruano promedio si nuestra principal recaudación viene del 30% de lo que genera el sector formal de la economía. Eso refleja que existen problemas de fondo que aún no hemos podido resolver por nuestra propia negligencia e incapacidad.

Tengo confianza que todos esos problemas serán combatidos y superados, con firmeza y decisión, por las nuevas generaciones de peruanos. Pongo mi fe en que la juventud no quedará atascada en las dificultades del día, que dará tiempo a los temas del mañana que son justamente los que importan, como educación, salud, seguridad, justicia e infraestructura.

Empecemos por estos problemas básicos y para ello hay que lograr que el Estado sirva al ciudadano y no al revés como es ahora. ¿Acaso eso es difícil? Solo hay que tomar la decisión y pisar el acelerador.

Mi amigo Felipe Ortiz de Zevallos con quien tuve la suerte de trabajar en COFIDE a inicios de la década de los 80, tenía una frase que nos describía en ese entonces y sigue haciéndolo hasta ahora:

“Somos un país sobre-regulado y sub-administrado” pero que además hemos perdido los valores cívicos y morales que empezábamos a formar.

Estimados: al reiterar mi gratitud y la de mi familia por este reconocimiento que me concede IPAE, digo que hoy más que nunca debemos estar llenos de optimismo. Pero optimismo acompañado de compromiso, lealtad a nuestra democracia, a los valores de la república, a la solidaridad con los más necesitados, a la sensatez en el manejo económico. No dejemos que nos corten las alas de la Libertad. El Perú necesita de todas las personas de bien y honestas para trabajar fuerte unidos en donde nos toque. Ninguno sobra. Ninguno es prescindible.

Lampadia




Identidad nacional y retos constitucionales

Identidad nacional y retos constitucionales

José Luis Sardón
Magistrado del Tribunal Constitucional del Perú
y Representante Alterno del Perú ante la Comisión de Venecia
Para Lampadia

Palabras pronunciadas el jueves 21 de octubre, en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica San Pablo, de Arequipa, Perú, en el V Encuentro de Estudiantes de Derecho, “Aportes en torno al bicentenario de la República Peruana: identidad, democracia y estado de Derecho y retos constitucionales actuales”.

Buenos días. Agradezco a la Facultad de Derecho de la Universidad Católica San Pablo, organizadora del V Encuentro de Estudiantes de Derecho, por su cordial invitación a estar aquí con ustedes. Es un gusto para mí participar en esta reunión académica organizada en mi tierra, Arequipa, que está siempre presente en mi corazón.

Esta reunión se realiza cuando el Perú celebra doscientos años de vida republicana. Por esto, busca dilucidar la relación entre identidad, democracia y estado de Derecho, y los retos constitucionales que ella plantea. Estando en Arequipa, quisiera tomar el toro por las astas y concentrarme en lo primero y lo último de este asunto: la identidad nacional y los retos constitucionales.

En el Perú, la inquietud por la identidad nacional es un fenómeno recurrente. En los 1970s, se debatió mucho al respecto. Sin embargo, tales indagaciones no llevaron a nada. Pensaría, más bien, que solo sirvieron para generar enfrentamientos y división entre los peruanos, y para descarrilar la atención pública de preocupaciones más conducentes.

En los 1980s, el historiador italiano Ruggiero Romano visitó Lima, invitado por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP). En contra de lo que acaso esperaban sus anfitriones, aconsejó que dejáramos de preguntarnos por la identidad nacional. Cuanto más traten de definir la identidad peruana, dijo, más alejados estarán de encontrarla. Búsquenla, en todo caso, en los aspectos más prosaicos de la vida, como la cocina —añadió.

La Constitución de 1993 fue alumbrada bajo ese enfoque práctico. Aunque no se despojó del todo de los ímpetus románticos de su predecesora, es más sobria desde su Preámbulo. Tiene solo 206 artículos, mientras que la Constitución de 1979 tuvo 307. Comentando esto, el politólogo Giovanni Sartori dijo, alguna vez, que le ponía “los pelos de punta”.

El efecto positivo de la Constitución de 1993 sobre el proceso de desarrollo peruano es innegable, pero hubiese sido mayor si se la hubiera sido aplicado más fielmente. El 2002, por ejemplo, en la sentencia expedida en el caso Sindicato Telefónica, el Tribunal Constitucional restituyó la estabilidad laboral absoluta, apelando a una argumentación especiosa.

Como ha acreditado ampliamente el economista Miguel Jaramillo, a partir de ese momento el número de contratos a plazo indefinido quedó congelado. Desde entonces, solo se incrementó el número de contratos a plazo fijo. Por ello, su estudio se titula “Los efectos desprotectores de la protección del empleo: el impacto de la reforma del contrato laboral del 2001”.

Las siguientes conformaciones del Tribunal Constitucional no han corregido si no agravado el problema. El año pasado, tumbó el régimen MYPE, que era una excepción a la regla de la estabilidad laboral. Solo dos magistrados hicimos notar que el artículo 59 de la Constitución le daba sustento. En ese caso, el demandante, ay, fue el Colegio de Abogados de Arequipa.

Al permitir una mejor asignación de los recursos productivos, el régimen MYPE fue una de las explicaciones del crecimiento pro-pobre experimentado en el Perú. Como demostró un estudio elaborado por Hugo Ñopo, entre el 2007 y el 2016, el gasto real per cápita creció en todos los hogares peruanos, pero creció más en los percentiles pobres que en los ricos.

Así, la Constitución no ha sido aplicada siempre fielmente. Pero no solo ello. En sus 28 años de vida, ha tenido 24 reformas. La más controversial es también del 2002: el lanzamiento de gobiernos regionales en Departamentos. Debido a ella, el Perú tiene gobiernos regionales, pero no regiones, ya que la creación de estas fue rechazada en el referéndum de 2005.

Evidentemente, no debía ponerse la carreta por delante de los bueyes: primero debieron crearse las regiones; luego, los gobiernos regionales. En su texto original —redactado por nuestro querido paisano Juan Guillermo Carpio Muñoz—, la Constitución establecía que las regiones debían ser creadas de abajo hacia arriba, no impuestas de arriba hacia abajo. Era lo sensato.

Los gobiernos regionales derivaron de un razonamiento esquemático simplista. Ellos no tienen el arraigo histórico de los gobiernos locales. Consecuentemente, la curva de aprendizaje que están siguiendo, respecto del uso de recursos públicos, es una penosamente abierta. El país paga un alto costo por ello, en términos no solo económicos sino también políticos.

A pesar de sentencias constitucionales no siempre fieles a su texto y de reformas constitucionales no siempre bien pensadas, la Constitución ha tenido resultados positivos. La economía peruana de 2019 fue tres veces y medio la de 1993. Consecuentemente, la pobreza se redujo a un récord histórico de 20%. Además, en la medida que la Constitución se aplicó con fidelidad, se redujo también la desigualdad.

Como alguna vez hizo notar el economista Richard Webb, el despegue económico peruano falsea la hipótesis de “la campana de Kuznetz”, según la cual la desigualdad aumenta necesariamente al pasarse del subdesarrollo al desarrollo —especialmente, cuando se lo hace aceleradamente. En el Perú, bajo el régimen constitucional económico, no ocurrió ello.

La Constitución ha logrado todo esto porque ha afirmado la libertad económica, que es el mejor predictor de crecimiento que se conoce. En los índices de libertad económica, el Perú ha obtenido muy altos puntajes en componentes como la estabilidad monetaria y la apertura comercial. Los fundamentos institucionales de ambos están en normas constitucionales.

No todo el esquema constitucional ha sido apropiado, sin embargo. El 2020 fue nuestro annus horribilis. El COVID-19 fue enfrentado con una cuarentena tan drástica como inútil: el Perú ha tenido el número más alto de muertos por COVID-19 por millón de habitantes del mundo. Al 10 de octubre, 5,982, mientras que el promedio mundial es de apenas 616. Tenemos casi diez veces el promedio mundial.

Al mismo tiempo, la economía se contrajo 12%, volviendo al tamaño que tenía cinco años atrás. Además, la reducción de la actividad económica afectó a todos, pero más a los más pobres. Como ha señalado el Instituto Peruano de Economía (IPE), la pobreza regresó a los niveles que tenía diez años atrás. El 2020, el tamaño de la economía fue el de 2015, pero el porcentaje de peruanos bajo la línea de la pobreza fue el de 2010.

Las políticas públicas que han llevado a esta situación tienen responsables que deben ser identificados. Sin embargo, también debe entenderse que fueron gestadas bajo una estructura política inadecuada. Esta contribuyó, en alguna medida, a ello. Así, si hay algo que reformar en la Constitución no es el régimen económico sino la estructura del Estado; esto es, el sistema de gobierno y el de representación.

A través de una adecuada disposición de las reglas de juego político, una buena estructura del Estado debe ponernos a salvo de políticas púbicas desastrosas, y de actores políticos que —con la coartada de la lucha contra una pandemia— avancen una agenda ideológica extraña. La democracia constitucional, en suma, debe vacunarnos contra el virus del populismo.

Nuestro sistema de gobierno es una mezcla abigarrada de presidencialismo y parlamentarismo. Las funciones del presidente de la República son no solo de jefe de Estado sino también de jefe de gobierno; además, es elegido directamente por el pueblo. Esto no ocurre ni siquiera en los Estados Unidos, cuna del presidencialismo, donde esta elección pasa por un Colegio Electoral. Es, pues, semi-directa.

Por otro lado, desde 1848, aquí el Congreso puede censurar a los ministros de Estado, al estilo de los sistemas parlamentarios europeos. Dados los excesos en los que se incurrió en el ejercicio de esta facultad, antes del largo paréntesis al proceso constitucional del gobierno militar (1968-1980), las últimas dos Constituciones introdujeron normas que buscaban un mayor equilibrio entre los poderes elegidos.

Sin embargo, este equilibrio ha resultado elusivo. La Constitución de 1993 señala que los ministros no solo deben plantear cuestión de confianza al inicio de su gestión, sino que pueden hacerlo también más adelante. En el caso Cuestión de Confianza (Exp. 0006-2018-PI/TC), por unanimidad, el Tribunal Constitucional precisó que ello podía hacerse solo sobre “políticas que su gestión requiera”.

Empero, por mayoría, el propio Tribunal Constitucional, en el caso Disolución del Congreso (Exp. 0006-2019-CC/TC), admitió no solo que se planteara cuestión de confianza sobre una atribución exclusiva del Congreso, sino que se admitiera su denegación fáctica. En el voto singular que emití entonces —coincidiendo con otros dos colegas—, opiné que ello vacía de contenido al principio de separación de poderes.

El telón de fondo del enfrentamiento entre poderes elegidos estuvo dado por el resultado de las elecciones generales de 2016. Como se recordará, en la primera vuelta, Fuerza Popular obtuvo 57% del Congreso; sin embargo, en la segunda, la presidencia de la República la consiguió Pedro Pablo Kuczynski, cuyo partido (PPK) tenía solo 16% del Congreso. Esto nos puso en trayectoria de colisión.

Para evitar que esto se repita necesitamos un sistema de partidos. En su dimensión orgánica, la democracia constitucional puede definirse como la alternancia ordenada de partidos en el poder. Gracias a ello, se supera la visión de corto plazo en los actores políticos. Quienes están en el poder saben que en la elección siguiente pueden pasar a la oposición, pero en la subsiguiente pueden volver al poder.

La democracia constitucional así definida contribuye a que todos sean medidos con una misma vara por la justicia, puesto ello se convierte en interés común. De esa manera, surge y se va fortaleciendo en el tiempo el estado de Derecho. Este es no solo el ideal al que apunta todo orden constitucional sino también el componente clave de la libertad económica. Esta no llega a dar nunca todos sus frutos sin él.

La formación de un sistema de partidos no puede hacerse por decreto, pero sí inducirse con reglas apropiadas. La fragmentación partidaria puede ser desalentada con reglas antitransfuguismo como las que contuvo la reforma del Reglamento del Congreso de 2016. Lamentablemente, también con mi voto en contra, el Tribunal Constitucional tumbó dicha reforma.

Sin embargo, para contar con un sistema de partidos, más importante todavía es el sistema de representación. La fragmentación partidaria está asociada a la representación proporcional; la consolidación, a la representación de mayorías, basada en la elección de los congresistas en distritos electorales pequeños, en los que se elijan no más de tres representantes.

En el Perú, la fragmentación legislativa está claramente asociada a la introducción de la representación proporcional en 1963, por el Decreto Ley 14250. Ella es una de las explicaciones al paréntesis constitucional más largo de nuestra historia, al que ya nos referimos (1968-1980). Lamentablemente, ha sido mantenida por las Constituciones y leyes electorales siguientes.

La elección de los congresistas en distritos electorales uni, bi o trinominales introduciría incentivos contrarios a la dispersión de los partidos políticos. Más importante aún, posibilitaría una rendición de cuentas más clara, al acercar a los representantes a la ciudadanía. No es casual que este sistema sea utilizado en las democracias más asentadas de países grandes, en los que no hay mecanismos alternativos de rendición de cuentas.

Complementariamente, debe repensarse nuestro calendario electoral. Si se quiere mantener la elección simultánea del Congreso y el Ejecutivo, el mandato debiera ser de solo cuatro años, como en Argentina, Brasil, Colombia, Chile o Ecuador. Mayor frecuencia en las elecciones significa mayor control ciudadano sobre el proceso político.

Mejor sería introducir elecciones escalonadas, como las de los Estados Unidos. Allí el mandato presidencial es de cuatro años, pero el de los representantes es solo de dos. El de los senadores es de seis, pero renovándose por tercios cada dos años. Así, se combinan oportunidades de cambio débil (cuando se renuevan todos los diputados y un tercio de los senadores) y de cambio fuerte (cuando además se renueva la presidencia).

Este calendario, en todo caso, proscribe las oportunidades de cambio total, que existen en las elecciones simultáneas. Evidentemente, es muy riesgoso que se pueda cambiar no solo al Ejecutivo sino también al íntegro del Congreso cada cinco años. Ello aleja las posibilidades de desarrollar la eficiencia adaptativa de la que habló el Premio Nobel de Economía Douglass S. North. Esta deriva de combinar el cambio y la continuidad.

Un calendario electoral escalonado requiere la reintroducción del Senado. El expresidente de la República Martín Vizcarra lo propuso como una de sus reformas políticas, pero terminó haciendo campaña contra ella, en la idea de que la prioridad era impedir cualquier posibilidad de reelección de los congresistas. Parece que prestó oídos a alguna tuitera, que debiera pensar más.

Un informe de la Comisión de Venecia —preparado para la Organización de Estados Americanos (OEA)— señala que no es lo mismo establecer límites a la reelección para un cargo ejecutivo individual que para integrar un colegiado sin funciones ejecutivas como el Congreso. En Estados Unidos, algunos estados solo permiten tres elecciones a la Casa de Representantes y dos al Senado, pero la regla es que se permite la reelección.

El Senado, además, permitiría combinar diferentes circunscripciones electorales y criterios de representación. Podrían elegirse proporcionalmente seis senadores en seis macrorregiones: Norte, Sur, Centro, Oriente, Lima-Norte y Lima-Sur. Estas circunscripciones senatoriales nos pondrían en rumbo de corregir la situación de los gobiernos regionales en Departamentos.

El Senado, en fin, debiera actuar solo como cámara de revisión, no tener iniciativa legislativa. Además, debiera encargarse de la elección de las personas que ocupan cargos fundamentales en la administración pública, en la administración de justicia, en las fuerzas armadas y en la representación diplomática. El Senado no debió nunca ser suprimido sino perfeccionado.

Evidentemente, hay reformas constitucionales pendientes. Sin embargo, estas deben ser puntuales. Sería lamentable que se instrumentalice la necesidad de estas reformas para pretender una refundación de la República. Uno no puede pretender siquiera borrar su pasado; más bien, debe abrazarlo como suyo, con todos sus errores y aciertos.

La inquietud por la identidad nacional no debe volver a instaurarse en el debate público peruano, por más que venga alentada por vientos globales. Qué paradójico: la inquietud por la identidad nacional es hoy un fenómeno global. Francis Fukuyama ha dedicado un sendo volumen a explicarlo: Identidad: La demanda de dignidad y las políticas del resentimiento. Los peruanos debemos resistir esas malas tendencias.

Como ha señalado hace pocos días Alonso Cueto, por pelear “la batalla del pasado”, “por perdernos en las divisiones bizantinas, [podemos] no atende[r] los problemas inmediatos”. Tenemos, pues, que canalizar adecuadamente los actuales ímpetus reformistas, separando la paja del trigo, lo bueno de lo malo de nuestro orden constitucional, sin descarrilar la promesa de la vida peruana de la que habló Basadre.

Concluyo con Alonso:

Si alguien quiere seguir peleando la guerra de la conquista, pues adelante. Pero sin estos traumas recurrentes, afirmándonos por nosotros mismos y no por oposición a otros, nos irá mejor, incluso bien.

Muchas gracias.

Lampadia




Ladrones y bandidos asalariados

Ladrones y bandidos asalariados

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 22 de octubre de 2021
Para Lampadia

El Estado peruano está lleno de ladrones y bandidos asalariados. La detención del Gobernador Regional de Arequipa – Elmer Cáceres Llica – la semana pasada, constituye una raya más al tigre. Efectivamente, la mayoría de Gobernadores Regionales son tal para cual. Tanto que 19 de los 24 Gobernadores actualmente en funciones, están siendo investigados por corrupción. Y decenas de ex Gobernadores están presos y / o fugados.

Y lo mismo ocurre en muchos Ministerios, Municipalidades y demás instituciones públicas de nuestro país. Así las cosas, se podría decir que la corrupción en el Estado peruano es horizontal. Es decir, atraviesa transversalmente a todas las instituciones públicas… salvo honrosas y muy escasas excepciones.

Sin embargo, la corrupción pública es también vertical. O sea, está presente en todos los escalafones del aparato estatal… de rey a paje. Efectivamente, la corrupción está enquistada en las más altas esferas del Estado: Presidentes, Ministros, Congresistas, Gobernadores, Alcaldes, Jueces y Fiscales, altos mandos de las Fuerzas Armadas y Policiales, etc. Pero – como no podía ser de otra forma – ha percolado hacia abajo, infestando todos los niveles jerárquicos del Estado… desde las cabezas hasta los pies. Es decir, de manera vertical.

Es precisamente la corrupción de los mandos medios y bajos la que más incide directamente en el maltrato a la población. Ejemplos…

  • los médicos que abandonan los hospitales y – por ende – a sus pacientes.
  • ¿Cuántos funcionarios maltratan a los ciudadanos arrojándolos a la pobreza, impotencia y desesperanza?
  • Los coimeros que trafican con los brevetes… los cuales – dicho sea de paso – están en todos los Gobiernos Regionales, no sólo en Junín, incluso en Lima.
  • Los que venden cargos públicos como si fueran de su propiedad… otra práctica generalizada en el Estado.
  • ¿Cómo calificar a los que ingresan a trabajar en el Sector Público con certificados de estudios falsos?
  • ¿Cómo llamar a los “diezmeros” que negocian con las obras públicas?
  • ¿Y los que rinden cuentas de viáticos con facturas falsas?

¿Acaso no son – todos – unos reverendos ladrones y bandidos asalariados?

Sí pues… estamos llenos de funcionarios públicos de esa calaña. Qué vacía resulta la expresión que dice – ningún funcionario público está para ser servido, sino para servir –. A ese respecto – valgan verdades – hay autoridades honestas y serviciales que merecen nuestro reconocimiento y gratitud. Pero no me estoy refiriendo a ellos. Me estoy refiriendo a los ladrones y bandidos asalariados.

  • Aquellos – como Vladimir Cerrón y su organización criminal – que dicen que gobiernan para el pueblo y con el pueblo, pero que a la hora de la hora sólo saben chantajear y saquear al pueblo.
  • Aquellos – como los del Hospital Regional de Ica –que vociferan ser “purito corazón” pero que – en realidad – son “purita corrupción”.
  • Esos que dicen – estamos para servir, y no para ser servidos – pero coimean a diestra y siniestra para recuperar sus gastos de campaña… y – ¿cuándo no? – para embolsicarse unos cuantos milloncitos más.
  • Aquellos que dicen ser – un gobierno con rostro humano – pero en la práctica resultan ser – un gobierno con rostro de los militantes del partido –.

¡Mucho cuidado con esos lobos disfrazados de cucufatos! Felizmente – en ese sentido – las cosas están cambiando. La ciudadanía empoderada – con la destacada participación de cierta prensa valiente y responsable – está poniendo en su sitio a los peces gordos de la corrupción en nuestro país… presidentes, ministros, jueces, fiscales, congresistas, empresarios, y todos los demás.

Ahora falta que funcionarios corruptos – de menor jerarquía – reciban también su merecido. No serán los peces gordos que salen en primeras planas… pero – igual – son unas lacras.

CONCLUSIÓN: La regionalización fracasó. En realidad, el Estado fracasó, excepto los Organismos Constitucionales Autónomos, tipo Banco Central de Reserva (BCR), Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) y otros organismos autónomos más.

PROPUESTA:

  • Quitarle a los Gobiernos Regionales las competencias en Salud, Educación e Infraestructura.
  • Quitarle a los Gobiernos Locales (Municipalidades) las competencias en Vivienda, Limpieza Pública, Agua Potable e Infraestructura.
  • Incluso, quitarle las competencias a los Ministerios fallidos de Salud, Educación, y Transportes y Comunicaciones y crear Organismos Autónomos, altamente especializados en las principales carencias de los peruanos: Agua, Vivienda, Infraestructura, Salud y Educación.

¡No a la tiranía – o despotismo – de Estado! ¡No a la corrupción! ¡Fuera los ladrones y bandidos asalariados! Lampadia




¡Vamos peruanos que tenemos que ganar!

¡Vamos peruanos que tenemos que ganar!

Rafael Venegas
Para Lampadia

Agosto de 1969. Dos goles de Cachito Ramírez. Perú clasificó al mundial de México 70 eliminando a Argentina en la Bombonera. Miles toman las calles vivando al Perú en todo el país. Banderas peruanas al tope, himno nacional y música criolla a toda voz. Personas de toda condición hermanados, abrazados y gritando de alegría. Emoción y fuerza colectiva patriótica al máximo. ¡Perú campeón, Perú campeón, es el grito que repite la afición!

Octubre de 1975. Gol del cholo Sotil. Perú campeón de la Copa América. Miles toman las calles vivando al Perú en todo el país. Banderas peruanas al tope, himno nacional y música criolla a toda voz. Personas de toda condición hermanados, abrazados y gritando de alegría. Emoción y fuerza colectiva patriótica al máximo. ¡Arriba Perú!

Noviembre de 2017. Goles de Farfán y Ramos. Perú clasificó para el mundial de Rusia 2018. Miles toman las calles vivando al Perú en todo el país. Banderas peruanas al tope, himno nacional y música criolla a toda voz. Personas de toda condición hermanados, abrazados y gritando de alegría. Emoción y fuerza colectiva patriótica al máximo. ¡Contigo Perú! ¿Cómo no te voy a querer? ¿Cómo no te voy a querer? ¡Si eres mi Perú querido el país bendito que me vio nacer!

Estas multitudinarias y patrióticas manifestaciones callejeras se han dado varias veces en el país y en ellas una enorme cantidad de peruanos, especialmente los jóvenes, se han confundido entre abrazos, cánticos y vítores, cargados de pasión y patriotismo generado por la selección blanca y roja: el orgullo de todos los peruanos.

Esta pasión y fuerza colectiva de los hinchas peruanos fue reconocida internacionalmente, al otorgársele el premio a la mejor hinchada del mundial Rusia 2018.

Entonces, las preguntas que todos nos hacemos son:

¿Dónde está esa pasión y fuerza colectiva patriótica de los jóvenes peruanos, frente a la posibilidad de que destrocen nuestro país?

¿Qué les pasa? ¿Por qué esta pasividad e indiferencia?

La verdad es que no debería haber respuestas, pero lamentablemente si las hay. La mas clara es porque existe un tremendo desconocimiento, en la gran mayoría de jóvenes peruanos, de las terribles experiencias impulsadas por el comunismo, que se vivieron en el país en las décadas de los años setenta y ochenta.

Felizmente, con gran esfuerzo y mucho sufrimiento, fuimos capaces de superarlas. Sin embargo, los que las vivimos, hemos cometido el gran error de no haberlo transmitido adecuadamente a las siguientes generaciones, para que no se repita. ¡Craso error!

Además, no se hizo nada por impedir la infame y malévola penetración de la doctrina socialista al sector educación, permitiéndose que en los colegios y universidades se distorsione la verdad histórica y se enseñen versiones totalmente sesgadas y muy distintas a la realidad. ¡Otro craso error!

El resultado es que ahora la gran mayoría de los menores de 60 años (88% de la población), saben poco o nada del miedo y la miseria que se vivió en los años 70 durante el nefasto régimen militar comunista de Velazco.

De igual manera, la mayoría de los menores de 40 años (65% de la población), no conocen nada o casi nada de la terrible década de los 80, con el sanguinario terrorismo a manos del genocida grupo comunista sendero luminoso, que asesino a miles de peruanos inocentes.

Estas lamentables taras se han complementado negativamente con un sentimiento triunfalista de estabilidad política y crecimiento económico, que se vivió por mas de 25 años en las décadas recientes y que generó una falsa ilusión de estar en camino al desarrollo.

Ese periodo de ¨bonanza¨, enfocado casi exclusivamente en lo económico y casi nada en lo político y social, aburguesó a la gran mayoría de la población, especialmente a los mas jóvenes. La clase media se duplicó y supero el 50%.

Esta mala combinación ha generado un peligroso adormecimiento y desinterés político en la mayoría de los jóvenes peruanos, ¡del cual tienen que despertar ya, sino será muy tarde!

El nuevo gobierno comunista tiene planes muy claros, pero totalmente equivocados y están dispuestos a implementarlos a como de lugar. Esto, sin duda, llevará al país a la debacle. Por eso tenemos que hacerle frente rápidamente y con mucha firmeza y decisión.

Para eso contamos con tres líneas de defensa, amparadas por nuestra actual constitución: El congreso; la población alzando su voz de protesta en las calles y como último recurso, las FFAA, siempre y cuando se viole la constitución.

En cuanto a la segunda línea, es cierto que la población está protestando en las calles, pero lamentablemente no está funcionando adecuadamente por falta de liderazgo, por la presencia de políticos desgastados y por la tibieza de su formato.

Además, la participación de los jóvenes es muy pobre, contrastando con el enorme patriotismo y fuerza colectiva que demuestran cuando se trata de la selección de fútbol. Esto es preocupante y sobretodo muy decepcionante.

Los jóvenes peruanos tienen que ser conscientes que su voz de protesta no es solo su derecho, sino también es su deber y que, si no se logra detener este avance comunista, ellos y sus hijos serán los mas perjudicados.

Es absolutamente necesario que nosotros, los mayores, actuemos de inmediato transmitiendo y difundiendo a los jóvenes de nuestro entorno, las terribles vivencias de las décadas de los 70 y 80 causadas por el comunismo. Al mismo tiempo debemos impulsarlos para que participen activa y patrióticamente en las marchas y protestas públicas, con la misma entrega y emoción con que lo hacen cuando se trata del fútbol.

La prensa, que mayoritariamente jugó un papel vergonzoso en las últimas elecciones, afortunadamente se ha dado cuenta de su error y está rectificando valientemente. Su enérgica y firme participación es absolutamente necesaria para hacerle conocer a los jóvenes, las crudas experiencias que se vivieron en el pasado por culpa del comunismo y así complementar el esfuerzo de defensa del país.

Hay una nueva generación de políticos y también de ejecutivos que están interesándose en el tema y que son los indicados para liderar este cambio. A ellos tenemos que interesar, impulsar, empoderar y apoyar para que participen activamente en estas lides.

Lucas Ghersi, Adriana Tudela, Rosangella Barbaran, Vivian Olivos, Alejandro Cavero, Vanessa Quiroga y Vania Thais, entre otros, deben convertirse en los nuevos líderes políticos del país y deben contar con todo nuestro apoyo.

Vamos jóvenes peruanos, despierten y defiendan a su país y a su futuro, con la misma fuerza colectiva y patriotismo con el que apoyan ¨a muerte¨ a nuestra selección.

Y como se canta en la tribuna cuando juega la blanca y roja:

            ¨Vamos peruanos, que tenemos que ganar¨

P.D. Favor difundan este artículo entre los jóvenes de su entorno e impúlsenlos a participar activamente en la defensa de nuestra democracia. Gracias.

Lampadia




Pedestres

Pedestres

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

Es lamentable que el Perú esté en un largo proceso de involución, habiendo llegado a niveles absolutamente pedestres, lo que según el diccionario significa: vulgar, corriente, chabacano, ordinario, llano, simple. Este es pues el nivel de las autoridades elegidas y el nivel de las discusiones políticas.

Definitivamente, después de un mes con el nuevo gobierno, no se ha definido y menos comunicado, una visión de país y un plan a ejecutar para lograrlo. Salvo raras excepciones, los miembros del gabinete son absolutamente incapaces de manejar un Estado y el presidente (PC) ha dado muestras, más que suficientes, de su ignorancia, falta de liderazgo e incapacidad para gobernar, pues ciertamente PC está copado y acorralado por una gavilla de personas de muy mala reputación, por llamarlos de manera generosa, que lo tienen jaqueado. Suficiente recordar que hasta Béjar dice que, al armar el gabinete, se está pagando favores de campaña a gente incapaz y absolutamente desconocida, pues jamás han tenido algún logro. Ya para que él, que conoció al “grupete” lo diga, nos releva de demostraciones y mayores comentarios.

El Congreso también tiene lo suyo, pues en él se ha instalado un gran número de agrupaciones electorales, compuestas mayoritariamente por gente no preparada y que jamás imaginó alcanzar tal posición, con un ingreso y gollerías como las que hoy disfrutan. Por esa razón, no están dispuestos a despojarse de esas prebendas por defender principios y los destinos del país. Esto ha sido evidente durante la sesión de investidura del gabinete, lo que quedó plasmado en el comportamiento de las bancadas de Acción Popular (AP), Alianza para el Progreso (APP), con las honrosas excepciones de los congresistas Gladys Echaiz y Roberto Chiabra y en el comportamiento de Podemos Perú (PP), también con la honrosa excepción del congresista Carlos Anderson. Obviamente, la defensa liderada por las bancadas de Renovación Popular (RP), Avanza País y Fuerza Popular (FP), acompañados de las excepciones mencionadas de APP y PP, son de los pocos que tienen el nivel para ser congresistas y que no están dispuestos a transigir en defensa de los destinos del Perú.

Los demás congresistas, teniendo a la vista el comportamiento indigno y poco viril de Guido Bellido, quien fue incapaz de enfrentar debidamente la inaceptable ofensa que él hiciera a la congresista Chirinos, fueron complacientes. Le permitieron lloriquear con un discurso lastimero de victimización y lleno de generalidades, que nos hizo perder casi tres horas, sin tocar el tema de la Asamblea Constituyente, ni hablar claro de cómo resolverán los problemas sanitario y económico que les toca resolver.

Sin embargo, al término de su participación y casi de salida, después de terminado el debate, dijo: “La Constitución de 1993, en 20 años, no sólo no ha solucionado la situación de marginación de las mayorías, sino la ha profundizado… Este sistema político y social terminará de todas maneras… Nosotros queremos realizar este cambio en democracia y paz. Buscamos el voto de investidura con este fin”.

Preocupa que ni la mesa directiva del congreso, ni los partidos que fueron elegidos propugnando un sistema democrático y la defensa de una economía social de mercado, hoy asuman una postura que, probablemente les resulte funcional a la defensa de sus intereses de corto plazo, pero que inexorablemente conducirán a la destrucción de la democracia en el Perú en el mediano plazo.

Ya hemos constatado, que la izquierda radical se ha tomado 25 años para tomar el poder, utilizando los mecanismos que la democracia y la constitución han puesto a su disposición. Ellos son conscientes también, de que por más que están avanzando muy rápidamente en el copamiento de las instituciones, necesitarán cerca de dos años para infiltrar y controlar todos los organismos que les permitan el manejo absoluto de los poderes del Estado, incluyendo a las FFAA, PNP, Fiscalía y Poder Judicial, entre otros, por lo que hoy no pueden abruptamente tomar el control que quisieran tener y consolidar el poder.

Dicho esto, trabajarán rápidamente y en simultaneo, en el copamiento de instituciones antes mencionado, mientras que, a nivel de la población, irán avanzando con actos de populismo y engaño, creando temor y hambre, que van a ser satisfechas con la creación de fuerzas populares, una vez que las fuerzas del orden hayan sido completamente infiltradas y dominadas y segundo, con el otorgamiento de “bonos” que los vuelvan dependientes del gobierno.

Preocupa la falta de patriotismo de los congresistas, que están permitiendo el avance del tiempo y la gesta de los fenómenos antes mencionados, pues de seguir así, para cuando reaccionen, ya será demasiado tarde. Preocupa igual, el manejo cómplice de la Sra. Alva, al pasar rápidamente a votación inmediatamente después de las palabras finales de Bellido, único momento en que mencionó la Asamblea Constituyente y no reabrir el debate.

Hay quienes se entretienen en la discusión menuda respecto a si manda Castillo o Cerrón, si Maraví renunció ante Bellido o si puso su cargo a disposición de PC, quien obviamente no dice esta boca es mía. Si se debe interpelar ministro por ministro y si eso llevará al cumplimiento de la amenaza del ejecutivo, de hacer “cuestión de confianza” para cada caso. A nadie en el gobierno le preocupa que las calificadoras de riesgo, por primera vez en 20 años, hayan empezado a rebajar la calificación de nuestra deuda. Tampoco hay en marcha, un plan de emergencia para enfrentar la tercera ola del COVID-19 y tampoco reacciona el congreso ante el proceso de cierre de la prisión militar de la Base Naval del Callao para los terroristas y su consecuente traslado a cárceles civiles. Un mes y ya estamos así…

Lo cierto es que; el presidente no manda, las decisiones de gobierno las toma un grupo de dirigentes de Perú Libre, independientemente del gobierno, al que PC se somete y entre tanto los partidos “democráticos” Acción Popular, Alianza para el Progreso y Podemos Perú, que debieran estar trabajando junto a Fuerza Popular, Avanza País y Renovación Popular en la vacancia presidencial y conteniendo el avance comunista, están haciendo el pedestre jueguito del “apoyo a la gobernabilidad”, cuando está claro que es lo que menos le importa a la izquierda radical. Lampadia




El peligro que nos amenaza

El peligro que nos amenaza

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia

Aunque la significativa votación que ha logrado el candidato respaldado por el Movadef, Pedro Castillo, ha sido una sorpresa, no lo ha sido el que un candidato de la izquierda radical haya pasado a la segunda vuelta. En realidad, el peligro del populismo y el izquierdismo está presente desde hace tiempo debido a las múltiples crisis que han asolado el país.

En el caso de Castillo ha sido favorecido, adicionalmente, por el hecho de que es un rostro nuevo en la política, cosa que ha sucedido también con otros postulantes a la presidencia de diferente signo político. El descrédito de la clase política, que ya era visible el 2016, se ha agravado hasta cotas elevadísimas por tres escándalos sucesivos que han involucrado a las más altas autoridades: Lava Jato, jueces y vacunagate.

Si a eso se le suma la pandemia del coronavirus y sus desastrosas consecuencias en la salud y la economía, producto de las pésimas gestiones de Martín Vizcarra y Francisco Sagasti, que han provocado decenas de miles de muertos y millones que han perdido el empleo y han caído en la pobreza, tenemos la tormenta perfecta que posibilita que los herederos de Sendero Luminoso hayan obtenido la primera mayoría en una elección caracterizada por la fragmentación, el escaso interés y el ausentismo.

No hay necesidad de explayarse sobre el peligro que representa Catillo para el país. No han intentado esconder sus propuestas estatistas, socialistas y dictatoriales como disolver el Tribunal Constitucional y el Congreso, convocar a una Asamblea Constituyente integrada por las “organizaciones populares”, etc.

El Movadef, que es el nuevo rótulo del Sendero Luminoso (SL) de Abimael Guzmán, tiene una significativa presencia entre los participantes de ese conglomerado comunista que se hace llamar Perú Libre.

Movadef no es el “brazo político” de SL como dicen algunos. Es decir, no existe un “brazo armado” y uno político. Desde que fue derrotado y encarcelado, Abimael Guzmán se rindió y sus seguidores no realizan acciones terroristas. Varias veces han intentado ingresar al sistema para participar en elecciones y no lo han logrado. Hasta ahora.

En suma, Movadef es SL con un nuevo nombre y ahora intenta llegar al poder usando la democracia, la vía electoral.

Fue un error del Ministerio del Interior durante la huelga magisterial de 2017 que encabezó Castillo, tildarlo de terrorista. La consecuencia fue que más maestros indignados se sumaron a la huelga y las negociaciones se entorpecieron porque le prohibieron a la ministra de Educación negociar con Castillo y los dirigentes. (Ver “Los herederos de Sendero y MRTA”, https://www.expreso.com.pe/opinion/herederos-de-sendero-y-mrta/).

No hay que subestimarlos. Ya tienen una mayoría relativa en el Congreso y de inmediato han recibido el respaldo público del otro sector radical de la izquierda. Algunos desquiciados, consumidos por el odio y el rencor, están llamando a permanecer neutrales y votar viciado.

Y, al momento de escribir estas líneas, ninguno de los candidatos partidarios de la democracia y el libre mercado se ha manifestado todavía a favor de quién va a enfrentar al Movadef y sus aliados en la segunda vuelta.

Se requiere deponer odios y rencores, actuar con sensatez, para superar esta crisis y derrotar a los que amenazan llevar al país por el camino de Venezuela o Cuba. Lampadia




El Patriotismo llama a la ponderación

El Patriotismo llama a la ponderación

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

El Perú estaba destinado a ser un país exitoso en el concierto mundial, pero en muchas ocasiones nos falló la calidad de nuestra clase dirigente, que prefirió el privilegio de parte, sembrando desunión, interrumpiendo nuestros procesos de desarrollo y frustrando el desarrollo integral y el bienestar general.

Este parece ser uno de esos aciagos momentos; en medio de una crisis sanitaria de proporciones dantescas, en medio de una crisis de empleo y económica sin precedente histórico, y en medio de una creciente crisis política; muchos líderes de opinión, y especialmente, muchos periodistas; ante la vacancia del presidente Vizcarra por incapacidad moral permanente, establecida con el voto del 82% de los congresistas (105 de 128); vienen sembrando desunión, confusión y mentiras abiertas, y llamando a la convulsión y la insurgencia.

Debimos ser un país exitoso porque tenemos todo lo necesario para darle a nuestros ciudadanos empleo e ingresos decentes, pues contamos con muchas riquezas que no alcanzamos a reconocer y aprovechar. Además, pero más importante aún, tenemos una población proclive al trabajo, al esfuerzo personal, a la creatividad y a la solidaridad familiar, que solo necesita buenos dirigentes para sumarse a la gesta del desarrollo.

Nuestra historia muestra con claridad las fallas de nuestra clase dirigente, ya sean las luchas fratricidas de Huáscar y Atahualpa en el ocaso del incario, el caudillismo de los albores de nuestra independencia, o el rosario de desentendimientos republicanos que frustraron, una y otra vez, nuestras brillantes oportunidades de crecimiento y desarrollo. Otra faceta de la debilidad de nuestra clase dirigente, es la anomia, la falta de compromiso cívico de las clases más privilegiadas, que prefieren la comodidad personal antes de su presencia en la vida nacional.

La presente crisis múltiple, sanitaria, social, económica y política, ha sido agravada en todos sus extremos por un gobierno irresponsable de Martín Vizcarra.

  • No supo enfrentar la pandemia insistiendo en el uso de las inútiles pruebas rápidas y rechazando la colaboración de la sociedad civil y del empresariado, para combatirla.
  • Agravó la crisis social y económica decretando cuarentenas generalizadas, restricciones horarias y protocolos que crearon congestiones y pérdida de empleos.
  • En cuanto a la crisis política, hoy está demostrado que la propició, ya sea complotando contra el gobierno de PPK, traicionando a todos los que lo apoyaron en el camino y confrontando con el Congreso hasta su ilegal e inconstitucional disolución en setiembre del año pasado.

Una vez instalado como poder único, legisló por decreto más allá de sus facultades legales, y una vez instalado el nuevo Congreso, continuó en su afán confrontacional.

En cuanto a su capacidad moral, hoy está claro que habría caído en múltiples actos de corrupción, al punto de que se podría afirmar, que siempre habría estado vinculado a la corrupción, incluso antes de ser gobernador de la maravillosa región de Moquegua.

Por otro lado, es característico de Vizcarra el mentir.

  • Mintió para ocultar su traición a PPK. Mintió sobre sus reuniones con Keiko Fujimori.
  • Mintió sobre su relación con Richard Swing, llegando a ocultar información al Congreso y al Ministerio Público.
  • Mintió sobre su relación con Antonio Camayo.
  • Mintió sobre sus relaciones con el ex ministro José Hernandez.
  • Y mintió sobre sus sucias relaciones con empresas contratistas cuando fue gobernador de Moquegua.

Es pues muy claro que Martín Vizcarra no tiene capacidad moral para dirigir el país, y menos para conducir un proceso eleccionario impecable con miras al gobierno de bicentenario nacional. Así llegamos a la vacancia.

La vacancia por incapacidad moral puede ser discutible, pero es constitucional

La vacancia presidencial por incapacidad moral permanente es una institución discutible en una democracia constitucional porque, en la medida en que se trata de un juicio político no sujeto a estándares exigentes de prueba, puede prestarse a la arbitrariedad política. Pero existe y está consagrada en la Constitución. Por lo tanto, se puede estar en desacuerdo con la decisión misma de la vacancia, pero no se puede decir que sea inconstitucional ni que se trate de un golpe de Estado.

Ver en Lampadia: COMENTARIOS INFORMATIVOS

¿Cómo han reaccionado ante la vacancia de Vizcarra sus defensores en la presidencia? ¿Especialmente los periodistas, encargados de informar e ilustrar a la población?

Pues mintiendo y propiciando el caos y la sedición como podemos apreciar en las carátulas de La República, El Comercio y Perú21. O en las señales televisivas de RPP y Canal N. O escuchando los comentarios de Verónika Mendoza, Julio Guzmán, Salvador del Solar, Augusto Alvarez Rodrich, Rosa María Palacios, Pedro Cateriano y José Ugaz.

Curiosamente, estos personajes convalidaron el golpe de estado de Martín Vizcarra, que cerró el Congreso mintiendo sobre una negación de facultades y creando la tramposa figura de la denegación fáctica.

Toda esta gente pertenece a los círculos políticos propiciados desde la PUCP y varios medios de comunicación. Ellos han estado muy cerca del gobierno de PPK y de la confrontación con el fujimorismo, y han continuado defendiendo a Martín Vizcarra, tapando cualquier anomalía o fechoría (como se acaba de revelar en las redes sociales con el caso de un importante medio televisivo).

La crisis presente, no llama pues a la desunión y la confrontación. Lo responsable es invocar la calma y la ponderación. Exhibamos un poco de lo que nos ha faltado tantas veces en nuestra historia. Estamos a las puertas del bicentenario. Ya es hora de emprender la realización de nuestro destino de éxito. Lampadia




Un peligroso populismo se cierne en el Perú

Un peligroso populismo se cierne en el Perú

Primero fue NY Times (ver Lampadia: Perú entre los peores países frente al covid 19) y ahora The Economist se suma a las críticas del terrible desempeño económico y sanitario del Perú de cara a la pandemia del covid 19 (ver artículo líneas abajo).  Con un breve, pero muy certero análisis de varios de los problemas estructurales de nuestro país – altos índices de informalidad, baja inclusión financiera y precariedad de nuestro sistema de salud – el popular medio británico analiza lo limitada que fue la estrategia del gobierno en todos los frentes para paliar la crisis.

Sin embargo, hace también una crítica a la estricta cuarentena que impuso Vizcarra en marzo dejando sin aval a sectores que no debieron parar en un primer momento por encontrarse aislados como la minería y que, como hemos advertido en anteriores oportunidades, a nuestros competidores Chile, Canadá y a Australia les ha permitido exhibir tasas de crecimiento mayores, sin saltos abruptos de contagios en las zonas de operación minera en meses pasados (ver Lampadia: Economía y minería en tiempos del COVID-19).

Más importante aún es la advertencia que se hace de cara al futuro político inmediato, en particular, de cómo el populismo del Congreso, y la inacción del Ejecutivo frente a sus propuestas, sienta las bases para un quiebre en el modelo económico que puede terminar desembocando en la elección de un régimen anti-mercado en los comicios de abril 2021.

A esto hay que agregar que Vizcarra parece no dar cuenta de que mantener al ex premier Zevallos y al ex ministro de salud Zamora como asesores del gobierno, no proyecta ninguna buena señal hacia el país, pues fueron justamente estos actores políticos los que en buena cuenta –  lejos de convocar a los sectores del empresariado y la sociedad civil que querían ayudar a lidiar con los problemas – persistieron en la estrategia de enfrentar la crisis únicamente desde el lado estatal. Este peligroso enfoque alimenta el espíritu del Congreso, el cual se circunscribe en la idea que sea sólo el sector público el que tome las riendas de la crisis, interviniendo diversos mercados de la economía (créditos, peajes, pensiones, medicamentos, alimentos, etc.) y recortando así más las libertades individuales.

Esperamos que las advertencias de The Economist cambien de parecer al presidente y lo conduzcan a cambiar su accionar convocando a todos los sectores del país y paliando las propuestas populistas del Congreso, pues solo así podremos tener mejores visos en el desempeño futuro de nuestro país en esta dura crisis. Lampadia

Perú se dirige hacia un nuevo populismo peligroso

A menos que el gobierno pueda controlar la pandemia y revivir la economía

The Economist
25 de julio, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

En marzo, cuando el covid-19 apareció por primera vez en Perú, la respuesta del gobierno pareció ejemplar. El presidente Martín Vizcarra impuso un bloqueo rápido. Aprovechando la sólida posición fiscal de Perú, su equipo económico lanzó el paquete de ayuda más ambicioso en América Latina, con un valor del 12% del PBI. Cuatro meses después, el resultado es decepcionante. Con más de 350,000 casos y al menos 13,000 muertes, Perú ha sufrido gravemente por la pandemia. En abril su economía se contrajo en un 40% en comparación con el año anterior.

¿Qué salió mal? El covid-19 expuso las debilidades que el fuerte crecimiento económico en este siglo había ocultado. Incluso para los estándares latinoamericanos, el sistema de salud de Perú es frágil. El gasto total en atención de salud por persona es solo dos tercios del promedio regional; el sistema está fragmentado entre público y privado y entre autoridades nacionales y regionales; y solo había 276 camas de cuidados intensivos para 33 millones de personas en marzo. Alrededor del 70% de la fuerza laboral trabaja en la economía informal, muchos viven en densos barrios marginales y viajan en autobuses superpoblados.

Por todas estas razones, el gobierno optó por uno de los bloqueos más estrictos del mundo. Se extendió al cierre de la mayoría de las minas grandes, aunque muchas están aisladas de forma natural. Todo esto equivalía a un coma inducido para la economía. El gobierno hizo todo lo posible para compensar. Ha garantizado créditos de emergencia del Banco Central por un valor del 8% del PBI a las empresas. El banco los subastó, lo que redujo las tasas de interés. María Antonieta Alva, ministra de economía, señala que, además de las grandes empresas, 156,000 pequeñas y microempresas obtuvieron créditos por un valor de US$ 515 millones.

El gobierno también dio un pago de emergencia de US$ 220 a más de 6.5 millones de hogares. Sin embargo, era difícil llevar el dinero a las personas: solo el 40% de los peruanos tienen cuentas bancarias. Algunos de los pagos se realizaron a través de teléfonos móviles, pero tuvieron que recaudarse del banco estatal, que tiene menos de 1,000 cajeros automáticos.

El bloqueo ralentizó la propagación de la enfermedad y el gobierno ha ampliado las instalaciones de salud. Pero el virus no ha sido derrotado y a medida que Perú se abre nuevamente, los casos están aumentando. En Arequipa, la segunda ciudad, los pacientes mueren en tiendas de campaña en la calle. Habiendo sido demasiado estricto, las restricciones de salud de Perú ahora parecen demasiado laxas.

Vizcarra es mejor en el gran gesto que en el seguimiento, negociación o delegación. La información oficial a menudo se ha confundido. El 15 de julio reorganizó su gabinete, despidió al ministro de salud y trajo a Pedro Cateriano, un político experimentado, como primer ministro. “Tendremos un mejor liderazgo político de este gabinete”, dice Carolina Trivelli, una ex ministra. Pero agrega que el problema subyacente es la fragilidad del estado y su falta de conexiones o incluso conocimiento de los ciudadanos.

Al menos la recuperación económica puede ser más rápida que en otros lugares, gracias en parte a la inyección de crédito. Las minas ahora están operando nuevamente, y el consumo de electricidad está volviendo a la normalidad. Alva ha asignado un 1% extra del PBI para obras públicas. Si todo va bien, la economía puede terminar el año habiéndose contraído en menos del 10% y podría compensar gran parte de eso en 2021.

Pero esto depende en parte de la confianza empresarial, que está siendo minada por una legislatura empeñada en medidas populistas antes de las elecciones generales que se celebrarán en abril. En septiembre, Vizcarra disolvió el congreso elegido en 2016, que estaba dominado por los partidarios de Keiko Fujimori, hija de un ex presidente autocrático. Fue obstructivo y tenía muchos miembros corruptos. Su reemplazo es igual de malo. Muchos de los nuevos congresistas tanto en la derecha como en la izquierda están inspirados en un crudo anticapitalismo. El Congreso ha suspendido los peajes en los contratos de construcción de carreteras; ha permitido a los pensionistas retirar hasta el 25% de sus fondos privados de pensiones y amenaza con reembolsar las contribuciones de algunos trabajadores al sistema estatal de reparto, que lo llevaría a la bancarrota. Quiere imponer controles de precios y congelar los pagos de los préstamos, aunque los bancos ya han ofrecido períodos de gracia a muchos deudores.

La crisis ha expuesto deficiencias en las políticas económicas de Perú, así como en su Estado. Hay demasiados monopolios de facto. Pero necesitan una regulación inteligente, no persecución. “Por primera vez en 20 años, el populismo está ganando fuerza hasta el punto de que podría gobernar el país después de las elecciones”, teme Carlos Basombrío, un consultor político. Prevenir eso requerirá un liderazgo más efectivo de Vizcarra. Lampadia